DON JULIO BERDEGUÉ
En su camino, don Julio se cruzó con
numerosos protagonistas del poder, con algunos compartió sus ideas, a otros los
enfrentó en silencio o con los medios como testigo, pero nunca dejó de pelear
por lo que creía correcto
Relaciones con el poderFoto: Noroeste
Quizás fue en el ámbito
público donde Julio Berdegué Aznar desplegó de manera más clara su
personalidad, ser su amigo o su rival implicaba siempre recibir su atención
directa, don Julio no se guardaba nada.
Famoso por su explosivo
carácter, era capaz de levantarle la voz lo mismo a uno de sus más humildes
empleados que a un Presidente de la República, y oportunidades tuvo muchas,
nunca eludió el enfrentamiento con nadie.
Dueño de un físico y una voz
que resaltaban donde se presentara, don Julio fue protagonista de
enfrentamientos memorables, era capaz de arrastrar los medios de comunicación a
sus disputas y enfrentarse públicamente alguien, eso sí, con su razón de por
medio.
No lo movía el dinero,
hablaba de millones de dólares como hablar de piedras que necesitaba para
construir uno de sus hoteles; lo movían sus proyectos, la estrategia necesaria
para seguir construyendo, peleaba sus propias guerras, siguiendo los
movimientos de las batallas históricas que leía por las noches.
Podía pelearse a muerte con
un enemigo de sus ideas y después retirase para reconstruir la amistad que lo
unía con su adversario.
El primer gran personaje que
don Julio conoció fue el Presidente Lázaro Cárdenas, a quien veía cada 14 de
abril, en los festejos de agradecimiento que los exiliados españoles le
rendían.
Unos años después y con la
juventud encima, don Julio fue hasta Michoacán y tocó la puerta del ex
Presidente, quien salió a recibirlo y le dedicó una hora de charla que don
Julio agradeció hasta el último día de su vida.
Incluso el agradecimiento de
don Julio con Lázaro Cárdenas sobrevivió al tiempo; años después, ya como
empresario, apoyó a Cuauhtemoc Cárdenas en sus aspiraciones políticas. Hoy, un
busto del legendario Tata Cárdenas se erige en un lugar destacado del
Fraccionamiento El Cid.
Años después, cuando
trabajaba en la Secretaría de Marina, en el departamento de Marina, acudía a
solicitar sus viáticos con un Oficial de Cuenta y Administración, se llamaba
Luis Echeverría, quien después se convertiría en Presidente de México.
“Con Echeverría íbamos a
pedir los vales para la gasolina y para hacer los viajes de estudio”, recordaba
don Julio.
En 1961, a su llegada
definitiva a Sinaloa y ya trabajando en Escuinapa, entra en contacto con
Gabriel Leyva Velásquez, entonces Gobernador del estado y enamorado de aquella
zona.
“Con él tuve muy buena
relación para los negocios y para la amistad”, aseguraba Berdegué.
Ahí en Escuinapa conoce a
otro de sus grandes amigos, Antonio Toledo Corro, una amistad que alimentará
toda su vida y uno de los pocos amigos que mantuvo hasta el fin.
“Con Toledo tuve mis
bronquillas, pero siempre por terceras personas, al final se acabaron y Toledo
y yo somos muy amigos… todos nuestros amigos se nos han muerto, quedamos él y
yo”, recordaba.
Conoció a Alfonso Calderón,
cuando apenas era dirigente de la CTM en Los Mochis y a Juan S. Millán en sus
tiempos de líder sindical.
Conforme iba en ascenso su
carrera como empresario pesquero y después como hotelero, mantuvo relación con
todos los gobernadores en turno.
“Siempre no muy de cerca, no
muy ligados con ellos, porque siempre era crítico, en la empresa hablaba y
decía cosas que no me parecían, siempre fui crítico de lo que no estaba de
acuerdo”.
Sus enfrentamientos con
políticos y empresarios fueron memorables, la mayoría se mantuvo fuera de los
reflectores, pero algunos llegaron a trascender a las páginas de los
periódicos.
Con el primer político que
mantuvo un enfrentamiento serio fue con Leopoldo Sánchez Celis, por el deseo
del entonces Gobernador de aglutinar las cooperativas por zonas, lo que desató
las críticas de don Julio, que lo acusaba de no conocer el negocio de la pesca.
Al final, el punto de vista
de don Julio se mantuvo y, a pesar del crudo enfrentamiento, al final de su
mandato Sánchez Celis acudía a El Cid a sostener largas partidas de dominó con
su propietario.
Ese rasgo del empresario
mazatleco lo mantendría toda la vida, no tenía empachos para enfrentarse con
nadie, pero siempre hacía un esfuerzo por mantener los lazos de amistad, si los
había.
Francisco Labastida le causó
uno de sus grandes enojos, al invitar a Sidek y cederle los terrenos donde hoy
se construye la Marina Mazatlán, y donde don Julio pensaba extender el complejo
de El Cid hasta llegar a Cerritos.
“Entonces (Pronatur) le pasa
los terrenos a Labastida, y bueno Labastida me da la gran sorpresa, diciendo,
dizque amigo, se trae a Sidek”, aseguró don Julio.
Pasado el coraje y analizando
el problema a la distancia, don Julio reconocía los argumentos de Labastida y
explica las razones que le dio el político para no venderle a él los terrenos.
“Tú no tienes dinero, me
dijo, hace 20 años que estás ahí para hacer un campo de golf para dragar un
pedazo de la marina y estos cabrones tiene toda la lana del mundo, lo que tú
tardarías 20 años ellos lo van a hacer en dos”, explicó.
Utilizando su capacidad para
ver el futuro, don Julio aseguraba haber profetizado el fracaso del Grupo Sidek
en Mazatlán.
“Mira, se van a terminar tus
seis años de gobierno, ahorita vas empezando, y te vas a ir y se va a ir Sidek
y yo aquí voy a seguir, se las canté tal como pasó”.
A pesar del enfrentamiento,
don Julio recibió el pésame de Labastida cuando murió su padre y después hizo
un gran esfuerzo hasta reparar la relación con el político.
Su enfrentamiento más
conocido, debido a que trascendió a los medios, fue con Alejandro Higuera,
durante su primera administración, quien lo acusó de utilizar agua de la red de
drenaje pública sin pagarla.
Ya sin ánimos de pelear con
Higuera, don Julio acusaba al entonces gerente de Jumapam, Carlos Felton, de
decirle al Alcalde que él se robaba el agua para su Hotel Granada, con una
tubería oculta que llegaba al Fraccionamiento El Dorado.
La acusación pública de
Higuera provocó que don Julio llevara a los medios hasta sus terrenos, donde
mandó excavar para demostrar que los tubos estaban sellados.
Don Julio presentó una
demanda por difamación contra Higuera lo que provocó la intervención de Juan S.
Millán, quien les pidió que terminaran con el enfrentamiento.
“De acuerdo, pero que me pida
una disculpa porque a mí me llamó ladrón y yo no soy ningún ladrón”, respondió
don Julio.
En una reunión en el puerto,
a donde acudió Millán como “juez de paz”, don Julio aseguró que, después de
mucho discutir, Higuera le ofreció disculpas, terminando así con uno de los
pleitos más sonados entre los mazatlecos, aunque la polémica por el agua siguió
hasta su muerte.
De Jorge Rodríguez Pasos, el
candidato del PT cuya llegada a la Alcaldía de Mazatlán mucha gente atribuye a
don Julio, el empresario asegura que sí lo ayudo, pero en una forma mucho menos
significativa de lo que se cree.
Aseguraba que lo conoció por
medio de Dino Durán, quien lo invitó a una de los mítines de Pasos.
“Fui a la parte de atrás (del
mitin) y me asusté, me asombré del jalón que tenía este amigo, haz de cuenta un
santón, le llevaban niños para que los tocara. ¿Qué es esto?, dije”.
Con la certeza de que Pasos
iba a ganar, lo recibió en su oficina donde lo apoyó con un programa de
despensas, pero don Julio aseguraba que nunca le dio dinero ni apoyos de otra
índole.
De la administración
municipal de Ricardo González tampoco tenía buenos recuerdos, porque don Julio
aseguraba que lo atacaba sin la valentía de Higuera, y que se negó a renovarle
el contrato que permitía que El Cid utilizara las aguas negras del
Ayuntamiento.
“Fatal me fue con él, mucho
peor que con Higuera, porque Higuera era de frente, echaba carazos y lo decía,
y me ponía pinto en los periódicos, el otro era jesuitón, él fue el que nos
quiso cerrar el campo de golf”.
Al final, la negativa del
Ayuntamiento lo obligó a utilizar las propias aguas negras de los hoteles y el
fraccionamiento y tratarlas, lo que don Julio agradecía a Ricardo González.
En el segundo mandato de
Alejandro Higuera, don Julio aseguraba que ya no tenían problemas porque
hicieron las paces desde el inicio de su administración.
Con Andrés Manuel López
Obrador cenó en una visita del candidato a Mazatlán, lo apoyó sin darle dinero,
pero se quejaba don Julio de la desorganización de los lopezobradoristas para
llevarlo al poder.
A Fidel Castro nunca lo
conoció, otro de los mitos que se deshacen en el tiempo. don Julio conoció a
Ramón Castro, hermano del Presidente cubano, en una visita de empresarios a
Cuba.
Ahí les recomendaron que no
fueran a señalar que Ramón se parecía mucho a Fidel porque eso le molestaba
mucho a Ramón por ser hermano mayor del Comandante.
“Que barbaridad, le dije, qué
asombrado me deja usted, le dije. Cómo se parece Fidel a usted. ‘Ja, ja, ja,
este es un listo, ya le habían dicho’, se reía él, le caí muy bien, me sentó
por un lado”, se carcajeaba don Julio.
Con empresarios mazatlecos de
su altura mantenía una gran relación: con Francisco Madero, a quien lo
consideraba un gran amigo, junto con Leovi Carranza, pero a empresarios como
Ernesto CopPel lo separaba el estilo de ser y de trabajar y mantuvo algunas diferencias
con él.
Recordaba con gran admiración
a Manuel Clouthier, con quien lo unía una gran amistad y un gran parecido
físico, incluso don Julio aseguraba que en la calle la gente le llegó a gritar:
“Adelante, Maquío, sigue adelante”.
Don Julio siempre buscó
amigos y adversarios a su medida, los enfrentaba y los quería, discutía de
frente y con toda la pasión del que cree en sus convicciones, y sólo se quejaba
de que el tiempo se estaba llevando a sus amigos y decía que tarde o temprano
incluso se lo llevaría a él.
ASÍ TE LO CONTAMOS HACE 10 AÑOS
(NOROESTE/ Ariel Noriega/ 21/04/2017 |
04:00 AM)
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