Una vez más, la política en
Chiapas se empapa en traiciones y lucha de poder de grupos, componendas y
vendettas. La unción informal del priista Roberto Albores Gleason como
candidato de la alianza PRI-Partido Verde en Chiapas, partió a los verdes en el
estado que están en abierta rebeldía. Eduardo Ramírez, el dirigente de los
verdes en Chiapas que rompió con el partido por la imposición de Albores
Gleason, deslizó la semana pasada hacia dónde se irían los miles de renegados.
A Morena y a Andrés Manuel López Obrador, a quien, de gira en el estado, le
envió un mensaje en Twitter: discutamos la reforma educativa que propone, para
que haya paz en el estado. Este domingo, lanzó el Movimiento por la Dignidad,
para combatir la candidatura del priista. Traducido en votos, un millón 200 mil
que aportaría el Verde a la campaña de José Antonio Meade, se pusieron al mejor
postor.
La insurgencia de Ramírez no
fue súbita. Durante semanas de pláticas sobre la candidatura a gobernador,
expresó su oposición insalvable con Albores Gleason. No había razones, sino
emociones. En 1999 lo apoyó para que llegara a su primera senaduría, y cuando
la logró, volteó a verlo y le dijo: “A ti no te debo nada”. La forma como se
dio el desconocimiento provocó que se liaran a golpes. La traición a Ramírez no
ha sido ajena en la familia Albores, que llevan casi 20 años ejercitando la
poco escrupulosa fórmula de cambiar de lealtades en función de sus intereses
particulares. La diferencia en este proceso, es que Albores Gleason no fue la
causa, sino el síntoma. La traición al Partido Verde, que gobierna Chiapas, y
cuyo Gobernador Manuel Velasco recibió las garantías del Presidente Enrique
Peña Nieto que él decidiría quién sería el candidato, se gestó en Los Pinos,
donde la memoria es corta y los intereses particulares grandes.
Albores Gleason es hijo de
Roberto Albores Guillén, quien sustituyó interinamente a Julio César Ruiz Ferro
en enero de 1998 tras la matanza de indígenas en Acteal. Albores Guillén se
enfrentó durante su mandato con el Senador Pablo Salazar Mendiguchía, quien
denunciaba continuamente actos de corrupción en ese gobierno. El PRI castigó a
Salazar Mendiguchía y no lo hizo su candidato, pero el senador armó una alianza
con los ocho partidos de oposición y ganó la gubernatura. En el poder, Salazar
Mendiguchía persiguió a Albores Guillén. Varios miembros de su gabinete fueron
encarcelados por presunta corrupción; el ex Gobernador enfrentó un proceso por
presunto enriquecimiento, y su esposa, madre del virtual candidato, fue acusada
de haber distribuido como desayunos escolares con soya de consumo para
animales, cuando era presidenta del DIF estatal. No fueron y Albores Guillén
buscó la gubernatura en 2006.
Su hijo ya había iniciado una
carrera legislativa y fue suplente para la senaduría que iba para otro hijo de
ex Gobernador, Juan Sabines. El Senador declinó porque optó por la gubernatura,
pero no por su partido, el PRI, sino por el PRD, PT y Convergencia, que hoy es
Movimiento Ciudadano. Albores Gleason fue Senador sin tomar protesta, pero como
su padre, se corrió hacia la oposición. Albores Guillén no obtuvo la
candidatura y apoyó a Sabines, por lo que fue expulsado del PRI en 2006.
Sabines pagó la traición incorporando a Albores Gleason a su gabinete y
persiguió a Salazar Mendiguchía, hasta ponerlo tras las rejas. Ahí estuvo
durante 18 meses, tras lo cual, mediante un acuerdo político con el Gobernador,
salió libre y exonerado, con la condición que no lo demandara.
Sabines se hizo amigo de otro
Gobernador, Enrique Peña Nieto, quien lo era del Estado de México, quien como
Presidente, al terminar el sexenio en Chiapas, le perdonó una deuda pública de
40 mil millones de pesos y lo protegió como cónsul en Orlando. También dejó
arreglado para que el nuevo Gobernador, Manuel Velasco, no lo persiguiera. Las
complicidades políticas mantuvieron la estabilidad en las élites del poder. No
había nada que permitiera imaginar que eso iba a cambiar al final de la
administración chiapaneca.
Velasco llegó a la
gubernatura como producto de una alianza del Partido Verde con el PRI.
Entregado totalmente a los deseos y diseños de Peña Nieto, Velasco no hacía
nada que no le autorizaran en Los Pinos. Sólo hubo una señal que le provocaría
los problemas posteriores, haber jugado en la sucesión presidencial con el
Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Pero hasta el año pasado,
eso no modificaba el apoyo que le había dado Peña Nieto para manejar él la
sucesión en el gobierno chiapaneco. Se equivocó. Sobrestimó la amistad y el
respaldo del Presidente, y subestimó el poder del coordinador de la campaña
presidencial del partido en el poder, Aurelio Nuño, y del líder del PRI,
Enrique Ochoa.
Respaldar a Osorio Chong fue
definitivo para que las señales cambiaran en Los Pinos. Nuño se le cruzó y la
candidatura que iba a ser encabezada por un verde, se convirtió en una priista.
El Verde, más fuerte que el PRI en Chiapas, fue relegado. Las amenazas de
ruptura fueron irrelevantes en la estrategia final. El hijo de un traidor y
colaborador de un sátrapa en un gobierno de oposición, sería el elegido. La
ecuación por Albores Gleason evidentemente que dio un resultado correcto en Los
Pinos y entre los responsables de la campaña de Meade, pero las evidencias dan
otro final electoral: la derrota del PRI en Chiapas y con su granero de votos
en la diáspora, la posibilidad que Morena y López Obrador se alcen con la
victoria.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 30/01/2018 | 04:00 AM)
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