lunes, 1 de febrero de 2016

EL REGRESO DE LOS GOMEROS



En los últimos siete años, la venta de heroína se cuadriplicó en Estados Unidos

José Juan es un narcotraficante que opera en la costa del Pacífico. Y aunque vive en Culiacán, cada determinado tiempo viaja a Guadalajara a comprar dos o tres kilos de cocaína que a su vez manda a Tijuana, y una vez allá, vende al Cártel de Sinaloa.

Por cada transacción, José Juan, llega a ganar hasta 6 mil dólares.

“Son jales que uno hace cada tres semanas, más o menos, en lo que compras la coca o la mota, la envías (a Tijuana), y te la pagan”, explica.

Aunque los compradores son gente del Cártel de Sinaloa, José Juan asegura no ser parte de ellos, sino que es “independiente”, aunque para ello deba pagar “derecho de piso” a gente de Joaquín el Chapo Guzmán o de Ismael el Mayo Zambada, que son quienes controlan los territorios por donde él trafica la droga.

“Ah, no pagas y te carga la chingada; primero te la sentencian; te agarran de nuevo (traficando por tu cuenta), te ponen unos madrazos, y a la tercera te matan”, indica.

De unos años a la fecha, sin embargo, José Juan dice haber dejado de traficar con cocaína y mariguana porque ha resurgido un narcótico cuyo consumo tiene años a la alza en Estados Unidos: la heroína.

“La Chiva (heroína) la están comprando mucho allá por Nueva York, Chicago, Washington DC, y la ganancia es más alta”, explica el nuevo gomero (en referencia a la goma de opio).

La información ofrecida por José Juan, nombre ficticio, confirma datos recientemente publicados por la Oficina Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), que precisa cómo el consumo de heroína en las principales ciudades estadunidenses,   efectivamente, sigue en aumento.

“En parte porque es más fácil de conseguir que otros productos opiáceos que se obtienen mediante recetas médicas, pero también porque la nueva heroína que se vende en el mercado negro de Estados Unidos está cortada con otras sustancias que la hacen más potente”, precisa un reporte de la DEA, al cual Ríodoce tuvo acceso.

Según el documento de 12 páginas, titulado Heroína, la nueva amenaza nacional, precisa que mientras en 2008, sólo el ocho por ciento de los consumidores de cualquier droga dijeron usar heroína, una nueva encuesta en 2015 reveló que el 38 por ciento del total de los drogadictos en Estados Unidos dijeron haber cambiado a heroína como su droga favorita, es decir, en un lapso de siete años el número de heroinómanos se cuadriplicó.

“Lo peor es que la cantidad de muertes por sobredosis de heroína aumentó de poco más de 3 mil en 2008, a 8 mil 620 reportadas por el Departamento de Salud de Estados Unidos en 2013”, detalla el documento, recientemente desclasificado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (USDOJ).

Al narcotraficante José Juan no parece impresionarle mucho el dato: “Desde el 2010 para acá, piden más chiva que mota y perico juntos, y pues es chiva que va directo a Nueva York, Baltimore, Chicago; todas esas partes”.

Precisamente es en esas ciudades donde se ha detectado el mayor número de consumidores de heroína, aclara el documento de la DEA, pero además, son esos municipios en donde el número de arrestos de traficantes de heroína duplicaron al número de arrestos de traficantes de mariguana; es decir, por cada traficante de mariguana que en 2014 se arrestó, las autoridades arrestaban a dos traficantes de heroína, lo que habla de un cambio en los patrones.

“Es la primera vez en la historia del narcotráfico que esta situación ocurre en Estados Unidos, más narcotráfico de heroína que de mariguana, lo cual habla de la gravedad del problema”, señala el documento.

DE VUELTA A LA AMAPOLA

En la sierra de Sinaloa, principalmente en comunidades como Huixiopa, Bacacoragua, San José del Llano, y Surutato, los antiguos campesinos de mariguana han dejado de producir ese enervante para emigrar a la amapola.

El motivo principal, según ellos mismos dicen, es la alta demanda de goma de opio que han tenido en los últimos cinco años, aunado a que la mariguana ya no se las compran como antes, y más aún, que los precios del cannabis bajaron: de mil 200 que vendían el kilo de mota hace dos años en la sierra, ahora la compran a 400 pesos, y “ya no es negocio”.

Don Manuel, también nombre ficticio, un campesino de los alrededores de Bacacoragua, detalla cómo la baja demanda de la mariguana ha sido el principal detonante para que ellos como campesinos estén emigrando a la siembra de amapola, de la que extraen la goma de opio, la cual venden a los gomeros que suben de Culiacán, y la compran para posteriormente llevarla a que la procesen en heroína.

“El precio de la mota bajó mucho, no sabemos por qué; en cambio el kilo de goma lo pagan a 2 mil pesos, con treinta kilos que le saques a una parcelita ya vale la pena, y finalmente es el mismo riesgo si siembras mota o adormidera”, explicó Manuel, quien a diferencia de su padre, que todo su vida sembró amapola, él siempre sembró mariguana.

El caso de don Manuel se repite por toda la sierra; sea en Huixiopa, San José del Llano, Surutato, Santiago los Caballeros; de ser regiones entregadas completamente a la siembra de la mariguana, en cinco años cambiaron a amapola, como en los tiempos de don Eduardo Lalo Fernández, el pionero de los gomeros de Sinaloa.

LA NUEVA MINA DE ORO

Chalío es un cocinero. Así llaman a quienes procesan la goma de opio y la convierten en heroína, y para ello se vale del calor y otros químicos para tener la droga ya preparada. Se necesitan diez kilos de goma para procesar un kilo de heroína, la cual se vende aquí en Culiacán hasta en 9 mil dólares, pero una vez puesta en Tijuana su precio sube hasta en 15 mil.

Por cada kilo procesado, Chalío cobra 200 dólares, y dice que ha llegado a cocinar hasta 10 kilos en una noche.

“Hay más jale ahora que antes, pero también el gobierno anda más duro, y uno tiene que estarse moviendo constantemente”, dijo el cocinero, quien también solicitó evitar su verdadero nombre y cualquier tipo de fotografía o vídeo.

Para llegar a él, Ríodoce tuvo que viajar hasta una cabaña oculta en medio del monte, en las inmediaciones de Pericos, municipio de Mocorito, Sinaloa, y justo a punto de llegar al sitio, en compañía del guía que negociaba el acceso al laboratorio, se recibió una llamada:

“¿Son ustedes los de la camioneta negra?, le preguntaron al guía por teléfono.

Era la muestra de la vigilancia operada por halcones o punteros, que ya habían visto el vehículo en que viajaban los reporteros, desde un cerro.

Así se aseguraban que, de acercarse Marinos, Militares, Federales, o simplemente grupos enemigos, los cocineros se movilizarían de inmediato.

“Hasta el número de placas habían investigado”, dijo más tarde uno de ellos.

Hasta ese sitio llegaban la goma, y el resto de los ingredientes, que incluía cloruro de amonio, hidróxido de calcio (cal apagada), óxido de calcio (cal viva), acuosa de amoniaco, ácido tartárico, carbonato de sodio, y solventes como la acetona, éter etílico, y etanol, y el último ingrediente, el llamado “diablito”, o Fentanyl, como lo conocen en Estados Unidos.

Bárbara Carreno, vocera de la DEA, explicó que el Fentanyl es una sustancia muy peligrosa con la cual cortan la heroína que cocineros como Chalío preparan, pero a diferencia de otras sustancias con que cortan droga, el Fentanyl es muy potente, incluso, es el principal ingrediente que está matando a adictos en Estados Unidos.

“La información que tenemos es que el Cártel de Sinaloa está adquiriendo mucho Fentanyl, el cual sabemos trae ingredientes que son transportados desde China a Sinaloa, donde preparan el Fentanyl”, explicó Carreno.

Un kilo de Fentanyl en Sinaloa, según explicó Juan José, tiene un costo de 2 mil dólares en Culiacán, pero es suficiente para rebajar cuatro kilos de heroína. En Nueva York, cada kilo de heroína ya cortada con Fentanyl, llega a tener un costo de hasta 50 mil dólares, y ese sería el asesino silencioso de los drogadictos.

—¿No sientes remordimiento que la mercancía que comercializas mata gente en Estados Unidos?, se le pregunta a José Juan.

—No siento remordimiento —dijo un tanto confundido José Juan, tal vez porque no esperaba la pregunta. Pero entonces, como tratando de convencerse de sus propias palabras, el narcotraficante agregó: “Yo sé que la droga es mala, pero sí no soy yo, otro va a llevarla y va a revenderla… A los drogos no le ponen una pistola para que consuman chiva; esto es un negocio”, observó José Juan, sin ganas ya de agregar nada más.

La misma respuesta habría dado el Chapo Guzmán en el vídeo que filtrara la revista Rolling Stone, justo después de su arresto, sólo que el capo agregó una frase que bien podría hundirlo en una corte estadunidense: “No hay nadie que meta más heroína que yo a Estados Unidos”.


(RIODOCE/ Miguel Ángel Vega / 31 enero, 2016)

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