En alguna ocasión al
estar de viaje, cuenta la leyenda que alguien le preguntó sobre su origen a
aquel hombre de traje fino estilo americano, de barba entrecana, pero de voz
imponente y pulcros modales.
—¿Es usted de Chihuahua?
—No, Chihuahua es mío…
La respuesta que se
le atribuye fue tajante, llena de vanidad y emblemática, al grado de que lo
habría de distinguir al paso del tiempo y al ser escuchada es ligada
inmediatamente con su nombre: Luis Terrazas, uno de los terratenientes más
grandes que ha tenido México.
Nacido en 1829, fue
el sexto de 14 hijos que procrearon Juan Terrazas y Petra Fuentes en la ciudad
de Chihuahua. En su juventud, nunca imaginó convertirse en el potentado más
odiado por las fuerzas de Francisco Villa, pues elegiría originalmente el camino
del sacerdocio, de acuerdo con el historiador Francisco R. Almada.
La vida le daría un
giro inesperado a los 21 años. Cuando ya había recibido las órdenes menores del
sacerdocio, muere su padre, y quedó al frente de su familia.
Con una herencia
modesta y una formación tradicional, iniciaría así el camino a la fortuna, la
cual forjaría en el desierto chihuahuense, entre armas y reyertas políticas, ya
sea combatiendo o exterminando a los apaches, en la ganadería, y hasta en las
finanzas.
Llegaría a combatir
también por la causa liberal, contra la intervención francesa y escalar al
grado de general hasta llegar a ser el gobernador del estado más grande de
México.
Sin “indios
bárbaros”, sin conservadores y sin invasores que combatir, sus dominios
crecerían, amasaría una fortuna incalculable y sus negocios se diversificarían:
molinos de trigo, fábricas textiles, bancos y sobre todo, desde el poder
acapararía tierras, hasta acumular un latifundio de más de 2.5 millones de
hectáreas, donde se estima que pastaban entre 350 y 500 mil cabezas de ganado
vacuno, caprino y equino.
Bajo su mano,
llegarían a trabajar más de 10 mil personas en sus haciendas entras las que se
encontraban, la del Carmen, Encinillas, San Lorenzo y San Diego.
Su oficina llegó a
tener la primera línea telefónica en el estado, que lo conectaría con el mundo,
al expandir sus negocios a urbes tan lejanas como Nueva York, e incluso Europa.
DEL TEMPLO AL PODER
El 20 de julio de
1829, cuando México era ya un país independiente, nace en la ciudad de
Chihuahua quien sería llamado Luis Terrazas Fuentes en el seno de una familia
numerosa y quien se inclinaría de inicio por la carrera sacerdotal.
Sin embargo, en 1849
cuando su padre Juan Terrazas fallece, y ante la falta también del mayor de sus
hijos quien había muerto, Luis se ve
obligado a dejar de lado sus intenciones de ser sacerdote y se hace cargo de
sus 10 hermanas y dos hermanos, así como de su madre.
Atiende la pequeña
herencia que recibe, pero no sería hasta dos años después cuando el gobernador
Urquidi lo nombra guarda fiscal de la Tesorería del Estado, cuando comienza su
camino al poder.
En esa época se casa
con Carolina Cuilty Bustamante.
Con un sueldo de 300
pesos anuales, permanece 3 años en ese empleo oficial hasta que es electo regidor
del Ayuntamiento de la capital para en el bienio 1854 a 1855, cargo desde el
cual firma la protesta de adhesión al Plan de Ayutla que las autoridades de
Chihuahua envían a Antonio López de Santa Anna.
Cuando triunfa la
revolución de Ayutla y el dictador es expulsado del país, Terrazas junto con
otros chihuahuenses exige se cumpla el Plan y las autoridades que apoyaron a
Santa Anna sean removidas.
En tanto, en los
negocios, en 1856 obtiene por remate el abasto de carne para la ciudad de
Chihuahua.
Tres años después
iniciaría su carrera militar tras ser nombrado síndico y ser llamado por el
general Ángel Trías a la jefatura política de la capital para combatir a los
conservadores que serían derrotados.
Por sus méritos en
campaña, el gobernador en turno, José Eligio Muñoz lo nombra presidente de la
Junta de Guerra con la encomienda de adquirir nuevos elementos para combatir a
los apaches y a los conservadores cuya rebelión volvía a encenderse en el país
para luchar contra los liberales.
Al ocurrir la
segunda invasión de los conservadores al estado, Terrazas se retira de la
capital a Aldama donde recluta soldados para la guardia nacional en ese pueblo
y en otros con los cuales combate en Tabaloapa donde es derrotado, pero después
el 27 de agosto toma la revancha de en la Labor de Dolores y recupera la ciudad
de Chihuahua.
El 21 de septiembre
se hace cargo del Poder Ejecutivo después de haber sido nombrado gobernador
interino por el Congreso del Estado.
Una de sus primeras
acciones fue expedir la Ley del 25 de enero de 1861 a través de la cual dispone
la venta de todos los bienes del clero que se encuentran en el estado de
Chihuahua y lo obtenido se utilice para pagar las deudas contraídas por el
erario durante los tres años de la Guerra de Reforma.
En cambio,
aprovechando el aislamiento del centro del país, se niega a publicar la Ley
general del 5 de febrero que prohíbe a los gobernadores de los estados a
meterse en el manejo de la venta de los bienes pertenecientes a la iglesia.
Lo anterior le
permite expandir su poderío económico al apoderarse de los bienes que las Leyes
de Reforma arrebataban a la iglesia.
De acuerdo con
algunos historiadores, los bienes eclesiásticos fueron vendidos a familiares y
miembros del mismo equipo político (Cuilty, Cordero, Zuloaga, y años más tarde,
Creel, Sisniega, Falomir, Luján, Márquez, etcétera), o eran atesorados para
fincar alguna de sus múltiples haciendas.
Terrazas como
gobernador también controlaba las aduanas fronterizas sin rendir cuentas
satisfactorias para el Gobierno de Benito Juárez, puesto que eran rentas
federales y no estatales.
Al momento de la
intervención francesa, tenía en sus manos todos los asuntos que dejaban dinero
en Chihuahua, y en un principio se muestra indolente a la petición de Juárez de
enviarle mil 500 soldados, argumentando que los problemas con los Estados
Unidos y los apaches lo tienen demasiado entretenido como para desviar soldados
para la defensa de la patria.
Ya en 1864, cuando
Juárez llega a la entidad huyendo de los franceses, las relaciones entre el
presidente y el gobernador están deterioradas. Terrazas es destituido y en su
lugar es nombrado Jesús José Casavantes “Tata Ché”, tras ser declarada
Chihuahua en estado de sitio.
Sin embargo, un año
después, vuelve al poder por medio de elecciones y cambia de estrategia en sus
relaciones con el presidente Juárez. Esta vez decide apoyar para derrotar a los
franceses y en un manejo político sagaz, es nombrado general por el mismo
Benemérito quien requería su lealtad para combatir al invasor.
Es así como colabora
para expulsar del estado al invasor y que el presidente regrese a la ciudad de
México donde habría de consumar la restauración de la República tras fusilar en
el Cerro de las Campanas al emperador Maximiliano.
Con ello, consiguió
también que el Gobierno Federal dejara en paz sus negocios lo que le permite en
una sola operación realizada en 1868 comprar 186 mil hectáreas de la hacienda
de Encinillas, considerada la más importante de su latifundio, adquirida en
sociedad con Henry Müller, un alemán avecindado en Chihuahua.
Esa finca que era
rentada desde seis años atrás por Terrazas y Müller, había sido propiedad del
doctor José Pablo Martínez, partidario de los conservadores y aliado de los
franceses y quien fue obligado a exiliarse. La propiedad pasó en 1905 al
dominio completo de Terrazas.
UNA RELACIÓN TORMENTOSA
Terrazas apoya la
última reelección de Juárez y combate a los rebeldes que apoyaban el Plan de la
Noria pero es derrotado en Tabaloapa por el general porfirista Donato Guerra
con quien después firma un tratado de amnistía.
Juárez muere en 1872
y en su lugar asume Sebastián Lerdo de Tejada, quien cae y asume Porfirio Díaz.
En Chihuahua,
Terrazas es depuesto y asume José Eligio Muñoz, quien se encontraba exiliado
del estado debido a su rivalidad con el terrateniente.
Sin embargo, el
poderío económico que ya tenía, impone respeto para nuevo presidente de México
y vuelve a poder el cual seguiría ostentando, ya sea él como gobernador o a
través de su yerno Enrique Creel.
A través de este
último, se acercaría al presidente Díaz como estrategia para cuidar sus
intereses.
Durante el
porfiriato, Terrazas fue socio de la Casa de Moneda de Chihuahua y de numerosas
empresas comerciales, industriales y bancarias entre ellas los Bancos Mineros
de Chihuahua, Refaccionario y Caja de Ahorros de la República Mexicana a través
de los cuales ejercía un monopolio él y sus familiares en la emisión de
billetes, operaciones bancarias, refaccionarias e hipotecarias.
Durante la primera
década del siglo pasado, todos los negocios principales de la entidad le
pertenecían a su familia y su grupo político y aunque la revolución mexicana
afecta sus negocios y se ve obligado a exiliarse para huir de Francisco Villa,
regresa en 1920 al terminar el conflicto armado.
A su retorno, el
poder que tenía, antes de la revolución, sigue presente y su latifundio, a
diferencia de otros en el país, no es expropiado por los gobiernos
revolucionarios quienes en cambio le pagan 13 millones de pesos a través de la
Caja de Préstamo.
Así, con su poder
económico intacto, fallece el 15 de junio de 1923 en la capital del estado de
Chihuahua el cual política y económicamente le llego a pertenecer.
(Fuentes:
Francisco R. Almada, Visión Histórica de la Frontera Norte de México; Memorias,
La guerra contra los Apaches, Joaquín Terrazas; Chihuahua, Textos de su
Historia, Graciela Altamirano, Guadalupe Villa; Breve Historia de Chihuahua,
Luis Aboites; La guerra apache en México, Filiberto Terrazas)
(EL DIARIO, EDICION
JUAREZ/ Juan de Dios Olivas/30 de Marzo 2014)
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