A
Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera lo capturaron agentes de la DEA y de la Oficina
Federal de Alguaciles (US Marshals) la madrugada del 22 de febrero de 2014.
Iban armados y vestidos con el uniforme de los marinos mexicanos. El operativo
fue tan secreto, que la PGR y la Secretaría de Gobernación lo conocieron hasta
que ya estaba consumado.
Dos
funcionarios del Gobierno estadounidense revelan los entretelones de ese
episodio a Proceso, a condición de mantenerlos en el anonimato. Uno de ellos
relata:
“Esa
madrugada de febrero nuestros agentes fueron los que irrumpieron en el
condominio del edificio donde se encontraba Guzmán Loera, inhabilitaron al
escolta que lo estaba resguardando y sin hacer un solo disparo lo arrestaron.”
Su
compañero sostiene: “Sólo dos elementos de un grupo especial de la Marina
mexicana, que ayudó con logística y el establecimiento de un perímetro de
seguridad alrededor del edificio donde se encontraba Guzmán Loera, fueron
avisados momentos antes de que se llevara a cabo la operación esa madrugada en
Mazatlán”.
Poco
más de 16 meses después de aquella captura, que el Gobierno mexicano consideró
un gran éxito en la lucha contra el tráfico de drogas, “El Chapo” Guzmán se
fugó del penal de alta seguridad de El Altiplano a través de un túnel.
Según
los funcionarios estadounidenses consultados, los agentes de la DEA y de la
Oficina de Alguaciles tenían perfectamente bien ubicados los movimientos del
capo sinaloense desde tres semanas antes; sólo esperaron el momento preciso
para atraparlo.
Lo
ubicaron, dicen, por medio de sistemas de intercepción de llamadas y rastreo
satelital, así como con información obtenida de una decena de informantes
infiltrados en el cártel de Sinaloa (la propia organización de “El Chapo”) y
con lo que declararon Jesús Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, y Serafín
Zambada, los hijos de Ismael “El Mayo” Zambada García que están siendo
procesados en cortes federales de Estados Unidos. El primero en Chicago y el
segundo en California.
No
obstante, los agentes se abstuvieron de compartir la información de
inteligencia con los altos mandos del Gobierno de Peña Nieto, según comentan a
Proceso.
“Se
enteró quien se tenía que enterar. Nadie en el DF sabía nada; ni la PGR ni
Gobernación. Teníamos temor de que se filtrara la información y como en otras
ocasiones se vinieran abajo los planes”, apunta uno de funcionarios de la
administración Obama.
Sin
entrar en detalles sobre la recolección de información, los entrevistados
admiten que el arresto de “El Chapo” fue exitoso gracias a la captura de varios
criminales los días previos al 22 de febrero de 2014, y mencionan los nombres:
Daniel
Fernández Domínguez, “El Pelucas”, cayó el día 12 de ese mes; Joel Enrique
Sandoval Romero, “El 19”, el 13; Mario Hidalgo Argüello, “Nariz”, y Manuel
López Osorio, “El Picudo”, el 17; así Kevin Alonso y Karim Elías Gil Acosta, el
19 y el 20 de febrero, respectivamente.
“Junto
con la Marina de México, unos 10 u ocho días antes de la operación, nuestros
agentes llevaron a cabo varios operativos en Culiacán, donde ubicaron casas de
seguridad. En éstas se recolectó información muy importante, que en su momento
sólo se compartió con el grupo especial de los marinos mexicanos con quienes se
trabajó el día de la captura; con nadie más”, dice uno de los entrevistados.
Según
el relato de los funcionarios, entre el 17 y el 22 de febrero del año pasado,
en una casa de seguridad ubicada en la colonia Libertad, de Culiacán, el grupo
de agentes de la DEA dedicados exclusivamente a capturar a “El Chapo”, estuvieron
a punto de atraparlo el día 17; no obstante eludió el cerco porque minutos
antes de la llegada de los agentes “alguien” le dio el pitazo y logró escapar.
“Se
fugó por un sistema de enlace que tenía esa casa y que conectaba con túneles y
el sistema del drenaje de la ciudad. Salió corriendo junto con ‘El Picudo’ y
fueron nuestros agentes quienes iban corriendo tras él. Lamentablemente lo
perdieron por ese laberinto de escaparates que conocía a la perfección ‘El
Picudo’”, afirma uno de los entrevistados.
CONFUSIÓN INFORMATIVA
En
México, varios medios de comunicación reportaron días después de la captura de
“El Chapo”, que “El Picudo”, su jefe de seguridad personal, sacó a su jefe por
un alcantarillado que estaba a la altura del kilómetro 24 de la carretera
Culiacán-Mazatlán, y que en ese punto ya lo esperaba una camioneta en la que se
fue a la turística ciudad del Estado de Sinaloa, donde finalmente fue apresado
por los agentes extranjeros.
“Como
iban corriendo y con nuestros agentes a sólo unos metros de ellos, ‘El Chapo’
se quitó un chaleco blindado y lo dejó en el túnel del desagüe de Culiacán”,
apunta uno de los funcionarios.
Desde
su llegada a Mazatlán, los agentes de la DEA y de la Oficina de Alguaciles,
junto con otras agencias de inteligencia de Estados Unidos, dedicaron la semana
del 17 al 22 de febrero de 2014 a rastrear señales de telefonía celular o
satelital para ubicar el escondite de “El Chapo”.
“La
señal esperada llegó la noche del viernes 21 de febrero”, sostiene el
declarante. Esa misma noche, el grupo de agentes de la DEA y de los alguaciles
prepararon el asalto. Fue hasta la madrugada del sábado 22 cuando notificaron a
sus dos colegas del grupo especial de la Marina mexicana sobre el operativo,
sin darles los pormenores.
“No
queríamos que hubiera filtraciones, y no fue porque nuestros agentes no
confiaran en esos dos elementos de la Marina. De hecho los habían sometido a un
riguroso escrutinio y a varias pruebas de polígrafo, pero persistía el riesgo
de que al ordenar el operativo y con éste su participación directa, alguien más
del grupo de marinos pudiera dar el pitazo.”
Gracias
a los sistemas de inteligencia estadounidenses y a una señal de teléfono
satelital, los agentes estadounidenses ubicaron al líder del cártel de Sinaloa
en el edificio de condominios Miramar, en el número 608 de la Avenida del Mar,
entre Avenida de los Deportes y Río Elote, en Mazatlán.
Minutos
después de la localización de su objetivo por medio de “una señal satelital”
que salió del inmueble, supieron que el capo estaba en el condominio 401. Y de
inmediato pusieron en marcha el operativo.
Los
agentes de la DEA y de la Oficina de Alguaciles se vistieron con el uniforme de
la Marina de México, tomaron sus armas, se cubrieron el rostro con pasamontañas
negros y pidieron únicamente apoyo logístico (automóviles oficiales) a sus
pares de la Marina para acordonar el entorno de un edificio en Avenida del Mar,
pero sin darles el número del inmueble donde harían el allanamiento.
En
10 minutos los agentes estadounidenses arribaron en tres unidades móviles de la
Marina de México blindadas y artilladas y bloquearon la entrada del condominio.
Unos se colocaron en la puerta de entrada, otros en la parte trasera del
edificio, mientras un par de agentes de cada una de las dependencias
estadounidenses –la DEA y los Alguaciles– y dos más de otra agencia de
inteligencia subieron por las escaleras al condominio 401.
Con
rifles de alto poder y equipo especial para derribar puertas, incluso
blindadas, segundos después los agentes entraron al condominio y encontraron
casi en la entrada a Carlos Manuel Hoco Ramírez, el único guardaespaldas que
cuidaba al “Chapo”. Estaba durmiendo. Lo inutilizaron y le dijeron que se
entregara; luego se dirigieron a la habitación principal donde, mediante una
señal con la cabeza, Hoco Ramírez les indicó dónde estaba su jefe.
Al
entrar a la habitación, “El Chapo”, quien estaba desnudo, se rindió.
DECLARACIONES REVELADORAS
La
noche del miércoles 15, cuatro días después de la fuga de “El Chapo” del penal
del Altiplano, luego de que en Estados Unidos varios medios informaron –citando
siempre a funcionarios estadounidenses que pidieron el anonimato– que el
Gobierno de Peña Nieto rechazó la ayuda de Washington para recapturar al líder
del cártel de Sinaloa, Jack Riley, el jefe de Operaciones de la DEA, se
presentó al estudio de la cadena de televisión Fox News para hablar sobre el
tema.
“Uno
de los mejores días que he tenido durante los 30 años que llevo en este trabajo
fue hace un año, cuando lo capturamos. Uno de los peores días que he tenido fue
el sábado pasado (el 11), cuando recibí una llamada telefónica a las dos de la
mañana en la que me dijeron que otra vez estaba huyendo”, respondió Riley a la
pregunta de Greta Van Sestaren, la conductora del programa.
(DIARIO
DEL YAQUI/ PROCESO/ 19 DE JULIO 2015)
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