Primero el Gobierno de
Enrique Peña Nieto los ignoró. Después Aurelio Nuño, el Secretario de Educación
Pública, amenazó con despedirlos. Orondo, confirmó: Tenía ya listos a quienes
los suplirían. Posteriormente los atacaron a
balazos, y más tarde, Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Gobernación,
los volvió a amedrentar, “El tiempo se ha agotado”, dijo en referencia a la
falta de acuerdos en un diálogo inútil que ha sostenido con profesores que
utilizando su fuerza social han detenido el desarrollo de la educación, el
comercio y la política en por lo menos cuatro estados de la República Mexicana
de manera permanente, y en otros tantos con manifestaciones focalizadas.
De la ecuación política de
negociadores gubernamentales, el Presidente Enrique Peña Nieto, el Secretario
Aurelio Nuño, el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, han salido ante la presión
de los maestros que luego de los disturbios de Nochixtlán que terminaron a
balazos, ahora cuentan también con apoyos nacionales e internacionales. La sinrazón de un gobierno
para callar con balas lo que no puede arreglar con palabras, es lo que los
mexicanos estamos viendo.
Así, después de errores
tácticos del gobierno peñista, al no consensuar una reforma, al pretender
prescindir de sindicalizados, al atacar físicamente y después amenazar, le ha
abonado a las prácticas de un conflicto magisterial que afecta al resto de la
sociedad, amén de a los educandos.
Por el momento, y hasta nueva
estrategia, el conflicto de los profesores agremiados a la CNTE, lo trae solito
para su operación, Osorio Chong.
De suyo el Secretario de
Gobernación se juega el futuro político en esta reyerta magisterial que se ha
salido de proporción.
Si los desaparecidos de
Ayotzinapa acabaron con Jesús Murillo Karam, y la fuga de Joaquín Guzmán Loera
con Montealejandro Rubido, los maestros de la CNTE está aminorando la
influencia y el poderío político de Aurelio Nuño y Miguel Osorio.
El pacifista más notorio y
grande que la humanidad ha conocido, Mahatma Gandhi, lo dijo con las palabras
precisas:
“Primero te ignoran, después
se ríen de ti, después te atacan, y tú ganas”.
La fórmula la ha seguido a la
perfección el Gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando se trata de los profesores
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Lo que ha logrado que,
efectivamente, se perciba que los maestros van ganando. Pues no sólo han
elegido a sus interlocutores, también mantienen las manifestaciones y están
orillando al Gobierno a negociar lo que era innegociable, la Reforma Educativa,
o por lo menos los reglamentos de la misma que sí se pueden llegar a modificar.
Chiapas y Oaxaca, dos estados
de suyo marginados a pesar de la riqueza natural, son los que han sido
mayormente tomados por los maestros que se niegan a ser evaluados, que no
quieren regulación sobre su labor, que desean seguir cobrando un cheque a pesar
de las clases no impartidas, de las comisiones no cumplidas, y exigen
reinstalaciones laborales sin cortapisas.
Los bloqueos y las movilizaciones
que desde esos Estados y hasta la Ciudad de México han llevado a cabo, han
inhibido el desarrollo económico, y por supuesto afectado la impartición de
educación.
Del cierre de escuelas en el
sureste del País se ha migrado al cierre de escuelas en el centro del País. No
hay razón. Ni los maestros pueden tener de rehenes a estudiantes, comercios,
plazas, calles y avenidas, ni el Gobierno puede convertir la fuerza pública en
fuerza bruta para atacar a quienes se manifiestan frente a algo que consideran
injusto.
En una democracia como la
nuestra, el diálogo y el acuerdo deberían imperar.
Especialmente cuando el Poder
Legislativo le falla a los mexicanos, al aprobar reformas y leyes que no están
debidamente consensuadas, consultadas con la sociedad civil, y que, como es el
caso, traen consecuencias que pesan en términos sociales, y se cuentan las
pérdidas en pesos y centavos.
El conflicto magisterial
azuzado por los negociadores de Peña afecta los sectores turísticos, de
productos, bienes y servicios, negocios que mantienen una sociedad y se han
visto limitados o definitivamente obligados al cierre de sus actividades ante
las manifestaciones violentas y la toma de territorios por parte de
contingentes de maestros que actúan con plena impunidad en detrimento de la
sociedad organizada.
Es evidente que los
profesores tienen una estrategia de movilizaciones, que el Gobierno Federal no
ha sabido contener, terminando ello en mayores afectaciones sociales. Las
negociaciones tampoco han ido a buen puerto.
Tanto Osorio como maestros
han puesto y no de su parte, mientras los maestros quieren la salida de las
fuerzas federales de Oaxaca, salida de Aurelio Nuño como interlocutor, entrega
de cheques, suspensión de procedimientos contra maestros faltantes, entre otros
anteriores que incluían en el extremo la abrogación de la Reforma Educativa, el
Gobierno Federal, le apuesta al alto a las manifestaciones, los bloqueos de
vías de comunicación y la liberación de espacios públicos y privados para el
desarrollo, pero no se ponen de acuerdo.
A más de 50 días del inicio
del paro de labores por parte de la CNTE y más de 15 de los hechos en
Nochixtlán, parece no haber una negociación que impida pensar en un inminente
estallido social, especialmente ante las provocaciones de los manifestantes, y
las amenazas del secretario de Gobernación, que ciertamente, a cinco días de
emitido el ultimátum de Osorio, la prudencia oficial ha imperado.
Lo que no vemos los
ciudadanos, es un diálogo razonado en ninguna de las partes. Los maestros
quieren cumplimiento en todas sus peticiones, signifiquen las mismas incumplir
leyes y reglamentos, mientras el gobierno busca la liberación de los espacios,
en cuyo caso el último recurso es la fuerza pública.
En medio del conflicto
provocado por legisladores que aprueban leyes sin tomar en cuenta a la
sociedad, un gobierno que ignora las manifestaciones hasta dejar crecer los
problemas, y un gremio acostumbrado a negociar con el clientelismo político que
involucionó a la manifestación violenta, estamos los mexicanos.
Rehenes de un conflicto
magisterial-gubernamental que nos afecta de cerca en el desarrollo educativo,
económico y social de este país cada mes más golpeado por la inercia, la
corrupción y el distanciamiento de una autoridad que agrede y luego se evade.
(SEMANARIO ZETA/ Adela Navarro
Bello/ Miércoles, 6 julio, 2016 02:18
PM)
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