Alejandro Sicairos/ Observatorio
Cien días bastaron
para que el periodismo mexicano cayera en cuenta que con el regreso del régimen
priista los reporteros y medios de comunicación siguen con las armas de los
criminales apuntándoles a la sien. La alternancia en la Presidencia de la
República ha sido un mero procedimiento de desalojo y ocupación puesto que solo
mudan las organizaciones partidistas pero siguen ahí, inamovibles y agazapadas,
las células criminales que quizá ven en la noticia al único fisgón en sus
pactos con el Gobierno.
Las secuelas de la
pesadilla panista —la de seis años de un prolongado silencio por miedo— ni
siquiera se habían disipado cuando la delincuencia remarca las reglas de
muerte, amenazas e intimidación contra el periodismo. Sin dejar espacio para la
creencia de que la libertad de expresión se fortalecería al terminar la roja
noche del calderonismo, el hampa se aferra al dogma del terror como modo de
control de periódicos y noticieros.
Y está apuntando a
lo alto. La amenaza directa que el 19 de abril sufrió en México la organización
Artículo 19, instancia independiente dedicada a la defensa del periodismo,
confirma el abandono que acompañará a la prensa durante el mandato de Enrique
Peña Nieto. A ningún gobierno, emane del partido que sea, le importa la
fragilidad de medios y comunicadores frente a la poderosa capacidad ofensiva y
destructiva de la alta delincuencia.
Días antes, la
revista Proceso denunció amenazas contra su reportero Jorge Carrasco, permeando
la preocupación al semanario más importante del país como un viento frío que
recorrió todas las redacciones. Ya para entonces habían asesinado en 2013 a los
periodistas Jaime Guadalupe González Domínguez, director y reportero del periódico
Ojinaga Noticias (Chihuahua, 31 de marzo), Alonso de la Colina Sordo, ex
conductor de un noticiero de televisión en Guerrero (Puebla, 16 de abril) y
ocurrido también el ataque con artefactos explosivos a la sede del periódico
Mural (Guadalajara 17 de abril). Para cerrar el círculo de intimidación, el
jueves 25 asesinaron en Saltillo a Daniel Alejandro Martínez, fotógrafo del
diario Vanguardia.
Los grupos
delictivos han identificado la gran vulnerabilidad del periodismo en México,
flaqueza que deriva de la ausencia de justicia que irremediablemente sella
todos los casos de agresiones a reporteros y publicaciones. El Estado no
investiga y en consecuencia no castiga. La acumulación de agravios y el efecto
inhibidor que estos tienen en medios que optan por callar antes que ser
víctimas, pareciera convenirles a autoridades bajo sospecha de realizar pactos
sórdidos con aquellos que mantienen a la sociedad bajo un permanente sitio de
horror.
Los periodistas
asesinado, 82 contabilizados de 2000 a la fecha y 40 de estos casos cometidos
en el sexenio de Felipe Calderón, van quedando regados en el suelo de la
impunidad. Por cada periodista asesinado o atentados a medios, la única
estrategia que queda a las víctimas es el repliegue informativo, menguando a la
vez las garantías constitucionales. Abatidas las trincheras públicas y
reducidas a mero papel la carta magna a la ciudadanía le resta solo la apatía,
último reducto de la cobardía, para autodefenderse de las hordas que a sangre y
fuego intentan una nueva conquista de México.
Las muertes de
reporteros y las amenazas a medios y organizaciones de defensa de la libertad
de expresión preconfiguran este año un deplorable ejercicio del periodismo.
Aquella labor que llegó a considerarse el cuarto poder luce ahora arrinconada y
turbada porque la artillería criminal apunta hacia ella. En este asedio
intolerable ni siquiera es posible publicar un quejido porque también la
denuncia ha sido secuestrada.
Rehén de una
delincuencia que pretende borrar todo testimonio de sus fechorías, el
periodismo sigue en el paredón puesto ahí por estructuras criminales
reivindicadas mediante un sistema político que regresó para restablecer el
ambiente de ingobernabilidad, oculto hoy bajo el tapete de una paz simulada.
Aquí no pasa nada, por la fuerza de las mismas armas que lo aplastan todo.
RE-VERSO
Si lo permite el
estampido, si las armas se distraen, hagamos público el quejido, de las
tribunas que caen.
LOS PEPENADORES
La “piratería”
política que se acuñó en Sinaloa en 2010 cuando la alianza PAN-PRD le arrebató
al PRI no únicamente a Malova sino centenas de votos, será otro factor que
jugará en la elección del 7 de julio. Los panistas y perredistas entendieron
que en las justas comiciales no es posible ganar si se juega limpio. Como
pepenadores en basurero ajeno trataron de convencer a la locutora Silvia Miriam
Chávez para que se sumara a la fórmula alcaldía-diputación que encabeza en
Guasave Armando Kory Leyson. Al final salieron bañados en mugre y se vieron
obligados a buscar a Raúl Inzunza Dagnino y Ricardo Armenta Beltrán. ¡Qué
cochinero, oiga!
REÍR LLORANDO
Por donde se le
busque, el payaso Cometín, postulado por el Movimiento Ciudadano para buscar la
diputación local por el distrito 14, haría mejor papel que muchos payasos
desmaquillados de la actual legislatura estatal, cuyo único chiste ha sido el
de traicionar y traicionar a los sinaloenses.
(RIODOCE.COM.MX/ Columna Observatorio de Alejandro
Sicairos/Abril 28, 2013)
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