*Policías
federales que llegaron al lugar se negaron a trasladar al menor David García al
hospital, a pesar de las heridas que tenía. Los agresores pretendieron entrar
al camión, pero no pudieron porque la puerta quedó bloqueada al caer el
vehículo a un barranco
Chilpancingo
/ Iguala.- Un niño de 15 años jugador de futbol y el chofer del autobús del
equipo Los Avispones de Chilpancingo, murieron asesinados en el ataque a
balazos la noche del viernes en Iguala, donde también resultó herido el
entrenador Pedro Rentería Memije y 12 menores más.
La
noche del viernes, cuando los integrantes del equipo de la tercera división del
futbol profesional iban saliendo de Iguala después de un partido, un grupo
armado, que no pudo ser identificado, rafagueó dos veces el autobús donde
viajaban 23 jugadores, dejando como saldo al niño y al chofer muertos.
En
el autobús rentado a la empresa capitalina Castro Tours iban 29 personas, 23
jugadores menores de edad, cinco integrantes del cuerpo técnico y el chofer.
A
las 12 de la noche un grupo armado que no pudo ser identificado por los
tripulantes del autobús, disparó contra el vehículo en dos ocasiones, la
primera del lado izquierdo, donde una bala logró herir de muerte al conductor
Manuel Lugo Ortiz.
El
director de Cultura y Deporte de Chilpancingo, Facundo Serrano Urióstegui, que
viajaba con el equipo, relató que llegaron una hora y media antes a su partido,
el cual estaba programado a las 8:30 de la noche, donde vencieron 3-1 al equipo
de casa, en la Unidad Deportiva de Iguala.
El
funcionario vestía un pantalón de mezclilla con una playera verde de la selección
mexicana, la que estaba manchada con sangre en la espalda, el costado derecho y
se podían ver heridas en su cuello y orejas.
Explicó
que el partido terminó a las 10:30 de la noche, pero tuvieron que esperar a que
los árbitros terminaran el papeleo de la cédula del partido, por lo que
planeaban cenar en Iguala antes de irse a Chilpancingo.
Agregó
que ante el rumor de que algo había pasado en la ciudad –pues ya había ocurrido
el primer ataque a los normalistas de Ayotzinapa– decidieron mejor regresarse a
la capital, pero después de avanzar por 15 minutos rumbo a la salida de la
ciudad, justo sobre el crucero conocido como Santa Teresa, recibieron la
primera ráfaga de balas.
“Nos
habían dicho que Iguala no era confiable para andar de noche, y que había habido
problemas, pero no nos especificaron qué había pasado, por eso decidimos
regresarnos y no pasar a cenar”, contó.
“Nosotros
siempre cerramos las cortinas, ponemos la película para los niños, no
vimos absolutamente nada, sólo empezaron las detonaciones, empezaron
a caer heridos los compañeros y otros nos tiramos en el piso, el autobús se
salió de la carretera porque hirieron de gravedad al chofer”, agregó.
Relató
que primero fueron atacados por el lado izquierdo del autobús, donde resultó
asesinado el chofer, mientras que el niño David Josué García Evangelista, de 15
años, recibió disparos en su tórax, igual que el entrenador Pedro Rentería
Memije, quien resultó con dos disparos en el tórax y uno de ellos le atravesó
el hígado.
“No
se escuchó nada, ni nos marcaron alto, nada más empezaron las detonaciones e
inmediatamente se salió el camión de la carpeta asfáltica”, agregó.
“Tírense
al pasillo, les dije, todos los compañeros del cuerpo técnico aventamos a los
muchachos al suelo y nosotros igual nos agachamos pero nos tocaron esquirlas”,
indicó.
El
directivo agregó que el autobús se salió de la
carretera y cayó en una pequeña barranca, lo que no permitía que se
abriera la puerta para poder salir.
Entonces
los hombres armados les exigieron a los pasajeros que abrieran la puerta del
autobús, y el entrenador les gritó que eran niños que habían ido a jugar
futbol.
Pese
a esta advertencia, los hombres armados volvieron a disparar, pero ahora del
lado derecho.
Los
vidrios del autobús quedaron astillados, y en el lugar del ataque se pudieron
contabilizar más de 200 casquillos, según el director.
Después
del segundo ataque esperaron durante más de 15 minutos para salir del vehículo.
El
funcionario y acompañante de los menores explicó que la ambulancia tardó en
llegar al lugar más de una hora y media, y primero llegaron policías federales,
quienes se negaron a trasladar al menor al hospital, a pesar de las heridas
graves que tenía.
“Nosotros
les dimos los primeros auxilios, nos comunicamos con los médicos para que nos dieran
instrucciones”, agregó.
Recordó
que de manera casi inmediata se comunicó con el alcalde Mario Moreno Arcos para
notificarle sobre lo sucedido y que serían trasladados al hospital general de
Iguala, mientras que otros fueron trasladados a hospitales privados.
“EL PROFE PEDRO LES GRITÓ QUE ÉRAMOS UN
EQUIPO DE FUTBOL”
“Todo
lo que hicimos fue agacharnos, el profe Pedro les gritó que éramos un equipo de
futbol… Avispones, que veníamos de jugar, él les gritó todo eso para evitar que
entraran al autobús pero no hicieron caso
y volvieron a disparar”, relató uno de los jugadores.
Un
joven de 16 años, con los ojos llorosos y ojeras visiblemente marcadas, relató
que el entrenador fue “valiente”, ya que durante el ataque les gritó a los
agresores que no dispararan porque eran futbolistas y había niños en el
autobús.
“Estaba
sentado a mi lado, estaba herido de su estómago, pero casi no podía hablar
después de que se fueron”, comentó.
“Me
abracé de mi compañero y nos tiramos al piso, puse mi maleta en nuestras cabezas
y sólo sentimos los rozones de las balas”, comentó.
El
alcalde Moreno Arcos, quien estuvo enterado de la agresión desde la noche del
viernes, envió una camioneta para recoger a los niños y miembros del cuerpo
técnico que podían viajar.
A
las 11:02 de la mañana del sábado llegaron 11 niños a la capital del estado
escoltados por tres camionetas de la policía estatal, después de pasar la noche
en la Agencia del Ministerio Público de
Iguala y otros cuantos en el hospital.
El
punto de reunión donde fueron entregados los niños a sus familiares fue el
Palacio Municipal, donde el alcalde condenó los hechos y aseguró que le pidió
al gobernador Ángel Aguirre Rivero que éstos se esclarezcan.
Agregó
que el Ayuntamiento prestará el servicio médico a todos los lesionados, así
como atención psicológica para poder enfrentar el hecho traumático del que
fueron víctimas.
Durante
el discurso una madre que a acompañaba a los menores aclaró que el ataque no
fue directo, sino que los agresores habían rafagueado a seis carros más, donde
también resultó asesinada una señora que viajaba en un taxi.
“Balacearon
a seis carros, a todos ellos nos tocó, me parece que se maneja otra versión”,
agregó.
Otro
joven de 17 años mientras abrazaba a su madre en el vestíbulo del Palacio
Municipal, comentó que no pudieron identificar a los agresores, y que primero
se escucharon disparos al aire.
“Cuando
sentimos los rozones y los vidrios no nos queríamos levantar, nos apoyábamos
para no pararnos”, agregó.
A
su llegada al Palacio Municipal, los jóvenes se mostraban asustados y
nerviosos, mientras buscaban a sus familiares que se reunieron allí desde las
10 de la mañana.
La
mayoría de ellos se abrazaban entre sí para darse fuerza, y parecían
desconcertados ante lo sufrido. Asimismo evitaban hablar de su compañero David
García Evangelista, ya que en cuanto escuchaban su nombre lloraban.
Los
jóvenes mostraron sus heridas a los reporteros que se encontraban en el lugar:
rozones de bala, esquirlas de vidrios en todo el cuerpo, brazos lastimados,
moretones, tobillos torcidos.
Doña
Aleida Huerta Estrada dijo que es algo que no se tiene previsto y que no se lo
desea a nadie, y hasta que vio nuevamente a su hijo que no resultó con ninguna
lesión se dio cuenta de la magnitud de los hechos.
“Yo
no culpo a nadie, porque no sabes cómo reaccionar, lo mucho o poco que los
atendieron estuvo bien”, agregó.
Relató
que a la una de la mañana se comunicó al celular de su hijo, ya que no sabía
nada de él.
“Le
pregunté que dónde estaba y me dijo que en la Ministerial de Iguala, y sólo me
dijo ‘mamá no dejaban de disparar, nunca se contuvieron’”, describió.
Explicó
que su hijo junto con los demás menores presentó su declaración en el Ministerio
Público durante la madrugada de este sábado, y después se les avisó a los
padres que serian escoltados hasta el zócalo capitalino.
“Mi
hijo está muy afectado por el profe Rentería, porque nunca los dejó solos hasta
que llegó la ambulancia”, explicó.
“EL ATAQUE DURÓ UNA ETERNIDAD”
Uno
de los adolescentes que sobrevivió al ataque relató que las ráfagas se
escucharon como cohetes y los agresores trataron de entrar a la unidad sin
poder lograrlo.
El
adolescente que aún portaba la playera, el short y los tenis del juego afirmó
que minutos después de las 11 de la noche, cuando el autobús donde viajaban
llegó al punto conocido como rancho El Cura, municipio de Tepecoacuilco y el
entronque Santa Teresa, de la nada escucharon disparos.
El
jugador de 17 años dijo que tras el ataque que duró “una eternidad”, sus
compañeros y él salieron por las ventanas del autobús y corrieron hacia un
sembradío de maíz, donde estuvieron escondidos alrededor de una hora.
Más
tarde se enteró de la muerte de su compañero de 15 años David García
Evangelista y el chofer de la unidad Víctor Manuel Lugo Ortiz.
Dijo
que al igual que otros compañeros iba dormido, pero las ráfagas ensordecedoras
que parecían cohetes lo despertaron e inmediatamente se acostó en el piso del
autobús.
“Los
vidrios de las ventanas nos caían encima y se oía cómo las balas pegaban al
carro”, dijo.
“No
sé qué pasó en el momento, pero de repente el carro se fue de lado y caímos a
una barranca, todos nos golpeamos”, abundó el jugador.
Con
sus ojos a punto de las lágrimas dijo que luego de que pararon los disparos los
agresores se acercaron al autobús y “nos gritaron que abriéramos la puerta,
pero nadie dijo nada, todos estábamos callados”.
Indicó
que el acceso quedó sellado porque la unidad cayó de lado al barranco de unos
tres metros de profundo.
“Luego
se oyó que la gente se fue, me levanté y como pude salí por una de las ventanas
con mis otros compañeros. Corrimos hacia unas milpas y ahí estuvimos como una
hora”, recordó.
Platicó
que una hora después salieron de los lugares donde estaban escondidos, una vez
que escucharon las ambulancias en el lugar.
Mientras
el adolescente platicó los hechos, algunos de sus compañeros, que se
encontraban declarando en el Ministerio Público de la Procuraduría General de
Justicia del Estado de la región norte, portaban aún la ropa y calzado manchado
de lodo y tierra.
(EL
SUR DE ACAPULCO/ Anarsis Pacheco v Jacob Morales Antonio/28 DE SEPTIEMBRE 2014)
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