Mientras Pemex emprende la tarea de encontrar petróleo en las
profundidades del mar, Greenpeace ha reportado hasta 94 derrames de
hidrocarburos en zonas urbanas y aguas someras. Y aunque cuenta con
ingresos millonarios, existen trabajadores que arriesgan su vida, sin
estar asegurados
Sus conclusiones son que existe la posibilidad de un derrame frente a las
costas de Veracruz, Tabasco y Campeche, y Pemex no está preparado para
enfrentarlo
"Buscamos saber qué tanto Pemex está preparado para hacer frente a un
derrame en caso de que este llegara a ocurrir"
Coordinadora de energía de Greenpeace México
65 escenarios de riesgo en pozo Kunah1 en el “Reporte anual de actividades en aguas profundas” de Pemex 2011
13 escenarios de riesgo fueron remitidos a la CNH
94 derrames fueron detectados por Greenpeace en zonas urbanas, ríos, pastizales y aguas someras
200 solicitudes de información hizo Greenpeace a Pemex para realizar su informe
120 recursos a revisión hizo Greenpeace a Pemex
71 pozos estarán produciendo en 2026
1,161 millones de barriles de petróleo y gas con 10% de posibilidad
3,159 millones de barriles de petróleo y gas con 50% de posibilidad
6,343 millones de barriles de petróleo y gas con 90% de posibilidad
En
lo que va de 2013, Greenpeace México ha documentado 94 derrames de
hidrocarburos en zonas urbanas, ríos, pastizales y aguas someras.
Principalmente en Veracruz y Tabasco.
Está documentado que Pemex no ha hecho frente a estos accidentes de
manera eficiente, ni rápida, con lo que se pone en riesgo el medio
ambiente mexicano y lo más importante, la vida de los trabajadores.
Con la exploraciones en aguas profundas del Golfo el riesgo de
derrames o explosiones se potencializa, y sin embargo las
investigaciones de la rama mexicana del organismo internacional, no
resultan en que la paraestatal esté preparada para enfrentarlo.
“Con todas estas deficiencias que se han encontrado creemos que puede
llegar a ocurrir un nuevo derrame (en el Golfo de México) y que el
gobierno mexicano no está preparado para eso, tampoco hay la
infraestructura necesaria para hacer frente. Lamentablemente tendrá que
esperar a que ocurra uno de estos derrames para que se puedan tomar
acciones”, dice en entrevista con Reporte Indigo Beatriz Olivera,
coordinadora de la campaña de Energía y Cambio Climático en Greenpeace
México.
En abril de 2010 sucedió un accidente durante la exploración
norteamericana en el Golfo. El pozo Macondo Prospect, en aguas cercanas a
Luisiana, se incendió por un derrame de crudo y 15 trabajadores
fallecieron.
En las exploraciones de aguas profundas de Pemex existe el riesgo de
que ocurra lo mismo, y según los documentos que obtuvieron los expertos
de Greenpeace, la ayuda llegaría entre seis y 10 horas después, ya que
los centros de control de derrames se ubican en Árbol Grande,
Tamaulipas; Dos Bocas, Tabasco y Ciudad del Carmen, Campeche.
La respuesta dependería “de la posición de las embarcaciones de
control de derrames en el momento del evento”, dice el documento
titulado “Perforar aguas profundas. La gran estupidez”, de Greenpeace
México que reporta riesgos tanto humanos como ecológicos a partir de la
paraestatal.
En gran riesgo y sin seguro de vida
A pesar de que la posibilidad de una catástrofe amenaza y es casi
impredecible, los trabajadores no estaban asegurados durante el periodo
que detectó Greenpeace en su investigación.
Esto se comprobó ya que en diciembre de 2012 Greenpeace logró
obtener, a través del IFAI, la póliza de seguro de vida de los
trabajadores de Pemex que laboran en aguas profundas del Golfo de México
y estaba vencida desde 2011.
Los operadores de las cuatro plataformas con las que Pemex ha buscado
durante el último sexenio el “tesoro” escondido debajo del mar,
estuvieron durante seis meses trabajando con una póliza caduca.
Aseguraba Inbursa, parte del Grupo Carso y propiedad de Carlos Slim;
la única compañía mexicana que ha entrado en aguas profundas.
Esta irregularidad es apenas una de las que encontró Greenpeace
mediante los documentos que le entregaron la paraestatal, la Comisión
Nacional de Hidrocarburos (CNH) y la Secretaría de Energía (Sener) por
medio del IFAI.
La consiguieron después de dos años, 200 solicitudes de información y
120 recursos de revisión. Los resultados están contenidos en el
informe.
“Buscamos saber qué tanto Pemex está preparado para hacer frente a un derrame en caso de que llegara a ocurrir”, dijo Olivera.
Sus conclusiones son que existe la posibilidad de un derrame frente a
las costas de Veracruz, Tabasco y Campeche, y Pemex no está preparado
para enfrentarlo.
También, el Reporte Anual de Actividades en Aguas Profundas de Pemex
2011, detectó 65 escenarios de riesgo solamente el pozo Kunah-1
Tres fueron “intolerables”, 21 “indeseables” y 41 se clasificaron
como “razonablemente aceptables”. Ninguno fue mencionado en la
asignación.
Supuestamente Pemex previó planes de mitigación para ellos, pero no los entregaron a Greenpeace.
En junio del año pasado la CNH evaluó este informe de Pemex. Dijo que
la paraestatal debía “proporcionar congruencia” sobre sus evaluaciones,
ya que en su informe dijeron que habían 65 posibles escenarios de
riesgo, pero a la Comisión les remitieron solo 13.
De las mitigaciones lamentaron que “no queda claro cómo se vinculan con los riesgos”.
Realmente, ¿hay petróleo?
Pemex anuncia que perforará un pozo declarado seco años
atrás. Y según Greenpeace, las aguas profundas ni tienen futuro ni son
un tesoro.
Sobre las falsas expectativas que pudiera estar creando Pemex en la
inversión de explotación en aguas profundas, Beatriz Olivera dice:
“Cuando llegamos a los hechos encuentran pozos que no fueron
productivos, para nosotros es poco entendible que se vuelva a perforar
un pozo que ya fue declarado seco dos años atrás.
“Creemos que va a continuar esta misma tendencia de hacer creer que
hay una gran cantidad de recursos prospectivos, que hay un gran tesoro
en el Golfo de México y al final sólo se van a encontrar indicios, como
hasta ahora”.
Las dudas ya las había expuesto, en noviembre de 2011, la Comisión
Nacional de Hidrocarburos (CNH), que emitió un dictamen para el proyecto
de exploración Golfo de México B, como se le conoce a las aguas
profundas.
Fue evaluado como favorable con 13 condicionantes. Ponían dudas sobre
las estimaciones de producción y resultados financieros, la seguridad
industrial y humana, y los planes de explotación.
Como ejemplo, toda la documentación de costo-beneficio que entregó
Pemex a la Comisión, ponía las aguas profundas como parte del proyecto
Cantarell, en la sonda de Campeche.
“Está documentado ante la SHCP como un proyecto avalado por el
proyecto de Explotación Cantarell, a pesar de que no existen elementos
geológicos o económicos que así lo justifiquen.
“La Comisión considera conveniente que se desagregue del proyecto
Cantarell, a efecto de reducir la carga financiera a este y dar mayor
transparencia tanto al seguimiento de los proyectos como al análisis del
portafolio de inversiones de Pemex”, asentó la CNH en su informe.
Esta unión también hacía que los permisos ambientales de uno
aplicaran para otro, cuando son proyectos enteramente distintos por las
profundidades a las que se perfora.
Antes de abrir un pozo Pemex debía entregar a la CNH su evaluación,
estimaciones de escenarios de riesgo, planes de respuesta a un posible
derrame, y la metodología con la que pensaban hacer una recuperación.
Pedían también copia de la póliza de seguro que ampara los costos
contingentes, asociados a contención de derrames y remediación del medio
ambiente.
Según los documentos que Pemex entregó a la CNH, los planes de exploración en esta zona van de 2012 a 2026.
Piensan acreditar una reserva probada (con 90 por ciento de
posibilidad de ser extraída) apenas de 6 mil 343 millones de barriles.
Si en efecto encontraran este petróleo, sería igual a un día de la producción que Pemex espera en 2018.
Para ello piensan invertir 113 mil 450 millones de pesos, es decir, el equivalente al presupuesto de tres años de la UNAM.
Pozos secos y mucha expectativa
El proyecto de aguas profundas se divide en cinco zonas ubicadas
frente a las costas de Veracruz, Tabasco y Campeche, conocidas como
Lipax, Holok, Temoa, Han y Nox-Hux.
Hasta noviembre de 2011 no había pozos exploratorios en Lipax, mientras en Holok había tres que resultaron improductivos.
Las zonas de Temoa y Han no habían sido perforadas, pero tenían
aceite pesado y ligero como “hidrocarburo esperado”: nada en concreto.
La última zona, llamada Nox–Hux, tuvo un pozo con escasa producción de aceite pesado, y dos pozos improductivos.
A pesar de ello, Pemex planeó perforar de tres a cinco pozos por año entre 2013 y 2021, hasta completar 71 pozos en 2026.
Este plan estimó que se iban a ganar 75 mil 600 millones de pesos, sin considerar los impuestos.
En este cálculo hubo una irregularidad, ya que a decir de la propia
CNH, la estimación de las ganancias de un proyecto en curso, conocido
como valor presente neto, solo debe calcularse cuando hay una certeza de
lo que se va a extraer.
En este caso, dice la Comisión, “existe incertidumbre en el número de
barriles a extraer, en el monto de las inversiones y en el costo a
ejercer. Propiamente, se debería hablar de un valor monetario esperado”.
Curiosamente la CNH usó el cálculo de Pemex para su evaluación. Concluyó que el proyecto era viable y debía continuar.
Los expertos que han criticado otros proyectos en zonas llamadas “no
convencionales”, como Chicontepec y shale gas, insisten en que es
importante dedicar más dinero a los estudios geológicos antes de
invertir en abrir más pozos.
La estimación de Pemex para aguas profundas, sin embargo, considera
gastar 108 mil millones de pesos en abrir pozos y sólo mil 91 millones
en hacer estudios geológicos, según este dictamen de la CNH.
Para los riesgos la CNH determinó que el pozo Nen-1 tenía 17
escenarios de preocupación, como un descontrol por fallas en los
sistemas, un derrame por fuga del pozo o por un taponamiento inadecuado.
Despilfarro sin retorno
La investigación de Greenpeace encontró “despilfarro de recursos
públicos e irregularidades en el proceso de autorización de los pozos”,
comenta Beatriz Olivera.
Por ley, antes de que Pemex pueda abrir cualquier pozo en aguas profundas, debe tener autorización del presidente.
Este permiso se otorga a través de la Sener y debe especificar dónde
se abrirá el pozo, qué trabajos se harán y si se construirá alguna
infraestructura aledaña.
El 17 de enero del año pasado se publicó en el DOF una asignación
petrolera por ocho años para la perforación del pozo exploratorio
Kunah-1, otorgada por la Sener en diciembre de 2011.
En julio de 2012 Pemex informó mediante un boletín que el pozo Kunah-1 era “el de mayor productividad en aguas profundas”.
Habían encontrado en él cinco yacimientos de gas húmedo. Se instaló
en la plataforma Centenario, propiedad de Grupo R, de Ramiro Garza
Cantú.
Estimaban que podrían existir allí 40 millones de barriles de crudo,
es decir, 20 días de la producción actual de Pemex. Esta estimación era
“posible”, es decir, con menos del 10 por ciento de certeza.
El plan de emergencia actual es de 1980
El viernes 18 de mayo de 2012 PEP solicitó autorización para la
apertura de los pozos Trión-1 y Supremus-1, los que fueron mencionados
por Calderón como los grandes descubrimientos.
Le fue acreditada el lunes 21 de mayo por el director de Exploración y
Explotación de Hidrocarburos de la Sener, Eduardo Camero.
De acuerdo con la autorización, esta se dio después de analizar la
solicitud, su documentación adjunta, la opinión de la CNH y la
información presentada en dos talleres que sostuvieron CNH y Pemex una
semana antes.
Toda esa documentación la revisaron apenas en un fin de semana, entre el viernes 18 y el lunes 21.
Los lineamientos para estos permisos indican la Sener tiene 25 días hábiles para otorgar las autorizaciones.
En su informe, Greenpeace establece que en estos casos se resolvieron
en “el asombroso tiempo de dos días hábiles, incluyendo en estos la
fecha de la presentación de la solicitud de autorización”.
En el gobierno había prisa. El 29 de agosto se dieron a conocer los
primeros resultados positivos, pero fue hasta el día siguiente que la
autorización para abrir ese pozo fue publicada en el Diario Oficial.
Se ubicaron respectivamente en las plataformas Bicentenario, de Grupo R, y West Pegasus, de la compañía noruega Seadrill.
“Para nosotros la primera irregularidad es la renta de las
plataformas, esta cantidad increíble que no puede ser tirada a un pozo
sin fondo.
“Estamos hablando de 500 mil dólares diarios para cuatro plataformas y
que en su mayoría este recurso está destinado a esta empresa llamada
Grupo R”, afirma la maestra en ingeniería de Greenpeace.
La CNH dijo que no había grandes peligros humanos o industriales para
estos pozos, pero alertó que Pemex debía “reducir los tiempos de
respuesta de las solicitudes de apoyo de la plataforma que realizará los
trabajos de perforación.
“Pemex no documentó la existencia de protocolos (…) (en caso de que)
coincidan en el mismo tiempo, la realización de actividades críticas o
de alto riesgo en dos o más pozos”.
Sobre el Supremus-1, la Comisión dijo que no había suficientes datos
de cómo reaccionaría Pemex en caso de que detectaran presencia de gas
metano durante la perforación del pozo piloto.
Es el mismo tipo de gas que en enero pasado provocó la explosión de
los tres primeros pisos del edificio B2 en las instalaciones centrales
de la petrolera, según la versión oficial.
Luego Greenpeace solicitó el Estudio General de Seguridad Industrial y
el Plan de contingencia, contención y remediación en caso de derrames.
La CNH y Sener declararon que no existía la información o estaba
reservada.
Pemex contestó enviándoles el Plan Conjunto de Contingencia entre
México y EU sobre Contaminación del Medio Ambiente Marino por Derrames
de Hidrocarburos, el Plan Nacional de Contingencia para Combatir y
Controlar Derrames de Hidrocarburos y Otras Sustancias Nocivas en el Mar
y los contratos de seguros para enfrentar y resarcir daños económicos o
ambientales por las obras en aguas profundas.
“Nos enviaron un plan que es viejísimo, data de 1980, que es de
atención y contingencias a derrames en el mar”, responde Olivera.
A la pregunta de la organización ambientalista sobre cuáles eran los
peores escenarios de derrame y cuánto le costaría a paraestatal
remediarlos solo Pemex contestó, con documentos incompletos y más de la
mitad de las hojas testadas.
Afirmaron que las posibilidades de un “peor escenario” eran mínimas, del 0.0001 por ciento, pero existían.
De ocurrir costaría 7 mil 986 millones de dólares poder recuperar el
daño en el pozo Trión-1 y 2 mil 215 millones de dólares en el
Supremus-1.
Para Greenpeace ni siquiera debía haberse iniciado este proyecto,
porque se están destinando recursos públicos “a ese tipo de empresas
temerarias como para ver si pega o no pega.
Martes 18 de junio de 2013)
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