Progresa, control priista
Sumida en el abandono y la desidia oficial, la colonia
Tijuana Progreso está tomada como botín político por quien se ostenta
como presidenta del Comité de Vecinos, quien lo mismo es operadora del
PRI que de SEDESOL, en la distribución de apoyos de asistencia social
Isabel Mercado
Sin ningún tipo de control o blindaje electoral, los productos de Liconsa
que la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) distribuye en las
zonas más marginadas, en la colonia Tijuana Progreso son manipulados
para favorecer a candidatos del Partido Revolucionario Institucional.
Sin recato, los artículos son entregados por la
dependencia federal en una vivienda utilizada como bodega, donde pende
una lona con propaganda a favor de la candidatura de Jorge Astiazarán
Orcí, aspirante del PRI a la presidencia municipal de Tijuana.
El inmueble es uno, de las tres viviendas que acapara la
señora Irma Chávez Pérez, presidenta del comité de colonos de Tijuana
Progreso, acusada por sus vecinos ante ZETA, el Ayuntamiento y
SEDESOL, de manejar a su albedrío y a favor de su partido la “ayuda”
que los tres órdenes de gobierno canalizan a través de ella.
Ilegalidades que a pesar del reclamo de sus vecinos, ni las autoridades
electorales ni SEDESOL están dispuestos a observar y sancionar.
Manipula ayuda oficial
Cual
cacique urbana, Irma Chávez acapara tres viviendas de asistencia social
ubicadas en igual número de esquinas del cruce de la Avenida XII
Ayuntamiento con XIV Ayuntamiento, en la colonia Tijuana Progreso.
En uno de los inmuebles, se ubica la tienda de Liconsa,
en otro su vivienda y un tercero es utilizado como almacén de los
productos de SEDESOL; tanto en su vivienda como en la que sirve de
bodega, se puede apreciar publicidad del candidato tricolor.
Entrevistada, Martínez explicó que la casa que funge como bodega de Liconsa se
la renta a una funcionaria del Gobierno del Estado, una doctora de
nombre Matilde Villegas. Y el inmueble que ocupa actualmente la lechería
está a nombre de su hija, María Oliva Reséndiz Chávez, quien nunca la
habitó.
La tienda que Chávez administra opera en forma
irregular, pues al tratarse de un asentamiento con fines exclusivos de
vivienda, el municipio no libera permisos para la apertura de negocios,
por lo que el abarrote ya le fue clausurado por el municipio hace un par
de meses, cuando éste se ubicaba en lo que ahora es la bodega de Liconsa.
El cierre del mencionado negocio no se dio por
iniciativa del gobierno local. Derivó de quejas de vecinos que acudieron
a la autoridad municipal para denunciar que la señora Chávez los
amenazaba por hacerle la competencia y atreverse a abrir trastiendas en
la colonia.
Incipientes comerciantes de carne, papelería y
abarrotes, recibieron la advertencia de quien oficialmente es su
representante ante el municipio, “que si no cerrábamos, nos echaría a
los inspectores de Reglamentos para que nos clausuraran, porque nuestros
permisos están en trámite”, apuntaron los temerosos colonos.
A decir de Daniel León, actual director general de
Gobierno y anterior titular de Inspección y Verificación, el
fraccionamiento carece de factibilidad para uso comercial, ya que su fin
es exclusivamente de vivienda popular, por eso todos fueron cerrados.
Sin embargo, la dependencia que estaba a su cargo recibe
una y otra vez solicitudes de trámites interminables, y por atender
esas gestiones de permisos no otorgados, cobra en promedio 5 mil pesos.
El negocio es redondo porque las licencias tampoco son
negadas del todo, de hecho la propia dependencia insta a los interesados
a iniciar los trámites en más de una ocasión, solo para cobrarles una y
otra vez el mismo trámite. Y en el inter, les permite operar en la
irregularidad.
En esas condiciones se encuentra una veintena de
mini-comercios en la colonia Tijuana Progreso, entre éstos el de Irma
Chávez, quien luego de la clausura, solo tuvo que mover el negocio a
otro domicilio ubicado contra esquina del anterior, con la venia de las
autoridades de Inspección y Reglamentos de la subdelegación La Presa
Rural.
En esta nueva dirección, a la señora no le fue aplicado
el reglamento, de hecho, la autorización oficial para que su negocio
operara le fue concedida hace tres meses.
Las autoridades de Liconsa también han sido
flexibles con la líder, permitiéndole desde hace dos, comercializar sin
problemas los productos subsidiados en un establecimiento irregular.
Basada en un listado de 200 familias, pero en el que
muchos de los habitantes del citado asentamiento no han logrado ingresar
-a pesar de así solicitarlo-, Irma Chávez realiza la distribución de
productos de Liconsa, como leche, arroz y azúcar, y de otro tipo de artículos que le son distribuidos por Diconsa a bajo precio.
El distribuidor de Diconsa en Tijuana precisó que
en esa colonia promueve otro tipo de leche a un costo de 21 pesos por
dos litros, la cual debería ponerse a la venta al público en general,
pero en el abarrote de Irma Chávez no es así.
No solo los artículos de SEDESOL son manipulados por la
líder. Los vecinos la acusan de comercializar la ayuda oficial que le es
entregada, ya sea por el municipio o por el Gobierno de Estado. “El año
pasado a mí me ofreció paquetes de útiles escolares para que los
vendiera en mi papelería”, apuntó uno de los quejosos.
Últimamente, durante el periodo de campañas electorales,
la ayuda sí es repartida gratuitamente entre los colonos que ella elige
a su albedrío, “no llegan a todos los necesitados”- aseguran sus
acusadores-, y el argumento para relegarlos es que no califican para el
apoyo.
En la colonia, que de acuerdo a sus residentes, se
encuentra prácticamente en el abandono -acusan los residentes, “… en
tres ocasiones (Irma Chávez) ha solicitado firmas para pavimentación”-,
las calles del asentamiento se encuentran prácticamente intransitables, y
en temporada de lluvia los vecinos quedan incomunicados.
“El PRI es mi ideología”
Irma Chávez, promotora de Liconsa, admitió a ZETA ser militante del PRI y que en la actual contienda electoral opera como jefa de Zona del Distrito XIII por su partido.
Al hacerle la observación de la irregularidad de que en su domicilio y
en el que renta como bodega, hay publicidad del PRI, la operadora de
SEDESOL apuntó: “Es mi ideología, desde que empecé a votar lo hago por
el PRI”.
De inicio, negó ser operadora activa de ese partido, como lo es para
la Secretaría de Desarrollo Social, pero al serle detectado en su
domicilio paquetes de propaganda del PRI, terminó admitiéndolo.
“Ahorita en campaña soy jefa de Zona del Distrito (XIII), y es válido hacer nuestro trabajo”, manifestó tajante al observar que ZETA fotografiaba un bulto de bolsas con el logotipo del PRI ubicado al interior de su domicilio, al que amablemente invitó a pasar.
Chávez hizo hincapié que no condiciona la entrega de ayuda y atribuyó
todos los señalamientos vertidos en su contra a las líderes del Partido
Acción Nacional. “Me tienen envidia, por eso me hostigan, pero ya
estuvo bueno, voy a ir a Derechos Humanos”, advirtió.
Como presidenta de la colonia Tijuana Progreso, la señora Irma dice haber gestionado la lechería de Liconsa
para beneficio de los colonos, “… en una reunión convoqué a las
tenderas y les propuse que alguna de ellas se hiciera cargo de su venta,
como nadie quiso, me quedé con la tienda”, justificó al momento que
admitió ya no estar dispuesta a ceder el negocio para que otro colono lo
maneje.
Bajo la complacencia de SEDESOL
A raíz del escándalo en Veracruz, entidad en la que la
ayuda de Desarrollo Social pretendió ser desviada para favorecer las
campañas del PRI, hubo un acuerdo entre la Presidencia de la República y
los líderes de los partidos políticos: Blindar la ayuda de asistencia
social de cualquier tipo de proselitismo político.
“Ningún promotor de SEDESOL puede tener algún tipo de
publicidad política, hacer proselitismo o condicionar la entrega de los
productos, esa línea viene desde la Presidencia de la República, vía
Secretaría de Desarrollo Social”, refiere Pedro Espinoza, vocero de la
delegación de la SEDESOL en Baja California.
A la semana de esta afirmación, la propaganda del abanderado priista pendía de la bodega de Liconsa.
No obstante, el caso de Tijuana Progreso parece pasar
inadvertido para la dependencia federal, aun cuando algunos vecinos se
atrevieron a denunciarlo ante la unidad de Diconsa. Como
respuesta, les dijeron que contra Irma Chávez nada podían hacer, ya que
cuenta con el apoyo total de SEDESOL, incluyendo asistencia jurídica.
En forma contradictoria, Pedro Espinoza, delegado de la
Secretaría de Desarrollo Social en Baja California, manifestó que la
dependencia no puede actuar en forma directa contra la líder, “… porque
SEDESOL tiene el convenio para la distribución de los productos de Liconsa con Diconsa, quien a su vez maneja a sus repartidores en zonas marginadas”.
De acuerdo a la reglamentación para la entrega de los artículos de Liconsa,
el programa tendría que ser vigilado desde la afiliación hasta su
entrega final por la Auditoría Superior de la Federación, además del
órgano interno de la Secretaría de Desarrollo Social.
Esta regulación también faculta a los vecinos a tener
una contraloría social para que el programa de beneficencia no sea
utilizado con fines particulares, la cual no existe y nadie se ha
encargado de promover.
En Tijuana operan un total de 51 tiendas Liconsa.
Asentamiento olvidado
Conformado durante el trienio de Jorge Hank Rhon, el fraccionamiento
de tipo social Tijuana Progreso solo es considerado por el gobierno
municipal en turno para la venta de viviendas.
Pies de casas de escasos 180 metros cuadrados que se
comercializan por el municipio a razón de 142 mil pesos, con 10 mil
pesos de enganche y mensualidades que fluctúan en los mil pesos, y sin
impermeabilizar, se trasminan techos y paredes.
Gran parte de los recursos con los que se edificó el
asentamiento, provienen del Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones
Populares (FONHAPO), operado también por SEDESOL.
Una vez entregado el inmueble, el municipio convertido
en inmobiliaria se ocupa de emitir amenazas de embargo a quienes se
demoran en las mensualidades, pero no atiende las necesidades más
apremiantes en cuanto a servicios.
De hecho, desde la administración del XVIII Ayuntamiento
de Tijuana (2004-2007), las viviendas de la primera etapa se promovían
con la promesa de que las calles serían pavimentadas en breve, y,
quienes ahí habitan, escucharon el mismo ofrecimiento de la boca del
siguiente alcalde (2007-2010), Jorge Ramos, cuando ahí mismo hizo
entrega de una segunda etapa; así como del actual alcalde, Carlos
Bustamante, cuando hizo entrega de la tercera fase.
A la fecha, las calles de Tijuana Progreso siguen llenas de surcos, intransitables.
Ubicada a un costado de un establo, a la altura del
Kilómetro 153 de la Carretera Libre Tecate-Tijuana, su acceso es casi
imposible.
Desde su conformación, más de 500 viviendas han sido
entregadas a igual número de familias, pero solo la mitad se encuentran
habitadas, el resto están abandonadas y vandalizadas.
Es la Inmobiliaria Municipal de Tijuana, antes
Fideicomiso Promotora Municipal de Tijuana, es la encargada de
comercializar y cobrar los pies de casas que son entregados en beneficio de familias de escasos recursos económicos.
Además de las mensualidades de las viviendas, la
inmobiliaria recibe el pago del servicio de agua, toda vez que hasta la
fecha éste no ha sido entregado a la Comisión Estatal de Servicios
Públicos de Tijuana (CESPT). En la misma situación se encuentra el
servicio de drenaje y la planta de tratamiento de aguas residuales que
opera en el asentamiento.
Las viviendas embargadas se reasignan con una ligera
rehabilitación en la que el municipio invierte 6 mil pesos, así la
Secretaría de Desarrollo Urbano que dirige Esteban Yee Barba, prepara la
colocación de 30 casas a través del Instituto Municipal de la Mujer.
En obra y servicios, este año el Ayuntamiento de Tijuana solo tiene contemplado realizar “una raspadita a la terracería” y dejar listo un proyecto ejecutivo para que el próximo gobierno sea quien invierta en la pavimentación.
(SEMANARIO ZETA/ Maria Isabel Mercado Juarez/
junio 10, 2013)
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