PUEBLA, Pue.
(apro).- La actuación de Ardelio Vargas Fosado como secretario de Seguridad
Pública estatal se puede resumir en sus propias frases. “A mí me contrataron
para aplicar la ley… ya lo saben, yo no reparto flores”, argumentó el
recientemente nombrado titular del Instituto Nacional de Migración (INM) cuando
criticaron uno de sus operativos contra una manifestación social.
Igual de ilustrativa
resulta la conversación filtrada a finales de 2011, en la que da instrucciones
a uno de sus subalternos para que someta a periodistas que habían cubierto el
desalojo de campesinos del municipio de Chignahuapan.
“A esos cabrones no
les devuelvan las cámaras, hasta allá, y bórrenles toda la imagen que tienen”,
ordenó; “de tontos nos van a acusar si se las devolvemos: ¡que chinguen a su
madre!, nos agredieron, también eran parte de ese grupo”.
Días después, el
ahora director del INM reconoció haber ordenado la agresión contra los
comunicadores, pero justificó que lo había hecho para cuidar “la integridad
física” de su gente. “Con la pena mano, pues yo estoy operando”, argumentó.
Originario del
municipio poblano de Xicotepec de Juárez, Vargas Fosado llegó al gabinete de
Rafael Moreno Valle ya con fama de represor.
Organismos
defensores de derechos humanos lo acusaban de haber dirigido, como comisionado
de la Policía Federal Preventiva (PFP), los operativos contra movilizaciones
sociales en el municipio mexiquense de Atenco y Oaxaca.
Y desde antes de
asumir como secretario de Seguridad en Puebla, advirtió: “Soy respetuoso de los
movimientos sociales (…) pero cuando haya necesidad de aplicar la fuerza, sin
duda se aplicará”. Bien pronto lo hizo.
El 11 de mayo de
2011, cuando se cumplían cien días del gobierno de Moreno Valle, granaderos de
la SSP reprimieron a unos 200 comerciantes de autopartes de la calle 46
Poniente, quienes intentaron ingresar al edificio de la Secretaría de Finanzas
(SF) para demandar que se instalara una mesa de negociaciones.
Ese día, los
policías estatales convirtieron la zona en un caos al lanzar gases lacrimógenos
sin tomar en cuenta que, a esa hora, decenas de madres de familia acudían a
recoger a sus hijos a una primaria ubicada en las cercanías.
Niños y mujeres
vivieron momentos de terror y sufrieron los estragos por las emisiones de gas
que lanzaron sin control los uniformados.
Una situación
similar se repitió el 26 de junio de 2011, cuando en pleno domingo los
granaderos a cargo de Vargas Fosado convirtieron en un campo de batalla el
mercado de Jorge Murad Macluf, mejor conocido como La Fayuca, donde pretendían
decomisar discos y películas pirata.
En esa ocasión unas
30 personas resultaron heridas al enfrentarse a golpes con los granaderos y,
otra vez, decenas de personas que acudían ese domingo al mercado sufrieron
crisis nerviosas y resultaron afectadas por los gases.
El 4 de octubre de
ese primer año de gobierno del panista Moreno Valle, la actuación de Vargas
Fosado desató nuevamente acusaciones por parte de agrupaciones civiles.
Esa vez, granaderos
repelieron a personas defraudadas por cajas de ahorro que realizaban una
protesta y bloqueaban una calle frente a Casa Aguayo, sede del gobierno
estatal, para reclamar al gobernador una solución a sus problemas.
En el operativo detuvieron a cuatro inconformes.
El 10 de octubre de
2011, líderes de 35 organizaciones civiles realizaron una marcha y entregaron
un escrito al Congreso en el que exhortaban al gobernador Moreno Valle a poner
fin al régimen represor contra movilizaciones sociales instaurado por su
administración.
Represión en Chignahuapan
Una de las
represiones más graves que se atribuyen al ahora ex titular de la SSP de Puebla
ocurrió el 23 de agosto de 2011 cuando, sin contar con un mandato judicial,
elementos a su cargo desalojaron con violencia a unas 500 personas que estaban
en posesión de un predio ubicado en la ex Hacienda de Atlamaxac, en el
municipio de Chignahuapan.
Mientras las
familias campesinas reclamaban unas 400 hectáreas de esa ex hacienda
argumentando decretos publicados en el Diario Oficial de la Federación del 8 de
julio de 1934 y 10 de septiembre de 1981, Vargas Fosado montó un operativo
policial contra quienes demandan derechos sobre las propiedades de Lorenzo y
Saúl Rivera, considerados caciques de la región.
Ese día, 31
personas, en su mayoría mujeres y hombres de la tercera edad, fueron detenidos
y decenas resultaron heridos, al menos cuatro de gravedad, por el uso de
toletes, petardos y balas de goma.
Artemisa León
Moreno, de 70 años, mostró a la prensa, desde la cama de un hospital, la
profunda herida que le produjo un petardo lanzado por los granaderos. “Nos
disparaban directo, nomás escuchábamos pasar las balas”, afirmó la mujer.
Ante la Comisión
Estatal de Derechos Humanos (CEDH), las familias campesinas demostraron que
además los granaderos destruyeron 57 autos y camionetas que tenían los
ocupantes en el lugar.
“A todos les
rompieron las llantas, quitaron estéreos, acumuladores, rompieron vidrios de
parabrisas, cortaron asientos, los destrozaron totalmente”, relató uno de los
dirigentes del movimiento.
Según declaraciones
de los ejidatarios, los policías llegaron alrededor de las 6:30 horas para
exigirles que abandonaran el predio, pero cuando los campesinos exigieron a los
uniformados que mostraran la orden judicial, éstos aclararon que la instrucción
que traían era “sólo verbal”.
Pese a que los
ocupantes se replegaron en tierras del ejido San Antonio Matlahuacan para
evitar la violencia, pues había ancianos, mujeres y niños, y mostraron la
documentación en la que basaban su reclamo del predio, los policías trataron de
detener a quienes identificaron como líderes del movimiento, lo que desató el
enfrentamiento campal.
De acuerdo con la
averiguación previa 91/2011, los policías empezaron a destruir y saquear las
casas de madera y lámina de cartón que los ocupantes habían levantado en el
lugar.
En el operativo
participaron en un principio unos 300 policías, pero horas después fueron
reforzados por otros tantos elementos y por dos helicópteros, des de los que se
persiguió a los ejidatarios.
En diciembre de
2011, el periódico Intolerancia dio a conocer la conversación que sostuvo
Vargas Fosado ese día con dos de sus subalternos y en la que da instrucciones
para que despojaran a reporteros de las imágenes que habían grabado de la
represión.
“A esos cabrones no
les devuelvan las cámaras hasta allá y bórrenles toda la imagen que tienen”,
ordenó.
En lugar de
presentarlos ante el MP de Chignahuapan, los 31 detenidos fueron trasladados
hasta Puebla sin recibir atención médica y sin que alguna autoridad informara
sobre los cargos en contra de los inconformes.
Días después, la
prensa local dio a conocer que los cargos contra los campesinos eran
“pandillerismo”, “resistencia de particulares”, “lesiones dolosas” y “daño
doloso en propiedad”.
Principalmente se
les acusaba de haber golpeado a policías y causado daños a patrullas por 177
mil pesos, razón por la que se les impuso una fianza de 280 mil pesos a cada
uno.
Entre los cargos no
se incluía imputación por despojo, mientras que en el proceso judicial que se
les siguió no se mencionó denuncia alguna por la invasión del predio, ni orden
de juez que hubiese sustentado el operativo.
El 9 de noviembre de
2011, los 31 campesinos fueron liberados al reducirse la fianza a 12 mil pesos
para cada uno.
En enero del año
pasado, la CEDH emitió una recomendación contra Vargas Fosado al quedar
confirmado que este violento desalojo se llevó a cabo sin orden judicial.
Luego de ello,
Vargas Fosado todavía trató de justificar su actuación:
“Si yo permito que
esto se vaya relajando y que los grupos empiecen a vulnerar la propiedad, los
bienes, el tránsito de la sociedad… vamos a llevar a Puebla a un caos. Yo sí
quiero hacer conciencia de que hay que mantener el estado de derecho”.
Intimidación en la Sierra Norte
Otro caso que marcó
la actuación de Vargas Fosado en la SSP de Puebla fue la presunta represión
contra al menos 200 habitantes del municipio Francisco Z. Mena, ubicado en la
Sierra Norte, que participaban en una protesta contra Petróleos Mexicanos
(Pemex), el 4 de septiembre de 2012.
Ese día, molestos
porque la paraestatal no había cumplido con el compromiso de reparar los
caminos de esa comunidad que está en el trayecto hacia los pozos del proyecto
Chicotepec, un grupo de habitantes decidió bloquear la carretera 101.
Según la denuncia
que los inconformes hicieron ante los medios, cuando realizaban la protesta se
presentó ante ellos un personaje que se identificó como hermano de Vargas
Fosado, con el fin de amenazarlos para que retiraran el bloqueo o enviaría a
policías a desalojarlos.
Los lugareños
acusaron que, pese a que la manifestación era pacífica y a que en ella
participaban niños, momentos después se presentó un grupo de policías estatales
que, en lugar de portar equipo antimotines, llevaba armas de grueso calibre que
usaron para apuntarles y amedrentarlos.
Después de una
trifulca para disolver el bloqueo de la calle, los granaderos detuvieron entre
patadas y golpes a 26 de los manifestantes, quienes estuvieron “desaparecidos”
por casi 20 horas.
Según denunciaron,
en lugar de ser turnados ante el MP, los detenidos fueron golpeados y llevados
a un lugar desconocido, donde los mantuvieron incomunicados.
De nueva cuenta, el
entonces funcionario estatal volvió a defender su actuación: “Ellos se quejan
de una situación irregular, cuando son ellos quienes inician la irregularidad;
nosotros no les pedimos que fueran allí y se manifestaran; bloquearon el
tránsito; a mí me gustaría que se escuchara también eso”.
Después del
nombramiento de Vargas Fosado como director del INM, el Nodo de Derechos
Humanos-Puebla AC advirtió que con esa determinación el gobierno de Enrique
Peña Nieto enviaba el mensaje claro de que la institución pasaría a ser una
instancia policial más.
“Al de por sí
cuestionado INM llega un personaje que mientras se dedicaba a golpear
movimientos, bajo las órdenes de gobernador poblano, permitía el avance y el
asentamiento del crimen organizado en el norte de Puebla. Ardelio Vargas llega
al gobierno de Peña Nieto para perseguir y reprimir a los migrantes por el
grave delito de viajar sin papeles, porque si algo ha quedado claro en todos
estos años es que Vargas Fosado la única forma de acción que conoce y disfruta
es la violencia”, expuso la ONG.
(PROCESO/ Gabriela Hernández/25 de enero de 2013 )
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