FOTO: Cortesía César Angulo D
El paisaje es impresionante,
de un lado están los humedales de Bahía Adair, del lado contrario los bancos de
arena y metros al sur, la parte más alta del Golfo de California.
De hecho la zona se encuentra
entre dos áreas protegidas, El Cerro del Pinacate y la Reserva de la Biosfera
en el Alto Golfo y hasta hace diez años que se inauguró la carretera costera
que une al Golfo de Santa Clara con Puerto Peñasco era una zona completamente
virgen.
Pero ahora los integrantes
del Ejido Vicente Guerrero –que han cuidado y preservado la zona desde hace 30
años- enfrentan un grave peligro pues la delegación de la Secretaria de Medio
Ambiente y Recursos Naturales de Sonora recién emitió un Manifiesto de Impacto
Ambiental que permite la explotación de una salina que se encuentra en medio de
este paraíso y que tenía décadas sin operar.
Además se trata de un espacio
considerada como tierra sagrada por los integrantes de la etnia indígena Tohoro
O¨odham –en Arizona y Sonora-quienes no están dispuestos a que les “invadan”
esos terrenos que han recorrido sus ancestros y que son parte de su legado
cultural.
Integrantes del Ejido Vicente
Guerrero, han cuidado y preservado la zona desde hace 30 años.
“Están violentando las áreas
rurales, aquí es donde se hace la caminata de la sal, es algo muy grosero para
el Consejo Supremo ya que están violentando los usos y costumbres”, expone
Manuel Eribes Rodríguez, quien es uno de los líderes locales de la etnia Tohono
O”odham –“gente del desierto”, significa el nombre-, son de origen Pápago con
cerca de 1 mil 500 integrantes en Sonora y más de 15 mil en Arizona.
Explica que “La ruta de la
sal” es una costumbre que viene desde sus ancestros quienes recorrían la zona
como parte de sus costumbres en lo que llamaban Caminata de la Sal, una
actividad sagrada para los integrantes de la etnia.
“Esta parte que se ha sido
violentada es donde se hacen las reuniones y las ceremonias. Nos sentimos
ofendidos”, expone Eribes Rodríguez quien asegura que si alguien viene a querer
destrozar las áreas culturales donde se realizan las ceremonias no lo
permitirán.
Toda esta zona es parte del
Ejido Vicente Guerrero –ubicado entre Peñasco y El Golfo- fue constituido por
Resolución Presidencial en 1986 dotando de a 34 ejidatarios de 126 mil
hectáreas de los cuales son 11 kilómetros de playa en la parte sur y 11
kilómetros de Línea Internacional.
La mayoría de los terrenos
son –en términos agrícolas, de mala calidad- pero se ubican entre las dos
reservas, la del Alto Golfo y la del Pinacate.
En la zona aledaña se ubica
la Bahía de Adair que es parte de los humedales clasificados como Ramsar que son
parte de un Convenio Internacional relacionados con humedales que mundialmente
han sido catalogados de suma importancia y que están bajo protección.
De acuerdo a datos oficiales
en nuestro país existen 142 sitios Ramsar, este de Sonora es uno de ellos.
Pero toda esta belleza
natural y cultural está en peligro.
En medio de toda esta zona hay una salina
natural conocida como La Borrascosa y que abarca cerca de 66 hectáreas.
Esa salina fue explotada hace
más de 30 años, pero de pronto fue abandonada e incluso dejaron ahí desechos de
herramientas, aceites y equipo que sumaron cerca de 400 toneladas de chatarra
la cual fue limpiada por los ejidatarios.
“Ahora que ya está construida
la carretera llegaron los buitres, como ave rapaz”, expone José Luis Bolaños,
uno delos ejidatarios fundadores del ejido en alusión a un grupo de Hermosillo
que encabeza el abogado Jesús Pedro Villagrán Ochoa quien apareció con una
concesión que data desde 1985 para explotar la salina.
Bolaños muestra el Manifiesto
de Impacto Ambiental fechado el 9 de enero de este año donde la delegación de
Semarnat en Sonora autoriza la explotación de ese terreno.
Esto en contrario a lo
emitido por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) quienes
se manifestaron en contra de la explotación de la salina.
“Ahora resulta que hay dueños
pero de la pura concesión, los terrenos son nacionales, aunque ellos dicen que
también son dueños de los terrenos”, expone.
Y es que la salina se
encuentra completamente rodeada de tierras ejidales y recientemente el 1 de
abril los presuntos concesionarios empezaron a llevar maquinaria para
implementar un acceso cruzando las tierras de los ejidatarios y sin permiso de
estos.
“Ramsar es un acuerdo
internacional que firmo México y está obligado a respetarla, a cumplirla.
Conanp es la dependencia encargada de vigilar estos sitios y emitió un dictamen
en contra del proyecto, aun así Semarnat emitió un resolutivo favorable.
“La función de esos sitios es
que permiten la vegetación, es una zona muy desértica y el agua que aflora de
los pozos sostiene todo un sistema de vegetación”, considera uno de los
ecologistas que apoyan a los ejidatarios en relación a plantas nativas como
mezquite y álamo.
Por lo pronto tanto
ejidatarios como integrantes de la etnia de origen Pápago preparan acciones
binacionales contra la operación de la salina, ya han programado reuniones ahí
en el sitio para coordinar acciones y evitar la operación de esa empresa
explotadora de sal.
(SEMANARIO ZETA/ Destacados / Sergio
Haro Cordero /Domingo, 23 Abril, 2017 05:34 PM)
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