Mientras la
economía china se estanca y sus mercados financieros viven una tormenta de
volatilidad, Estados Unidos muestra un crecimiento, lento pero seguro, que
consolida su recuperación
Aunque el crecimiento
de Estados Unidos no es impresionante, consolida su recuperación económica
después de su peor crisis económica desde la Gran Depresión
La transición de China
a un modelo económico de crecimiento más lento pero sostenible, causa estragos
en su población
2.3 por ciento el
crecimiento económico estadounidense, a tasa anualizada, correspondiente al
segundo trimestre de este año; aunque resultó ligeramente por debajo de las
expectativas, es muestra de su continua recuperación
20 por ciento la
apreciación que el dólar ha registrado contra las monedas de países emergentes
desde mediados del 2013, según cálculos de Goldman Sachs
3.5 billones de dólares
la pérdida de valor que los mercados accionarios chinos han sufrido desde su pico
en junio de este año
7 por ciento el
objetivo de crecimiento económico fijado por el gobierno chino para este año;
ésta sería la tasa más baja en los últimos 25 años, durante los cuales el
crecimiento promedio se mantuvo por encima del 10 por ciento
Las dos
mayores economías del mundo están mostrando desempeños muy diferentes en este
año, mientras una brilla, la otra se estanca.
Por un lado,
Estados Unidos muestra un crecimiento, lento pero seguro, que consolida su
recuperación. Esto incluso le da espacio a su banco central para alzar su tasa
de interés de referencia, por primera vez en casi una década, antes de que
cierre el año. A su vez, esto ha empujado el valor del dólar a su punto más
alto en 10 años.
En contraste
con esto, China se enfrenta a una difícil transición económica que vuelva su
crecimiento más lento pero más sostenible. En medio de lo que se prevé será su
menor crecimiento económico en 25 años, el gigante asiático además tiene que
lidiar con una tormenta de volatilidad en sus mercados financieros, los cuales
han seguido cayendo a pesar de una intervención gubernamental sin precedentes.
ESTADOS UNIDOS: LENTO, PERO SEGURO
Como la
tortuga venciendo a la liebre, Estados Unidos parece estarle apostando a lo
lento pero seguro.
La economía
más grande del mundo registra un crecimiento que, a un 2.3 por ciento
anualizado durante el último trimestre, no es impresionante ni rebasa las
expectativas. Sin embargo, es un desempeño que sigue consolidando su
recuperación después de su peor crisis económica desde la Gran Depresión.
Este
desempeño se alínea cada vez más con las expectativas de la Reserva Federal
(Fed), el banco central estadounidense, y le dan espacio para alzar su tasa de
interés de referencia, por primera vez en casi una década, antes de que cierre
el año.
El alza de
la Fed probablemente fortalecerá aún más al dólar, cuyo valor ya se encuentra
en su punto más alto de los últimos 10 años.
Esto
favorece a los consumidores estadounidenses, ya que su país es el mayor
importador del mundo y por lo tanto la apreciación del dólar vuelve más barato
el consumo de diversos productos.
Al
compararla contra el resto del mundo, la lenta recuperación estadounidense se
ve aún mejor. De hecho, para instituciones internacionales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial, Estados Unidos se ha convertido en uno
de los pocos focos brillantes en el crecimiento económico global.
Esto en un
contexto en el que otros mercados desarrollados, como los países de la
eurozona, aún no han logrado despegar y en el que mercados emergentes, como
Brasil, China o México, están desacelerándose y decepcionando a los
inversionistas.
CHINA: EL DRAGÓN SE TROPIEZA
Durante los
últimos 30 años, China ha acaparado los reflectores como la estrella más
brillante entre los mercados emergentes, con un crecimiento económico anual
promedio por encima del 10 por ciento.
Pero a
partir del 2010, el gigante asiático aceleró una difícil transición económica
hacia un modelo menos dependiente sobre la inversión en manufactura y otras
industrias y con un mayor énfasis sobre el consumo y los servicios en su
mercado interno.
Esta
desaceleración hacia un crecimiento menos veloz pero más sostenible llevó al
gobierno chino a fijar su blanco de crecimiento para el 2015 en 7 por ciento -
su nivel más bajo en los últimos 25 años.
Y China no
es el único que sufre con esto, ya que su desaceleración ha tenido un fuerte
impacto negativo sobre los precios de los commodities que consume y sobre el
crecimiento de los países cuyas economías dependen de estas exportaciones, como
es el caso de Brasil y (en menor grado) México.
Pero por si
esta transición no fuese suficiente reto, las autoridades chinas además tienen
que enfrentarse a una tormenta de volatilidad en sus mercados financieros, que
siguen cayendo y preocupando a pesar de una intervención gubernamental sin
precedentes.
Desde su
pico en junio de este año, los mercados accionarios chinos han perdido 3.5
billones de dólares de su valor. Además de esto, la fuerte carga de deuda en el
país preocupa a los expertos, ya que sus mayores empresas podrían verse
presionadas si se desata una mayor crisis financiera en un escenario en el que
de por sí se enfrentan a menor crecimiento e ingresos.
(REPORTE INDIGO/
ROLANDO HINOJOSA / Lunes 3 de agosto de 2015)
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