Las familias de las víctimas vivieron el
purgatorio en la zona cero, al pie del monte de escombros del inmueble de
Álvaro Obregón 286. Allí, además de lidiar con la angustia del contrarreloj y
los latidos que se extinguen, fueron engañadas, ignoradas, invisibilizadas por
los gobiernos federal y capitalino que negaban información… y los cuerpos.
Varias personas –familiares de víctimas, rescatistas, tianguistas, voluntarios–
narraron a Proceso esos días de muerte lenta. Estos son fragmentos de sus
relatos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
Las lonas tapaban el cementerio en el que se convirtió el edificio de Álvaro
Obregón 286: las losas encimadas unas sobre otras, como amargo pastel mil
hojas, el hueco al que no se le ve columna vertebral, cascarón o estructura; el
desfondamiento de los pisos y derrumbe de los techos donde quedaron atrapadas
casi 80 personas; la mayoría empleadas en un despacho contable.
Los primeros dos días, 28
personas saldrían con vida. En una alargada agonía que duró semanas fueron
rescatados 49 cadáveres. Ahora van saliendo también los testimonios.
NOS OCULTARON EL CUERPO DE MI HERMANA
Llamaron a mi papá a la carpa
de atención a víctimas de la policía federal, y Braulio, el psicólogo de la
procuraduría se acerca y dice: Ya tenemos identificada a tu hija Michelle y
comienza a prepararlo para que cuando vea el cuerpo no lo toque. Una señora de
Gendarmería tenía un papel con el nombre de ella anotado: Michelle Fernanda
Castillo Rayón Piso 4 posible piso 2 escaleras. Pasaron unos minutos, estábamos
esperando que nos dejaran verla, pero llega uno de Gendarmería y dice: No, no,
hombre. Te mandamos llamar porque queríamos saber cómo estaba usted, cómo había
amanecido. Mi papá se pone fuera de control, lo llevan con mi mamá. Yo insisto
que por qué nos llamaron. Entonces Javier (Pérez Arciniega, de Gendarmería) me
explica: Lo que pasa es que sí tenemos un cuerpo de una mujer pero no es tu
hermana, ella está totalmente desfigurada, es imposible reconocerla. Le digo
que si no está mutilada puedo reconocerla por los tatuajes que se hizo en la
muñeca, de un diamante y un signo de infinito, la palabra amore. Ellos dicen
que aunque el cuerpo tiene tatuajes y no está mutilada, no coincide, que la que
sacaron tiene entre 45 y 50 años, y mi hermana 23. Insisto, pero me dicen que
si no estaba identificada no podría verla. Y Javier me sigue diciendo cosas ilógicas:
Es una mujer grande que ni siquiera murió aquí, nos la trajo la Cruz Roja de
Polanco. Así queda. Todos negaban que era Michelle. Preguntamos muchas veces.
Eso ocurrió el viernes (22) a medio día. Nos la ocultaron hasta el lunes 25 a
las 11 de la noche cuando la encontramos en el Semefo. (Susana Castillo,
hermana de Michelle.)
¿CÓMO QUE NO HAY VIDA?
Entre el 19 y el 21 fue el
rescate de 28 personas con vida, después de esa fecha prácticamente se para,
estuvo llueve y llueve y llueve, se frena la operación, no sólo la búsqueda y
rescate, también la información, y creo que la veracidad. El 21 publican en la
Zona Cero una lista de personas que rescatistas han identificado adentro,
vivas, entre ellas Iván. Para nosotros era la alegría, jurábamos que el siguiente
de los 28 sería mi hermano.
La noche del 21 en la
madrugada caminaba para calentarme y no dormirme y pasando por la carpa de
médicos voluntarios escuché que la mujer que los comandaba dijo: Ya nos
notificaron que ahí adentro no hay vida, sólo cadáveres.
Fragmento del reportaje especial
publicado en Proceso 2136, ya en circulación
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL /MARCELA TURATI/ 7
OCTUBRE, 2017)
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