Una
supuesta infidelidad de Brenda pudo provocar que su pareja planeara victimarla
junto con su hijo. Ella fue estrangulada y el niño presentaba una contusión de
cráneo; ambos fueron quemados vivos.
La
casa ubicada en la Colonia Floridos Bosques de Nogalar, en Monterrey era
revisada por peritos de la Procuraduría y agentes ministeriales.
Ahí,
se presume, Brenda Esmeralda Sandoval, de 25 años, y su hijo Carlos Eduardo
Jáuregui, de 7, fueron atacados a golpes en julio pasado.
Peritos
entraban y salían y desde el exterior se podían observar lámparas que
iluminaban particularmente la sala de la casa donde vivían Brenda, Carlitos, su
pareja, el policía de San Nicolás, Víctor Hugo Díaz Hernández, y la bebé de
ambos.
Una
supuesta infidelidad de Sandoval Velasco pudo provocar que su pareja planeara
victimarla junto con su hijo Carlos Eduardo, de 7 años, y producto de una
relación anterior.
El
principal sospechoso del doble crimen es precisamente Díaz Hernández, quien se
incapacitó por lesionarse fuera del trabajo y regresaría a laborar.
En
el lugar donde la familia vivía trascendió que el oficial habría sido capturado
y llevaba con él a su hija de 1 año de edad.
Aparentemente,
encontró a su mujer con otro hombre dentro del domicilio ubicado en la calle
Chihuahua.
Testigos
coincidieron en que Díaz Hernández salió lesionado de la vivienda y luego ya
ningún integrante de la familia fue visto, lo que presume que en el interior se
inició una riña entre los involucrados.
Tampoco
Brenda regresó a su trabajo desde ese día, en una paletería, donde se informó,
se habría apoderado del dinero de la venta de varios días y tenía una denuncia
en su contra.
La
casa donde vivía Sandoval Velasco es propiedad del dueño de ese negocio y al
parecer tiene parentesco con la víctima.
Vecinos
señalaron que la pareja tenía por lo menos 5 años viviendo en el domicilio y
nunca fueron vistos tener un pleito.
“Saludaban
y ya, no eran muy sociales, pero tampoco se peleaban, se veía que se llevaban
bien, eran de Jalisco creo. El hombre es policía, pero no lo hemos visto
después de todo esto”, dijo una vecina.
Por
el doble crimen habían sido detenidas varias personas, pero aunque no se
confirmó, extraoficialmente, trascendió que entre éstos estaba Díaz Hernández.
LLORAN A MENOR CALCINADO
Don
Clemente Peña no paraba de llorar, no podía creer que a quien consideraba su
nieto, con el que jugaba todos los días había sido víctima de un crimen sin piedad.
Hablaba
de Carlitos, quien junto a su madre fue quemado vivo, presuntamente por su
padrastro, el policía Víctor Hugo Díaz Hernández.
Sentado
en su silla, el hombre de 72 años hablaba:“Era un niño hermoso, bonito el
condenado, llegaba a jugar conmigo, con mis nietos, aquí andaba dando lata.
“Mi
nieto lo correteaba y lo cuidaba. Aquí los cuidaba y era muy travieso, me daba
patadas jugando y le corría, no debieron hacerle eso a este niño, me da mucha
tristeza, me duele mucho este niño a
mí”, dijo sin parar de llorar.
Junto
a él estaba su esposa y otros vecinos que recordaban al menor. Todos coincidían
en sentir tristeza al enterarse del caso. Carlitos y su madre fueron
localizados muertos al ser calcinados detrás de unas bodegas en Apodaca.
Pruebas
periciales determinaron que la mujer presentaba huellas de estrangulamiento y
el niño una contusión profunda de cráneo, pero ambos fueron quemados vivos.
(TABASCO
HOY/ Redacción/Hernán Iván Mata/ Agencia Reforma/ 28 DE SEPTIEMBRE 2014)
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