La figura que el rey español Juan Carlos se forjó como
garante de la legalidad por su papel en la transición de la dictadura a la
democracia se desmorona escándalo tras escándalo. Sus safaris, una presunta
relación extramarital y un caso de corrupción en el que está implicada su hija
Cristina han deteriorado esa imagen. Ahora hasta los sectores más conservadores
empiezan a hablar de abdicación.
Alejandro Gutiérrez/ Proceso
MADRID (Proceso).-
La corona española vive sus peores momentos en los 38 años de reinado de Juan
Carlos de Borbón, quien está envuelto en numerosos escándalos, y ahora se abre
el debate sobre su posible abdicación. Los bonos que el monarca obtuvo como
garante de la estabilidad durante la transición a la democracia o como símbolo
de unidad nacional parecen agotados.
Sufre un acelerado
deterioro de su imagen, el respaldo popular está en números rojos y sus
capacidades físicas están mermadas: Tiene movilidad limitada por una reciente
intervención quirúrgica por una hernia discal, lo que se suma a una cadena de
operaciones previas por la fractura de la cadera derecha, la implantación de
una prótesis en la rodilla, otra en la cadera izquierda y la extirpación de un
nódulo en un pulmón.
Dos hechos más
tienen en vilo a la corona: El safari de Juan Carlos de Borbón para cazar un
elefante en Botsuana en abril de 2012 –en una semana en la que la economía
española estuvo a punto de necesitar un rescate financiero, atenazada por un
desempleo de 26%– y el proceso judicial por malversación de fondos públicos y
fraude contra su yerno, Iñaki Urdangarin, en el que la hija del rey, la infanta
Cristina, fue imputada y está a un paso de sentarse en el banquillo por
“cooperación necesaria” en esos presuntos delitos.
Lo insólito es que
el debate sobre la posible renuncia real surgió de la prensa identificada como
monárquica. El pasado 22 de febrero José Antonio Zarzalejos, ex director del
ABC, diario de clara tendencia monárquica, tituló su colaboración en el diario
digital El Confidencial, “El rey baraja ya la abdicación”.
En entrevista con
Proceso Zarzalejos sostiene que “el rey ya no tiene capacidad ni energía para
reinar y mantenerse al frente de la jefatura del Estado”. Se dice convencido de
que “éste es el momento de la abdicación”, porque actualmente “el rey forma más
parte del problema que de la solución”.
Añade: “Al estar
España regida por una monarquía parlamentaria, el jefe del gobierno (Mariano
Rajoy) y el líder de la oposición (Alfredo Pérez Rubalcaba) deben tener el
arrojo de hacerle ver al rey que es el momento de abdicar para que el príncipe
Felipe sea proclamado rey y, por ende, jefe del Estado español. No puede ser
ésta una decisión personal sino un proceso institucional; el rey está sometido
al Parlamento y al gobierno, no es un poder autónomo por derecho divino”.
Jesús Cacho,
director del periódico digital vozpopuli.com, reveló que el anuncio de la
abdicación se tenía preparado para la Semana Santa, pero la anticipación del
líder de los socialistas catalanes, Pere Navarro, sugiriéndola frenó la
operación orquestada en La Zarzuela, según su columna del 3 de marzo pasado.
Los medios
españoles, hasta hace unos años blindaje de la figura de la familia real, hoy
se ocupan cotidianamente del juicio del caso Nóos y de los escándalos de la
realeza.
El domingo 7 El País
dedicó su nota principal, cinco páginas y el editorial al debate sobre el
futuro de la monarquía, incluida una encuesta de Metroscopía que reveló que la
valoración ciudadana del rey se desplomó de 21% en diciembre a menos de 11% en
marzo, poco antes de conocerse la imputación a la infanta Cristina.
Zarzalejos asegura
que entre el equipo del rey en La Zarzuela ya se “ven escenarios y se barajan
hipótesis” de la abdicación, pese a que Juan Carlos “aún no está convencido” de
tomar esa decisión.
LA AMIGA DEL REY
Pero el rey arrastra
otro tema espinoso: Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una aristócrata alemana de 48
años con la que mantiene una “entrañable amistad” (como declaró ella) desde
2004 y quien en una entrevista divulgó su papel como broker en asuntos sensibles
para el gobierno y para grandes trasnacionales españolas. Corinna Larsen
mantiene el título de princesa y el apellido desde su matrimonio con el
aristócrata alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, de quien ya está divorciada.
El nombre de esta
apasionada del arte y de la cacería, con una red de contactos que incluye a
empresarios, mandatarios, monarcas europeos y árabes, apareció cuando se supo
que fue la organizadora de la cacería en Botsuana, donde Juan Carlos sufrió el
accidente que le provocó la fractura de cadera. El viaje fue sufragado por el
magnate sirio Mohamed Eyad Kayali.
El intempestivo
regreso del monarca para ser operado de emergencia en Madrid dejó al
descubierto que de ese viaje privado no estaban enterados el gobierno de
Mariano Rajoy ni el Parlamento. “Lo siento. Me he equivocado y no volverá a
ocurrir”, se disculpó días después el rey.
Desde entonces el
caso ocupó los principales espacios en la llamada prensa rosa por la relación
de Corinna con el rey –periódicos alemanes, como Bild, hablaron sin tapujos de
una relación sentimental– y los medios españoles, principalmente El Mundo, El
País y digitales como El Confidencial empezaron a divulgar pormenores del papel
de esta consultora internacional. Con su firma, Apollonia Associates, afincada
en el paraíso fiscal de Malta desde octubre de 2010, ofrece servicios de
“asesoría estratégica internacional” en inversiones de gran calado.
Luego se divulgó que
dentro del juicio contra Urdangarin y su socio en el Instituto Nóos, Diego
Torres, éste entregó el 16 de febrero al juez José Castro una serie de correos
electrónicos en los que Corinna y Urdangarin intercambian mensajes sobre las
gestiones que ella hacía para conseguirle al yerno del rey la presidencia del
capítulo español de la fundación inglesa Laureus, que entrega los llamados
“premios Óscar” del deporte. Según los correos el monarca estaba al tanto de
ello: “He enviado copia a tu suegro”, le escribía ella a Urdangarin, lo que
abonó al descrédito del rey.
Al hacerse públicos
los correos Corinna respondió con una contraofensiva mediática. El 23 de
febrero El Mundo publicó una entrevista en la que reveló algo que dio un giro
total al tema, que dejó la prensa rosa y se volvió un asunto de Estado. La
entrevistada aseguró: “He hecho trabajos gratis, pro bono, para el gobierno
español y remunerado para el sector privado, para algunas empresas”.
Y añadió: “Ese
trabajo que he realizado para el gobierno español, cuando se me ha pedido, ha
sido siempre delicado, confidencial. Son asuntos clasificados, situaciones
puntuales que yo he ayudado a solucionar por el bien del país”. También habló
con la revista Hola! y con el semanario francés Paris Match; esta publicación,
no obstante, dedicó su portada a los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, a
los que llamó “la esperanza de España”.
El 10 de marzo El
Mundo dio a conocer que Corinna fue la asesora de Lukoil, cuando la petrolera
rusa pretendió meterse al accionariado de Repsol. Proceso (número 1674) publicó
los pormenores de la operación mediante la cual Lukoil pretendía adquirir 29.9%
de Repsol con el apoyo abierto de Juan Carlos pero con la fuerte oposición del
servicio de inteligencia español, que advirtió de la vinculación de la
petrolera con el régimen de Vladimir Putin y sus presuntas conexiones con la
mafia.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición
1902 de la revista Proceso, ya en circulación.
(PROCESO/ Alejandro Gutiérrez/ 16 de abril de 2013)
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