* Más de 800 mil “rescatadores”, más de
400 mil muertos
* Indiferencia, irresponsabilidad y
burocratismo, las causas Mayo de 2016
En agosto de 2005, el calor ucraniano es casi tropical.
De tanto caminar pueden
perderse muchos kilos. Ukraine o Ucrania fue o es para algunos un país “paria”;
una enfermera puede ganar 60 dólares al mes y un pediaro, cien.
“Paria” se dice porque por
dinero, la gente hace cosas buenas y malas. Los ucranianos son una raza muy
bonita, las mujeres -quizás- las más bellas del mundo, y en cantidades.
Por eso uno de los
negocios mafiosos es la explotación y
esclavitud de niñas, jóvenes y adultos para la prostitución de ambos sexos.
Ucrania es un pueblo
sufriente. Stalin y los bolcheviques arrasaron con templos y católicos; judíos,
musulmanes ortodoxos y católicos. Todo parejo. Mártires y más mártires.
Políticos, literatos,
intelectuales, médicos, abogados, pastores, sacerdotes, rabinos, todo lo que
pensara; había que destruir la “inteligencia” de Ucrania, y al pueblo matarlo
de hambre. Gran locura.
Tuvimos la oportunidad de
recorrer parte de Ucrania (ex Unión Soviética) gracias al apoyo de dos
tijuanenses Ramón Castro Castro y Javier Sánchez, sacerdotes.
Aunque nos recibieron dos
amigas que dominaban nueve idiomas -incluido el español-, como un regalo de
Dios apareció Lila Pryvalova, nacida en Chernóbil, con perfecto español.
Hoy vive en Zaragoza con su
esposo e hijos. Su padre, trabajador de Chernóbil, aquel 26 de abril de 1986, a
causa de las radiaciones, murió de cáncer estomacal.
La madre de Lila, que recibía
la pensión, se mudó a Kiev con algunos hijos; pero alcohólica, desgarraba a la
familia y el presupuesto.
Adoptada en un programa de
intercambio de niños en España, Lila, como millones de ucranianos y otros
países de la ex URSS, como Kazajistán, Lituania, Bielorrusia, etcétera,
emigraron a Europa, América y otras naciones desarrolladas.
A BEBER “SHIBSHKY”
En las crónicas posteriores
al desastre nuclear de Chernóbil, cerca de Kiev, la capital de Ucrania,
Nesterenko y otros personajes por Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de
Literatura 2015, hablaban de 4 mil muertos por radioactividad y el desastre
nuclear.
En fecha reciente se ha
evidenciado que fueron inicialmente 200 mil y después más de 400 mil los
muertos por la radioactividad, y a consecuencia de la explosión del reactor
número 4 de la planta nuclear.
En Kiev, y por consejo de la
niña de Chernóbil, Lila Privalova, había que beber constantemente un tipo de
sidral de manzana sin alcohol conocido como “Shibshky”, tipo refresco.
A simple vista, en el camión,
metro o transporte urbano, miles de personas, especialmente jóvenes, mujeres y
hombres, esperan parados o sentados el transporte, tomando sin temor ni temblor
cervezas, bebidas alcohólicas y fumando ansiosamente.
Eso sí, los vagones y
autobuses apestan a tabaco y alcohol. Es un alcoholismo social a plena luz del
día.
Y para no ser molestado por
los alcoholizados que atestan los transportes, es mejor comprarse una cartilla
del Seguro Social en los pasillos del subterráneo, aprender la frase seca “Pa
ukrainsky” y repetirlo ferozmente:
“Soy ucraniano”. Y lo dejan a
uno en paz.
“ELLOS TODO LO
SABEN”
Una amiga afirmaba con
certeza:
“Mire usted, yo le aseguro
-nos dijo en casa- que todo lo que hablamos aquí, ellos todo lo saben”. Era el
año 2005. Víspera del 20 Aniversario del desastre nuclear de la URSS en
Ucrania.
En 2004, recordará usted,
durante la “Revolución Naranja” (Democracia en Ukrania) envenenaron y
desfiguraron el rostro al candidato triunfador (pro Europa) y después Presidente
de Ucrania, Viktor Yushenko, después lo curaron en París.
Estando así las cosas, había
que andar un poco paranoicos en Ucrania, no fueran a “llevarnos los rusos”.
Las fotos que publica el
Semanario ZETA son autoría del fotoperiodista español Jesús Martínez, quien
guiado por su tenacidad, se introdujo con todas las de la ley en Chernóbil.
Valiente como pocos, partió
un día de septiembre de 2005 al complejo nuclear de Chernóbil, pasando por
Perpyñat; “vamos”, nos insistía, “pues el próximo año 2006 será el 20
aniversario del desastre y tendremos buen material”.
Hablamos con los cubanos que
atienden hasta hoy a niños y jóvenes víctimas de la radioactividad; los
preparan en Kiev y los llevan a La Habana o a Cuba, desde 1986.
Como ahí los cubanos no
quisieron ni acompañarnos ni autorizarnos, un buen día Jesús partió en su bici,
con su laptop y dos cámaras digitales, a Chernóbil, qué valiente.
Así había venido desde
España, por Moldavia, Ucrania y hasta Odesa.
Advertido que no fuera a
Odesa; golpeado, asaltado, maltrecho, le robaron la bici, la compu, las cámaras
y todas las memorias de su osadía.
ZETA PÚBLICA IMÁGENES INÉDITAS
Las fotos aquí publicadas son
de la autoría del valiente fotógrafo español Jesús Martínez. Nos cedió algunas
de sus aventuras en la planta nuclear.
Originales, son testimonio
del desastre nuclear más grande en la historia de la energía nuclear.
Autoridades físicas, e
incluso artistas bielorrusos o ucranianos, afirman que la explosión nuclear de
Chernóbil significó la “destrucción-desintegración de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas”.
Quizá, pero el desastre de
Chernóbil, de Bielorrusia, de Ucrania , es casi nada en relación a los
exterminios cometidos por el comunismo soviético , el nazismo alemán desde la
Revolución Bolchevique de 1917 , y el ascenso al poder de Hitler en los 1930s.
Antes de Chernóbil, millones
de cristianos, judíos, católicos, musulmanes yacen no debajo de la frialdad y
radioactividad, sino en el olvido de naciones maravillosas como Ucrania.
(SEMANARIO ZETA/ FOTOS: Jesús Martínez /
Germán Orozco Mora/ Lunes, 9 mayo, 2016
01:00 PM)
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