Agencias
Ciudad de
México.- Conocer la historia de lo
que inspectores y funcionarios de Gobernación hacían a costa del casino donde
murieron 52 personas es aberrante.
Es una narración que involucra lo más bajo de los
encargados de regular y vigilar el funcionamiento del juego en México.
Llegaban al Aeropuerto Mariano Escobedo o al del Norte
en vuelos privados, principalmente en un avión Westwind II propiedad de Raúl
Rocha Cantú.
Y para que inspectores y funcionarios de alto nivel de
la Secretaría de Gobernación no pisaran los casinos, ya estaban esperándolos
ahí unas camionetas que los llevarían a un festín decadente.
Así empieza su narración un hombre que operó en el
casino Royale y que, precisamente por diferencias con los socios debido a estas
giras, se apartó del centro de apuestas.
Cuenta que la gente de Juegos y Sorteos de Segob ya
iba bebiendo durante el vuelo en el Westwind II, pero era solamente la antesala
de lo que harían en Monterrey, la ciudad con el mayor número de casinos en
México.
Porque una vez que se subían a las camionetas que los
aguardaban en el aeropuerto, enseguida iban a una casa rentada y acondicionada
exclusivamente para la ocasión.
En el traslado iban platicando y riendo, contando
chistes y algunos de ellos seguían con bebida en mano.
Por órdenes de Raúl Rocha Cantú, una residencia en la
colonia del Valle de San Pedro Garza García, era rentada con ciertas
características.
Entre ellas piscina y jacuzzi, y pagaban un chef, para
que los invitados de Gobernación pasaran uno o dos días refrescándose y degustando
lo que quisieran.
Pero eso no es todo, si alguno de ellos quería
consumir alguna otra cosa, como alcaloides, es decir cocaína, habría una buena
dotación que el mismo casino proveía.
Y para que todo fuera un festín, las órdenes de los
socios de los casinos eran que también acudieran a la residencia de la colonia
del Valle un grupo de prostitutas de primer nivel.
Es decir, supuestas escorts de Monterrey, que en
realidad se prostituían, y que llegaban apenas minutos después de que los
funcionarios de Gobernación habían arribado a la casona.
Entre bebida, drogas, risas, chistes, acostones en las
recámaras de la residencia y un chef cocinado lo que se les ocurriera,
transcurría el primer día de los invitados especiales de los casineros.
Incluso, el narrador describe como “carrileras”, las
bandas de plástico con dosis de cocaína que llegaron a entrar a esa casa
rentada para el festín, residencia en una de las colonias de más plusvalía en
el área metropolitana de Monterrey.
La idea es que todo el personal que llegaba de la
dirección de Juegos y Sorteos de Segob, no tuviera que preocuparse por ningún
asunto, entre ello inspeccionar los casinos.
Eran unas vacaciones a costa de no revisar los centros
de apuestas de la ciudad y mucho menos de clausurar aquellos que no tenían
permiso.
Como era el caso del mismo casino Royale, que abrió
sus puertas con una autorización de Atracciones Vallarta, pero luego de un
rompimiento con esa empresa estaba funcionando con una autorización clonada por
los mismos funcionarios de Gobernación.
Ilegalidad y decadencia que permitió su operación
hasta la trágica tarde del 25 de agosto de 2011, cuando murieron 52 personas en
un incendio provocado por una célula de Los Zetas.
Seguramente en esas reuniones además de los inspectores
de Gobernación, estaban los funcionarios involucrados en esta mafia de casinos
que Reporte Indigo dio a conocer luego de la entrevista con Talía Vázquez
Alatorre, exesposa del cabecilla de esa banda.
De Juan Iván Peña Neder, que era el coordinador de Asesores
de la Secretaría de Gobernación en esos años.
Y la narración de quien conoció todos los excesos de
los inspectores y funcionarios de la dirección de Juegos y Sorteos de
Gobernación da un brinco.
Porque el narrador recuerda que cuando la gente de
Segob estaba en su festín, de todas maneras había que “pasar la charola” a los
demás casinos de otros propietarios con el argumento de que si no, sí irían a
inspeccionarlos.
Entonces los funcionarios enviaban un emisario a
visitar los centros de apuestas, sobre todo aquellos que tenían abiertas sus
puertas de manera irregular, con el fin de cobrar “las mordidas”.
Mientras ellos estaban de fiesta, el emisario recorría
los casinos recogiendo cantidades de dinero en efectivo.
Capital que se llevaban sin poner un solo pie en los
negocios de juegos de azar.
Después, ya en el segundo día de reventón de los
encargados de regular el juego en el país, contaban el dinero de las mordidas a
los casinos mientras se curaban la resaca del día anterior.
Para colmo y antes de ponerse de acuerdo sobre su
partida a la Ciudad de México, los inspectores y funcionarios de Juegos y
Sorteos de la Secretaría de Gobernación recibían regalos de los socios del
Royale, que además tienen casinos en otros estados.
Se trataba de trajes a la medida y botellas costosas.
Una verdadera decadencia a costa de un lugar donde murieron
52 personas inocentes.
A fin de cuentas: ¿qué puede esperarse de una historia
donde convivieron políticos cercanos al presidente de la República, casineros,
un violador, un defraudador y un hombre más detenido por narcotráfico?...
Reporte
Indigo
(ZOCALO DE
SALTILLO/ Agencias/ 18/01/2013 - 01:56 PM)
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