Ismael Bojórquez / COLUMNA Altares y sótanos
El fin de semana
pasado, pobladores de al menos cinco municipios de la Costa Chica, en Guerrero,
decidieron tomar las armas para enfrentar a los delincuentes. Los hechos se
dieron producto del hartazgo de la gente ante el acoso del crimen y la nula
acción del Gobierno (cuando no la complicidad) para brindarles seguridad. En
una asamblea, cuyos humores le dieron la vuelta al mundo a través de los medios
electrónicos y las redes sociales, hombres y mujeres acordaron armarse y
cobrar, dijeron, “ojo por ojo y diente por diente”. Tomaron sus escopetas, sus
machetes, sus veintidocitos y pusieron retenes para vigilar entradas y salidas
de sus comunidades, todos con los rostros cubiertos con pasamontañas y
pañuelos.
A media semana
ocurrió lo mismo en los municipios de Iguala y Teloloapan, de la misma entidad.
Y no se descarta que esta medida siga sumando poblaciones por lo menos en esa
región.
Si faltaba algún
elemento para medir la gravedad del problema que representa la violencia en
algunas zonas del país, ahí está ese.
En Sinaloa fue
polémica la declaración del alcalde de Concordia, José Eligio Medina Ríos,
cuando propuso que el Ejército Mexicano armara y entrenara a los pobladores de
la sierra para enfrentar a la delincuencia. Lo hizo días después de que un grupo
de gatilleros mató a mansalva a nueve pobladores de El Platanar de los
Ontiveros.
Son dos cosas
distintas. Allá se trata de levantamientos espontáneos de la gente, con tanta
legitimidad, que hasta el momento ninguna autoridad ha detenido a un solo campesino
por bloquear carreteras o por levantar una vieja escopeta. Acá sería absurdo y
cobarde que si el Ejército o las policías estatales y municipales no pueden ni
defenderse ellos mismos, opten por armar a los pobladores.
El alcalde apela a
la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que según permite al Ejército armar
células rurales para la autodefensa de las comunidades, armadas, entrenadas y
supervisadas por el propio Ejército, pero no hay, por lo menos en Sinaloa,
experiencias en ese sentido.
¿Es recomendable lo
que propone el alcalde? No, no lo es. Lo que ocurre en la sierra de Concordia
—la matanza de pobladores con el propósito de que abandonen sus comunidades
para controlar territorios— es lo que está pasando en las zonas montañosas de
Choix, en El Fuerte, en Sinaloa, Badiraguato y San Ignacio. En todos esos
municipios se padece la misma plaga de criminales que lejos de ser abatidos
expanden cada día sus dominios o se mueren en la pretensión. Ahí están los
enfrentamientos de la sierra de Choix en mayo del año pasado, donde murieron
decenas de hombres de dos bandos del crimen y de las fuerzas del Gobierno, y
cuyas cifras reales nunca conocimos.
Cuentan los
parribeños que hace menos de un mes, en pleno Surutato, municipio de
Badiraguato, elementos del Ejército Mexicano aseguraron una camioneta con
armas. Era un verdadero arsenal. La camioneta y las armas fueron trasladas al
destacamento militar de Surutato. Pero algo pasó, alguien avisó a los mandos
castrenses y la camioneta con sus armas fue devuelta a los malandrines. Con un
jalón de orejas para los soldados que estaban cumpliendo con su deber.
“Regresen esas armas —les dijeron— ellos están haciendo lo que no hacen
ustedes”.
Es decir, que la
tarea de contener el avance de un grupo criminal se está dejando, por el mismo
Gobierno, en manos de otro grupo criminal, que en este caso actúa como fuerza
de choque del Estado. Aquí el Ejército no está armando a la población para que
se defienda, sino a uno de los cárteles en pugna para que forme un dique de contención
a otro, en una estrategia que, por lo demás, el Gobierno ha utilizado no solo
en las zonas serranas, sino también en muchas ciudades del país, unas veces de
un lado y otras del otro, dependiendo de quién controle la plaza.
Como sea, la Costa
Chica y la sierra de Sinaloa tienen los mismos problemas: el acoso de los
grupos criminales y la incapacidad del Gobierno para brindarles seguridad. Allá
los pobladores toman las armas para defenderse. Acá huyen —cuando alcanzan a
hacerlo— para no quedar en medio de una disputa a muerte por los territorios.
Dejando casas, animales, tierras que habilitaron para el temporal, sueños. Y
hasta a sus muertos.
Bola y cadena
MIENTRAS ESTO OCURRE, el gobernador Mario López Valdez informa que ya está
tomando clases de zamba para participar en el Carnaval de Mazatlán 2013.
Sentido contrario
LA SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN declaró zona de emergencia por las heladas al
municipio de Choix, cuando el gobernador había solicitado tal medida para ocho
municipios de la zona centro norte. Quiérase o no, sobrarán lecturas políticas
también en estas acciones. En 2011, para estos días, ya estaba el secretario de
Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra, regalando cobijas y despensas. Ahora
quién sabe si al gobernador le tomen las llamadas.
Humo negro
LOS POLICÍAS
MUNICIPALES de Culiacán habían recibido la promesa de un aumento salarial de al
menos el 20 por ciento para este año… y sí, les llegó el aumento esta quincena,
pero de solo 110 pesos promedio a elementos que ganan 5 mil 300 pesos
quincenales, es decir, de apenas el 2 por ciento. Con el agravante de que el
año pasado no les fueron otorgados los recursos del Subsemun (Subsidio para la
Seguridad en los Municipios) y los amenazaron de que todo aquel que lo
reclamara, se iba a la calle.
(RIODOCE.COM.MX/ Ismael Bojórquez /
COLUMNA Altares y sótanos /Domingo 20 de enero de 2013)
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