Si por palmarés y conexiones
se decidiera la candidatura del PRI al Gobierno de Tamaulipas, Baltazar
Hinojosa sería el elegido. Treinta y cinco años de militancia acicalada en
posiciones de poder le permitieron sobrevivir el naufragio de su compadre Tomás
Yarrington, gobernador tamaulipeco en la primera década de este siglo, que cayó
en el ostracismo tras ser acusado por Estados Unidos de ser parte orgánica del
cártel del Golfo, y cuya libertad sigue hoy en duda. Hinojosa superó esa
amistad incómoda al construir otra que lo colocó una vez más en el trampolín,
la de Luis Videgaray, el poderoso secretario de Hacienda del presidente Enrique
Peña Nieto.
La relación entre los dos se
consolidó en la LXI Legislatura, donde Baltazar fue secretario de la Comisión
de Presupuesto, cuando el presidente era Videgaray. Al iniciar el sexenio,
Videgaray y Enrique Martínez, exgobernador de Coahuila y secretario de
Agricultura, lo impulsaron para dirigir Aserca, la Agencia de Servicios de
Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios, ignorando su vínculo
con Yarrington. No les preocupó entonces, ni les preocupa ahora. Hinojosa es el
candidato más fuerte para la candidatura al Gobierno de Tamaulipas el próximo
año, pese a la controversia que lo persigue.
Por años ha vivido en medio
de imputaciones sobre presuntos vínculos con la delincuencia organizada,
derivadas de su relación con Yarrington, de quien fue secretario de Desarrollo
Social, y con Pablo Zárate, exdirector del Instituto Tamaulipeco de Vivienda y
Urbanismo, prófugo de la justicia estadunidense, que lo acusó en la Corte de
Distrito en San Antonio de lavado de dinero y fraude bancario. Zárate no es el
único exfuncionario de Yarrington perseguido por su presunta relación con el
narcotráfico.
Las investigaciones sobre el
exgobernador y sus colaboradores iniciaron en 2009, cuando la Subprocuraduría
de Investigaciones Especializadas en Delincuencia Organizada (SEIDO), abrió la
indagatoria PGR/SEIDO/UEIDCS/012/2009. En esos años, la procuradora Marisela
Morales, por instrucciones del presidente Felipe Calderón, estaba decidida a
llevar a la cárcel a varios gobernadores priistas en los estados del Golfo de
México. Uno de sus principales objetivos fue Eugenio Hernández, sucesor de
Yarrington, que peleó contra la PGR hasta que en este gobierno fue exonerado.
Pero el caso de Yarrington
tuvo un diferente derrotero. La investigación se construyó y consolidó con la
información de un testigo protegido de la PGR conocido como “Óscar”, quien
detalló cómo funcionarios estatales y municipales en Tamaulipas recibían en
forma regular dinero del cártel del Golfo a cambio de protección. De acuerdo
con “Óscar”, identificado años después como César Eduardo García, cercano
colaborador del exjefe de la organización criminal, Osiel Cárdenas, el dinero lo
entregaba Juan Carlos González, el expolicía ministerial en Matamoros y uno de
los principales operadores de Eduardo Costilla, apodado “El Coss”, quien fue
jefe del cártel del Golfo hasta su captura en 2012.
Las revelaciones de “Óscar”
permitieron que la DEA acusara a los exfuncionarios tamaulipecos en la Corte
texana, a donde la exprocuradora Morales, ante la imposibilidad de poder
perseguirlos en México, llevó toda la documentación y la información que había
recabado la PGR contra ellos. Morales, quien se conectó con el gobierno de Peña
Nieto proporcionando expedientes a Videgaray cuando era el coordinador de la
campaña presidencial del mexiquense –frenando las investigaciones en México,
según funcionarios del gobierno de Calderón–, recibió como agradecimiento a su
colaboración la protección del gobierno entrante el consulado general de Milán,
donde actualmente vive con un bajo perfil. Congelada la investigación en
México, continuó en Estados Unidos.
“Óscar” mencionó varios
exfuncionarios y políticos tamaulipecos, entre los que se encontraba Hinojosa,
al que señaló de haber recibido recursos del cártel del Golfo y pactado para
que le permitieran gobernar Matamoros entre 2005 y 2007. Según “Óscar”, el
acuerdo se forjó mediante Zárate, a quien le asignó contratos de obra pública
en ese municipio fronterizo, a través de compañías constructoras de su
propiedad. Las imputaciones del testigo protegido en su contra fueron
publicadas en la prensa mexicana a mediados de 2012, pero Hinojosa las rechazó.
Las investigaciones federales
en Estados Unidos derivadas de las declaraciones de “Óscar”, sirvieron para
fincar cargos a Yarrington y a Zárate, pero no probaron los vínculos criminales
que presuponían con Hinojosa.
No obstante, el caso contra
un amplio número de políticos tamaulipecos en la Corte de San Antonio sigue
abierto y aún quienes en México han librado sus problemas legales, no pueden
decir lo mismo en Estados Unidos. Hinojosa es uno de ellos, indiciado por
criminales a quien hasta ahora no le han demostrado nada.
Hinojosa es a quien quiere el
secretario de Hacienda como candidato a la Gubernatura, que será una posición
que se decidirá en la Ciudad de México, no en Ciudad Victoria. Como actual
vicecoordinador de Asuntos Económicos del PRI en la Cámara de Diputados –donde
Videgaray lo hizo presidente de la Comisión de Presupuesto–, Hinojosa también
tiene el respaldo del coordinador de la bancada priista, y exlíder nacional del
partido, César Camacho. Está claro que tiene todo el apoyo necesario para ser
candidato, pero harían bien él y quienes lo respaldan, que busquen garantías y
limpien completamente su nombre de cualquier sospecha.
La puerta de ello no está en
México sino en Estados Unidos. Confirmar que la justicia estadunidense no tiene
nada en su contra y difundirlo sería la forma de que todos estuvieran seguros
de que no saldrá un fantasma tamaulipeco del clóset. Para Videgaray, sobre
todo, sería una tranquilidad y daría certidumbre al Presidente y al PRI.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx / twitter:
@rivapa
(ZOCALO/COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL”
DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 04 ENERO 2016)
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