Dice Edgardo Buscaglia:
“El gran error del ex presidente Felipe Calderón no
fue declarar la guerra a algunos grupos criminales, sino el no haber atacado
los sistemas patrimoniales y financieros del crimen organizado que, con sus
bolsillos intactos, continuaron sus operaciones violentas al tiempo que
corrompían y sobornaban todos los niveles políticos y administrativos del
estado”.
Miguel Ángel Vera
Ahora que Enrique
Peña Nieto llega al poder —añade—, su gran reto es desmantelar esas redes
patrimoniales y financieras, pero además identificar a la clase política que
haya hecho pactos con narcotraficantes y así acabar con las redes de corrupción
que existen en ese territorio.
Pero advierte:
“No obstante, la
situación es más complicada de lo que en teoría parece, y aquí entra otra
virtud de la clase política: negociar por la paz”.
Experto en temas de
narcotráfico, seguridad y crimen organizado en el mundo, observa que mientras
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos identifica y congela bienes
patrimoniales y redes financieras de capos como Ismael el Mayo Zambada, Juan
José Esparragoza Moreno el Azul, y familiares de Joaquín el Chapo Guzmán, el
Gobierno de México deja operar a sus “empresas lícitas como si nada”, además de
permitirles sus patrimonios, lo cual representa una gran omisión.
Buscaglia precisa
que las redes financieras no solo las componen narcotraficantes, sino también
políticos, empresarios, incluso, instituciones bancarias, como fue el caso de
HSBC, que de 2007 al 2008 facilitó el lavado de dinero de unos siete mil
millones de dólares procedentes de las ganancias del narcotráfico mexicano.
“Eso por una parte,
además están las redes patrimoniales que los grandes capos poseen, y que son
desde propiedades, hasta negocios, cuentas bancarias; ahí no se ha tocado a los
grupos criminales, especialmente a los de Sinaloa”, sostuvo el analista.
El estado mexicano, fraccionado
De acuerdo con
Buscaglia, el poder y el alcance de los grupos de narcotraficantes es tan
poderoso que de ser grupos que se sometían al Gobierno, con las transiciones
políticas del PRI al PAN, el Estado mexicano se fraccionó y fueron entonces los
grupos criminales quienes gestionaron y capturaron al Estado.
“Fue cuando se
invirtieron las reglas del juego; antes era la delincuencia organizada la que
era gestionada, pero sucedió después que cada grupo criminal se adueño de cada
parte del Estado, y ahora es el crimen organizado quien compite para que (el
Estado) le opere a un grupo o a otro, convirtiendo al Gobierno mexicano en un
rompecabezas en donde cada organización compite por un pedazo para consolidar
rutas de tráfico y el mercado de actividades ilícitas”, comenta Buscaglia,
quien al momento de ser entrevistado por Ríodoce, se encontraba en Italia
dictando conferencias.
Añadió que las
organizaciones criminales se consolidaban a través de miles de empresas legales
con la cuales opera la delincuencia organizada para autofinanciarse sus
operaciones, mismas que no han sido reprimidas.
“El Gobierno
mexicano se ha enfocado en ir tras los capos, sin tocar sus bienes
patrimoniales, lo que ha hecho que esos grupos es aplicar más dinero a su
estrategia de corrupción para defenderse de los ataques del mismo Gobierno”,
insistió Buscaglia.
Cártel de Sinaloa, el más protegido
Si bien es cierto,
existen organizaciones delictivas que surgieron desde que el PAN arribó al
poder, la Federación de Sinaloa fue la que más se consolidó en ese tiempo, y
por tanto fue el grupo que más logró infiltrar no solo en los diferentes
niveles de Gobierno, sino también en el terreno político y empresarial de todo
el país.
“La prueba de ello
está en la fallida estrategia de Calderón, que se dedicó a combatir con fiereza
a adversarios (del cártel de Sinaloa), y a políticos que apoyaban a estos otros
grupos criminales, lo cual significa que el Estado fue alcanzado en la mayor
parte de sus fragmentos por el grupo sinaloense”, observó Buscaglia, quien es
Investigador Principal de Columbia, en Nueva York.
Ejemplifica: “La
detención de un funcionario que apoyaba a grupos adversarios del cártel de
Sinaloa, demuestra que la Federación sinaloense fue la que más beneficios tuvo
durante las administraciones panistas.
No obstante, en
opinión de Buscaglia, cayeron varios capos con Calderón, incluso del grupo de
Sinaloa, el desmantelamiento real (que eran las redes financieras y
patrimoniales), nunca ocurrió, y es aquí donde la estrategia de Peña Nieto va a
tener que basarse, de lo contrario la violencia va a continuar como ocurre en
algunos estados, en donde los capos son tan poderosos que permean al Estado, lo
cual trae como consecuencia que la gente considere andar armada para
defenderse.
“Lo primero que
tiene que hacer la nueva administración es desmantelar esas redes, pero también
mostrar que habrá una consecuencia penal contra funcionarios y políticos
corruptos, aunque por ahora no se ve que Peña Nieto se vaya a enfocar en
encabezar una política de esa magnitud”, consideró Buscaglia.
La clase política, el enfoque
El analista señaló
que en Brasil, el expresidente Lula Da Silva, y la actual presidente Dilma
Rousseff, han encabezado una limpia encarnizada contra funcionarios corruptos,
puesto que han permitido que 38 de los políticos más poderosos de ese país sean
procesados, incluso, veinte ya han sido sentenciados, entre ellos uno de los
colaboradores más cercanos a Lula.
“Eso en México ni
siquiera ha empezado, y por ahí debe de arrancar la estrategia de Peña Nieto, y
mientras no se vea un procesamiento penal de los políticos de más alto poder,
sean de Sinaloa o de donde sean, la estrategia de control territorial de Peña
Nieto no va a funcionar”.
Ante tal situación,
el también doctor en Jurisprudencia y Política Social por las universidades de
Illinois y Berkeley, consideró que la administración de Peña Nieto opte mejor
por atacar únicamente a los grupos que causen más problemas a la sociedad, o
que atenten contra ella.
“Esto no quiere
decir que van a dejar de perseguir a los grupos que no estén bendecidos, sino
que se van a enfocar en los grupos que generen más violencia; en esa medida el
Estado va a tratar de detenerlos, que es como ocurre en países desarrollados
como Alemania”, observó Buscaglia.
Estados Unidos, el gran patrón
Para Buscaglia,
Estados Unidos no dicta precisamente las estrategias contra del crimen
organizado que encabeza México, pero en la mayoría de los casos sí influye en
las decisiones que se toman en el gabinete de este país.
El investigador toma
como ejemplo el caso del general Augusto Moisés García Ochoa, que al momento de
que se le señalaba como fuerte candidato para ocupar la Secretaría de la
Defensa, el embajador de Estados Unidos, Anthony Wayne, se entrevistó con
asesores de Peña Nieto para decirles que García Ochoa “no podía ser secretario
debido a una serie de sospechas que tenían respecto a sus nexos con el crimen
organizado”.
“Eso es una
intromisión directa, y casos como esos son muchos y han sucedido durante años,
y de esa forma Estados Unidos dicta o presiona para que se hagan las cosas como
les parece, que va desde la captura de ciertos cabecillas del crimen organizado
o bien, en la designación de un personaje para el gabinete, por lo tanto, hay
una intromisión directa, a veces para bien, y otras para mal”, observó.
No obstante, aclaró
Buscaglia, no siempre la presión de Estados Unidos logra su objetivo, como fue
el caso de la ex procuradora Marisela Morales, que al país del norte le hubiera
encantado que ella continuara su labor como procuradora porque se entendían muy
bien, pero finalmente se dio el cambio”.
EU no negocia con narcotraficantes
Luego de los
escándalos generados por las “condenas suaves” con que Estados Unidos castiga a
narcotraficantes de alto nivel que son extraditados desde México, Buscaglia
consideró que la “negociación” no se da como tal, sino que aprovecha los
procedimientos penales que ellos tienen para otorgarles beneficios durante el
juicio.
“Ello se traduce en
condenas menos severas, y no el resultado de una negociación corrupta”,
observó.
Estos “acuerdos”, se
dan una vez que el acusado acepta cooperar con las autoridades de ese país y
accede a entregar a elementos de su organización, o bien, mediante estrategias
de infiltración de agentes dentro de una organización para poder neutralizarla.
Por eso cuando
saltan estos casos, parecería que Estados Unidos coopera con un grupo, sino que
es el resultado de condenas menos severas, o bien otorgamiento de estatus de
testigo protegido, o de testigo colaborador, todo ello da como resultado
beneficios procesales, penas menores, siempre y cuando otorgue material de
importancia para desmantelar a una organización”.
(RIODOCE.COM.MX/Miguel Ángel
Vega/ febrero 10, 2013)
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