Sandra Luz
Hernández, activista del grupo de Madres con Hijos Desaparecidos asesinada el
lunes, estaba decidida a encontrar a Édgar; con sus denuncias, exhibió la
actitud pasiva de las autoridades
CULIACÁN.- Sandra Luz Hernández se niega a quitarse los
lentes oscuros que ocultan esa profunda tristeza que sólo los ojos de una madre
con un hijo desaparecido pueden llegar a reflejar.
Es 8 de agosto de
2013, nueve meses y 4 días antes de su asesinato. Se encuentra en la Comisión
de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa, acomodada en una silla y
concediendo una entrevista para un proyecto editorial inédito sobre eso, sobre
desaparecidos en Sinaloa.
Afuera cae la tarde
calurosa de un otoño de Culiacán. Sandra Luz suspira antes de comenzar una
conversación sobre el viacrucis que ha pasado desde el 12 de febrero de 2012,
cuando a su segundo hijo, de cinco, se lo llevaron unas personas armadas.
Desde entonces,
Édgar García Hernández, de 25 años, desapareció, y en su madre, apareció una
activista que en el camino encontraría a otras mujeres que pasaban por lo
mismo: las Madres de Hijos Desaparecidos.
Lo primero que
describe en la conversación es el primer encuentro que el grupo de madres como
ella consiguió con el Gobernador Mario López Valdez, gracias al apoyo de los
defensores de derechos humanos, Óscar Loza Ochoa y Leonel Aguirre Meza.
"Nos dio la
audiencia el Gobernador y entonces él nos prometió cosas que realmente no ha
cumplido.
"Él nos dijo
que él sí nos iba a ayudar en la búsqueda. Primeramente se aventó un rollo de
que nosotros como padres teníamos culpas. 'Olvidémonos de culpas. Yo lo que
quiero es que me ayude a buscar a mi hijo (le respondió)'. Aquí no estamos para
que usted nos diga cómo debemos de ser como padres, porque en todo caso yo le
diría a usted cómo debiera ser como gobierno y que no ha hecho nada",
narra el encuentro.
Para entonces,
Sandra ya cargaba con una frustración y un coraje acumulados por tantos días de
burlas, maltratos e indiferencias del Gobierno, que contrarrestaba por las
noches, cuando le prometía al segundo de sus cinco hijos varones que lo
buscaría hasta donde la fuerza le alcanzara.
"Le prometo yo
a él estar bien. Yo le digo: 'Hijo, perdóname si me doblo a veces, pero te
necesito mucho. Pero te prometo', le digo, 'voy a estar bien, porque tú siempre
me decías: dramas, no'", comparte.
"Siempre así me
lo decía él: 'Por eso te quiero, porque eres bien fuerte, porque tú a todo le
encuentras soluciones'. Es cierto, yo siempre le he encontrado solución a todo,
pero para esto, sí ha llegado el momento que no encuentro ni para dónde darle,
ya no sé qué es mejor pensar: vivir con la esperanza de que él está vivo o hacerme
la idea de que él ya está muerto".
'NO HACEN NADA'
Como muchas madres
en México, Sandra Luz recorrió el camino tortuoso de las desapariciones
forzadas en México hasta el día en que fue asesinada.
Desde la última vez
que vio a Édgar se propuso verlo de nuevo, aunque sea muerto.
Peinó veredas y
cerros, supuestos terrenos donde habría alguna fosa con el cuerpo de su hijo.
Siempre acompañada de funcionarios que se movían por donde ella les indicaba
porque se convirtió en la investigadora de su propio caso.
La primera vez que
salió acudió acompañada de patrullas y rastreó entre los cerros, por las
veredas, allá en el monte.
La segunda pidió a
las autoridades que llevaran perros rastreadores y un trascabo para buscar
estratégicamente donde vieran "algo raro". La tercera vez regresó con
el trascabo y de nuevo escarbó en varios
puntos.
Cero resultados.
"No hacen
nada", cuestiona, "las promesas que han hecho no las ha cumplido,
porque él (Gobernador Mario López Valdez) yo no sé a quién le debe o porqué es
que él no actúa. No hace nada, porque para el gobierno las desapariciones es
algo normal, es algo que pues ellos tienen la culpa, los muchachos. Imagínate
todo lo que uno tiene que estar viviendo. Porque uno lo investiga, no porque
digan ellos, 'investigamos esto'. No. O sea, les da miedo. Les da miedo",
dice.
Desde que
desapareció su hijo, Sandra Luz dedicaba sus días y noches a encontrarlo. Se
ocupó en las ventas para poder tener el tiempo necesario para acudir a los
plantones, a las oficinas de justicia.
La experiencia le
cambió la vida 180 grados. Su matrimonio de 31 años se vino abajo. La paciencia
ya no le alcanzaba para atender a su esposo, quien siempre leal la siguió hasta
el día en que fue asesinada. Juntos aparecían en foros y manifestaciones,
levantando pancartas con la imagen de su hijo.
"Es muy
difícil", expresa y luego le sigue un silencio prolongado y después un
llanto que ninguno de los presentes puede consolar.
"Es muy
difícil, porque aunque tenemos cuatro hijos más, varones, pues cada hijo es
único, cada hijo es especial, cada hijo es diferente. Los ama uno a todos por
igual, pero Édgar era diferente en todo a los demás muchachos, en todo. La
manera de ser de él, muy buen muchacho, muy buen hijo, muy buen hermano, muy
buen padre".
La Comisión de
Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa tiene registrados 227 casos de
desapariciones forzadas en Sinaloa, de 2006 a la fecha.
A pesar de ser un
fenómeno que va en aumento, México no tiene una base de datos centralizada
sobre personas desaparecidas y varios estados del país siguen sin tipificar
este delito como tal.
Entre los
principales obstáculos con los que se topan las madres de hijos desaparecidos
está el hecho de que es hasta después de
las 72 horas cumplidas desde la desaparición, cuando los ministerios públicos
pueden actuar.
La falta de
coordinación entre las corporaciones, la dificultad para identificar restos y
para exhumar cadáveres que terminan sin reconocer, son otros problemas.
'YA NO ME CONTESTÓ'
Sandra recuerda la
última vez que vio a Édgar, justo afuera de su propia casa, a donde su hijo
había llegado cerca de las 9 de la noche.
"Me dijo que no
podía cenar porque tenía mucho qué hacer, pendientes en su casa. Me dijo:
´Mejor acomódame la cena para llevar'. Entonces sí le acomodé la cena, salí en
ese rato para llevar a una nuera a su casa porque estaba lloviznando un poquito
y traía un bebé", recuerda.
"Yo salí y mi
hijo todavía estaba ahí, salí a sacar el carro, pero como había varios carros
afuera, mi carro me lo dejaron metido hacia una casa, no lo pude sacar, le dije
a mi nuera, déjame pedirle las llaves a Édgar y me regresé, pero entonces vi que
se fue. Llegó una camioneta igual a la de él, y una camioneta agarró hacia
abajo hacia la avenida Patria y otra
camioneta hacia arriba, para mi eran iguales, dicen que eran diferentes pero yo
las vi igual, color tintas las dos. Entro a la casa y veo que la cena no se la
lleva, como que fue de repente de que a él le dijeron ´Vámonos´.
Entonces yo le
marqué por teléfono y ya la llamada ya no entró a su celular, ya no me
contestó.
Más tarde su
consuegra le avisó que la casa donde vivía Édgar con su esposa y su hijo había
sido baleada, al igual que su camioneta, la cual se encontraba ahí.
Al llegar toda la
familia no encontraron ningún cuerpo. Se habían imaginado que dentro estaba
Édgar muerto. Desde entonces empezaron las protestas, las reuniones de Sandra
Luz en la Procuraduría de Justicia de Sinaloa, las denuncias públicas.
Sobre las
investigaciones oficiales Sandra siempre advirtió nulos avances, pero siempre
sacó sus propias conclusiones. Decía que el caso de Édgar estaba vinculado al
de un amigo que fue asesinado y cuya madre convenció a su hijo para que vengara
la muerte de su amigo.
'SÉ QUE EN SUS MANOS ESTÁ AYUDARME'
Antes de concluir la
entrevista, Sandra advirtió a sus hijos los riesgos que presentía ya. Les pidió
no seguir sus pasos.
"Hijos, echénle
ganas. Yo voy a seguir luchando, yo no voy a quedarme así, tengo que
encontrarlo, lo voy a encontrar. Si me llega
pasar algo, pues ni modo, pero yo no puedo quedarme así sin hacer nada
por su hermano. Sí les pido que no se metan para nada, ustedes tienen su
esposa, sus hijos, y acuérdense que tenemos al niño que ahora no tiene a su
papá (el hijo de Édgar), y que él lo extraña mucho. Es muy difícil".
Al Procurador de
Justicia de Sinaloa también le dejó un mensaje.
"Yo sé que en
sus manos está ayudarme, Dios lo va a recompensar si me ayuda en eso, en
encontrar a mi hijo. Últimamente se ha portado bien conmigo, y pues quiero
pedírselo de todo corazón, que se sensibilice y que se ponga un poquito en la
horma de nuestros zapatos, porque esto
de verdad es algo mucho muy angustioso, muy desesperante. Mi hijo es mi hijo y
yo lo parí, y así sea el peor delincuente del mundo yo quiero y tengo derecho
de saber de él".
Sandra murió sin ver
a su hijo de vuelta. Su caso se suma al de otras madres que han sido asesinadas
durante la búsqueda incasable de sus hijos desaparecidos en México.
(NOROESTE/ Norma
Sánchez/ 14-05-2014)
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