Esta colonia
ubicada al norte de Culiacán, tiene por vecinas hacia el sur a la 6 de enero,
Lombardo Toledano y Tierra Blanca, y hacia el norte a Los Mezcales y Lomas de
Rodriguera; estas dos y Las Cucas están hermanadas por ser las más importantes
proveedoras de ladrillo; es posible que el porcentaje del volumen de construcción
logrado en nuestra ciudad, les corresponda en más de un 60 por ciento a los
ladrilleros de este afamado sector.
¿De dónde
proviene el nombre de Las Cucas? No se trata de un mote de personas, sino de un
arbusto silvestre, espinoso, cuyas hojas se arriscan en cuanto son tocadas por
humanos, como si tuvieran vergüenza. Cuentan que esta mata, junto con la de
gato, vainoro, y vinoramas, fueron determinantes para que el General Antonio
Rosales derrotara a los franceses en la batalla de San Pedro (aquel 22 de
diciembre de 1864) al frente de sus valerosos soldado; los arrinconaron en la
espesura de aquellas ramas, arrancándoles ropas y piel a los franchutes
invasores. Por los caminos rurales que conducen a la presa López Mateos,
pasando Palos Blancos, existen montes con aquellas plantas; les informo, por si
quieren retarlos.
Hacer
ladrillo, desde el tiempo de los adobes ha sido una actividad ingrata; para dar
una idea más clara, comparo entre producir una pieza de pan y un ladrillo;
existe mucha diferencia en cuanto a esfuerzo se refiere, sin embargo, el precio
de un pan va de un peso con 20 centavos a diez pesos, mientras que el de un
ladrillo es de un peso con 40 a un peso con 80 centavos.
El proceso
del ladrillo se empieza arrancando el barro con pico y barra, se sigue con la
mezcla de esta tierra con cascarilla de arroz o trigo, luego arenar el patio
donde han de colocarse los moldes para vaciar el barro y dar las formas, estas
pueden ser de: jaboncillo, lozeta, tabique y ladrillo. Se dejan orear y después
de 48 horas se le cortan los sobrantes, esto es “desorillar” las piezas; se
acarrean al lugar donde ha de formarse el horno como pirámide con sus bocas
para introducir la leña; se encienden mechones impregnados de combustible,
controlando la lumbre por 72 horas o más, hasta dejar en su punto rojo-naranja
el producto. Luego viene la venta, en la que los clientes, sin consideración,
regatean el precio, venciendo al sufrido ladrillero por causa de su desespero
por recuperar su inversión, casi siempre para llevar algo de comer a su
familia, pagar a sus ayudantes, y al agiotista que le prestó el capital base.
LAS CUCAS
Por causa de
esta situación, los jornaleros dedicados a esta torturante labor, son presa
fácil de los narcotraficantes que los enganchan para llevarlos a la sierra,
donde han de sembrar y cosechar la marihuana con las que han de producir
ladrillones. Eso sí, con calidad de exportación que les deja millones a los
narcos, dejando al jornalero con una efímera holganza que le permitirá comprar
ropa y algunos enseres para los suyos, situación que le brinda la esperanza de
que el próximo año será mejor.
Las
ladrilleras, sus jornaleros y familias, desde siempre han sido un mundo
olvidado. En Las Cucas, Los Mezcales y Lomas de Rodriguera, han existido
algunos que han intentado mejorarles su situación de explotados, desde 1942.
Tales intentos fracasaron con don Gilberto Guerra, Félix Cabanillas, Severo
Castro, Feliciano Chalano Ontiveros y don Leonides Alfaro Gutiérrez, éste fue
mi padre, y en 1953, animado por haber logrado la conformación de la Unión de
Camioneros del Municipio de Culiacán, ello con la valiosa ayuda del líder
obrero don Alfonso Genaro Calderón Velarde; sin embargo, como si se cumpliera
el influjo de una extraña maldición, nada pudo lograr en favor del sufrido
gremio ladrillero.
En homenaje
a tan valerosos mártires, que trabajaron de sol a sol, he de citar los nombres
y motes recogidos de algunos del gremio: como ladrilleros famosos, fueron el
Cachetes, Chafin, el Guerules, el Guica, el Poyochi, Chalano, el Pedrulis, el
Charrascas, Don Ysidoro Díaz, el Canco, Catarino, Don Francisco Chico Mendoza,
don Rigoberto Zazueta. Y todavía son los hermanos Zataráin, don Teófilo Mendoza
y su hijo el Pelado, famoso por ser manager exitoso de equipos de béisbol que
militan en la Liga Japac.
A una
pregunta sobre la posible organización y mejora del gremio, la respuesta fue:
“Es que entre nosotros no hay gente que sepa leer y escribir bien, mucho menos
de leyes, por eso nos enredan los vivales que no faltan. Los diputados y demás
políticos, cada vez que hay campañas, vienen y nos dicen: ‘si me apoyan con su
voto, yo sí les voy a ayudar. Juntos haremos una Unión para lograr, no nada más
un precio justo para el ladrillo en general, sino que gestionaremos créditos
para mejorarles sus equipos. Yo creo que entre todos, podemos crear una fábrica
automatizada para hacer ladrillos, lozetas y tabiques, con técnicas modernas
para darle a la industria de la construcción nuevas alternativas’. Sí, así de
bonito hablan, pero se quedan en eso… palabras, sólo palabras. Y la esperanza
cada día se aleja más, porque la zanja entre ellos y nosotros cada día está más
profunda. ¿No cree?
En Las Cucas
y demás colonias, consideradas territorio ladrillero, no sólo se aprecia la
miseria y lo que esto conlleva en higiene y promiscuidad, sino también un
marcado ambiente de alcoholismo y drogadicción. También observo una bomba, que
no tarda mucho en estallar.
leonidasalfarobedolla.com
(RIODOCE/ Leónidas
Alfaro / 2 agosto, 2015)
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