El cambio que
los mexicanos esperamos no vendrá de arriba ni mucho menos de abajo vendrá –es
ley– por el trabajo de las minorías creadoras que son grupos de personas decididas que trabajan
eficazmente por sacar a la nación de su indiferencia con sus ideas o conductas
Pablo Mier y
Terán
Se trata de grupos
no necesariamente numerosos pero si bien estructurados, convencidos, activos
y expertos en su tema que difunden
eficazmente su ideología bajo esquemas de comunicación –medios tradicionales o
redes sociales– hasta lograr, con el paso del tiempo, un cambio social
profundo.
Según el historiador
Arnold Toynbee, las minorías creativas son, dentro de una civilización en
decadencia, como lo es la nuestra, quienes logran efectivamente hacer el cambio
y fundar las bases una nueva civilización. Encarnan por lo tanto la nueva conciencia.
De las minorías activas de hoy dependerá la civilización del mañana.
Un ejemplo claro en
México es el del movimiento emprendido por Javier Sicilia, quien está buscando
que cese la “normalización” de la violencia en el país y se efectúen cambios
sociales importantes; entrando en conflicto con las instituciones
gubernamentales por la manera en que se están trabajando asuntos como el crimen
organizado y las fatales consecuencias que se están viviendo en el país a causa
de esta.
Este movimiento
organizado por Javier Sicilia –minoría activa–
busca cambiar esa actitud de los mexicanos acerca de la violencia; para
comprender que esta no es normal, no está bien y no tendríamos que
acostumbrarnos a ella. No es anormal estar indignados por la situación actual del
país y por supuesto que no es absurda la idea de expresar dicha inconformidad,
ya sea marchando, hablando, dibujando, realizando videos…
Otros ejemplos de
minoría creadora pueden ser quienes impulsan y presentan el movimiento gay como
algo innovador, moderno y hasta necesario, o los movimientos que impulsan y
promueven la familia en México.
Es la danza de las
minorías en la que encontramos todo tipo de movimientos que se manifiestan y
seducen a la masa con sus creatividad, verdad y fantasía. Al final triunfa el
que mejor trabaje, es un tema de comunicación en el cual quien mejor exponga
sus ideas y argumentos logrará convertir a la mayoría. Las guerras se ganan en
el mundo de las ideas y esto incluye la exposición de las mismas.
A esas minorías
creativas acompañan –en uso inescrupuloso de armas siempre perversas– las
minorías dominantes que son aquellas que, perdida su creatividad, controlan la
sociedad no por la fascinación del poder creador sino por medios estrictamente
militares y policiales, suelen habitar en países en los que encabezan la lista
de profesiones peligrosas la de periodista o la de candidato.
Esa es la ecuación,
ese el camino para cambiar a una nación, la idea o ideal decidido, seguido del
trabajo de comunicación y acción constante. El mayor castigo para quienes no se
interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se
interesan, afirmó en alguna ocasión Toynbee, a quien también le gustaba decir
que las civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato.
(REPORTE
ÍNDIGO/ Pablo Mier y Terán / Viernes 5
de julio de 2013)
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