Jesusa Cervantes
MÉXICO, D.F.
(apro).- La turbulencia informativa que generó la detención de Elba Esther
Gordillo Morales, por uso de recursos de procedencia ilegítima por dos mil 600
millones de pesos, llevó a muchos a creer que la acción del gobierno de Enrique
Peña Nieto obedeció a la necesidad de legitimarse y acabar con quienes
cuestionan sus posibles habilidades políticas.
Pronto la izquierda
y el PAN aplaudieron la detención, maestros que sí trabajan frente al aula y la
mayoría de los mexicanos avalaron “la valiente y decidida acción”. Pero hay que
entender que la captura obedece más que nada a la reconstitución del
presidencialismo absoluto.
A la urgencia que
tiene el grupo en el poder por regresarle al PRI su fuerza.
No es cierto que
Peña Nieto realizó un acto de justicia, para que los maestros puedan elegir
libremente a sus dirigentes, para fortalecer el sindicalismo, para que el
magisterio pueda disfrutar de sus propias cuotas que aporta. Nada más falso.
De ser cierto lo
anterior, el gobierno de Peña Nieto no hubiera revelado que Gordillo gasta
millones en su persona y para adquirir bienes raíces.
De ser cierto que
Peña Nieto quería acabar con ese poder fáctico y toda su corrupción, hubiera
entrado al fideicomiso para la vivienda que Carlos Jonguitud y Gordillo
instituyeron: el VIMA, un fideicomiso que al término del gobierno de Vicente
Fox tenía un faltante de 25 mil millones de pesos. Dinero de los maestros que
fue a parar a los bolsillos de quién sabe quién.
Benjamín González
Roaro y Francisco Yáñez –ex director de la Lotería Nacional– fueron sus últimos
directores. A ellos también se les debió detener. La documentación la tiene el
gobierno, la Secretaría de Hacienda.
Si Peña quisiera
acabar con la corrupción en el SNTE, hubiera propuesto en su reforma educativa
que las cuotas del sindicato no las recolectara el gobierno. Si esto no
existiera, cómo recabaría el sindicato ese dinero que luego sus líderes
sindicales se han embolsado.
O en todo caso
hubiera instruido a los diputados de su partido que en la reforma laboral se
incluyera la transparencia en los sindicatos y la rendición de cuentas. Pero el
PRI fue el primero que se opuso.
El PRI es quien
controla la mayoría de los sindicatos y federaciones. Son los que le sirven en
cada elección a este partido para usar las cuotas de sus trabajadores en
beneficio del propio partido.
Sólo el magisterio,
el SNTE con Elba Esther Gordillo Morales al frente, no le redituaba ganancias
al PRI.
Desde que Gordillo
fue expulsada del PRI, desde que decidió crear su propio partido y poner los
votos del magisterio, la operación política de los maestros en distintos
comicios y sus cuotas al servicio del mejor postor, el PRI se dio cuenta de que
necesita este sector.
Hoy que ha regresado
a la Presidencia de la República, el PRI se tiene que fortalecer; necesita
revitalizar los sectores de su partido, requiere de toda esa movilización
magisterial que sabe cómo actuar en tiempos electorales.
Peña Nieto no
encarceló y amenazó a Gordillo con hacer realidad otras 25 averiguaciones
previas que tiene, principalmente contra sus familiares y más cercanos
colaboradores, para acabar con el cacicazgo sindical, el charrismo sindical.
No, lo hizo para recuperar el sector magisterial para el PRI. Lo hizo para
salir avante en próximas elecciones, para que el Panal no se alíe con otro
instituto político que no sea el PRI.
El Estado no creó y
alimentó al monstruo que es el SNTE para que le entregue su fuerza política a
otro partido que no sea el tricolor.
Así como el Panal
ayudó a Eruviel Ávila a ganar las elecciones en el Estado de México y el propio
SNTE trabajó para darle a Peña Nieto entre 2 y 4 millones de votos en las
pasadas elecciones, así quiere el Estado-PRI que todo el magisterio regrese a
bajo su control.
Encarcela Peña Nieto
a Gordillo para que todo vuelva a su cauce, como era antes de que el PRI
perdiera la Presidencia de la República; cuando tenía sus tres sectores fuertes
y millonarios en votos.
Cierto que de paso
Peña Nieto ganó simpatías entre quienes incluso cuestionan su nivel de
inteligencia. Y ello porque para nadie era secreto el abuso y corrupción de la
maestra y allegados.
Peña ganó
legitimidad, sí; pero también alertó aún más a quienes desde antes hablaban de
que el regreso del PRI tiene, entre otras cosas, una justicia selectiva, una
justicia como método de presión y una justicia para eliminar lo que le perturbe
al gobierno.
La justicia
selectiva no es justicia, es sólo una máscara para beneficiarse de ella y hacer
creer a la gente que se es gente de Estado, valiente y comprometido con las
causas de los mexicanos.
La detención de
Gordillo y próximo enjuiciamiento es muestra también de un pretendido regreso
de la presidencia imperial. Donde un ególatra no soporta que lo contradigan y
cualquier secretario de Estado lo pueda manipular. Pero también es un peligro
en donde el autoritarismo asoma peligrosamente.
Si el juicio de
Gordillo queda sólo en eso, un simple juicio por sus millonarias compras,
entonces no habrá sido más que el sacrificio de una política más para beneficio
de otro político más que, para desgracia de muchos, ocupa la Presidencia de la
República.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter @jesusaproceso
(PROCESO/ Jesusa Cervantes/ 1 de marzo de 2013)
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