MÉXICO, D.F. Como seguimiento a mi texto anterior (El Metro, una bomba de tiempo, publicado en Proceso 1908)
y con fuentes similares (documentos, testimonios de trabajadores y
visitas de inspección ocular para verificar dichos) advierto que el
Metro descansa en una triada muy grave: corrupción, impunidad y
simulación. Veamos.
Primero. A lo largo del sistema el Metro tiene
filtraciones de agua que son ocultados al público mediante mamparas. El
agua es encauzada mediante un “zoclo dren”, canal que corre sobre
andenes y pasillos, para ir a un “cárcamo” donde se concentra.
Esto, sin
embargo, no sucede en buena parte de los casos y las corrientes son
mayores que la capacidad instalada, lo que genera accidentes, problemas
en las áreas de cableado y afectación de tuberías que en cualquier
momento pueden generar una desgracia de grandes proporciones.
Dentro
de los vagones del Metro se instalaron cámaras del llamado sistema de
vigilancia “video embarcado”, que se supone deberían dar seguridad a los
usuarios para evitar robos y ataques a su integridad personal.
Ninguna
de ellas funciona. Y aunque así fuera, tendrían dos problemas: a) están
al principio y al final de los vagones, no en medio, y b) se hallan a
cargo del conductor del Metro, quien tendría que decidir si se pone a
monitorear las cámaras o ve la señalización de las vías.
En esa
ocurrencia del Gobierno del Distrito Federal se fueron casi 16 millones
de dólares.
No menos grave es que las escaleras eléctricas de la
Línea 12 fueron “recortadas” de su extensión original, razón por la cual
el hoyo resultante entre el piso y la red recortada fue llenado con
unos paquetes de acero, cuyo uso continuo ocasionará que se venzan y
surjan accidentes entre los usuarios.
En esa misma Línea 12, en la
estación Parque de los Venados, hay una curva mal trazada que hace que
los vagones finales del tren rocen en la pared, por lo que decidieron
cerrar al público esos vagones.
Entre las estaciones Zapotitlán y
Nopalera la zona de curvas también mal trazada genera contaminación
acústica en perjuicio de los vecinos de esas áreas. Quién y por qué se
recibió la Línea 12 en esas condiciones, es una interrogante que debe
resolver el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Este es un fragmento del análisis que se publica en la edición 1910 de la revista Proceso, ya en circulación.
/ 11 de junio de 2013)
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