Les gritaron maiceados, vendidos, mentirosos. Interrumpieron sus
discursos, apagaron sus palabras con rechiflas y bullas. Dieron media
vuelta, tomaron sus propias decisiones y los abandonaron.
El desespero y enojo de los campesinos sinaloenses explotó frente a
sus líderes, quienes por más esfuerzos para contenerlos no pudieron
detener la manifestación de hartazgo que colapsó durante horas el acceso
al Aeropuerto Internacional y uno de los accesos carreteros a la
capital del Estado.
Las conclusiones de la reunión que el pasado martes 23 de junio
sostuvieron el gobernador Mario López Valdez; el subsecretario de
Agricultura de la Sagarpa Jesús Alberto Aguilar Padilla; el director de
Aserca Baltazar Hinojosa Ochoa y los dirigentes agrícolas de todo el
Estado, no sólo fueron rechazadas por los campesinos sino que provocaron
la furia de los productores contra sus propios líderes.
“Estas gentes ya nos tienen bien agarrados de allá abajo, ya estuvo
bueno de darle consideraciones a ese gobernador, ya le dimos muchas
oportunidades”, exclamaba un campesino, mientras cientos lo secundaban
con gritos, momentos antes de trasladar su protesta del Palacio de
Gobierno hacia el Aeropuerto de Culiacán.
Coraje encendido
Miles de campesinos de Angostura, Guasave, Elota, Navolato, Culiacán y
Rosario arribaron al Palacio de Gobierno la mañana del martes para
exigir un precio justo al maíz, sorgo, trigo y el pago atrasado del
frijol.
Primero fueron tímidos, obedientes a la instrucción de permanecer
afuera de Palacio, sobre la avenida Insurgentes, con sus tractores
bloqueando la circulación vehicular.
En el tercer piso, la reunión se realizaría a puerta cerrada, sin
acceso a medios de comunicación y sólo con la presencia de los líderes
campesinos.
La ausencia del Secretario de Sagarpa, Enrique Martínez y Martínez,
calaba a los hombres de campo, su desplante se comentaba entre
diferentes grupos y el enojo crecía conforme pasaban las horas.
Con los fuertes rayos del sol “calentándoles” la cabeza, los campesinos no aguantaron más y rompieron la primera regla.
Entraron al patio del Palacio para protegerse del sol pero se
encontraron con puertas cerradas y guardias de seguridad defendiendo los
accesos.
En medio de la confusión, una mujer intentó ingresar al edificio de
gobierno pero un guardia se lo impidió y entre empujones y jaloneos, la
mujer cayó hasta el suelo.
El incidente ofendió a los campesinos, quienes enfurecidos decidieron
poner todo su empeño en entrar a la fuerza a un edificio que era tan
suyo como de los que lo gobiernan.
Empujaron una de las puertas, la jalaron hacia adentro y hacia fuera
hasta que lograron vencer los cerrojos pero al abrirse, un policía
estatal los recibió con un perro entrenado que los frenó con sus
ladridos y colmillos relucientes, listo para atacar al primero que diera
un paso.
Guardias y campesinos se hicieron de palabras, cientos exigían entrar
y sólo dos guardias, un policía y perro se los impedían, el ambiente se
tensaba cada vez más mientras los trabajadores de gobierno salían de
sus oficinas para observar el enfrentamiento.
Finalmente, los guardias cedieron ante la ola de campesinos que entraron corrieron al edificio, sólo por el placer de entrar.
Disperos, sin saber qué seguía, algunos hombres se organizaron y
subieron corriendo las escaleras hasta el tercer piso, decididos ahora a
meterse a la reunión privada.
De nuevo, se toparon con otra barrera, la puerta de la oficina del
gobernador ya estaba custodiada, cinco policías estatales resguardaban
el acceso.
De inmediato, los líderes agrícolas, Alejandro Cervantes Sotelo y
Serapio Vargas, salieron de la reunión para calmar la protesta que
comenzaba a salirse de control.
Los hombres de afuera exigían escuchar las propuestas que adentro se
discutían, bajo el argumento de cerciorarse que sus líderes no les
mintieran sobre lo acordado.
Tras varios minutos de discusión, diez campesinos representantes de
diferentes municipios lograron colarse a la reunión privada y la
manifestación volvió a la calma.
Durante cuatro horas, los campesinos se apoderaron del Palacio,
tomaron sus pasillos, las escaleras, los jardines y hasta las
recepciones de algunas oficinas donde aprovechaban el aire
acondicionado.
En punto de las 14:00 horas, con el calor empapando las ropas de los
manifestantes, Germán Escobar Manjarrez, presidente de la Liga de
Comunidades Agrarias de Sinaloa, tomó un micrófono y se dirigió ante los
miles de productores que esperaban su anuncio.
No hubo novedades, para la respuesta anhelada había que esperar una semana más.
La primera propuesta presentada por el gobierno federal consistía en
pagar los 350 pesos para completar el precio de tres mil 850 pesos por
tonelada de maíz, pero sólo hasta 18 hectáreas por productor, lo que
incluiría sólo a 12 mil productores de un total de 17 mil campesinos.
La otra propuesta era pagar 200 pesos más por tonelada y ampliar la capacidad de pago hasta 15 mil productores.
Escobar Manjarrez aseguró que ambas propuestas fueron rechazadas en consenso de todos los dirigentes agrícolas.
“Consensamos y no estuvimos de acuerdo en aceptar esas propuestas.
Planteamos que se buscaran recursos adicionales para llegar a los tres
mil 850 pesos parejos para todos, nos pidió el director de Aserca una
oportunidad para el próximo miércoles, para ver de dónde salían esos
recursos”, explicó el líder.
Sin embargo, lo que sí se acordó fue la instalación de mesas de
trabajo para cada uno de los productos y problemáticas, una mesa donde
se abordará la falta de pago del frijol pignorado, otra mesa para los
productores afectados por el tornado de febrero y una mesa para
gestionar recursos para los módulos de riego.
“Los invitamos compañeros a no perder el diálogo, no perder la
cordura, porque nos reportaron ahorita que estábamos en las
negociaciones que habían tumbado las puertas del Palacio y eso es
grave”, exhortó Escobar Manjarrez antes de concluir su discurso.
Pero la cordura ya se había perdido, los de abajo les arrebataron el micrófono y acusaron a sus líderes de vendidos.
Germán Escobar alcanzó a titubear algunas palabras antes de que los
hombres dieran la vuelta y subieran a sus tractores, los abucheos no lo
dejaron terminar, ya nadie escuchó, se dirigían decididos a bloquear el
aeropuerto.
ADVERTENCIA: “Ya estuvo bueno de mentiras”.
“Es el peor año”
Juan Antonio, Leonel y Edgar, productores de Guasave, Sinaloa de Leyva y Culiacán, coinciden por separado en que el 2014 es el peor año de crisis para el campo sinaloense.
Con deudas que los obligan a vender propiedades o rentar sus parcelas
para pagar intereses y una estrepitosa caída en el precio de los
granos, los productores agrícolas dicen sentir a un gobierno federal y
estatal que sólo se “agazapa como las ardillas”.
Según explicaron, hace dos meses el gobierno federal oficializó el
pago de 3 mil 850 pesos por tonelada de maíz, sin embargo, en las
bodegas los productores se encontraron con precios de 3 mil 90 pesos o 3
mil 100 pesos por tonelada.
De acuerdo con la información difundida por el gobierno del Estado,
Aserca indicó que para lograr el precio de tres mil 500 pesos por
tonelada de maíz se han destinado recursos por dos mil 600 millones de
pesos, pero para concretar el pago de los tres mil 850 millones de pesos
se requeriría un monto adicional de alrededor de mil 260 millones de
pesos.
Edgar encendió su tractor y se fue detrás de otras decenas de
tractores, a ninguno de los conductores cercanos los conocía, sus
compañeros de poblado se le habían adelantado y ya iban al frente de la
caravana.
No estaba nervioso pero no podía evitar la incertidumbre sobre qué pasaría al llegar al Aeropuerto.
Tres camionetas de policías estatales, armados, encapuchados y con
cascos, lo rebasaron a la altura del primer paso a desnivel del bulevar
Zapata.
“La gente de campo no somos dejada”, defendió Edgar al observar a los policías que se dirigían hacia su manifestación.
Los ochocientos pesos de diferencia que se exigen para el precio del
maíz es apenas la ganancia que le quedará al productor por tonelada,
explicaba Edgar mientras renegaba de una crisis económica que lo
orillaba a conducir su tractor por el pavimento, hacia un bloqueo que
podría representar un delito federal.
Varios kilómetros antes de llegar al aeropuerto, la caravana de tractores y autobuses con campesinos ya no pudo avanzar.
Con señas, desde tractor a tractor, los manifestantes buscaron una
ruta alterna, cruzaron caminos de terrecería, brincaron las vías del
tren y atravesaron una pequeña colonia para finalmente llegar a la
Calzada Aeropuerto.
Pero a los manifestantes se les había adelantado la policía federal,
estatal y municipal. Antes que los campesinos lograran su objetivo, los
policías cerraron el único acceso al aeropuerto internacional.
Decididos a continuar la protesta, los tractores se estacionaron
sobre la calzada a lo largo de varios kilómetros, en medio de ellos
quedaron varados automóviles, traileres, camiones urbanos y foráneos que
ya no pudieron continuar su paso.
Así transcurrió una hora y media, sin dirigentes, evidentemente
desorganizados pero aún enfurecidos por lo que ellos llamaban una
injusticia.
Mario López Valdez arribó al lugar en un helicóptero. Camino a prisa
entre los manifestantes hacia una camioneta de redilas donde había un
equipo de sonido. Y desde ahí, les suplicó y se comprometió.
“Por favor enfriémonos, seamos inteligentes, no nos cerremos al
camino de diálogo que no nos ha negado el gobierno federal hasta este
momento. Vengo a hacer un compromiso formal, me vine a pedirles que no
me afecten a terceras personas, hay kilómetros de vehículos, de camiones
de carga que están parados, no está cerrada la negociación, no están
cerradas las puertas del gobierno federal para ayudarlos a ustedes, no
están solos en su lucha”, aseguró López Valdez.
Apenas concluyó sus palabras cuando los manifestantes subieron a sus tractores y despejaron de inmediato la vía.
“¿Habremos hecho bien en creerle?”, se preguntaban dos productores.
“Si nos falla, él es el que va a quedar mal”, respondió uno de ellos.
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