Ejecuciones, asesinatos de periodistas y
activistas y un ataque a un sacerdote en la Catedral, son los últimos capítulos
de la escalada de violencia que se vive en el año previo a la contienda por la
presidencia de México
Los hechos de violencia dan cuenta de la
descomposición social que afecta al país y han llenado los titulares de los
periódicos. Mientras, los discursos oficiales hablan de un México que no se ve
por ningún lado
En Reynosa la crisis es tan inmanejable,
que el Gobierno municipal avisa a sus ciudadanos dónde hay enfrentamientos,
balaceras o hasta ‘ponchallantas’, para pedir a la gente que evite la zona
“La niñez recordará esto como un tiempo
de guerra. Tiene su ADN tatuado de balas y fusiles y sangre. Y esta es una
forma de asesinar el mañana. Somos homicidas de nuestro propio futuro”
Javier Valdez Cárdenas
Periodista asesinado el pasado 15 de
mayo
El asesinato de Javier Valdez provocó
que la Unión Europea pidiera que la investigación del caso sea expedita, pues
el homicidio de periodistas en el país demuestra que es una de las naciones más
peligrosas para los trabajadores de los medios de comunicación
Amnistía Internacional alertó que México
se ha convertido en una zona de alto riesgo para los comunicadores y lamentó
que las autoridades ‘prefieren hacer caso omiso’ al derramamiento de sangre de
los periodistas
La deshonestidad se ha enraizado en el
país al grado que cuando las personas ven que las autoridades violan la ley y
cometen abusos de poder, saben que todo está permitido, señala el activista
Francisco Rivas
“Hoy tenemos casos de gobernadores de
corrupción y nadie está haciendo nada. La corrupción no la cachamos en tiempo
real, la cachamos cuando se convierten en miles de millones de pesos. Si a
alguien que ‘roba poquito’ no le pasa nada, ¿yo por qué me voy a portar bien?”
Francisco Rivas
director del Observatorio Nacional
Ciudadano
Francisco Rivas aseveró que la
información sobre los hechos de violencia podría contribuir a que se hagan los
cambios necesarios para tener un estado de Derecho de forma gradual
A un año de la elección
presidencial, México se tiñe de rojo.
El asesinato de dos
periodistas y el ataque a un sacerdote en la misma Catedral Metropolitana son
los últimos capítulos de la escalada de violencia que azota el país en 5 años
de gobierno.
La ejecución de una activista
de los desaparecidos en Tamaulipas, la ejecución de Palmarito y la agresión de
los huachicoleros contra el Ejército en Puebla, son algunos de los hechos
violentos que se han registrado en la última semana en México.
México ha vivido un mes de
mayo aciago. La violencia parece haberse enseñoreado en varios estados y ha
dejado ver el tamaño de la crisis social que vive el país.
Ejecuciones y ataques a
periodistas y activistas, enfrentamientos entre civiles y fuerzas armadas, el
ataque a un sacerdote en el interior de la Catedral Metropolitana, el asesinato
de personas en todo el país.
A la violencia de alto
impacto se suma la cada vez más visible corrupción de las esferas de poder.
Funcionarios que desvían miles de millones de pesos para beneficio personal y
que buscan refugiarse en las lagunas de la ley.
Todo ello, coronado por la
impunidad. Esa que sirve de incentivo para que continúe la crisis. Todo pasa y
nada pasa.
Abrumado por los
acontecimientos de los últimos días, el Gobierno mexicano ha emitido
declaraciones y ha anunciado acciones para intentar controlar la situación, sin
que nada funcione hasta ahora.
La violencia crece, impune.
UNO TRAS OTRO
No solo el asesinato del
periodista Javier Valdez, en Culiacán, prendió nuevamente las alertas sobre los
niveles de violencia que experimenta el país.
La muerte del reportero
sinaloense es apenas un síntoma de la violencia generalizada que azota a la
mayor parte de las entidades del país.
“La niñez recordará esto como
un tiempo de guerra. Tiene su ADN tatuado de balas y fusiles y sangre. Y esta
es una forma de asesinar el mañana. Somos homicidas de nuestro propio futuro”,
dijo Javier Valdez en septiembre del 2011, cuando recibió el Premio
Internacional de Libertad de Prensa que le otorgó el Comité para la Protección
de Periodistas, en Nueva York.
Uno a uno, los hechos de
violencia dan cuenta de la descomposición social que afecta al país. Le dan la
razón al periodista.
El lunes, el mismo día que
asesinaron a Valdez, atentaron contra la vida de Sonia Córdova, subdirectora
del semanario El Costeño, en Jalisco; ella quedó malherida, pero su hijo, el
también reportero, Jonathan Rodríguez, murió en el lugar.
Ese día también fue atacado
Miguel Ángel Mascorro, sacerdote y sacristán mayor de la Catedral
Metropolitana. Un joven intentó degollarlo cuando oficiaba misa en uno de los
templos más importantes del país. Por el piso de la catedral corría el río de
sangre que salía del cuello del párroco.
Después de cometer el
atentado, el joven se entregó ahí mismo y pidió hablar con el presidente
Enrique Peña Nieto.
El fin de semana, seis
periodistas fueron retenidos en la zona de Tierra Caliente, en Guerrero, por un
grupo del crimen organizado. Fueron amenazados y despojados de sus equipos y su
información. Después de amenazarlos con quemarlos vivos, los dejaron ir.
Ayer, la ciudad de Reynosa
nuevamente declaró alerta de riesgo por enfrentamientos y ataques de grupos
delincuenciales.
En esa ciudad de Tamaulipas,
las muertes ya se cuentan por decenas en lo que va del mes. La crisis es tan
inmanejable, que el Gobierno municipal avisa a sus ciudadanos dónde hay
enfrentamientos, balaceras o hasta dónde se colocan “ponchallantas” para pedir
a la gente que evite la zona.
El 10 de mayo, el día de las
Madres, le fue arrebatada la vida a Miriam Elizabeth Rodríguez, una activista
de San Fernando, Tamaulipas, que tenía un colectivo de búsqueda de
desaparecidos.
Miriam desenterró a su hija
Karen de una fosa clandestina; había desaparecido y ella la encontró. También
halló a los culpables del asesinato, esos que se escaparon de la cárcel en
Ciudad Victoria y de los que el Estado no la protegió.
En Puebla, el robo de
gasolina se ha salido de control. En varias comunidades de esa entidad, los
ladrones de combustible, los huachicoleros, se han enfrentado con el Ejército
mexicano.
El 4 de mayo, el
enfrentamiento entre ambos bandos dejó un saldo de 11 personas muertas, cuatro
de ellos militares del Ejército.
Días después de que sucedió
el choque fue dado a conocer un video donde se ve que alguien –presuntamente un
militar- da el tiro de gracia a uno de los hombres detenidos.
Este martes, la Policía
Federal tomó el control de la Policía municipal de Zihuatanejo, Guerrero por la
infiltración del crimen organizado.
Uno a uno, los hechos de
violencia han llenado los titulares de los periódicos de todo el país.
Mientras, los discursos oficiales hablan de un México que no se ve por ningún
lado.
EN LA MIRA
La violencia en México ha
llamado la atención de organismos nacionales e internacionales que han alertado
sobre la gravedad de la situación.
El Instituto Internacional de
Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) dio a conocer apenas la
semana pasada su “Encuesta sobre Conflictos Armados 2017” y en ella ubicó a
México como el segundo lugar entre los países del mundo con más muertos por una
situación de violencia, solo debajo de Siria.
El IISS señaló que en Siria
se registraron 50 mil muertes por la guerra civil, mientras que en México el
número se eleva a 23 mil víctimas, solo en 2016.
“El número de muertes en
México supera al de Afganistán y Somalia. Esto es sorprendente, considerando
que las muertes se pueden atribuir en casi todos los casos a armas pequeñas”,
indica el IISS.
La Secretaría de Gobernación
negó que en México haya un conflicto armado y descalificó el informe del IISS,
diciendo que se trata de datos sin sustento.
“La existencia de grupos criminales no es un
criterio suficiente para hablar de un conflicto armado no internacional.
Tampoco lo es el uso de las Fuerzas Armadas para mantener el orden al interior
del país”, insistió Gobernación.
El asesinato de Javier Valdez
también provocó reacciones de organismos internacionales contra lo que,
consideran, representa un atentado a la libertad de expresión.
La Unión Europea, a través de
su embajada en México, pidió que la investigación del caso sea expedita, pues
el asesinato de periodistas en el país demuestra que es una de las naciones más
peligrosas del mundo para los trabajadores de los medios de comunicación.
“Investigaciones rápidas y
transparentes son necesarias para llevar ante la justicia a los perpetradores
de todos estos crímenes”, expuso la Unión Europea en un comunicado.
La UNESCO también se
pronunció porque la investigación del asesinato sea eficaz.
“Este crimen nos recuerda
cada vez más, de manera contundente, que demasiados periodistas valientes
ejercen su profesión en un entorno carente de seguridad y que, al atacarlos, se
menoscaban los derechos humanos fundamentales a la libertad de expresión y de
información”, expuso Irina Bokova, directora general de la UNESCO, en un
comunicado.
Amnistía Internacional alertó
también que México se ha convertido en una zona de alto riesgo para los
comunicadores y lamentó que las autoridades “prefieren hacer caso omiso” al
derramamiento de sangre de los periodistas.
“Ser periodista en México
parece más una sentencia de muerte que una profesión”, sentenció Tania Reneaum,
directora de Amnistía Internacional en el país.
La organización reprobó que
hayan sido asesinados 105 periodistas en México desde el año 2000.
CORRUPCIÓN, ¿EL INCENTIVO?
El binomio
corrupción-impunidad podría ser una de las causas de la descomposición social
que ha llevado a México a enfrentar una situación de violencia generalizada,
tanto con casos de alto impacto como otros que enfrentan los ciudadanos en su
día a día.
Para Francisco Rivas,
director del Observatorio Nacional Ciudadano, la corrupción que se ha enraizado
en el país puede abonar a la circunstancia que enfrenta México, pues cuando las
personas ven que las autoridades violan la ley y cometen abusos de poder, saben
que todo está permitido.
“Desde antes, en los años 70
u 80, sabíamos que la corrupción era imperante; sabíamos que había
todopoderosos en el país y que el ciudadano promedio no tenía esos niveles de
poder ni esos niveles de impunidad. Pero hoy lo sabemos con toda claridad, y lo
sabemos debido a los ‘asaltos’ que nos han hecho, a los desfalcos descarados
que nos han hecho tantas autoridades de gobierno.
“Hoy tenemos casos de
gobernadores de corrupción y nadie está haciendo nada. La corrupción no la
cachamos en tiempo real, la cachamos cuando se convierten en miles de millones
de pesos. Así que esa idea, ese darse cuenta, sí afecta a los ciudadanos (…) y
más porque la corrupción es algo que ya se ha normalizado por los niveles de
impunidad que tenemos. Si a alguien que ‘roba poquito’ no le pasa nada, ¿yo por
qué me voy a portar bien?”, comentó Rivas.
El activista señaló que
aunque no hay datos contundentes que permitan saber si México enfrenta una ola
de violencia más fuerte que en otros tiempos –simplemente porque no se medía-,
lo cierto es que ahora se visibilizan más los casos de violencia y el panorama
se ve peor.
El mayor problema, indicó, es
que se normalice la violencia y ya nada sorprenda a los ciudadanos porque es
entonces cuando se deja de trabajar para transformar la realidad cotidiana.
“El hecho de que hoy quemen a
una persona, le corten las manos, una señora mate a alguien o el marido queme a
su esposa, estamos empezando a verlo como algo normal.
“Yo sigo indignado con el
caso de Puebla (de la familia asaltada), con el asalto que se vuelve violación,
que se vuelve homicidio y, pues sí indignó a la sociedad pero solo tres días,
porque ya nos indignó el siguiente caso y el siguiente caso y así.
“La realidad violenta nos va
ganando porque tenemos información sobre la realidad violenta y acabamos
normalizándola”, expuso.
Rivas aseveró que la
información sobre los hechos de violencia podrían contribuir a que se hagan los
cambios necesarios para tener un estado de Derecho de forma gradual, sin una
idea de deshacer lo que ya está hecho porque es una postura poco realista.
(REPORTE INDIGO/ IMELDA GARCÍA/
Miércoles 17 de mayo de 2017)
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