Teodoro
García Simental, alias el Teo, quien fuera jefe de sicarios del Cártel de los
Arellano Félix, ocupa la celda número 3 en la misma área de Tratamientos
Especiales del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No.1 El
Altiplano, destinada a los criminales más peligrosos, donde hasta hace unos
días se encontraba preso el líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera,
el Chapo.
De
la voluminosa figura que ostentaba el Teo cuando fue mostrado ante las cámaras
en enero de 2010, tras su arresto, poco queda. El narcotraficante, que dicen
mandó matar hasta a su novia, ha perdido mucho peso como otros presos, por el
propio régimen alimenticio del penal de máxima seguridad y el frecuente estado
de descomposición en que se encuentra la comida. Por ejemplo, Edgar Valdez
Villareal, alias la Barbie, ex jefe de sicarios de Arturo Beltrán Leyva,
también ha sido víctima de la involuntaria dieta.
Como
la mayoría de las desgracias no vienen solas en El Altiplano, también está
encarcelado su hermano Marco Antonio García Simental, alias el Cris, detenido
desde 2004, él está en la celda número 13 del pasillo 2, muy cerca de la que
ocupaba el Chapo.
El
12 de julio, peritos y ministerios públicos de la PGR se desplazaron al penal
de máxima seguridad ubicado en Almoloya, Estado de México, para hacer las
primeras pesquisas sobre la inverosímil nueva ´fuga´ de Guzmán Loera e
interrogó a varios de los presos del área de Tratamientos Especiales, entre
ellos al Teo. La historia que contó no solo contradice la versión que hasta
ahora ha dado el gobierno de Enrique Peña Nieto sobre el caso, sino que abre la
hipótesis de que el Chapo pudo no haber salido por el túnel sino por la puerta
grande.
“A
las veintiuna treinta horas aproximadamente”, contó el Teo, “nos gritaron del
otro pasillo que el señor Joaquín Guzmán Loera no respondía y le estaban
hablando, por lo cual suponían le había pasado algo respecto a la salud, y
estaban pegándole todos a las puertas para que los oficiales fueran a ver”.
Se
sabe que en Tratamientos Especiales la propia forma de construcción del lugar
genera un efecto de eco, por lo que los internos del pasillo 1 y el pasillo 2
pueden fácilmente comunicarse a gritos, lo complicado es que los custodios se
los permitan.
Los
‘huéspedes’ del pasillo 2 eran: en la estancia 11, Sigifredo Nájera Talamante,
alias el Canicón; la estancia 12 estaba
ocupada por el Cris, la 13 por Mario Casarrubias Salgado, alias el Sapo Guapo,
en la 14 Arturo Martínez Herrera alias el Texas —quien fuera cómplice de Guzmán
Loera cuando se ‘fugó’ en 2001 del penal de máxima seguridad, en Puente Grande,
Jalisco—, en la celda 15 estaba Fernando Sánchez Arellano, alias el Ingeniero y
en la estancia 16, José Jorge Balderas Garza alias, el JJ, y en la estancia 19,
la más cercana a Guzmán Loera, estaba Mario Cárdenas Guillén, hermano de Osiel
Cárdenas Guillen, quien fuera líder del Cártel del Golfo.
El
Teo dice que los del pasillo 2 les gritaron a los del pasillo 1 para que
llamaran a los custodios. Ante el escándalo llegaron el comandante Roberto Cruz
Bernal y Esteban Estrada, quienes preguntaron qué querían.
“…le
dijimos que el señor de la estancia veinte no contestaba por lo cual deducíamos
que el señor se encontraba mal de salud, que si podían checar de favor,
verificar en su estancia si se encontraba bien”.
Los
dos guardias fueron a la estancia 20 y desde afuera gritaron tres veces “¡Señor
Guzmán Loera!” pero nadie respondió. En ese momento dijeron en voz alta para
que todos los internos escucharan “que el señor estaba desmayado, desvanecido,
pero que ya se había incorporado y que ya estaba sentado en su cama,
diciéndonos que estaba bien”.
El
Teo dijo a la PGR que a las diez de las noche llegaron más funcionarios, cerca
de 20. “…estaban haciendo maniobras, desconociendo que era lo que hacían, he
hicieron una especie de valla los oficiales para que no observáramos nosotros
hacia el pasillo dos estancia veinte, ya que varias estancias del pasillo uno
son de puerta de reja, donde se puede acercar a la reja y se puede observar
hacia el otro pasillo”. Minutos después
“nos dijeron que Joaquín Guzmán Loera había fallecido”, reveló el
narcotraficante a la PGR.
Señaló
que a los internos de Tratamientos Especiales se les hizo raro que nunca llegó
personal del equipo médico y que los oficiales se quedaron ahí como hasta las
doce de la noche. Fue entonces que los presos, muchos de los cuales tienen
televisión según permite el reglamento, se enteraron que Joaquín Guzmán Loera
se había fugado.
En
el expediente de la fuga, al que se tuvo acceso, custodios declararon a la PGR
que cuando pasadas las 21:30 horas fueron a verificar si Guzmán Loera estaba o
no en su celda, 38 minutos después de que desapareció de la vista de la cámara
de seguridad que lo vigilaba, vieron que sobre la cama del Chapo había un bulto
a lo largo de toda la cama, bajo el cobertor, como dando a entender que parecía
que alguien pudiera estar acostado ahí. En la descripción que hacen nunca
señalan que alguien haya levantado la cobija para ver qué había ahí.
Los
hechos narrados por el Teo a la PGR abren la posibilidad que cuando los
funcionarios hicieron la valla para bloquear la vista a los internos pudieron
haber sacado a Guzmán Loera de su celda y él no habría tomado el riesgo de usar
el túnel de más de 1.5 kilómetros de largo y arriesgarse a no tener un final
feliz.
El
gobierno de Peña Nieto deberá informar con veracidad lo que realmente ocurrió
antes, durante y después de la salida del capo. Deberá mostrar no sólo un
fragmento de segundos del video sin audio, sino dar acceso a la sociedad a las
grabaciones de imagen y sonido antes y durante la ‘fuga’ donde se escucha claramente que hubo golpes
contra el cemento. Entre más tiempo
transcurra sin decir la verdad de lo que pasó, más evidencia su complicidad al
más alto nivel.
(RIODOCE/
PROCESO/ ANABEL HERNÁNDEZ/ 2 AGOSTO,
2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario