A
los 31 años el cineasta Edin Alain Martínez proyectó en el Festival
Internacional de Cine y Foro de Derechos Humanos de México, inaugurado el
primero de octubre por la hija de Nelson Mandela, Zenani, su cinta Salaverna,
que documenta la violencia ejercida para expulsar de sus casas a los habitantes
de ese pueblo zacatecano con el fin de poner a funcionar la mina Tayahua,
propiedad de Carlos Slim.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Edin Alain Martínez registra con su cámara fílmica la
expulsión de los habitantes, “con engaños y violencia”, de la comunidad de
Salaverna en Zacatecas para iniciar la explotación de la mina Tayahua, filial
de Grupo Frisco, de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo.
“No
es un filme novedoso técnicamente. Su valor es haberles dado voz a las personas
que padecen el problema, sobre todo porque hasta la fecha no se ha solucionado
el conflicto. Ya se cumplieron cuatro años desde que la empresa y el gobierno
desalojaron a 150 familias. Ahora sólo quedan 12 que se resisten a salir de sus
hogares, pero la compañía los presiona psicológicamente, por desgracia eso ya
no sale en la cinta”, comunica el director en entrevista.
El
objetivo del realizador, de 31 años de edad, es exponer el conflicto para que
se conozca y se realice algo al respecto. Por ello agradece que se proyecte el
largometraje, titulado Salaverna, en la 7 edición del Festival Internacional de
Cine y Foro de Derechos Humanos de México, inaugurado el 1º. de octubre por la
hija de Nelson Mandela, Zenani, en el Distrito Federal.
El
documental se programó para los días 3 y 5 del actual en Cinépolis Diana, con
la presencia de Martínez, quien expresa preocupado durante la charla que el
actual gobierno ya no resolverá nada:
“Al
gobernador Miguel Alonso Reyes sólo le quedan dos años y la empresa minera es
muy paciente. Desgastan a la gente, ya no hay tiendas, convencieron al dueño de
la última para que se fuera, les han quitado la luz, en la mina trabajan de
noche y hay detonaciones, por ello las casas vibran. Así que la gente se siente
insegura. Ya hubo desplomes, uno lo muestro en el documental, pero después
ocurrieron otros dos. Existe deterioro ecológico. El cerro se ha hundido. Todo
eso ha hecho que las familias salgan poco a poco.”
Hacia
noviembre de 2009, Grupo Frisco contrató a la empresa Servicios de Agua y
Mejora Ambiental para que realizara la MIA (Manifestaciones de Impacto
Ambiental) y la entregara a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat) y poder operar a cielo abierto la mina Tayahua, que desde
1985 yacía en el subsuelo.
Después
Grupo Frisco adquirió en la Secretaría de Economía los derechos de exploración
y explotación minera, pero no contaba con los títulos de propiedad de las
viviendas, habitadas por los residentes del lugar, la mayoría ancianos, se
señala en la cinta.
Para
2010, la minera de Slim dispuso construir un fraccionamiento, con casas muy
pequeñas, llamado Nuevo Salaverna, a cinco kilómetros de Salaverna, pero la
comunidad se resistió a cambiarse.
El
documental inicia con un son:
Si
el gobierno es de los pobres/ yo no he conocido gobierno/ la carne ha subido
tanto que va llegando al cielo/ y para serles franco/ sólo comerá San Pedro/
para comerse un huevo hay que ponerlo/ si el gobierno es de los pobres/ yo no
he conocido gobierno/ hablan de una democracia que no conocemos/hoy somos menos
que esclavos aunque no somos negros/ si el gobierno es de los pobres/ yo no he
conocido gobierno…
Martínez,
nacido en Zacatecas, Zacatecas, en 1982, inició la grabación de Salaverna en
junio de 2012 y la concluyó en diciembre de ese año. La edición la terminó en
2013:
“Cuando
fuimos a Salaverna a levantar las imágenes, la problemática estaba muy
abandonada por los medios informativos. ¡No se decía nada! Y la presión sobre
la comunidad seguía. Existía una resistencia no violenta por parte de los
residentes, sólo permanecían en sus casas, no había manifestaciones contra la
mina, porque un abogado que los asesoraba les había recomendado eso, ya que él
lo iba a solucionar de forma legal.
“Cuando
iniciamos el registro fue con la intención de apoyar a esas personas, reactivar
el tema, por lo menos de forma local. No teníamos tantas aspiraciones, más que
de ayudarlas. Éramos los únicos con cámara registrando todo lo que sucedía, no
había presencia de medios. Por lo mismo los habitantes se apoyaron mucho en
nosotros, y que estuviéramos en el lugar con un equipo ayudó para que la
empresa se contuviera un poco con las represiones hacia la comunidad.”
La
película muestra panorámicas de varias casas demolidas. Sólo se ven camiones
cargados de tierra. Nadie camina en las calles sin pavimento. Aparece a cuadro
un campesino, con el rostro triste:
“Desconocen
nuestros derechos de posesión argumentando que estamos en un terreno de ellos,
pero el pueblo se asentó antes que ellos. Todo ha sido mentiras. Reubican a la
mayor parte de la población a una nueva unidad para derrumbar el pueblo e
iniciar su proyecto minero.
“Nos
dijeron que nos iban a reubicar porque nos íbamos a hundir y estaban muy
preocupados por nuestra vida, pero era mentira. Vino protección civil y nos
dijo que sólo se hunde si es provocado, mientras no.”
Otro
residente platica que Juan Manuel Marques, José Luis del Bosque, Pedro González
y José Luis Ramírez, representantes de la minera, tiraron un inmueble con
violencia. Enseguida hay una toma de una anciana, quien narra que tumbaron su
casa, la dejaron a la intemperie y no le dieron otra en la nueva zona.
A
un campesino, que vive de sus cabras, le dijeron que se fuera a vivir al Nuevo
Salaverna. Él expone que si le van a dar trabajo y le dijeron que no. Se negó a
mudarse porque vive de su tierra y animales.
SEIS DUROS MESES
Martínez
rememora que en los seis meses que captó imágenes se complicó mucho la
situación:
“El
abogado no les daba respuesta y había una tensión muy latente de un desalojo
forzado, de que entrara la fuerza pública. Nosotros teníamos miedo que los
fueran a desalojar. En esos meses el material que íbamos levantando también de
pronto se lo proporcionábamos a la prensa, y no teníamos el filme terminado.
Porque apenas en 2013 el material comenzó a verse en la pantalla grande. Lo
proyectamos en el congreso del estado e invitamos a medios, fue en marzo de
2013, sólo acudieron dos diputados locales, el de la zona no estuvo. Por
fortuna los medios locales comenzaron a retomar la problemática.”
Después
mostró Salaverna en un coloquio y la Universidad Autónoma de Zacatecas se
interesó mucho. Fue en noviembre del año pasado que se presentó, “de forma
oficial”, en el Museo Nacional de Cine de Fresnillo, y comenzó a circular en
otros festivales, en Monterrey, Contra el Silencio Todas las Voces en el
Distrito Federal, y estuvo en el mercado del Festival Internacional de Cine en
Guadalajara:
“La
cinta genera mucho interés e indignación. Después de la proyección, siempre se
dialoga con los asistentes casi una hora.”
–¿Ha
sido complicada su proyección?
–Sí,
sobre todo exhibirlo fuera de los foros académicos y de los festivales, porque
este tipo de material lo consideran como “grillero”. Hay una intención de
mantener las cosas tranquilas, no quieren hacer ruido con tópicos como éste, no
desean ser controversiales, sobre todo en las administraciones priistas.
Enseguida
defiende el documental social:
“Muchos
creen, incluso directores, que hay una saturación de este tipo de cintas, pero
son importantes, no se puede dejar de hablar de la realidad y los problemas.
También la población como que está harta. Estas películas son importantes
porque siempre pasan cosas que no encuentran espacio más que en este tipo de
proyectos, ya que los medios pierden interés en esto. Crear un filme social
hace que el tema perdure, se resuelva o no, lo importante es dejar un
testimonio.
“Yo
pensaba que si sacaban a esta gente, lo debía dejar registrado, debía dejar
testimonio de lo que pasaba allí, de que esa comunidad existió. Y que tuviera
eco, por ejemplo, en Wirikuta. ¡Es hablarle a Juan para que escuche Pedro!”
Se
informa en el documental que Providencia, Mazapil, Zacatecas, 3 kilómetros al
norte de Salaverna, fue desalojada por la minera Peñoles en 1962, los
pobladores se dispersaron a diferentes comunidades, incluyendo Salaverna.
También
se aprecia que la escuela primaria de este lugar fue cerrada por la SEP y los
niños se quedaron sin clases. Los pequeños que permanecieron estudian en
Mazapil, pero les cobra el taxi 50 pesos. En la Telesecundaria sólo hay una
niña. Y en la escuela de la unidad habitacional sólo aceptan niños que viven en
el Nuevo Salaverna.
Los
pozos o los respiraderos de la mina, donde salen los gases tóxicos del
interior, molestan a la gente por el ruido que causan.
“Nos
duele la cabeza y no respiramos bien”, se queja una ama de casa que resiste a
salirse de su humilde hogar.
El
director de la cinta, a quien ya avalan 6 cortos documentales, algunos de ellos
presentados en varios festivales, revela que al principio le dio miedo filmar
la zona:
“No
nos respaldaba nadie. Sólo Conservación Humana de Zacatecas, lo filmamos muy
desprotegidos. Además, la situación de seguridad en ese tiempo era muy
complicada, las empresas les pagaban a los Zetas para que las dejaran trabajar.
Tratamos de ser precavidos. Llegábamos temprano a Salaverna y nos íbamos el
mismo día, y la empresa en ese momento tenía seguridad privada, revisaba quién
entraba y salía de la comunidad.”
–¿Ha
ayudado en algo el documental?
–Creo
que sí. Eso es lo más gratificante. Al mostrárselo a los medios, realizaron
notas de lo que pasaba, incluso el gobernador se pronunció. Nosotros con el
documental seguimos denunciando. Las familias que se fueron al Nuevo Salaverna
están molestas con la empresa minera porque no les han entregado las escrituras
de sus casas, no son dueños de sus hogares. No pueden regresarse porque ya no
pueden, no tienen a dónde ir, y los que se quedaron no se pueden ni quieren ir.
“Y
el gobierno del estado sigue manteniendo un cierto silencio, y realmente la
Semarnat no ha hecho nada.”
El
realizador asegura que trató de crear un trabajo objetivo:
“Como
cineasta, al principio mi interés era manejar un cierto estilo, pero cuando
llegamos la situación era tan desgarradora y deprimente que optamos por darles
voz a los habitantes, y les di voz de la forma más tradicional que pudiera ser
y no estorbarles.”
–¿En
qué momento decide terminar de grabar?
–Lo
terminé porque era mucho desgaste emocional . Era muy difícil estar con ellos.
Éramos su único apoyo. El representante de la comunidad me hablaba desesperado,
y sólo podía ayudarlos con el documental y trataba de encontrarles espacio para
que los escucharan.
“Me
sentía muy impotente. Me llamaban para decisiones muy serias que querían echar
a andar. Me pedían mi opinión y yo no podía hacer comentarios a la ligera,
irresponsablemente, eran en ese momento 35 familias que quedaban. Me
interrogan: ‘¿qué hacemos?’. Era muy complicado para mí. Mi único compromiso
era ser lo más claro posible en la narración fílmica, por eso busqué al
representante nacional de ingenieros metalurgistas. Esa entrevista la logré con
el apoyo de la Secretaría de Desarrollo del Gobierno del Estado, después me
pidieron que los quitara de los créditos, y así lo hice.”
Salaverna
es una producción de Conservación Humana Zacatecas, Asociación Civil Manuel
Ortega, Museo de Zóquite, Targum Producciones y Kassia Films.
“Es
una película con la que menos he batallado para producir. Todos reaccionaban en
cuanto les mostraba el material y les platicaba de Salaverna. Enseguida se
unían a la causa, no necesitaba convencerlos mucho. Me señalaban: ‘¿En qué te
ayudo para auxiliar a esa gente?’. Se organizó una presentación del filme en
una cafetería en la ciudad de Zacatecas, y el público que acudió creó la
asociación Amigos de Salaverna y han mantenido contacto con la comunidad.”
CONCLUYE:
“Es
que el documental no te deja ser un espectador pasivo, quieres volverte
activo.”
(PROCESO
/ REPORTAJE ESPECIAL/ COLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE/ 12 DE OCTUBRE DE 2014 )
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