El propio IMSS reconoció su error. En
cinco años, Tatiana acudió en diversas ocasiones a emergencias por crisis
convulsivas, pero en ninguna de esas atenciones se le practicaron exámenes de
rigor: una resonancia magnética o una tomografía. Ya muy tarde se le detectó
una cisticercosis, que prácticamente resultó imposible detener. Desde hace 2
años, Tatiana está postrada en una cama de la Clínica 1
Está como inconsciente, como
en coma, pero no. Desde hace 2 años, Tatiana puede oír, sentir y a veces tomar
agua, pero no puede abrir los ojos ni levantarse de la cama, sus movimientos
son muy débiles, como meros reflejos.
Una cirugía que se le
practicó para sacar un cisticerco (larva) de su cerebro se complicó, y dañó el
tallo cerebral a tal grado, que la mujer –en ese entonces de 30 años–, no puede
despertar. Se llama síndrome de enclaustramiento. Tatiana también puede llorar.
Puede entender perfectamente
lo que le pasó, sabe que de habérsele practicado una resonancia magnética a
tiempo, hubiera existido la posibilidad de que su padecimiento cediera con
tratamiento, y que en todo caso, de ser necesaria una cirugía, ésta hubiera
tenido menor complejidad.
Lo sabe porque en el historial clínico del Instituto Mexicano del
Seguro Social, quedó asentado. En una nota de evaluación del expediente, con
fecha del 27 de febrero del 2014, se manifestó que “pese a que el servicio de
neurología valoró el caso, jamás diagnosticó neurocisticercosis”, y que de
“haberse solicitado desde un inicio resonancia magnética, se podría haber
actuado con rapidez en paciente y muy probablemente no haber tenido que llegar
al crecimiento gigante de neurocisticercosis”.
Las consecuencias del
procedimiento tardío quedaron registradas en el año 2014, pero por las crisis
convulsivas, Tatiana Evelina Guerrero Verdugo acudió a urgencias del IMSS desde
octubre del año 2007.
Por lo que consideran una
negligencia médica, Ricardo Márquez Gaxiola, con apoyo de su abogado Enrique
Huerta Casillas, denunció los hechos ante la Procuraduría General de la
República (PGR), y presentó una queja en la Coordinación Técnica de Atención a
Quejas e Información Pública. La investigación ministerial no avanza, y el
proceso en el IMSS fue rechazado.
LA CISTICERCOSIS
¿Qué tan común es la
cisticercosis en México?, se le pregunta a un neurocirujano para dimensionar la
importancia que debieron dar a la cisticercosis –como probable diagnóstico– los
médicos que atendieron a Tatiana. Y el Doctor Arturo Godínez Pérez, actual subdirector
del Hospital General de Tijuana y egresado del Centro Médico Nacional Siglo
XXI, responde que precisamente esta última institución y el Instituto Nacional
de Neurología y Neurocirugía, identifican la enfermedad como la primera causa
de epilepsia en México.
Menciona también que se
estima que el 2.5 por ciento de la población la padece –la gran mayoría sin
complicaciones mayores–, y que si todas las muertes del país se sometieran a
autopsia, el índice se elevaría al 9 por ciento.
El especialista además
confirma lo que en el propio expediente del IMSS quedó escrito: en la mayoría
de los casos una tomografía hace evidente la existencia del cisticerco (larva)
en el cerebro.
La cisticercosis es una
enfermedad parasitaria, detonada por la presencia de larvas de Taenia Solium en
los tejidos u órganos (en este caso el
cerebro), que se adquiere por la ingesta de huevos desechados en las heces de
portadores, cuando se consumen alimentos contaminados o por la convivencia con
una persona portadora con malos hábitos higiénicos y al preparar alimentos.
Además de esta explicación de
la Secretaría de Salud (SS), en la Norma Oficial Mexicana (NOM-021-SSA2-1994)
se describe el padecimiento como controlable y prevenible con vigilancia
epidemiológica eficaz, atención médica oportuna y adecuada, sin dejar de lado
que es mortal.
LAS CRISIS VOLVIERON
Hacía casi 10 años que
Tatiana no sufría de crisis convulsivas que durante su infancia y hasta los 13
años, fueron controladas. El 5 de octubre del 2007, ya con una familia hecha y
en la espera de su segundo hijo, regresaron.
A partir de ese día, además
de los conceptos y cuidados médicos relativos a su control prenatal, en su
expediente clínico aparecieron otros que no fueron tomados en cuenta de manera
oportuna.
Luego de la primera crisis
que Tatiana tuvo en una década, salió de la clínica nueve días después, y fue
referida con su médico familiar. Se le dio atención nutricional y le realizaron
estudios de sangre.
En la nota clínica de ese
día, 14 de octubre del 2007, se especifican las convulsiones como diagnóstico,
y como tratamiento: ayuno, revisión de signos vitales, cuidados generales de
enfermería, reposo y la vigilancia de un neurólogo. Como medicamento una
solución glucosada y ranitidina.
En otro apunte médico, éste del
16 de enero del 2009 –poco más de un año después–, se hace referencia a las
crisis convulsivas que la joven tuvo en su infancia y en octubre del 2007. Se
anotó también que hay “un estudio de electroencefalograma normal”, a pesar que
en la parte previa del expediente no se mencionó.
Además, en la denuncia que se
presentó en la PGR, quedó escrito que en seguimiento a su salud, Tatiana acudió
al IMSS con el médico familiar Beltrán Ventura, quien le atendió en la Clínica
1 y 27 en tiempos distintos, pero –otra vez– no le realizaron estudios para
detectar las causas de la epilepsia, por ejemplo una resonancia magnética, una
tomografía o un electroencefalograma.
El jueves 8 de marzo del
2012, Tatiana –con 11 semanas de embarazo– fue llevada nuevamente a Urgencias
por la misma razón que en las dos ocasiones anteriores. Nuevamente se
registraron los antecedentes de su infancia y que en el año 2007 las
convulsiones volvieron. Antes de darla de alta, el 13 de marzo, incluso fue
valorada por el área de neurología, sin destacar algún estudio especializado.
Casi 20 días después,
derivado de sus revisiones en el área de neurología, se le recetó carbamazepina
–como antiepiléptico–, ácido fólico y paracetamol. El apunte de ese día: “a
exploración neurológica sin alteraciones a comentar”.
El 28 de septiembre del 2012
nació su hijo, un varón de casi 4 kilogramos de peso y 54 centímetros de
estatura, a sus 40 semanas de gestación.
La denuncia presentada en la
PGR que presume negligencia, además aporta que en julio del año 2013, cuando
los síntomas no cesaban, Tatiana Evelina fue operada de la nariz, procedimiento
que resultó infructuoso. Según los denunciantes, la orden médica se dio a raíz
de que la mujer manifestó zumbido en los oídos y dolor de cabeza.
“Cabe mencionar que si una
persona ingresa al área de urgencias del IMSS, en esta ciudad, con síntomas
como cefalea (dolor de cabeza), vómito, hipertensión intracraneal, pérdida de
conciencia por convulsiones, solo es puesta en observación, con soluciones,
medicamentos para calmar los síntomas”, se reclama en la denuncia.
Es hasta el 23 de octubre del
2013, luego de que la paciente fue llevada a Urgencias nuevamente, cuando,
alrededor de las 10 de la noche se le manda a hacer una tomografía, para
finalmente detectar los cisticercos.
Los médicos informaron a su
esposo Ricardo que a esas alturas, Tatiana ya presentaba hidrocefalia (agua en
el cerebro). Posteriormente se le hizo una resonancia magnética con la que se
identificó una larva (cisticerco) en el conducto de Silvio, con un diámetro de
más de 3 centímetros.
Se intentó combatir el
padecimiento y matar la larva con medicamento (ya tenía otras calcificadas en
el cerebro), pero fue inútil, así que la cirugía resultó inminente. La
recomendación médica fue realizarla con un neuroendoscopio –de manera urgente–,
herramienta con la que no cuenta el IMSS, por lo que el esposo de Tatiana
decidió utilizar su seguro de gastos médicos para que el procedimiento se
realizara en el Hospital del Prado en el mes de noviembre.
Como en el mismo expediente
quedó registrado, el cisticerco de “gran tamaño” se adhirió tanto a las
estructuras cerebrales que complicó su extirpación. De hecho, en la cirugía
todo avanzaba de manera normal, hasta que al despegar la última parte de la
larva, ésta se rompió y arrojó su toxina, produciendo un edema cerebral severo.
Desde ese día, Tatiana ya no
despertó.
DENUNCIAS SIN AVANCE
Las omisiones narradas de los
médicos de la clínica 1 y 27 del IMSS, fueron exhibidas a la PGR desde el mes
de mayo de este año, pero la investigación no ha avanzado. Directamente,
Ricardo Márquez, esposo de Tatiana, señaló a los médicos: José Luis Tamayo
Castillo, Francisco Gutiérrez Manjarrez, Ramón Tapia Acosta y Ventura Beltrán
Beltrán.
Ante la Coordinación de
Atención a Quejas y Orientación al Derechohabiente, demandó una indemnización
por los daños ocasionados, el pago íntegro de los gastos médicos que de manera
externa se han generado para la atención de Tatiana, y de los presentes y
futuros que sean necesarios.
La queja fue presentada el 14
de octubre del 2014 y declarada improcedente en febrero del 2015. En las
condiciones –razonamientos– de la institución sobre su decisión, reconocen que
la cisticercosis de Tatiana fue detectada hasta septiembre del 2013 –años
después de que presentó las primeras convulsiones–, pero que “la paciente
injustificadamente decidió acudir a servicios médicos privados donde presentó
complicaciones”, a pesar de que lo anterior se debió a la falta del equipo
adecuado, según se denunció.
Hasta el cierre de edición,
el Instituto Mexicano del Seguro Social, no dio la –su– versión que este
semanario solicitó.
(SEMANARIO ZETA/ EZENARIO/ Saúl
Alejandro Ramírez / Fotos. Cortesía/ 07
de Diciembre del 2015 a las 12:00:59)
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