Don Julio Berdegué creció junto con la
Guerra Civil de España, cruzó los Pirineos franceses con apenas 8 años,
sobrevivió a un campo de refugiados, llegó a América en la bodega de un barco y
a Mazatlán en tiempos de Carnaval, vivió la historia y en su camino ayudó a
construirla
De Madrid a Mazatlán Foto: Noroeste
Marcado por el sino de los
grandes personajes, Julio Berdegué Aznar nació en Madrid en una fecha
histórica: el 14 de abril 1931, el mismo día y en la misma ciudad donde se
proclamaba la Segunda República de España.
Hijo de un médico fiel a la
República, la primera infancia del pequeño Julio Berdegué ocurrió en un
ambiente de guerra, incluso Don Julio, siempre lleno de anécdotas, aseguraba
que su padre lo conoció ya con tres días de nacido debido a sus actividades de
apoyo al movimiento republicano.
Destinado al frente de
Barcelona, su padre era responsable del traslado de heridos, por eso Masnou, un
pequeño pueblo cercano a Barcelona, es el primer destino de Don Julio con
apenas 5 años, en el largo camino que inició prácticamente desde recién nacido,
para terminar muchos años después frente a las playas de Mazatlán.
En 1939, después de la caída
de Barcelona, frente al empuje de los ejércitos de Franco, Don Julio, junto a
su hermana Mercedes y su madre, es sacado de España por su padre, a través de
la famosa ruta de los Pirineos, por donde salieron miles de españoles al
exilio.
Con 8 años de edad Don Julio
llegó a Francia, por Perpignan, para ser recluido en un campo de refugiados,
donde los franceses separaban a los hombres y a las mujeres.
Es de ahí de donde Don Julio
tenía sus primeros recuerdos, las alambradas y los primeros negros venidos de
las colonias francesas se quedaron grabados para siempre en su memoria.
Siempre activo, el padre de
Don Julio consigue comunicarse a Paris con la familia Oteiza, quienes los
rescatan del campo de refugiados, garantizando a las autoridades francesas la
protección de la familia Berdegué.
Una vez en Paris, la familia
Berdegué se enteró de que México mantenía sus puertas abiertas a los exiliados
españoles, es de esas fechas donde nace el primer mito sobre la vida de Don
Julio que asegura que Don Julio llegó México como parte de los “Niños de
Morelia”, un grupo de huérfanos españoles recibidos por el Lázaro Cárdenas en
1937.
En realidad Don Julio navegó
a México en la bodega del barco Flandre, el nombre de su padres aparece en una
lista de exiliados que llegaron a México el 21 de abril de 1939, aunque Don
Julio siempre ubicó la fecha entre 1940 y 1941.
Del viaje de Francia a
México, Don Julio también tenía sus anécdotas y contaba que en el camino el
barco hizo una escala en Cuba, donde su papá tenía familiares.
Ya en La Habana, su padre,
que también se llamaba Julio, buscó a los parientes para solicitar su ayuda,
pero siendo estos seguidores de Franco se negaron a ayudar al médico
republicano, lo que impidió que Don Julio se quedara para siempre en Cuba.
La familia de Don Julio
desembarcó en Veracruz como parte de los 22 mil exiliados españoles que recibió
México entre 1937 y los primeros años de la década de los 40, ahí permanecieron
unos días y después partieron para la capital mexicana.
En la Ciudad de México los
recibió el Fondo de Ayuda para los Refugiados Españoles, y le permitió al padre
de Don Julio encontrar un empleo, siempre gracias a su profesión de médico y a
su inagotable búsqueda por mejorar la situación de su familia.
Don Julio tenía un gran
espacio en sus recuerdos para su padre, siempre se refería a él como un hombre
exitoso y trabajador, y capaz de transformar los peores momentos económicos y
políticos en buenas épocas para la familia.
El joven Julio tuvo acceso a
una buena educación, su padre lo inscribió en el Colegio Español, después
estudió en la Academia Hispano Americana y a los 23 años se graduó como biólogo
del Instituto Politécnico Nacional.
Eran los primeros años de la
década de los 50, Julio Berdegué apenas superaba los 20 años, jugaba futbol
americano y asistía a las fiestas de la comunidad española, la mayoría de sus
maestros eran españoles exiliados y Mazatlán ni siquiera existía en su
horizonte.
Después de recibirse consigue
una beca para realizar una tesis sobre “Los peces de importancia comercial en
el Pacífico”, eso lo va a llevar a recorrer las costas del noroeste del país,
desde Sonora a la Península de Baja California, pasando por Sinaloa, y en ese
viaje llega al puerto de Mazatlán.
Fiel a su destino, Don Julio
llegó al puerto en una fecha importante, era tiempo de Carnaval.
Alegre, bailador y con una
gran capacidad para hacer amigos que mantenía para siempre, Don Julio se
encontró sumergido en el barullo del Hotel Belmar, aunque asegura que en ese
primer viaje al puerto nunca pensó que el destino lo esperaba ahí.
De regreso en la Ciudad de
México recibe una beca de los estadounidenses y se traslada a la Universidad de
California, donde cursa una maestría de 1954 a 1956.
Ya de novio con Dolores
Sacristán, también de origen español, Don Julio decide proponerle matrimonio a
la mujer que lo acompañaría el resto de su vida.
En 1958, la familia Berdegué
Sacristán emprende el viaje hacia San Diego, EU, donde Don Julio trabajó como
biólogo pesquero en la Comisión Internacional del Atún.
Luego de un año de trabajo en
San Diego y otro en Panamá, le ofrecen un trabajo en Roma que implicaba viajes
a África, pero ante el inminente nacimiento del primero de sus cuatro hijos,
decide regresar a México donde acepta un trabajo en Escuinapa, trasladando a su
esposa y a su primer hijo a vivir en Mazatlán.
Un departamento en la calle
Jabonería fue el primer destino mazatleco de la familia Berdegué Sacristán,
mientras Don Julio se trasladaba a Escuinapa a trabajar en las empacadoras
manejadas por Empresas Pesqueras de Sociedad Mexicana de Crédito Industrial.
La enfermedad del gerente
obliga a la empresa a pedirle a Don Julio que deje su puesto de biólogo, para
que se encargue de la gerencia de la
empacadora de Escuiapa.
En esos años, principios de
los 60, la empacadora de Escuinapa era una de las más importantes de Sinaloa,
explotaba la lisa, el camarón, la almeja y el ostión.
Don Julio culpaba a la suerte
o argumentaba que la naturaleza había sido buena con él, pero durante su
gerencia la empacadora consiguió capturas récord de camarón.
Además, el gerente que lo iba
a sustituir nunca llegó, así que se quedó como gerente de Escuinapa durante más
de dos años.
En ese tiempo, el gerente
general de las empacadoras que tenían presencia desde Topolobampo a Escuinapa
murió en un accidente automovilístico.
La muerte del director
general obliga a la empresa a llamar a Don Julio, un joven de apenas 29 años, a
convertirse en director de sus empacadoras en Sinaloa, un puesto que le va a
permitir al futuro empresario de la pesca y la hotelería conocer el mercado y
conocer a la mayoría de los líderes pescadores de la época.
En un viaje a la empacadora
de Topolobampo, Don Julio otorga el puesto de contador a un jovencito de 17
años, cuya única característica era ser “muy trabajador”, según los
trabajadores de la empresa, aquel jovencito se llamaba Leovi Carranza.
Años después, con su familia
en Los Mochis y Leovi ya encargado de la gerencia de Topolobampo, Don Julio
dirige las empacadoras que incluían una empacadora en López Mateos, antes
Matancitas, un rincón de Baja California Sur, cuyo pueblo ayudaría a construir
la empresa.
En todos los sitios a los que
llegó Don Julio, lo siguió siempre su gusto por emprender nuevas ideas, en
Escuinapa inició la siembra de ostión, en Topo renovó la flota, en López Mateos
pescaba mojarras y las enviaba a vender a la Ciudad de México.
Cuando SOMEX, dueño de las
empacadoras, es absorbido por el Gobierno Federal, Don Julio deja las
empacadoras, junto con Leovi, y se instala en Mazatlán definitivamente.
En su futuro cercano estaba
la pesca, los terrenos donde se erigirían los hoteles del Mazatlán moderno eran
páramos, lejos de los sueños de un hombre destinado a transformar el puerto.
ASÍ TE LO CONTAMOS HACE 10 AÑOS
(NOROESTE/ Ariel Noriega/ 21/04/2017 |
04:00 AM)
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