Detalles inéditos de la detención de quien fuera
dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación dieron pie a
la actualización de Doña Perpetua. El poder y la opulencia de Elba Esther
Gordillo, volumen publicado por primera vez en 2008 bajo el sello Random House.
Una parte de la trama que condujo al golpe final es reconstruida por los
autores del libro, Arturo Cano y Alberto Aguirre, en los capítulos 1 y 2, de
los que aquí se adelantan fragmentos con autorización de esa casa editorial.
Arturo Cano y Alberto Aguirre
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- Elba Esther fue aprehendida el martes 26 de febrero de 2013 en el
aeropuerto de Toluca. Sus cercanos dicen que ella contó que atravesaron otro
avión frente al suyo, que subieron a la aeronave varios encapuchados armados
hasta los dientes, que la encañonaron y la quisieron tirar al piso. “Están
hablando con una maestra que sí tiene educación, ¿qué quieren que haga?”, fue
lo que dijo, mientras la sometían.
La historia de las
últimas horas de su poderoso cacicazgo político-sindical se había comenzado a
escribir el lunes anterior, cuando recibió una llamada del secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. La invitaba a cenar al día siguiente.
El martes fue el turno al teléfono de Luis Videgaray, hombre fuerte de Enrique
Peña Nieto. El secretario de Hacienda le preguntó dónde andaba y si tenía algún
compromiso el miércoles por la mañana, pues quería invitarla a desayunar en
Palacio Nacional.
Los telefonazos,
dicen en su entorno, no fueron casuales. “Querían asegurarse de que ella estuviera
en el país.” Y fueron también la razón por la que Elba Esther voló a Toluca y
no a Guadalajara, donde ya la esperaban Fernando González Sánchez, Juan Díaz de
la Torre –secretario ejecutivo del sindicato– y el resto de su corte.
La operación para detener
a Elba Esther Gordillo fue más allá del ámbito policiaco. Los gobernadores
serían concentrados en la Ciudad de México por el secretario de Gobernación.
Además, antes de que se diera la noticia, los directivos de importantes medios
informativos fueron citados en Los Pinos. El propio presidente Peña Nieto se
reunió a las 17 horas de ese martes 26 con los responsables editoriales de
Televisa, TV Azteca, Milenio TV, Grupo Imagen y Uno TV. Los directivos fueron
informados acerca del operativo en Toluca y ahí se habría pactado que no se
mostraran imágenes de la Maestra esposada o escoltada por policías, para evitar
que ella o su defensa alegaran violación a sus derechos humanos.
(…)
A toro pasado, los
primeros atisbos se asomaron a mediados de febrero de 2013. Según un integrante
del gabinete ampliado, originario del Estado de México, el presidente de la
República hizo una primera consulta sobre el tema a los secretarios de Estado
durante un vuelo en el avión TP 01 de la Fuerza Aérea Mexicana, la tarde del
martes 12 de febrero, en el trayecto de Aguascalientes a la Ciudad de México.
“En Montevideo,
después de una reunión con [Emilio] Chuayffet”, confirmó de manera escueta un
integrante del staff de Los Pinos, cuando se le pidió precisión sobre el
momento en el que Peña Nieto autorizó la acción judicial contra la lideresa del
SNTE. (…)
NO SOY “SIRVIENTA DE NADIE”, LA SENTENCIA
En las semanas
previas a su derrumbe, varios de sus consejeros le habían advertido que Peña
Nieto estaba prestando oído a quienes le sugerían no confiar en ella. “La
Maestra no es priista y se ha reposicionado dentro del SNTE. No cometamos el
mismo error que el PAN”, le decían al presidente.
Al menos dos de sus
colaboradores le advirtieron sobre las investigaciones financieras en curso y
la alertaron: en este gobierno no tendremos aliados. Uno más le informó que el
secretario de Educación, Emilio Chuayffet, había mandado a hacer una
“investigación política” para medir la verdadera capacidad de “resistencia” del
SNTE a la reforma educativa.
Pero el punto de
quiebre se remontaba a la víspera del sexenio.
“No busco puestos,
que nadie se preocupe, nunca he pensado ser secretaria de Educación ni
sirvienta de nadie, salvo del SNTE”, dijo, retadora, en el discurso de apertura
del VI Congreso del SNTE, el 19 de octubre de 2012.
Consciente del
escenario por venir –aunque nunca calibró que llegara a su aprehensión– la
Maestra había tomado, para esas fechas y según su entorno, la decisión de
pavimentar su retiro. Pero el mensaje que envió en el congreso de la Riviera
Maya, navegaba en sentido contrario.
A la frase de “la
sirvienta”, que sus cercanos reconocen “desafortunada”, siguió una batería de
conferencias de prensa y entrevistas en las cuales la Maestra probó que,
efectivamente, le hacía falta “entrenamiento mediático”.
En el expediente que
fueron armando para el presidente Peña Nieto, queda registro de que en Los
Pinos vieron los videos tanto del congreso sindical como de una entrevista que
transmitió Televisa con Adela Micha.
Al congreso en Playa
del Carmen –donde la seguridad estuvo a cargo de enviados de Genaro García
Luna– no habían asistido representantes del gobierno federal ni del equipo de
transición. Elba Esther había rechazado invitarlos porque quería subrayar que
llegaba la hora de la “autonomía” y de “volver a hacer sindicalismo”, pese a
que la clave de su poder –como la de todos los líderes gremiales semejantes–
siempre estuvo en su relación con Los Pinos.
En la entrevista con
Micha –engallada o suicida, según quien haga la lectura–, la Maestra quiso
destacar que había roto la proverbial dependencia: “Hoy puedo decir con toda
franqueza y con todo respeto, tanto al expresidente como al actual presidente,
que ninguno de los dos tuvo que ver en la elección de Elba Esther Gordillo y su
comité y todo lo que se eligió de la vida del sindicato. Y antes sí tenían que
ir a consultar a Gobernación quién iba a ser; antes ahí entregaban su
renuncia”.
Tres mil delegados
aclamaron a la profesora, hicieron filas de horas para tomarse fotos con ella,
y el SNTE se dio el lujo de permitir que la prensa estuviera presente en las
deliberaciones –incluyendo la presentación del informe de finanzas– y en la
votación “secreta y transparente” en la que fue reelecta una vez más.
La imagen
emblemática del control indiscutible de Elba Esther sobre el SNTE fue la mesa
de los exsecretarios generales, olvidada en un rincón. Rafael Ochoa Guzmán,
José Luis Andrade Ibarra y Tomás Vázquez Vigil se miraban ahí unos a otros,
como apestados.
LA ENTREVISTA DEL SUICIDIO
La cereza del pastel
fue la citada entrevista que concedió el 6 de febrero a la conductora de
Televisa Adela Micha –a quien la Maestra considera “una amiga”– y que resultó
desastrosa para su estrategia y definitiva para la decisión de su caída. “Fue
una trampa”, resumen en el entorno elbista.
En los últimos años,
la profesora había optado por las entrevistas a modo. Pero muchas veces le
ganaba su inveterada imprudencia y sus asesores se daban de topes cuando la
oían desbocarse.
La última con Micha
no fue la excepción. Repartió culpas, hizo la lista de sus enemigos y no logró
fijar una postura coherente respecto a la reforma educativa. Eso sí, ofreció:
“El sindicato es el sindicato y si hacer valer el peso del sindicato hace que me
atropellen a mí que lo represento, adelante, es lo que me toca”.
En la transcripción
quedaron marcadas las frases de su sentencia:
Sobre el gobierno
federal: “No, no me están tratando bien… [Pero] no a mí, no es problema mío,
ojo, no están teniendo vida institucional”.
Sobre la reforma
educativa: “Se me hace un acuerdo bastante limitado porque el cambio que se
requiere en el sector educativo es estructural”. “No me importa si el gobierno
me ve a la baja o a la alta. Lo que me interesa es que el gobierno respete al
gremio”.
Sobre su retiro:
“No, no es Chuayffet ni nadie, ¿sí me explico? La vida misma, yo me tengo que
ir, los años pesan”.
“–¿Y usted no tiene
confianza en el licenciado Chuayffet?
“–Ni él en mí.”
En Playa del Carmen,
la decisión del retiro –real, si se da crédito a su círculo más íntimo– caminó
en paralelo con un discurso que subrayaba la “autonomía” del gremio, con la
decisión de crear un “observatorio” para que el SNTE pusiera en línea toda la
información sobre sus decisiones y sus recursos y, sobre todo, con la
determinación de “volver a hacer sindicalismo”.
El discurso sonaba
desfasado y poco sincero, pues mientras la Maestra lo proclamaba, su yerno, el
ex subsecretario de Educación, Fernando González Sánchez, buscaba afanosamente
ser considerado para encabezar la Secretaría de Educación Pública; y sus
operadores pactaban alianzas con el PRI o con el PAN, según conviniera, en los
estados que celebrarían elecciones en 2013.
LA INCUMPLIDA PROMESA DE PEÑA NIETO
Además de la ropa de
lujo y las bolsas caras, de las obras de arte y las Hummer, a la Maestra le
gustan las fiestas. Son legendarias las que organizaba para los cumpleaños de
su madre, Estela Morales. Tres semanas antes de ser recluida en Santa Martha,
Elba Esther celebró su fiesta de cumpleaños, en este caso la número 68 o la 70,
según la fecha de su nacimiento que se dé por buena. El lugar elegido fue el
que ella mandó construir en el rumbo de Santa Fe, el Portal del Sol, el mismo
sitio donde el 23 de junio de 2012 la cúpula del SNTE (“la niña de mis ojos”,
le gustaba decir) recibió la visita del candidato Enrique Peña Nieto.
En el remedo de
pluralidad llamado Comité Nacional de Acción Política, se impuso la inercia. A
pesar de que la Maestra no estuvo presente –condición puesta por el equipo del
candidato–, los dirigentes recibieron a Peña al grito de “¡Elba, Elba, Elba!”
Poco antes, el maestro de ceremonias había informado que si se encontraban ahí
era gracias a la “visión” y el “liderazgo” de Gordillo. Peña Nieto apretó los labios,
se levantó también de su asiento, pero no siguió el aplauso.
Por cierto, en ese
año electoral Elba Esther nunca se reunió con Peña Nieto ni con Luis Videgaray.
Ella y su hija Mónica mantuvieron trato con Miguel Ángel Osorio Chong, mientras
que su yerno Fernando González se encargó del nexo con Videgaray y con Aurelio
Nuño, sobre todo en la etapa de transición.
En su discurso, el
entonces candidato dijo a los líderes lo que querían escuchar, aunque luego, ya
en el poder, se desdijera: que la evaluación a los docentes sería sólo una
“herramienta informativa”. Y selló su compromiso con una reforma educativa que
“no puede ser ajena a ustedes, tiene que ser con ustedes”, pero sin su líder
vitalicia… le faltó agregar. (…)
LA PERSECUCIÓN Y EL LIMBO
Juan Díaz de la
Torre comenzó la lectura del manifiesto pero no llegó a la tercera línea.
Fernando González Sánchez, el yerno de la Maestra, estaba a su lado y le quitó
la hoja. Le pidió no continuar.
Díaz de la Torre
había comenzado a leer una de las versiones “duras” que se redactaron como
primera respuesta del SNTE a la detención de la Maestra:
“Ratificamos que
nuestra dirigente, por mandato estatutario, es Elba Esther Gordillo Morales, y
entregamos a nuestros órganos de gobierno, también sancionados por nuestros
estatutos, los poderes que estos les confieren, a fin de dar curso a todas las
acciones que emprenderemos, no sólo para preservarnos como organización, sino
en defensa de nuestra líder legítima.
“Exigimos que el
gobierno federal y su titular demuestren que las acciones emprendidas contra
nuestra dirigente no tienen visos de venganza política o la pretensión de
doblegarnos en nuestra legítima lucha por defender los derechos de los
trabajadores al servicio de la educación nacional.”
En otra de las
versiones redactadas en Guadalajara, y que tampoco fue leída por Díaz de la
Torre, se decía explícitamente que “la detención no frenará el rechazo a la
reforma educativa”.
La “noche triste”
del SNTE en Guadalajara fue de decisiones rápidas, frente a la catarata de
rumores que cayó sobre la cúpula elbista. Por eso González Sánchez impidió la
lectura del manifiesto “duro”.
“Cualquier choque
con el gobierno hubiera hecho más grande la tragedia”, resumió unos días
después un asesor del sindicato. “Si salíamos a decir que la detención de Elba
Esther no iba a frenar la oposición a la reforma, entonces irían por la mitad
del comité nacional.”
Al estado mayor
elbista le llovieron mensajes del gobierno. Primero, que cualquier movilización
sería respondida con un endurecimiento del proceso, con la detención de la
mitad del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato y de familiares de la
Maestra, así como con el traslado de la lideresa a un penal federal. “No le
rasquemos los huevos al tigre, es mejor Santa Martha Acatitla que La Palma”,
dijo un asesor.
Juan Díaz de la
Torre, a quien esa noche movieron todo el tiempo de una habitación a otra en el
hotel de Guadalajara, se mantuvo ahí pese a las presiones para que se
trasladara a la Ciudad de México. De un cuarto a otro iban también las
versiones de que “iban por Juan, que lo secuestrarían”.
La convicción de que
el gobierno peñista quería “apoderarse” del SNTE cobró fuerza cuando a la
medianoche Milenio TV soltó una nota en la cual se afirmaba que el nuevo
dirigente sería el hijo de Carlos Jonguitud.
(PROCESO/ Arturo Cano y Alberto Aguirre/16 de abril de
2013)
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