Faltaban dos días
para que se anunciara la fuga de El Chapo Guzmán y los denunciantes de lo que
sucedía en el penal de Puente Grande, apoyados por la entonces presidenta de la
Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, Guadalupe Morfín, habían sido ignorados.
Fue cuando ocurrió
lo más grave: los denunciantes fueron trasladados en la madrugada del día 16 a
las propias instalaciones del penal de Puente Grande y uno por uno fueron
llevados a la dirección del penal (que era parte del esquema de corrupción
denunciado por estos custodios), donde fueron confrontados por los visitadores
de la CNDH y funcionarios de la SSP con las autoridades del penal que eran las
mismas acusadas de los actos de corrupción.
En esos careos
estuvieron presentes el director del penal Leonardo Beltrán Santana, otro
funcionario del área jurídica del penal y Enrique Pérez, director general de
prevención y readaptación social de la Secretaría de Seguridad Pública. Después
de los interrogatorios, los denunciantes fueron mantenidos incomunicados en las
mismas instalaciones del penal, detenidos por sus acusados. Dos de los
custodios lograron salir y llegaron en la mañana del 17 de enero a las oficinas
de Guadalupe Morfín. Uno de ellos, el primero que había presentado la denuncia
y que había impulsado a otros compañeros a reafirmarla, se derrumbó llorando
ante la ombudsman tapatía. “¿Qué nos ha hecho la Comisión?” reclamaba,
convencido de que su vida ya no tenía valor alguno.
Morfín decidió
hablar directamente con Alejandro Gertz Manero, secretario de Seguridad Pública
federal. Gertz no tomó la llamada, pero lo hizo su secretario particular,
Bernardo Portas Turri, quien recibió un informe completo de lo sucedido. Además
le informó que el control de El Chapo, El Güero y El Texas sobre el penal había
coincidido con la llegada de tres comandantes del cuerpo de seguridad interna,
provenientes de Sinaloa, a fines de 1999. Portas dijo que hablaría con su jefe
y al día siguiente el entonces subsecretario Jorge Tello Peón se comunicó con
Morfín pidiendo una cita para el viernes 19 de enero.
Morfín trató de
hablar con José Luis Soberanes. El ombudsman nacional tampoco tomó la llamada,
pero habló con su coordinador de asesores, que le pidió que le enviara por
escrito las nuevas denuncias. La misma, calificada como un documento
“confidencial, urgente y extremadamente delicado”, fue filtrada a los medios de
comunicación dos días después, utilizándola, en forma distorsionada, como una
prueba de la intervención de la comisión jalisciense buscando “relajar” la seguridad
en los reclusorios y así colaborar en la fuga de El Chapo. Sin embargo, el acta
lo que dice es otra cosa: hace una amplia denuncia de las presiones a las que
fueron sometidos los custodios que estaban denunciando el esquema de corrupción
en Puente Grande y cómo fueron convertidos en sospechosos por autoridades de la
CNDH, de la SSP y del propio penal.
El día 19 en la
mañana, está llegando a Guadalajara el subsecretario Tello Peón. Habla con
Guadalupe Morfín y le dice que se está dirigiendo directamente al penal de
Puente Grande. La ombudsman le pide que antes de ir al penal regrese y hable
con ella. Morfín se da cuenta de que Tello no está solo, le pregunta quién lo
acompaña, Tello le dice que el director del penal, Beltrán Santana. Morfín le
dice que delante de Beltrán no hablará nada.
Más tarde le habla
el delegado del Cisen en Jalisco, de parte de Tello Peón y de Eduardo Medina
Mora, director entonces de esa institución, y le dice que Tello, después de la
llamada, comprendió la gravedad de la situación y que quería hablar a solas con
ella. El encuentro, ese día, entre Tello y Morfín nunca se produce. A primera
hora de la mañana del 20 de enero, Morfín recibe una llamada de Eduardo Medina
Mora, director del Cisen, que le informa que la noche anterior se había
descubierto la fuga de El Chapo y que su seguridad podía correr algún riesgo.
La historia cuenta
que, cuando Tello Peón llegó a Puente Grande y pudo comenzar a conocer la
situación y las denuncias que se habían presentado, ordenó un cambio general de
guardias, la detención cautelar de la mayoría de los involucrados y un
operativo especial de seguridad. Pero cuando todo eso se puso en marcha, cerca
de las diez de la noche del 19 de enero, El Chapo Guzmán ya no estaba en el
penal. Todavía un custodio, declaró que él había visto a El Chapo a las siete
de la tarde del viernes, otro, de apellido Sánchez dijo que cuando pasó lista,
a las 21.15 horas, El Chapo estaba allí. Los dos mentían: El Chapo se había
fugado, por lo menos, desde el mediodía del viernes, unas horas después de la
llegada a Guadalajara de Tello Peón y antes de que éste ordenara el operativo.
Incluso, dicen, El Chapo no se escapó de Puente Grande, sino que ese operativo
lo “encontró” fuera del reclusorio y allí, afuera, decidió quedarse.
(EXCELSIOR/ Jorge
Fernández Menéndez/ 17/03/2014 01:13)
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