Foto: María José Martínez/ Cuartoscuro
Ernesto Villanueva
En plena semana santa, el
Servicio de Administración Tributaria (SAT) dio a conocer una noticia que, a
primera vista, se escucha bien e incluso, en otro país y en otras
circunstancias, sería plausible. De acuerdo a la agencia Notimex, el SAT
“inició un programa piloto para aplicar el nuevo modelo de atención a pasajeros
en la terminal 2 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de
México (AICM)”, que elimina los semáforos fiscales, tiene nuevas medidas de
control y revisión imperceptibles.” Este primer párrafo es mentir con la
verdad. En efecto, “nuevas medidas de control y revisión imperceptibles” serían
bienvenidas en los países nórdicos, pero en México resultan un gran salto al
pasado, en virtud de que:
1.- La puesta en marcha de
los semáforos fiscales fue una medida adoptada en los 90’s para minimizar la
discrecionalidad y extorsión por parte de los agentes del equivalente al SAT
(Actualización: no los agentes aduanales que son profesionales independientes
del gobierno y a quien erróneamente los señalé como sinónimos de los servidores
públicos del SAT en mi texto original, por ello ofrezco disculpas a ese gremio
por la confusión que los agravia- con razón agrego yo- “por dañar su imagen” al
asociarlos al SAT, según me hizo saber Gefu Giovanni Ambrosi Gutiérrez,
director de comunicación de la Confederación de Asociaciones de Agentes
Aduanales de la República Mexicana. Trato de no incurrir en errores, de forma o
de fondo, pero si lo hago cumplo con la obligación de reconocer y corregir,
como es el caso).
2.- “Medidas imperceptibles”
son medidas en lo oscuro, en la opacidad, donde todo puede pasar en perjuicio
de los mexicanos. Tengo la seguridad – como estoy seguro la tiene la mayoría de
la población- que la opacidad genera incentivos para la corrupción y la
impunidad. ¿Se imagina lo que se espera estar a la buena voluntad de agentes
del SAT y de la Policía Federal que van a decidir quién sí y quién no lleva en
su equipaje documentado en una línea aérea productos ilegales? Y de nada o muy
poco servirá, como se ha demostrado en el caso de la joven Angélica López que
paraboliza lo que aquí afirmo, mostrar pruebas de inocencia. Quien ha viajado a
Colombia- como es mi caso- sabrá que hay varios filtros de revisión en los
aeropuertos colombianos, razón por la cual es poco menos que imposible
evadirlos.
El segundo párrafo del
comunicado del SAT es escalofriante: “En coordinación con la Policía Federal,
el equipaje se revisa con equipos móviles de rayos x, sin abrirlo, durante el
traslado del avión a las bandas donde lo recogen los pasajeros internacionales,
mientras éstos descienden y hacen sus trámites migratorios…” haciendo saber a
la autoridad sólo si trae objetos adicionales a su equipaje personal. Veamos.
1.- El uso de la tecnología
es una herramienta para optimizar las labores de revisión. Pero – y este, pero
es importantísimo- esa tecnología es manipulada por personas venales. No hay
encuesta alguna que arroje confianza pública en policías y similares. Y esa
percepción está cimentada en múltiples y reiterados hechos.
2.- En el mejor de los casos,
como se ha planteado esa medida, habrá un regreso más temprano al pasado del
que salimos en los años 9O. Lo que propone el SAT es abrir de par en par la
puerta de la nequicia a flor de piel, frente a un ciudadano indefenso donde su
palabra no vale nada frente a la declaración de la dupla SAT-Policía Federal.
La siembra de drogas o productos ilícitos con la sola palabra de estos
conspicuos personajes, en especial a detractores políticos para destruir prestigios
y construir casos sin seguir las reglas del debido proceso.
3.- Se violenta el derecho a
saber del pasajero al decirle que sólo si trae alguna mercancía adicional a su
equipaje debe declarar. No dice, en cambio, que la autoridad fiscal con la
policía federal puede revisar cuando decidan cualquier equipaje. Se trata en un
sofisma disfrazado de información veraz.
En todo caso, si se insiste
en esta razón de la sinrazón, deberían, al menos, ponerse en práctica tres
medidas: a) Que el pasajero que así lo decida vea cómo se revisa su propio
equipaje, acompañado de un representante de las principales ONG de Derechos
Humanos; b) Que el personal asignado sea sometido a rigurosos exámenes de
control de confianza por expertos independientes y con supervisión de la
American Polygraph Association o de la DEA para la revisión metodológica; y c)
Que se designe a un ombudsman independiente cuya oficina supervise la revisión
del SAT y de la Policía Federal para minimizar el uso político, el ejercicio de
la extorsión o, peor aún, el cuidado y atención del equipaje con droga
previamente negociado para que ingrese al país por la puerta grande.
Lo único que no se debe
permitir es quedarse cruzado de brazos con la implementación de este programa
“piloto” hasta que el niño se ahogue en el pozo. De nueva cuenta, Enrique Peña
Nieto sigue encontrando problemas a cada solución.
(ARISTEGUI NOTICIAS/ AN NOTICIAS/ abril
18, 2017 7:22 am)
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