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cortesia
La
libertad de Filiberto Parra Ramos del penal federal de Oaxaca está confirmada.
Relacionan su regreso a las calles de Tijuana en medio de la pugna entre
narcomenudistas que ha traído un incremento en los índices de ejecuciones. “La
Perra” vivió años de pesadilla en el penal de máxima seguridad de Almoloya de
Juárez, donde sufrió de una parálisis parcial del cuerpo. En el Cefereso 13 en
Oaxaca tuvo una estancia más tranquila, hasta que recuperó su libertad en el
presente año
La
información fue confirmada. José Filiberto Parra Ramos, quien también utiliza
los nombres de Clark Brandon Gutiérrez y/o Sergio Alcaraz Hernández, y es
conocido por los alias “La Perra” o “El Electricista”, fue puesto en libertad
del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 13, en Miahuatlán
de Porfirio Díaz, en Oaxaca.
En
el Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de
Nayarit, se decretó la libertad de Parra Ramos en la causa penal 94/2009-II,
donde era enjuiciado por su probable responsabilidad en la comisión del delito
de delincuencia organizada, entre otros, derivados de su detención a manos del
Ejército Mexicano el 11 de junio de 2009.
Los
militares detuvieron a “La Perra” junto con sus presuntos colaboradores César
Daniel Moncayo Estrada, Luis Fernando Gastélum Guerrero y Sergio Alberto
Espinoza Ceniceros, a quienes les aseguraron cuatro armas de fuego y tres
automotores. Todos fueron procesados en el Juzgado federal nayarita. También ya
están libres.
De
nada valió la acción valiente de los soldados adscritos al Segundo Regimiento
de Caballería Motorizada, de la Segunda Zona Militar, que atraparon a los
señalados como delincuentes. El Capitán Segundo de Caballería, Hernández
Riofrío; los cabos de Caballería Castillo y Martínez; y el soldado raso de
Caballería, Ruiz, arriesgaron su vida pero ya no vieron culminada su obra con
una sentencia condenatoria, ni siquiera por los hechos de la captura.
Y
es que José Filiberto Parra Ramos no era un criminal más, detenido por la
milicia. Su negro historial resaltaba a la par de sus jefes de célula, Teodoro
García Simental “El Teo” y Raydel Rosalío López Uriarte “El Raydel”, primero al
servicio del Cártel Arellano Félix (CAF) y después contra esa organización
delictiva.
Con
la libertad de “La Perra” no solo quedaron impunes los hechos criminales del
día de su detención, sino diversos asesinatos, ocurridos principalmente en
Tijuana, y que la propia Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) refirió en
el comunicado de captura, donde destacó la disputa que existía con Fernando
Sánchez Arellano “El Ingeniero” por el control de las actividades ilícitas en
esta franja fronteriza.
La
Sedena destacó que Filiberto Parra Ramos se caracteriza por ser un hombre
sumamente violento; responsable de las actividades de trasiego de droga,
narcomenudeo, secuestro y cobro de piso a empresarios y comerciantes en
Tijuana, “La Perra” estaba involucrado en algunas de las 749 ejecuciones
ocurridas en Tijuana durante 2008, resultado de la “guerra” declarada contra el
CAF.
Aunque
fue acusado de delincuencia organizada, Filiberto no fue llamado a cuentas por
la sangrienta balacera acontecida el 26 de abril de 2008 en el Bulevar
Insurgentes, Fraccionamiento Guaycura, Delegación La Mesa, en Tijuana, donde
murieron 13 personas. En ese entonces, se aseguró que Parra Ramos encabezaba
uno de los grupos subordinados a “El Teo”.
Al
matarife se le señaló de participar en los homicidios de los elementos de la
entonces Agencia Federal de Investigaciones (AFI), Manuel Alejandro Arellano
Figueroa y Guillermo Cuautle Hernández, adscritos a la Subprocuraduría de
Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, hoy denominada
SEIDO), localizados muertos en el Rancho Nazareno en Tecate, el 17 de abril de
2008.
A
“La Perra” también le imputan la autoría material en la ejecución de dos
personas, cuyos cuerpos fueron localizados el 30 de septiembre de 2008 en la
delegación San Antonio de los Buenos en Tijuana, en presunta represalia por el
asesinato de dos miembros de su grupo delictivo.
Por
si fuera poco, por aquellas fechas el nombre de Filiberto Parra fue incluido en
la lista negra de cabecillas del narcotráfico por parte de la agencia
antidrogas estadounidense, la DEA, considerándole uno de los hombres de mayor
relevancia en la organización criminal; sin embargo, durante su cautiverio no
hubo medidas tendientes a efectuar su extradición al país del norte.
“LA PERRA” EN PRISIÓN
Tras
su detención en Tijuana, en junio de 2009, José Filiberto Parra Ramos fue
ingresado al penal de máxima seguridad Altiplano en Almoloya de Juárez, Estado
de México, donde meses después le harían compañía otros miembros de la célula
delictiva de la que formaba parte, entre ellos su ex jefe, Teodoro García
Simental “El Teo” o “El Tres Letras”.
En
ese primer año en la cárcel federal, el recluso promovió siete juicios de
amparo, de los más de 40 interpuestos durante los últimos siete años, para
reclamar un mejor trato de parte de las autoridades penitenciarias. Confiaba
sus asuntos legales al abogado Cuauhtémoc Valdovinos Ruiz, y designó como su
persona de confianza a Paola Cruz, quienes velaban por su situación en el
presidio. En algún momento, también tuvo por defensores particulares a los
profesionistas Juan Manuel Saucedo Talamantes y Gonzalo Bustillo Ramos.
Su
estancia en el frío penal de Almoloya no fue del todo placentera. Primero
conoció la clásica incomunicación de este tipo de prisiones, sobre todo en los
primeros meses de hospedaje. Así reclamó que se le permitiera un mayor contacto
con sus abogados y visitantes, que le dejaran salir al patio a realizar
actividades deportivas y le proporcionaran tenis, zapatos y calcetines, además
de raciones suficientes de alimentos.
Luego
vino la infaltable demanda de atención médica y medicamentos. Las primeras
sanciones en ese mismo 2009 le valieron segregación, prohibición para recibir
sus alimentos en el área de comedor y desapoderamiento de sus pertenencias.
Llegó el invierno y “La Perra” pidió ropa interior y de cama.
En
2010 continuaron las peticiones de atención médica. Sus padecimientos estaban
encaminados a la especialidad de urología. Ese año tramitó doce juicios de
garantías, entre los que destacó uno en el mes de febrero en el que se quejaba
de “la negativa a registrarlo para contraer matrimonio”. No se supo más del
acto reclamado, pues la demanda no prosperó.
Las
malas actitudes del interno, considerado de alta peligrosidad, le consiguieron
una nueva acta administrativa. Le fue suspendida la visita familiar e íntima
durante 76 días y se ordenó el retiro del televisor de su estancia. Parra se
rasgó las vestiduras y, en uno de sus escritos al juez, señaló que estaba
segregado las 24 horas, no lo dejaban ir al comedor y le prohibieron las
actividades físicas o deportivas.
Las
autoridades de Altiplano negaron violaciones a los derechos humanos del preso,
aunque corroboraron algunas de las sanciones impuestas. La razón: el carácter
irascible de Parra Ramos le generaba pleitos con otros reos. Los custodios
estaban al pendiente de sus arranques explosivos. Incluso, el Consejo Técnico
Interdisciplinario lo castigó por auto agredirse. Uno de los celadores asegura
que cuando trasladaba al interno por los pasillos del penal advirtió que se iba
golpeando solo. El preso lo negó.
Para
2011, entre las nueve demandas de amparo conocidas en tribunales de Toluca
promovidas a favor de “La Perra” se advirtió su adaptación al medio carcelario,
pues algunos de sus reclamos los hizo colectivamente con otros famosos
criminales, incluso de otros clanes delictivos supuestamente contrarios. Falta
de atención médica y de tratamiento psiquiátrico, los principales puntos de
inconformidad.
Primero
tuvo entre sus aliados a sus viejos conocidos de Tijuana, Víctor Magno Escobar
Luna “El Pareja” y Ezequiel Machain Buitrón. Después su nombre figuró en
escritos junto a los de Miguel Ángel Guzmán Loera, Édgar Valdés Villarreal,
Mario Alberto Cárdenas Medina, Armando Valencia Cornelio, Erick Valencia
Salazar, Alcides Ramón Magaña, Eduardo Arellano Félix y Teodoro García Simental.
En
agosto de 2011, el Consejo Técnico Interdisciplinario del Cefereso Número 1
aplicó un correctivo disciplinario de 90 días a Filiberto, suspendiéndole
estímulos (visitas familiar e íntima, la llamada telefónica semanal y la
prohibición de tener en su celda artículos de uso personal o comprarlos en la
tienda del centro penitenciario).
Le
estaban castigando porque el 8 de agosto de 2011, elementos de seguridad que
trasladaban a varios internos hacia el área de regaderas del módulo VIII
escucharon ruidos en la estancia 823 y observaron cuando Parra Ramos se
enfrascaba a golpes con su compañero de celda. Los celadores pidieron al área
de control abrir la puerta para separar a los rijosos.
El
agredido, del que no se dio a conocer su nombre, dijo que ya era imposible la
convivencia con el matarife del CAF, pues “de todo se enoja”. El motivo de ese
y otros desacuerdos fue que Filiberto quería ver la televisión y el contacto
eléctrico se ubica del lado de su compañero de encierro. “La Perra” se defendió
y alegó en la audiencia: “Yo ya tengo meses mandando peticiones para la
reubicación del contacto”.
A
partir de entonces hubo dos peticiones que obsesionaban al sicario. Una, era
conseguir uniforme, zapatos, tenis, ropa interior y demás prendas de vestir
nuevas. Otra, que le dotaran de un cesto para la basura. Esta última solicitud
le fue denegada en diversas ocasiones. Tiempo después agregaría que le quitaron
una biblia. Los castigos continuaron.
En
2012 promovió doce amparos. El más relevante, por ser masivo, junto a “La
Barbie” Valdés Villarreal y otros reos, reclamando discriminación, falta de
protección a la salud, derecho a ser informado y tortura. Presuntamente sufrió
de una parálisis parcial en el cuerpo. Los años siguientes sus demandas
disminuyeron, hasta que fue trasladado al Cefereso Número 13, en Oaxaca, desde
donde volvió a pedir garantías por los actos de siempre: segregación,
incomunicación, tortura, golpes, malos tratos y posible traslado a otra prisión
federal.
Su
salida de prisión fue tan sigilosa como el mismo proceso que se llevaba a
distancia en Nayarit. Hoy es sabido que circula impunemente por Baja
California.
(SEMANARIO
ZETA/ Edición Impresa / Investigaciones
Zeta/ Lunes, 5 Junio, 2017 12:00 PM)
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