Existe
un mensaje premonitorio en la red social Twitter escrito por Iván Archivaldo
Guzmán Salazar, hijo del Chapo:
“Todo llega para quien sabe esperar
(sic)”.
Y
el 8 de mayo pasado escribió:
“No miento e llorado pero es de hombres
y ahora va la mía, traigo gente armada y les prometo que el general pronto
estará de regreso (sic)”.
El
Chapito sabe de lo que habla. Está en el negocio y pasó por el Altiplano, de
donde salió libre absuelto en 2008, siete años antes de que su padre se fugara
de la misma cárcel.
Alfredo
Guzmán, otro hijo del jefe de Sinaloa, también redactó como si tuviera pluma de
profeta:
“A
mi Apá no más le pega la gana y se fuga de la prición (sic)”.
¿Cómo
es la existencia cuando se es hijo del criminal supuestamente más buscado del
Continente, quizá del mundo?
Aquí
una respuesta…
Iván
Archivaldo Guzmán Salazar. Foto: Especial
Ciudad
de México, 14 de julio (SinEmbargo).– “Siento que mi padre es… ‘buena persona’”,
completó la frase Iván Archivaldo Guzmán Salazar respecto del hombre presentado
como uno de los principales responsables de la muerte violenta de al menos 100
mil personas y la desaparición de otras 25 mil durante los últimos años de las
guerras del narcotráfico.
Cuando
Iván Archivaldo nació, el 15 de agosto de 1983, su padre, Joaquín El Chapo
Guzmán era un joven narcotraficante al servicio de Miguel Ángel Gallardo Félix,
El Padrino, el último capo mexicano que gobernó en razonable paz y orden a los
clanes de las drogas en México.
En
ese tiempo, principios de los 80, Joaquín Guzmán Loera no aparecía siquiera en
la lista de los objetivos de la DEA, principal agencia antidrogas de Estados
Unidos, como uno de sus objetivos, trazados desde fines de la década anterior
con la Operación Cóndor, la primera gran operación conjunta entre México y su
vecino del norte para erradicar el cultivo de marihuana y amapola con apoyo del
ejército mexicano en el “Triángulo Dorado”, la serrana frontera de Chihuahua,
Durango y Sinaloa.
Los
capos se mudaron a Guadalajara, entendida como la capital del occidente
mexicano, y compraron cuanto policía hubiera. La vida les resultaba
relativamente sencilla hasta que tuvieron la mala idea de secuestrar, torturar
y asesinar al agente especial de la DEA Enrique Camarena Salazar.
Antes
de morir, Kikí Camarena explicó quiénes eran los objetivos prioritarios de la
lucha antinarcóticos. Félix Gallardo, Ernesto Fonseca, Rafael Caro Quintero,
Manuel Salcido El Cochiloco y Juan José Esparragoza Moreno El Azul, de acuerdo
con el expediente de uno de los asesinos materiales del policía norteamericano.
Ni
una sola ocasión aparece el nombre de Joaquín Guzmán Loera. Tampoco existe en
la causa penal de más de 20 mil hojas levantada contra José Antonio Zorrilla
Pérez, el jefe de la policía política mexicana de la época y quien pasó casi 30
años de su vida en prisión por vender su alma al narco.
El
retrato documental más puntual de la connivencia de autoridades hacia los
criminales organizados de esos días está plasmada en el libro “Desperrados. Los
caciques de la droga, los agentes de la ley y la guerra que Estados Unidos no
puede ganar, de Elaine Shannon (Lasser Press, 1989)”.
¿Cuántas
líneas dedicó al hombre presentado el sábado 22 de febrero de 2014 como el
narcotraficante más buscado del mundo? Ninguna.
Tras
la detención, en 1989, del Padrino y la consecuente muerte del Cártel de
Guadalajara, El Azul Esparragoza convocó a los sobrevivientes. Los narcos se
convencieron de que todos cabían –luego se darían cuenta y de lo peor forma que
no era sí.
Dueños
de las almas de los agentes de la Dirección Federal de Seguridad que migraron a
la Policía Judicial Federal, convinieron la constitución de cuatro cárteles:
Tijuana, para los hermanos Arellano Félix, sobrinos de Miguel Ángel Félix
Gallardo, y Jesús Labra; Sinaloa, encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán;
Juárez, para Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos, y del Golfo, en
manos de Juan García Abrego.
En
ese momento, Iván Archivaldo, hijo de Joaquín Archivaldo tendría seis o siete
años, así que la vida de ese muchacho coincide con la historia criminal del
hombre más buscado en el mundo.
El
Chapito vivió y sobrevivió a las guerras iniciadas y todas ganadas por su padre
contra los cárteles de Tijuana, El Golfo Juárez y los Beltrán Leyva. Ese joven
ha visto volar cabezas de uno y otro bando en la disputa con Los Zetas. Ha
crecido en el entendido de que su padre sometió a dos presidentes de México.
Y,
después de todo, ¿qué se depositó en su mente?
Imagen
del examen psicológico aplicado al hijo de Joaquín Guzmán Loera, “El
Chapo”Foto: Especial
En
junio de 2005, en Zapopan, Iván Archivaldo Guzmán fue detenido tras un
accidente de tránsito al salir de una fiesta. Se le sentenció a cinco años de
prisión por lavado de dinero. Fue absuelto en 2008 por falta de pruebas.
Durante
su estancia en prisión, al igual que a todos los demás los reos, el hijo del
capo debió resolver distintos exámenes psicológicos y sociales para la
elaboración de su perfil.
SinEmbargo
posee copia de las pruebas hechas al Chapito.
El
19 de mayo de 2005, las autoridades del Reclusorio Sur le practicaron el
estudio social. Ahí se indica que nació el 15 de agosto de 1983 en Durango, que
tiene por apodo “El Chapito, que con 21 años de edad solamente había concluido
la secundaria, que vivía en Zapopan, Jalisco, y que su ocupación era soldador
de automóviles.
El
reo identificó como su padre a Joaquín Guzmán Loera, entonces de 48 años de
edad, pero negó conocer cualquier dato relacionado con él: su estado civil,
ocupación o domicilio; de El Chapo sólo dijo que había estudiado la primaria.
Es
decir, el presente de México está parcialmente determinado por un hombre que
apenas concluyó la educación primaria.
El
Chapito dijo que su madre es Alejandra Salazar Hernández, una mujer que en la
época contaba con 47 años de edad y se dedicaba a los bienes raíces. Mencionó a
sus hermanos: César y Gisel, mayores que él cinco y tres años, y Alfredo, tres
años menor.
Un
trabajador social describió el aspecto familiar:
“La
dinámica familiar primaria se desarrolla completa, desintegrada, funcional,
refiriendo el entrevistado que cuando tenía 12 años sus padres se separan
principalmente por los problemas judiciales de su padre, de quien desconoce su
paradero desde la fuga del penal de Puente Grande [Jalisco]. Menciona que lo
visitaba en la cárcel al igual que sus demás hermanos y madre.
“Ella
es la principal figura de autoridad y proveedora económica, a pesar de que el
interno tiene una actividad remunerada. Su madre le proporcionaba una cantidad
al mes para cubrir sus gastos personales. Las relaciones intrafamiliares de sus
hermanos y madre son favorables. Durante los 100 días de arraigo recibió
visita, apoyo moral y económico de su
familia. Indica que de su padre no sabe nada y no recibe ningún tipo de apoyo
ni ha vuelto a tener comunicación con él”.
Iván
Archivaldo reprobó el tercer año de primaria. Inició la preparatoria en un
sistema escolarizado, pero desertó y se apuntó en un bachillerato abierto que
dejó por su detención y encarcelamiento.
Inició
su vida económicamente activa a los 17 años de edad como mensajero de un
despacho de abogados y, entre 2003 y 2005, se ocupó en un taller de hojalatería
y pintura, aseguró en la entrevista. También aseguró que sus ahorros ascendían
a 40 mil pesos.
Aseguraba
que compartía su tiempo libre con su novia, que bebía alcohol de manera
habitual, pero que no fumaba ni utilizaba drogas.
“Ansioso, suspicaz, reservado y evasivo, con
hostilidad encubierta. Se torna sensible”, describen a Iván Archivaldo los
resultados del examen. Foto: Especial
En
la misma fecha del examen social, el 19 de mayo de 2005, un psicólogo practicó
al Chapito los estudios de personalidad.
El
especialista anotó que el muchacho negaba tatuajes o cicatrices, pero apuntó la
existencia de mezquinos en las manos. También describió su actitud: “Se muestra
ansioso, suspicaz, reservado y evasivo, con hostilidad encubierta. Se torna
sensible”.
El
psicólogo lo consideró lúcido y orientado, con la memoria conservada y dueño de
un pensamiento con nivel concreto y de contenido lógico, coherente y
congruente, con curso rápido tanto inductivo como deductivo, pero con una
realidad de contenido bloqueada y pobre y con una formación conceptual de
subvaloración.
La
primera impresión no arrojó ninguna alteración.
El
hijo del Chapo mostró una capacidad de juicio crítica, tanto de sí mismo como
de los demás, disminuida y una capacidad de organización y planeación
irregular. Tanto su capacidad de análisis como síntesis fue considerada media
baja.
En
los rasgos del carácter, su tolerancia a la frustración, su capacidad de demora
y su control de impulsos fueron considerados por el técnico en una escala media
baja.
“[El
manejo de la agresión] Adecuado: canaliza hacia el estudio. Desplaza (hacia)
actividades recreativas como el automovilismo. Inadecuado: probable violencia
psi cológica hacia personas que no
considera de su nivel socioeconómico”.
Para
el psicólogo, el hijo del narcotraficante y supuesto narcotraficante él mismo
observaba conflicto con la autoridad, un rol de grupo sumiso y pasivo, una
introyección parcial de normas y valores y un aprovechamiento limitado de la
experiencia.
Se
lee en el apartado de la dinámica de la personalidad:
“Sujeto
de 21 años. Proviene de una familia incompleta, aparentemente organizada y
funcional con un nivel socioeconómico alto. Se muestra como una persona con
baja motivación al logro, con niveles medios bajos de capacidad de demora,
tolerancia a la frustración y control de impulsos. Con tendencia a canalizar la
agresividad hacia la violencia psicológica.
“Inmaduro
en su desarrollo e inseguro. Denota necesidad de apoyo y afecto. No obstante,
es suspicaz y sensible a la opinión que los demás tengan de él. Percibe a la
figura paterna protectora y poderosa, como concepto, pero distante y ausente en
la relación psicoafectiva. Idealiza a la figura materna atribuyéndole
cualidades de guía, cuidado y protección dependiendo de ella para tomar
decisiones.
“El
tipo de relaciones que establece es utilitario y de dependencia o de dominación
hacia personas que considera de menor rango o nivel. Utiliza como mecanismo de
defensa la negación, la represión y la fantasía”.
Y
concluyó:
“Debido
a las características de personalidad resulta vulnerable por su proclividad a
afiliarse a grupos para y anti sociales. Asimismo representa un riesgo
institucional”, apuntó en referencia a la seguridad del Reclusorio Sur del
Distrito Federal, la prisión de mediana seguridad en que estaba interno.
“Proviene de una familia incompleta,
aparentemente organizada y funcional con un nivel socioeconómico alto”. Foto:
Especial
En
2012, el Departamento del Tesoro de EU informó que Iván Archivaldo Guzmán
Salazar y Ovidio Guzmán López, junto con otros dos lugartenientes, quedaron
sujetos a las sanciones conforme a la Ley de Designación de Cabecillas
Extranjeros del Narcotráfico (conocida como la Ley Kingpin).
El
Departamento del Tesoro de Estados
Unidos relaciona a un empresario y varios familiares de Joaquín Guzmán Loera
como sus relaciones operativas en el Cártel de Sinaloa:
Dámaso
López Núñez El Licenciado, con fecha de nacimiento del 22 de febrero de 1966.
“El ahijado de Guzmán Loera”, según le canta la Banda El Recodo, organizó parte
de la fuga del capo en 2001. De acuerdo con el diario estadounidense The
Washington Times, un gran jurado lo acusó en noviembre de 2012 de conspiración
para distribuir cocaína y lavar dinero, que le reportaron ganancias de más de
280 millones de dólares.
Inés
Coronel Barreras, nacido el 21 de enero de 1968. Es el padre de Emma Coronel,
última esposa del Chapo.
Ovidio
Guzmán López, nacido el 29 de marzo de 1990. Es uno de los hijos del jefe del
narcotráfico.
Griselda
López Pérez, nacida el 19 de agosto de 1959. Es una de las ex esposas de
Guzmán.
María
Alejandrina Salazar Hernández, nacida el 17 de julio de 1958. Otra de las ex
parejas del narco sinaloense.
Iván
Archivaldo Guzmán Salazar, nacido el 15 de agosto de 1983 o el 2 de octubre de
1980. Es uno de los primeros hijos conocidos del narcotraficante.
Jesús
Alfredo Guzmán Salazar, nacido el 17 de mayo de 1986. Es hermano menor del
anterior.
Los
anhelos que refleja el test aplicado al hijo del narcotraficante “más buscado
del mundo”. Foto: Especial
***
Iván
Archivaldo Guzmán Loera resolvió, entre otros, el test de frases incompletas.
También dibujó un hombre, una mujer y una casa con sus respetivas historias.
Lo
que respondió el hijo del criminal “más buscado del mundo” muestra cómo la vida
íntima de los narcotraficantes está hecha exactamente de lo mismo que de
quienes no lo son.
Estos
son algunos de sus reactivos y su complementación textual por parte del hijo
del Chapo.
Pienso
que mi padre rara vez… “come carne”
Cuando
llevo la de perder… “aceptar las cosas”
Siempre
quise… “un carrito”
Si
yo tuviera autoridad… “fuera justo”
El
futuro me parece… “justo”
Los
hombres que son mis superiores… “se les respeta”
Sé
que es tonto pero tengo miedo… “a estar solo”
Pienso
que un verdadero amigo… “esta en las buenas y malas”
Mi
idea de mujer perfecta… “mi mamá”
12.
Comparada con la mayoría de las familias, la mía… “es buena”
14.
Mi madre… “es lo que más quiero”
15.
Haría cualquier cosa por olvidar la vez que… “le contesté mal a mi mama”
16.
Ojalá mi padre… “estuviera conmigo”
20.
Anhelo… “ser mejor”
22.
La mayoría de mis amigos no saben que tengo miedo de… “estar solo”
23.
No me gusta la gente que… “es presumida”
24.
Antes de la guerra, yo… “ago paz”
46.
Siento que mi padre es… “buena persona”.
47.
Cuando la suerte me es adversa… “la acepto”
48.
Cuando doy órdenes a los demás… “los respeto”
52.
Mis temores me obligan a veces… “aguantarme”
54.
Mi recuerdo infantil más vívido… “jugando futbol”
57.
Cuando era niño, mi familia… “hacia piñatas”
El
Chapito escribió lo siguiente al reverso de ala hoja en que trazó un muchacho
sonriente. La transcripción es textual:
“Erase
una vez un niño de 10 años y le hicieron una fiesta muy bonita estaban todos
sus amigos y siguio cumpliendo años aoraya tiene 16 y esta muy bien se yeva
bien contodos juegafutbol en la escuela estudia y trabaja en el fututo va a
encontrar a una persona que se quieran y respeten mutuamente y se casen y
tengan hijos bonitos en lo que le gusta y estar bien”.
HIJO DEL CHAPO, CHAPITO
¿Participa el hijo del Chapo en la red
de negocios?
SinEmbargo
también posee copia de la causa penal 48/2005 abierta en su contra por el
Juzgado Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales. En la acusación, la
Procuraduría General de la República presentó el testimonio de un testigo
protegido identificado con el nombre de “Peña”,
quien admitió participar en la transportación de dinero de distintas
ciudades de Estados Unidos a México.
Admitió,
por ejemplo, que en agosto de 2004 trasladó por vía terrestre 470 dólares
producto de la venta de drogas. Un enlace del Cártel de Sinaloa, un sujeto
apodado Moy ocultó el dinero en un compartimento secreto de la camioneta y, sin
conocer su exacta ubicación, “Peña” lo llevó de una ciudad de Ohio a Ciudad
Juárez, Chihuahua.
Llegó
a la casa conocida por los traficantes como “amarilla y verde”, en la calle
Bosque de Coníferas número 7623, colonia Bosque de San José de esa frontera.
Un
hombre identificado como Héctor abrió la puerta a “Jorge Peña” y lo condujo a
una habitación en el segundo piso de la casa, donde estaban tres hombres jóvenes:
Mario, uno presentado como “Jorge” y el otro identificado como el
guardaespaldas del anterior.
En
su declaración, el informante describió a “Jorge”: delgado, 1.62 metros de
altura, tez blanca, cabello corto ondulado y castaño oscuro, ojos cafés oscuros
medianos, nariz medio chata, cara mediana y alargada, cejas semi pobladas y
unos 22 años de edad. El transportista recordó que este hombre joven apoyaba
más la pierna izquierda que la derecha, como si recién le hubieran retirado un
yeso.
“Jorge”
y Mario estaban sentados en una cama rodeados de paquetes de billetes. “Peña”
calculó que eran alrededor de millón y medio de dólares en denominaciones de
20, 50 y dólares. El guarura mantenía una actitud vigilante.
–¿Dónde
están los pescados? –preguntó Mario a Moy por teléfono.
–En
la puerta trasera y en la consola de en medio –respondió el vendedor en Estados
Unidos.
“Peña”
y Héctor descendieron al garaje, abrieron los compartimentos ocultos de la
camioneta y encontraron los dólares empaquetados al alto vacío. Subieron con el
dinero y lo pusieron en el suelo, a la vista de Mario y “Jorge”. Abrieron el
paquete y desbordaron fajillas de 5 mil y 10 mil dólares. Junto a la cantidad
anterior, en el sitio había unos 2 millones de dólares.
Una
hora después, llegó Pablo, un contador encargado de lavar el dinero a través de
unas casas de cambio de su propiedad. Los demás introdujeron el dinero en dos
maletas de lona negra. Timbró el teléfono celular de “Jorge”.
–Ya
está arreglado todo –dijo el joven a la persona con quien hablaba. Luego se
despegó el teléfono de la oreja y lo acercó a Mario. –Mi ‘apá quiere hablar
contigo –y le extendió el aparato.
–No
puedo ir ahorita, porque necesito
levantar otro dinero. Me desocupo y agarro boleto para visitarlos en Sinaloa
–explicó Mario y devolvió el celular a “Jorge”.
–Me
comunico más tarde, voy a la casa de cambio – se despidió y se dirigió a Mario
y a Héctor –en cuanto estén listos toman un avión a Chihuahua y, de ahí, a
Sinaloa.
El
contador intentó mover las maletas, pero no pudo. El guardaespaldas lo ayudó
con el beliz de mayor tamaño y subieron a una camioneta Ford Expedition color
verde azulado con placas de Chihuahua. Condujeron a la Casa de Cambio Coronado,
en el centro comercial Plaza Real.
Sólo
bajaron Pablo y Héctor con las valijas. Los demás esperaron por dos horas y
medio dentro del vehículo, excepto el momento en que fueron a comprar una
cerveza con mariscos para “Jorge”.
–Estoy
preocupado, porque la marihuana que tenemos no la quieren en Estados Unidos, ya
se está haciendo fea –dijo Mario.
–Ya
viene la cortada nueva y va a salir chingona –lo tranquilizó “Jorge”.
Pablo
y Héctor volvieron con una enorme sonrisa. Comentaron que sin mayor problema
habían transferido un millón y medio de dólares.
“Me
invitaron a una fiesta de 15 años en la capital de Chihuahua. No recuerdo la
fecha exacta, pero debió ser en septiembre u octubre del año pasado”, habló el
testigo protegido en referencia de 2004. En esa fiesta vi al Chapo Guzmán”.
Sobre
la mesa, los policías federales dispersaron varias fotografías sobre el
escritorio en que tomaban la declaración de “Peña”. El hombre escogió una foto
tomada a un hombre joven de piel blanca, cabello ondulado y castaño, vestido
con una sudadera gris.
“Él
es “Jorge”’, señaló en referencia de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el hijo
del Chapo, hasta el sábado el narcotraficante más buscado del mundo.
Siento
que mi padre es… “buena persona”, escribió “El Chapito”. Foto: Especial
(SIN EMBARGO.MX/ HUMBERTO PADGETT JULIO
14, 2015 - 00:00H)
No hay comentarios:
Publicar un comentario