domingo, 3 de marzo de 2013

EDECANES: LOS CLAROSCUROS DE LA PROFESIÓN



Reforma
México, DF.- Narraciones de personas que han ejercido esta profesión revelan las partes luminosas y oscuras de ser un ‘objeto de deseo’.

Karla Téllez
¡No regresaría a eso!

Karla Téllez tiene 40 años y es ejecutiva de mercadotecnia.

Durante más de cinco años fue edecán y afirma que fue una experiencia desagradable, aunque bien pagada.

“Es un trabajo absorbente, nunca tienes un fin de semana libre y, además, eres como una estatua, un simple mueble para adornar”, comentó.

Algunas personas realizan esta labor por considerarla algo relativamente fácil, dijo.

“Mucha gente piensa o ubica a una edecán como una prostituta, más o menos de lujo, y ante eso, hay que defenderse”, señaló.

La profesional explicó que estar con un vestido de Lycra promocionando un producto durante varias horas y bajo el escrutinio público es un trabajo muy frío, ya que todo depende de lo físico.

“Me acuerdo cuando tenía llamado en un restaurante de Masaryk y el gerente me dijo que no podía trabajar por fea. Me quedé helada, y luego vino el coordinador del evento, que dijo algo así como que no estaba tan mal. Me sentí fatal. Aquí se juega con la autoestima de manera muy fría”, aseveró.

Téllez detalló esta profesión como un medio en que los engaños, las promesas, el sexo y las drogas están a la orden del día.

“Tú ves que hay niñas que están guapas, tienen pocos recursos y que no tienen problemas en aceptar invitaciones a salir; de hecho, a eso van, a volverse amantes de políticos o narcos, aunque sólo dure un poco”, relató.

“Recuerdo a una chica que llegó, era muy bonita, y en poco tiempo se la llevaron a vivir al Pedregal, luego se peleó con el tipo y le quitaron todo”.

Al cliché de edecán como “chica fácil” contribuye también el vestuario que se utiliza.

“Generalmente son prendas muy ajustadas, cortas y escotadas, con tacón alto. Hay que parecer sexy, aunque el producto no lo requiera.

“Yo me llevaba mi traje sastre, con blusa blanca, y, obviamente, no les parecía y me pedían que me cambiara”, comenta.

El trabajo es tan amplio que abarca desde repartir muestras de perfume en tiendas departamentales o estar en stands de teléfonos celulares, hasta ir a las carreras de coches o promover bebidas alcohólicas en antros.

“Esto es lo peor, sales muy noche, hay que lidiar con borrachos que creen que uno está disponible por estar allí y hay peligro de que te toquen e insulten. No falta el típico que se ofende porque no te quieres sentar en su mesa, que dice que es muy influyente y que puede todo”, afirmó con rabia.

“La verdad es que yo me sentía humillada en estas situaciones. Te da vergüenza, pero también te da mucho coraje, con una mezcla de miedo y tristeza. Yo sí pensaba que si había estudiado una carrera, ¿por qué tenía que terminar allí soportando a un tipo que le olía mal la boca?”, confesó.

“Uno se siente muy vulnerable, sobre todo en los lugares públicos donde se consume alcohol, y ya, en la madrugada, todo mundo se siente como si fuera Dios”.

Los lugares de moda

El Bar Bar era el paraíso de muchas chicas que hicieron realidad sus sueños en este lugar.

“Este sitio era famoso porque lo mismo te podías ligar a un actor de la televisión que a un futbolista. Muchas de mis compañeras iban allí todos los fines de semana. A unas les iba bien, a otras no tanto”, comentó Karla Téllez.

“Una vez, un tipo que me había contratado me dijo que iba a llegar un grupo de japoneses. La orden fue: ‘Lo que pidan hay que hacer’. Me sorprendí que nadie protestara y yo le dije que no estaba de acuerdo, y de mal modo me pidió que me retirara”, recordó.

Karla aseguró que se liga mucho en las galerías de arte, los cocteles de premiación o en las discotecas, pero el peligro también está presente en la calle y hasta en los parques.

“Si la señora se voltea, ya está el esposo dándote su tarjeta”, afirmó.

Hacer el ridículo

En esta profesión a veces hay que disfrazarse para obtener un determinado trabajo.

“Recuerdo una vez que me vestí como la Mujer Maravilla y había que estar con minishort, la tiara y todo. Me la pasé muy mal. A veces era de equilibrista, payaso o lo que fuera y había que hacerlo. Te estás alquilando”, comparte Karla Téllez.

Recuerda que una de las pruebas más difíciles en su carrera fue en Exposexo.

“Teníamos que vender una revista erótica mientras que las actrices daban autógrafos”, comenta la joven que ahora tiene su propia empresa de marketing.

Esta experiencia es una de las más lamentables que recuerda.

“Llegué a mi casa llorando, pensando qué hubiera hecho si me hubiera visto alguien de mi familia o de mis amigos”, concluyó.

Karina Jiménez:
‘Se trata de vender’

Viene de Argentina, tiene más de 30 años, figura escultural y unos sorprendentes ojos verdes que cambian de color con la luz. Vino con su esposo, Maxi, a México desde hace una década. Realizó comerciales y pasarelas, y hoy se dedica a trabajos de edecán sólo para productos exclusivos, como Café Nesspreso, marca que tiene a George Clooney como imagen.

“He realizado todos los trabajos de moda y encontré en ser edecán una manera de vivir muy bien, de mantener mi estilo de vida de cuando era modelo”, afirmó Karina, quien puede llegar a ganar hasta mil pesos por hora.

“Lo principal es tener seguridad, proyectar que estás a gusto contigo y con el producto: es decir, vender”, señala quien prefiere los atuendos negros, austeros, sobrios y elegantes.

“No me gusta trabajar en la noche, en bares o discotecas, ya que se presta a malentendidos, pues hay gente que piensa que las edecanes son para ligárselas. En mi caso, no ha pasado, siempre he tenido el apoyo de mi agencia y nunca he tenido problemas”, comentó la mamá de Mila, de 7 años, quien aspira a ser modelo.

En sus años de trabajo, ha oído de edecanes que sí se prestan a juegos un poco peligrosos.

“Supe de una chica del norte que llegó, se enamoró de un narco y luego ya no la volvimos a ver, o de gente que se ha perdido en el alcohol y las drogas”, reveló.

Karina afirmó que está feliz con lo que hace.

“Es un trabajo relativamente fácil, no hay que estar corriendo ni maquillándose ni cambiándose de ropa. Hay que estar impecable, presentable, ser amable, vender el producto y ya está. A veces, me parece paradójico que podamos ganar más que un profesional que tiene doctorado y vivir mejor”, afirmó, convencida del trabajo que ha elegido en la vida.

Respecto a las edecanes de antros o eventos “sospechosos”, Karina opinó que hay chicas que quieren evolucionar socialmente y se meten a este mundo esperando encontrar un millonario que las haga muy ricas.

“Pero eso es una ilusión. Casi nunca pasa. Se trata de una profesión como cualquier otra, quizá más glamorosa en algunos casos, pero donde hay que trabajar”, comentó.

“Todo depende de la actitud. Hay chicas muy bellas que no transmiten nada, y al contrario. Tienes que creértela para que el mundo te crea”.

Karina aseguró que lo más cansado es pasar muchas horas de pie, sonriendo y siendo amable en todo momento.

“Por eso trato de desconectarme y hacer meditación y tener tiempo con mi familia, así es como trato de relajarme. Con la edad, hay que ponerse más exigente con los cuidados, por eso solamente como alimentos sanos, muchas verduras y trato de evitar las frituras y postres.

“El cuerpo es nuestro elemento de trabajo y tenemos que hacer todo para conservarlo. A veces veo chicas muy jóvenes con cuerpos no tonificados y celulitis, y pienso que no están siendo profesionales”, concluyó.

Federico Farrell:
La visión masculina

Tiene 25 años, 1.80 metros de estatura, cuerpo de gimnasio y sonrisa fácil. Nació cerca de Santa Fe, en Argentina, donde se dedicaba a la jardinería, pero alguien le dijo que en México había mucho trabajo y emigró hace cuatro años.

Se llama Federico Farrell y es el “rey” de los edecanes de productos de lujo, como joyas, perfumes y ropa de diseñador.

“Me encanta hacerlo porque puedo conocer mucha gente, vas a buenos lugares, te tratan y pagan bien”, afirmó el joven que llega a recolectar 20 tarjetas de hombres y mujeres que quieren conocerlo más a fondo.

“Siento que la misión principal de un edecán es vender un producto. Se nos da una plática introductoria acerca de lo que necesitamos transmitir en cada ocasión. Creo que es la tarea principal en este caso”, comentó quien ha realizado trabajos para Coca Cola, y El Palacio de Hierro.


Consideró que es más difícil estar cercano a la gente que de lejos, en una pasarela. “Las personas se acercan de manera natural, pero hay que saber poner los límites. Yo he aprendido estrategias”, afirmó este joven que ya lanzó un disco, ya que su verdadera pasión en la vida es la música.

“Yo tengo como política nunca dar el teléfono, no es que la agencia te lo prohíba, cada quien actúa como quiere, pero la verdad es que me manejo de esta manera”, comentó.

“Yo siempre me escapo con evasivas y una gran sonrisa. A los cocteles acude de todo, gente bien y gente mal, y, como en la vida, uno elige con quién se relaciona”, concluyó.

(ZOCALO/ Reforma/ 03/03/2013 - 04:01 AM)

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