En la zona mixteca de Oaxaca
el corazón siempre se quiebra. Hablar de que las 54 comunidades de la región
viven en pobreza alimentaria y que el 56 por ciento de sus 261 mil habitantes
sobreviven en condiciones precarias, no explica lo que pasa ahí. La imagen que
rompe la abstracción es cuando las madres, sin nada que dar a sus hijos, les
empapan los labios con mezcal para que tengan la sensación del alimento. La
desesperanza es compañera permanente de viaje de los mixtecos, pero no la
resignación. Sobrevivieron la conquista y lo que vino después. Como hoy, donde
dos mil personas en Nochixtlán, la puerta de entrada a la región mixteca,
derrotó a la Policía Federal, y humilló al Estado mexicano el 19 de junio a un
costo de nueve muertos y más de 100 heridos -varios de ellos graves aún-, entre
los que se cuentan niños.
La comunidad de Nochixtlán
reaccionó ese día a lo que creían era una agresión. Se le ha enmarcado en una
protesta de apoyo a los maestros de la Sección 22, que escalaban en ese momento
su protesta y bloqueos carreteros contra la Reforma Educativa, pero es
reduccionista. Ese domingo de tragedia era día de plaza. El mercado regional
-es una zona de artesanos- estaba instalado y habían llegado comerciantes y
compradores de diferentes regiones. En los cuatro días previos habían notado
movimientos extraños y cómo patrullas de la Policía Federal habían realizado
operativos de vigilancia que sentían como hostigamiento.
El 19 de junio, hacia las ocho
de la mañana, comenzó el desalojo del bloqueo en la carretera. La Policía
Federal, de acuerdo con personas que reconstruyeron el operativo, actuó sobre
cuatro frentes en simultáneo y se enfrascaron en tiroteos. Extraoficialmente se
sabe que los peritajes de balística muestran que no se utilizaron armas de uso
reglamentario de la Federal, aunque se ha documentado en el pasado que en este
tipo de acciones también llegan a usar armas que no son de cargo. Las balas
tampoco parecen pertenecer a las armas más básicas de los comuneros, que tienen
pues muchos de ellos en esa región viven en medio de conflictos por la tierra.
Qué sucedió, aún no lo sabe nadie con certeza.
Pero los conocedores de la
zona no entienden por qué la Policía Federal realizó un operativo tan fallido,
pese a tener la colaboración de funcionarios del Gobierno de Oaxaca que tienen
amplio conocimiento de la zona mixteca. El método para planear los operativos siempre incluye la
participación directa de las autoridades estatales y locales. En el caso del
operativo en Nochixtlán, según personas que conocen el procedimiento,
participaron el Secretario General de Gobierno de Oaxaca, Carlos Santiago
Carrasco, y el secretario de Seguridad Pública del estado, Jorge Alberto Ruiz
Martínez, quienes debieron haber aportado la experiencia sobre la región
mixteca y las recomendaciones para ver qué tipo de acción se podía llevar a
cabo con el mínimo de daños posible.
Los nombres de los
funcionarios oaxaqueños son importantes. Santiago Carrasco fue subsecretario de
Gobierno durante el Gobierno de Ulises Ruiz, antecesor de la administración de
Gabino Cué, y que manejaba los grupos de choque que se enfrentaban a la Sección
22 del magisterio. Ruiz Martínez es primo hermano del ex Gobernador Ruiz, quien
forjó una alianza política-electoral con Cué para evitar que el candidato del
PRI, Alejandro Murat, ganara la Gubernatura. No pudieron evitar el triunfo de
quien es hijo del ex Gobernador, José Murat, enfrentado con Ruiz -abierta y
violentamente- y con Cué. La pelea es descarnada. Murat, a través de Alejandro
Avilés, líder priista en el Congreso local y que coordinó la reciente campaña
de Murat, bloqueó el aumento de presupuesto para el Ejecutivo. ¿Es Nochixtlán
la respuesta al enfrentamiento entre esos dos grupos? A decir de los resultados
del operativo, la sospecha tiene bases, aunque no deja de ser inquietante, si
ese fuera el caso, por el incendio que estalló en el estado.
No es lo único extraño por
debajo de la epidermis del conflicto que se ve. Cinco días después del
enfrentamiento, un taxista entregó un paquete en el Palacio Municipal de San
Juan Mixtepec, para el Alcalde Adolfo Gómez Hernández, quien al abrirlo en
forma desordenada, le explotó y le lesionó una mano. Su falta de pericia en la
apertura de paquetes pudo haberle salvado la vida, pero lo extraordinario no
fue eso, sino que nunca antes se había atentado contra nadie en la zona mixteca
con ese método.
San Juan Mixtepec, que se
encuentra en la zona de la Sierra Sur de Oaxaca, es el nodo de la conflictividad
agraria, de acuerdo a los conocedores de la problemática, y lleva cuatro años
en una disputa sangrienta por tierra con Santo Domingo Yosoñama, que es
controlada por Luis Santiago Ramírez, líder de Antorcha Campesina. ¿Por qué la
pinza en la región mixteca? ¿Por las condiciones objetivas para la
inconformidad por la pobreza y la marginación? Los mixtecos son quienes se han
enfrentado con las fuerzas federales, y este fin de semana se añadieron otros
pobladores de la región, los triquis, con bloqueos carreteros.
Ya no son maestros los que se
están rebelando. Son los pobres, caldo de cultivo para cualquiera. ¿Hay alguien
que juega con la vida en Oaxaca con fines particulares? No está claro aún, pero
la ingobernabilidad y el vacío de poder en el estado es alarmante.
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE
PERSONAL/ Raymundo Riva Palacio/ 05/07/2016 | 04:00 AM)
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