El
Senador Javier Lozano Alarcón destacó durante su gestión como Secretario del
Trabajo y Previsión Social, durante el sexenio del panista Felipe Calderón
Hinojosa, por tener a su servicio un vehículo blindado. A pesar de no estar
expuesto a los riesgos de los integrantes del gabinete de seguridad, usaba un
vehículo con características similares a las de integrantes de las Fuerzas
Armadas. De acuerdo con el portal de obligaciones de transparencia de la STPS
el mantenimiento de la Suburban de lujo blindada llegó a costar hasta 300 mil
pesos al año. Pero esa no es la única polémica que persigue a la gestión de
Lozano. A la memoria saltan casos como la extinción del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME) y la muerte de 65 de mineros en Pasta de Conchos. También
lo rodea un misterio: el llamado tesoro de Lozano que surgió en 2007, cuando su
Secretaría compró cada uno de los 47 centenarios conferidos ese año a más del
doble de lo que lo hizo el año anterior y casi al doble de lo que pagó por
pieza al año siguiente.
SEGUNDA PARTE
Ciudad
de México, 28 de abril (SinEmbargo).- Un vehículo con nivel de blindaje cuatro
plus aísla a sus ocupantes de un asalto perpetrado con cualquier pistola y
fusiles de asalto AR15 y AK47, mejor conocido como cuerno de chivo.
Pero
una fortaleza rodante no debe ser necesariamente un encierro caluroso y
apretado. Bien se puede ir aislado de la violencia que define al país sin
perder comodidad si lo que se tiene es una Suburban del año versión de lujo.
Un
vehículo así fue el que decidió tener para su servicio en 2007 el entonces
Secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS) Javier Lozano Alarcón, el
mismo que, entre otras funciones, observa la calidad del trabajo y de los
salarios de los trabajadores mexicanos quienes, en la Zona Metropolitana del
Valle de México tienen a los microbuses como principal medio de transporte
según diagnóstico del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Y,
si se piensa qué puede ser lo más antagónico a un inseguro, caluroso, apretujado,
sucio y destartalado microbús, eso debe ser una Suburban de lujo blindada.
Una
así fue la que decidió comprar Javier Lozano mediante adjudicación directa en
junio de 2007 a la empresa Industrias Ibse SA de CV en 1 millón 94 mil 999
pesos.
SinEmbargo
posee copia de una versión pública del contrato en que la STPS establece como
reservada y confidencial relacionada con las características del blindaje del
auto. En esta justificación de opacidad quedan, a la vez, al descubierto las
razones por las que el Secretario del Trabajo, funcionario ajeno al gabinete de
seguridad, debía quedar a salvo en el tanque de lujo:
“Resulta
pertinente señalar que en torno a los numerosos acontecimientos, difundidos
públicamente respecto a ataques que han recibido funcionarios públicos por
actos de la delincuencia organizada, se considera importante privilegiar la
protección a la vida y como en este caso de un funcionario de Estado, por lo
que dicha información puede ser usada para facilitar la comisión de un delito en
el que se ponga en peligro su vida o integridad física”, se lee en el
documento.
Básicamente,
según distintas empresas y las especificaciones normativas, un blindaje cuatro
plus se compone con aceros especiales, aluminio, decenas de micro capas de
materiales sintéticos de alta resistencia como la Dyneema y la Aramida y
cerámicas. La coraza impone un peso extra de entre 500 y 650 kilos lo que
implica el refuerzo de la suspensión.
La
empresa Protekto promociona así el blindaje cuatro:
“El
nivel 4 de blindaje es uno de los más utilizados en aquellas entidades del país
con presencia importante de delincuentes organizados, porque esos criminales
emplean armas más caras y potentes.
“Resiste
impactos de proyectiles hasta calibre 7.62, disparados por las AK-47 (conocidas
popularmente como cuerno de chivo), un tipo de arma muy común entre la
delincuencia organizada. La velocidad que alcanzan estas balas es de 710 a 750
metros por segundo. Este nivel es usado en nuestro país para protegerse contra
secuestros perpetrados por la delincuencia organizada, porque resiste ataques
realizados con las armas que comúnmente emplean tales delincuentes”.
En
esta categoría de reforzamiento, el auto está modificado desde el piso para
contener estallido de una granada de fragmentación debajo de la unidad.
Pero
la camioneta de Lozano estaba equipada con un nivel de protección cuatro plus,
lo que amplía su cobertura a situaciones no sólo de secuestro, sino también de
atentado pues el vehículo es resistente a disparos de rifles de francotirador.
***
No
muchas dependencias adquirieron un vehículo con tales características de
blindaje. Otra área de gobierno que realizó una compra similar fue el Banco del
Ejército, Fuerza Aérea y Armada o Banjércitoque, también en 2007, erogó 1
millón 36 mil pesos por una camioneta con las mismas características a las de
Javier Lozano.
La
dependencia castrense también concretó la compra con Industrias Ibse, así que
una observación: la dependencia de Lozano pagó en el mismo año al mismo
proveedor el mismo vehículo, pero 60 mil pesos más caro.
Además
del costo de la camioneta, el contribuyente mexicano debió pagar el
mantenimiento del o los vehículos blindados antes adquiridos, también con el
erario y siempre mediante adjudicación directa a la empresa Blindajes Mexicanos
SA de CV.
También
de acuerdo con la información disponible en el Portal de Obligaciones de la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social, así se ejercieron los gastos por
concepto de “servicio de mantenimiento y correctivo a la flotilla vehicular de
la STPS”.
Los
vehículos blindados demandan un intenso mantenimiento por el sobrepeso al que
quedan expuestos. A los casi 1.3 millones de pesos que se debió invertir en el
cuidado de la camioneta –no existe ninguna otra compra de autos acorazados
durante la gestión de Lozano en su Secretaría– se debe añadir que al menos tres
días, entre el 7 y el 10 de agosto, la dependencia gastó 27 mil 600 pesos en la
renta de otra camioneta blindada.
¿Son
mucho 27 mil 600 pesos? Depende de cómo se le vea: en pesos de ese tiempo,
equivalieron a año y medio de salario mínimo de 2007 sin descansos, asuetos ni
vacaciones.
Pero,
en ese 2007, cuando el país se precipitaba a la violencia del crimen organizado
y las promesas de campaña de Felipe Calderón de ser el presidente del empleo se
evaporaban, el Secretario del Trabajo no cesó de ir de compras a las agencias
automotrices.
Ese
año, también de acuerdo al contrato y documentación obtenidos por este medio,
la dependencia erogó 4 millones 495 mil pesos en la compra de 19 vehículos
Nissan: 15 autos Sentra equipados y cuatro camionetas X-Trail de lujo.
Tres
de los carros sedán quedaron a disposición de la oficina del Secretario Lozano
y las camionetas se repartieron en las Subsecretarías y la Oficialía Mayor.
***
¿Sufrió
Lozano algún ataque que justificara la adquisición y mantenimiento de un
vehículo blindado de esas características?
No
mientras fue Secretario. Al menos no que se haya hecho público, los
electricistas nunca estuvieron lo suficientemente cerca del panista.
Pero
sí vio su suerte mientras fue candidato al Senado.
Los
huevos de guajolote equivalen en tamaño y peso a dos o tres de gallina. Tienen
una cáscara más resistente y se acoplan mejor a la mano de quien decida
convertirlos en bombas. En 2012, la Sierra Norte de Puebla se convirtió en un
extenso sitio de colecta de esas armas cuya capacidad de daño se incrementó
dejándolos podrir.
El
blanco del ataque planeado era uno y sólo uno: Javier Lozano Alarcón,
Secretario del Trabajo.
–
¡Chingas a tu madre! ¡Feliz día del padre, pinche bastardo! –bullía centenar y
medio de electricistas apenas lo encontraron. Era 17 de junio de 2012 y estaba
confirmado que Lozano había cometido la imprudencia de meterse a territorio
electricista. Los obreros cesados tenían, finalmente, acorralado a quien
consideraban responsable de su desempleo.
A
pocos metros, dentro del salón de fiestas Princess del pueblo de Xicotepec,
Javier Lozano se mantenía guarecido con unos 50 panistas que acudieron a su
acto de campaña en busca de la
senaduría.
–
¡Lo-zano es no votar por este fulano! –coreaban los inconformes convertidos en
una marea que amenazaba con romper el dique del saloncito de reuniones
sociales.
A
pocos metros del lugar, los electricistas descubrieron la camioneta en que
viajaba el calderonista, una Escalade negra donde tres guardaespaldas se
mostraban cada vez más intranquilos. En el interior del vehículo había fusiles
de asalto. La gente rodeó el auto al que dirigió una primera carga de huevos
acompañados de jitomates y propaganda del Partido del Trabajo y se asomaron al
interior.
–¡Traen
armas! –advirtió alguien.
El
bombardeo había sido acordado por la dirigencia del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME) apenas se supo que Lozano iría por una senaduría de mayoría
en Puebla, residencia de la más vieja planta hidroeléctrica en funcionamiento
en México.
Así
que había un vasto contingente de trabajadores enfurecidos por la liquidación
de Luz y Fuerza del Centro dispuestos a lanzar los huevos podridos de guajolota
al secretario del Trabajo durante la extinción de la empresa pública.
El
Sindicato Mexicano de Electricistas retaba a Lozano a hacer campaña en la
Sierra Norte de Puebla. Lozano respondía en tono similar. El candidato se
envalentonó y tomó camino al bosque. Se consideró hacer el evento abierto, dar
la cara, enfrentar. Se pensó en el jardín municipal de Xicotepec o en una
canchita deportiva de sus alrededores. Y así fue como el Día del Padre del año
pasado Lozano se escurrió al corazón del bastión electricista. El ambiente
estaba cargado y el equipo de seguridad de Lozano optó por la prudencia, pero
no lo suficiente.
–¡Lozano,
el pueblo te saluda! –a continuación se silbó la tonadilla de cinco tonos.
La
Policía Estatal llegó y algunos exigieron que se detuviera a los guardaespaldas
y se incautara la camioneta y los dos rifles de asalto AR15 –de uso exclusivo
del ejército– que en ella se transportaban.
“Esta
fue una distracción”, cuenta la periodista Leticia Ánimas, presente en el
lugar. “Dentro del salón de fiestas, los pocos panistas que había colocaron una
escalera sobre una silla de plástico que acercaron a una ventana por la que
Lozano salió y brincó hacia un cafetal que había atrás. Y corrió –Lozano es un
corredor–, suponemos que a un vehículo de la Policía Estatal que lo rescató”.
Pero,
también, en el sitio fue vista una Suburban.
UN SECRETARIO CERQUITA DEL CIELO
Foto:
Cuartoscuro
Javier
Lozano Alarcón fue objeto de una serie de reclamos durante su gestión como
Secretario del Trabajo y Previsión Social, durante el sexenio de Felipe
Calderón Hinojosa. Foto: Cuartoscuro
Los
días 4 y 5 de octubre de 2007, familiares de los mineros cuyos cuerpos aún
permanecían atrapados en la mina de carbón Pasta de Conchos, misma que había
explotado en febrero de 2006, suplicaban a Javier Lozano que no declarara
cancelada cualquier intención de sacar de la tierra a sus muertos.
Pero
Lozano argumentó estudios técnicos que referían la inviabilidad técnica del
rescate y así el gobierno decidió que los deudos no velarían ni sepultarían a
sus 63 padres, hijos, esposos o hermanos juntos a sus otros muertos.
A
pesar de que se documentó con bastedad las condiciones laborales carentes de
seguridad, Germán Larrea y su empresa operadora de la carbonera, Grupo México,
quedaron impunes.
Esos
días de llantos y súplicas, el 4 y 5 de octubre de 2007, Lozano decidió que lo
mejor sería dejar la Suburban blindada y viajar en helicóptero. Entonces, la
Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales desembolsó 41
mil 745 para que Lozano Alarcón pasara un día en el cielo, lejos, muy lejos del
infierno llamado Pasta de Conchos.
EL MISTERIOSO CASO DEL TESORO
Oro, mucho oro.
¿Cómo
entiende Javier Lozano Alarcón la riqueza?
Es
difícil decirlo, pero se puede echar un vistazo a una parte de su biografía
para hacer una aproximación.
El
tronco principal en el árbol genealógico de Javier Lozano Alarcón nace de una
infidelidad cometida por su abuelo materno, Gabriel Alarcón Chargoy, con una
bella mujer de origen libanés –Puebla recibió una fuerte inmigración de
personas de esas nacionalidad– llamada Elisa Jater. De la relación nació una
hija única a la que su padre reconoció y llamó Concepción Alarcón a quien le
tocaría lidiar con su origen ilegítimo en una ciudad profundamente conservadora
y recelosa de quien estuviera fuera del estrecho reglamento moral.
Conchita
Alarcón estudió odontología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
donde conoció un colega, Mario –y/o Gerardo– Lozano del Valle, con quien se
casaría y procrearía tres hijos: Gerardo, Sergio y Javier, nacido el 21 de
noviembre de 1962.
Los
muchachos crecieron en la clase media alta de Puebla, pero en cierta
marginalidad social por su origen ilegítimo. Sergio, además, mostró desde su
juventud un padecimiento psiquiátrico que, años después se diagnosticaría como
trastorno bipolar. Hoy es un hombre al que causa pavor hablar de su hermano el
Senador.
Lozano
estudió toda su vida en escuelas privadas. La primera fue el Instituto Humboldt
de Puebla. La escuela tenía fama de seguir una rigurosa disciplina –a la
puntualidad, higiene, orden y tareas demandantes se sumaban las clases de
alemán– a la que ya se habían sometido Gerardo y Sergio, los hermanos mayores
de Javier quien, según algunos de sus ex compañeros, dejó el Humboldt por
problemas de conducta.
Esta
escuela recibía niños más acomodados que los del Colegio Alejandría, lo que
favoreció la popularidad de Javier, dueño desde entonces de una gran capacidad
de desenvolvimiento social.
“Era
un seductor, no tanto de niñas, sino de quien él necesitara”, recuerda una
compañera. “Al poco tiempo se hizo el consentido de los profesores. No era de
los mejores alumnos, simplemente se le hacía fácil, pero no hacía mucho más.
Desde entonces era muy orgulloso”.
Todos
recuerdan que Javier vivía con un poco discreto rencor al abuelo Gabriel
Alarcón, un pequeño magnate de los medios de comunicación cuyo principal
cabezal fue El Heraldo de México. “Don Ga”, como se le recuerda, vio que a su
otra familia nada faltara pero no hizo porque todo les sobrara, como a los de la
rama oficial, la presumida en las coloridas páginas de sociales de su propio
diario.
Las
cosas han cambiado. Hoy, con Gerardo están en puerta los grandes negocios
venideros por las reformas en materia de telecomunicaciones y energética
impulsadas por el Senador. Un Lozano –al menos uno, formalmente– es flamante
socio de gestiones a los mayores niveles de un ex Embajador estadunidense,
Jeffrey Davidow, y de un ex Jefe de Gobierno español, José María Aznar.
Pero,
poco antes, hubo oro, mucho oro.
Hasta
mayo de 2012, las disposiciones de las condiciones laborales de los empleados
de la STPS preveían la entrega de un centenario a cada trabajador de la
dependencia que llegara al retiro. Durante las administraciones panistas, la
Secretaría adquirió a la Casa de Moneda de México 578 monedas: más de 21 kilos
de oro puro.
Así
fue la distribución de las piezas a lo largo de los gobiernos blanquiazules.
El
misterio del tesoro de Lozano surgió en 2007, cuando su Secretaría compró cada
uno de los 47 centenarios conferidos ese año a más del doble de lo que lo hizo
el año anterior y casi al doble de lo que pagó por pieza al año siguiente.
¿Pasó
algo extraordinario con el oro en ese año? Los diarios especializados en
finanzas colocan la moneda en un valor máximo de 9 mil 900 pesos, 9 mil 527
pesos por debajo de lo pagado por la dependencia del Senador, lo que representó
un sobreprecio total de 447 mil 769 pesos.
–La
verdad, la verdad, ¿alguna vez se quedó con el cambio de las tortillas? ¿Le
ganó alguna propina a un mesero descuidado? ¿Se robó algo, lo que sea?
–preguntó SinEmbargo a Lozano en entrevista concedida por el servidor público
en 2013.
–Pues
mira, vamos, pues… conscientemente alguna vez algo en la primaria, como una
travesura, pero nada más– responde airoso. –Una cosa marcó toda mi vida. Cuando
mi mamá me compró una colección de discos de Beethoven la pagó con tarjeta de
crédito y llegando a la casa se dio cuenta que traía el báucher. A mí me
pareció buena suerte. Pero ella regresó a la tienda y entregó el pago. Fue una
enseñanza fundamental para mí. Me pueden poner de cabeza todos mis enemigos y
no me encuentran absolutamente nada. Me pueden criticar muchas cosas, pero
nunca que me llevara algo o que condicionara mi trabajo.
(SIN
EMBARGO/ Humberto Padgett/ abril 28, 2015 - 00:00h 13)
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