La
semana pasada, previo al ridículo hecho por el gobierno federal tras la fuga
del Joaquín Guzmán Loera, el tema de indignación pública era la venta de un
sistema de espionaje a diversas entidades de gobierno mexicanas de parte de la
empresa italiana, Hacking Team.
Esos
hechos expusieron como comprador al gobierno de Baja California y en los textos
de supuestos correos electrónicos filtrados por Wikileaks involucraron a la
Oficial Mayor, Loreto Quintero, y al secretario de Finanzas, Antonio Valladolid
como orquestadores de la compra, que de acuerdo a diversos documentos se hizo
de forma triangulada (ver ZETA edición 2154).
Prácticamente
7 días después, el 13 de julio, el secretario de gobierno Francisco Rueda
acompañado de Quintero y Valladolid salieron a rechazar los señalamientos
calificados como especulaciones, después que el gobernador Francisco Vega solo
había dicho que no era cierto y que ya no iba a hablar del tema.
Luego
instruyó al Contralor Bladimiro Hernández a investigar el caso de espionaje,
aunque este funcionario poco o nada ha servido para controlar la corrupción al
interior del gobierno bajacaliforniano, se ha dedicado a ignorar el cobro de
comisiones por la asignación de contratos y las licitaciones fraudulentas,
creyendo que solo se le paga por vigilar que los funcionarios presenten sus
declaraciones patrimoniales, que por supuesto se mantienen ocultas.
El
mismo lunes de la “aclaración” donde mostraron lo que llamaron el detalle de
las adquisiciones, Luis Moreno, líder del Partido Encuentro Social, se presentó
en la PGR a interponer la denuncia con que se abrió la averiguación previa
AP/PGR/BC/TI/1510/2015 M-XVI, por la violación de derecho a la privacidad en
internet, y recopilación ilegal de datos, considerado en la Ley de
Comunicaciones, y en diversas leyes. Al día siguiente los priistas amenazaron
públicamente que presentaría otra denuncia.
Ahora,
pese a lo tedioso que puede significar escuchar a la lideresa priista Nancy
Sánchez criticar cada una de las acciones panistas a la menor provocación, es
inevitable afirmar que esta vez tuvo razón cuando le dijo a Valladolid, Rueda y
Quintero, que no basta negar acusaciones para volverse inocente en automático.
No
puede ser suficiente cuando el gobierno está en manos de personajes como el
licenciado Valladolid que, sea por la embriaguez generada por la ingesta de
bebidas alcoholadas, o solo por el mareo mental que le produce tener poder,
ande presumiendo, cómo tiene tomados de las gónadas masculinas a tales o cuales
personajes para que no se salgan del camino que sirve a sus intereses.
Usualmente refiriéndose a funcionarios o políticos.
Más
allá de si el gobierno fue o no capaz de usar el sistema de espionaje
plenamente, o del reclamó que han hecho los diversos sectores para que el tema
del espionaje se aclare, y las declaraciones de Julio César Vázquez, presidente
del Congreso de Baja California asegurando que el Órgano Superior de Fiscalización
investigará el tema, no sería correcto que la sociedad se quedara solo con las
promesas, o las versiones a medias, o se olvidara del tema porque se fugó “El
Chapo”.
Las
leyes mexicanas solo contemplan este tipo de intervenciones previa orden de un
juez y cuando la autoridad tiene elementos suficientes para considerar que un
ciudadano está cometiendo delitos. No se trata de darle acceso a la vida
privada de la gente a uno o varios funcionarios, solo por su capricho o el
servicio de sus intereses, particulares o políticos.
Ahora
toca a los grupos de la comunidad organizada, dar seguimiento al trabajo de la
Contraloría, a las auditorías del Orfis, a las investigaciones de la PGR,
incluso poner la lupa para ver qué hace la Secretaría de la Función Pública al
respecto.
Porque
en este contexto resulta grotesco que un secretario de gobierno, tenga acceso a
información personal de sus contrincantes políticos para poder amenazarlos, y
las secretarías de seguridad y procuradurías no tengan entrada a la información
privada, por ejemplo de los hermanos Arzate, a los primos Uriarte o José Soto,
narcotraficantes que controlan criminalmente el estado, para poder detenerlos.
Pareciera
que es más rentable para el gobierno de Francisco Vega espiar y controlar
políticamente a los ciudadanos comunes que investigar y detener a los
traficantes y asesinos.
(SEMANARIO
ZETA/ COLUMNA “PARA EMPEZAR”/ Rosario Mosso Castro/ 20 de Julio del 2015 a las 12:00:04)
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