Jenaro Villamil/ Reportaje Especial
MÉXICO, D.F.
(apro).- Cuenta la leyenda maya que los aluxes, duendes traviesos de las milpas
mayas, son capaces de provocar la lluvia, robarse el fuego, tirar piedras y
hasta provocar accidentes cuando no se les trata bien. Sólo se compadecen de
quienes los respetan, les regalan cosas o los invitan a sus casas.
Como amigos, alejan
los malos vientos y persiguen las plagas. Como enemigos, pueden hacer que los
intrusos salgan corriendo de la tierra del Mayab.
Algo anduvo mal
entre los aluxes y la selecta élite de los cerca de mil invitados a la boda de
Emiliano Salinas Occeli –hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari– y la
actriz Ludwika Paleta, en la hacienda Tekik de Regil.
Justo cuando
iniciaba la ceremonia, a las 5 de la tarde, el calor yucateco se transformó en
una tormenta. Muchos invitados se mojaron porque fueron insuficientes los
paraguas para entrar a la exclusiva capilla de la Hacienda Sotuta de Peón,
donde se ofició la boda.
De ahí, se trasladaron
a la hacienda Tekik de Regil, antiguo casco del siglo XVI, que se convirtió en
otro de los símbolos de la “casta divina” en la época de oro de la explotación
de los mayas y del cultivo del henequén. Ahora esta hacienda y alrededor de 60
más pertenecen a la empresa Catherwood Travels, creada por el ex banquero
Roberto Hernández, el principal comprador de las haciendas en la Península de
Yucatán.
No sólo fue la
lluvia. Un grupo de invitados a la boda sufrió el viernes un aparatoso
accidente contra un autobús de transporte público en el pueblo de Timukuy,
Yucatán. Un lujoso Mercedes Benz, propiedad de Jacinto Ponce Salinas, sobrino
del ex mandatario, se estampó contra el autobús. Hubo cuatro lesionadas. Según
el peritaje, el responsable fue el conductor del Mercedes Benz.
El mismo día de la
boda, también cancelaron el concierto del grupo Molotov en Mérida, sin dar
explicaciones a los asistentes. Los aluxes del Facebook dijeron que fue el
despliegue de seguridad para la protección de los casi mil invitados a la
“exclusiva” boda que se convirtió en la comidilla de los yucatecos.
Algo también habrá
enfurecido a los aluxes. Según la reportera local Cecilia Ricárdez, los
organizadores de la “gran boda” le pidieron al señor Julio Torres, dueño de un
pequeño circo en las afueras del pueblo de Tekik, que suspendiera sus funciones
programadas para el fin de semana porque “no querían que el ruido y su circo
entorpecieran las actividades de los invitados”.
A regañadientes, el
señor Torres suspendió sus funciones. Le pagaron sólo mil 500 pesos. Un circo
todavía mayor se dio cita en los alrededores de esta hacienda, que nunca había
sido el centro de la fusión de política y farándula, más los negocios y
socialités, como en los mejores tiempos de don Olegario Molina, el amo y señor
de la época de oro de las haciendas yucatecas.
EL CIRCO MAYOR
Al circo mayor le
faltó la cereza del pastel. Se especuló sobre el arribo de Enrique Peña Nieto y
su esposa Angélica Rivera, pero no acudieron. Tampoco los otros “hombres
fuertes” del gabinete peñista, como el secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, y el titular de Hacienda, Luis Videgaray.
Por segunda vez en
menos de un año, el peñismo se ausenta de las bodas de los hijos de Salinas.
Así pasó en el enlace de Juan Cristóbal Salinas y Natalia Esponda, semanas
antes de la toma de posesión, a finales de 2012.
Salinas de Gortari
preparó una mesa “central” en forma de herradura para tener a su diestra y
siniestra a los más selectos convidados. Muchos de los invitados peñistas no
llegaron y, de última hora, “El innombrable” tuvo que mover la disposición de
los asientos para que su mesa en forma de herradura no tuviera lugares vacíos.
Al parecer, en la
boda de Emiliano Salinas, el empresario de 37 años que aspira a ser gurú motivacional,
y la actriz Ludwika Paleta, no ocurrió lo mismo.
Precavido, Salinas
de Gortari dispuso las mesas para que se mezclara la farándula y la política,
el negocio y la negociación, el estilo musical a la onda hipster con la
fastuosidad impostada, al estilo El Padrino.
(PROCESO/ Jenaro Villamil/ 22 de abril de 2013)
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