El nuevo embajador de México en EUA asegura que la relación
entre los dos países debe ser multidimensional y no quedar 'secuestrada'
por los temas de seguridad o narcotráfico. Para el diplomático, la
dinámica de crecimiento económico bilateral es tan prometedora que
podría ser 'imparable'
"La historia puede, eventualmente, perdonarnos, pero no la geografía. Y la
geografía implica aquí, además, una relación económica y comercial muy
intensa”
Embajador de México en Washington
"La presencia del Estado, es decir, el despliegue del poder coercitivo del
Estado, expresado como policía, es una condición fundamental de la
seguridad, pero no es la seguridad”
Embajador de México en Washington
Diluvian cambios en el mundo.
El mundo está en crisis. Estados Unidos tiene la suya, y todavía hace
pie en el sentido de ser la potencia, ya no unipolar, pero sí bipolar.
Hoy ser embajador de Peña Nieto, en Washington, es mucho más que un
puesto. Es la oportunidad de poder colaborar en la formación de un nuevo
mundo donde se defina qué papel nos toca como mexicanos.
Barack Obama lo dijo delante de Peña Nieto: “hora de romper ‘clichés’”.
Son tantos años tan cerca de ellos y tan lejos de Dios, que a lo
mejor Dios se movió y no solamente mandó un Papa argentino al Vaticano,
sino nos mandó a los mexicanos la posibilidad de la igualdad.
En entrevista exclusiva para Reporte Indigo: Eduardo Medina Mora, embajador.
México y Estados Unidos: más que el combate al narco
>Antonio Navalón: Embajador Medina Mora, ¿se puede
considerar que ha comenzado un proceso de desnarcotizar la relación
México-Estados Unidos? ¿Qué me dice de la relación entre ambos países?
EMM: Sí, la intensidad lleva aparejada complejidad. La relación es
multidimensional. (…) La historia puede, eventualmente, perdonarnos,
pero no la geografía. Y la geografía implica aquí, además, una relación
económica y comercial, muy intensa.
Hay una dimensión de interrelación entre los pueblos donde la
migración juega un papel muy destacado, pero no único. Para México, en
la lógica de que muchos mexicanos que no encontraron oportunidades en su
país, las encuentran en Estados Unidos.
Para Estados Unidos –cuya propia dinámica interna, social y política
es tocada fundamentalmente por la inmigración– es donde la inmigración
hispana y en particular la mexicana, juega un papel fundamental. La
dimensión de seguridad, obviamente, ha estado siempre en la ecuación de
la relación bilateral.
> AN: Estará siempre…
EMM: El retrato de la vida cotidiana se refleja en los medios, pero
también en la conversación de las personas. La violencia derivada del
narcotráfico es muy visible en los últimos años.
México tiene un problema de seguridad. Yo no digo que de
narcotráfico, es (un problema) originado en la debilidad institucional,
porque nunca hemos hecho –a cabalidad– nuestra tarea en seguridad y
justicia.
México no es un Estado débil, ni ausente. En todo el territorio tiene
presencia en programas sociales como Oportunidades, en apoyo a las
familias de menores ingresos, en distribución de alimentos con Diconsa
(…) en salud, en educación, en infraestructura (…) pero nunca lo hicimos
en seguridad, y encima de esto la problemática del narcotráfico lo hizo
más evidente y ciertamente más doloroso para los ciudadanos.
(…) El gobierno de México debe otorgar a los ciudadanos certidumbre
en su vida cotidiana. El narcotráfico y la relación con Estados Unidos
lo hace más complejo pero no es la raíz del problema; por consecuencia
hay que darle su justa dimensión, pero no secuestrar una relación tan
rica, tan compleja y tan comprometedora, con tantos desafíos hacia
adelante, detrás de un único tema.
La economía
>AN: ¿Qué vamos a hacer, por ejemplo, en economía? ¿Cómo
plantea el gobierno que usted representa ese capítulo tan importante?
EMM: Hay algo que el presiente Peña Nieto entiende muy bien y que en
la visita del presidente Obama quedó claramente asumido (por ambos), y
es el hecho de que a pesar de la ausencia de políticas públicas,
explícitas, el proceso de integración entre EUA y México, y diría yo en
la región de América del Norte, ha avanzado a una velocidad, y con una
profundidad, que no está asumida ni por la opinión pública, ni tampoco
por los actores políticos.
No tenemos una visión estratégica respecto del otro y no hemos tenido
la capacidad de construir una respecto del espacio económico
compartido. Sin embargo esto pasa, y pasa con éxito, con potencia y con
una dinámica de crecimiento, yo diría imparable.
El año pasado el comercio bilateral llegó a 494 mil millones de
dólares. Es una cifra enorme. (…) Para las exportaciones de EUA al
mundo, América del Norte es el 33 por ciento, México el 14. Ha venido
creciendo desde el inicio de vigencia del TLC (Tratado de libre
comercio), del Nafta (North american free trade agreement), desde hace
20 años, en una tasa compuesta del 10 por ciento anual, con bajas
significativas a la mitad; porque en esta fiesta apareció un actor que
no estaba invitado de origen y que se llama China, y ahora de nuevo en
términos de costos totales de producción, volvemos a ser muy
competitivos como región.
Lo importante no es el tamaño del comercio (sino cómo) se integra.
Nosotros le compramos más a EUA que los famosos “BRIC” juntos -Brasil,
Rusia, India y China-, más que China y Japón juntos, más que el Reino
Unido, Francia, Alemania y los Países Bajos juntos, y casi igual que la
Unión Europea. Por consecuencia hay entre 6 y 7 millones de empleos en
Estados Unidos que dependen de la exportación a México.
(…) Con Canadá la historia es distinta porque ha habido una
integración comercial desde hace mucho tiempo. El Autopact fue el primer
acuerdo firmado en 1965 y desde ahí hasta el TLC, que ahora
compartimos. Un producto canadiense que se vende en Estados Unidos tiene
un 25 por ciento de contenido estadounidense; uno mexicano tiene 40 por
ciento.
(…) Esto no se logró porque hubiera una declaración política de
origen, salvo la del TLC y la del Nafta, o porque hubieran políticas
públicas explícitamente dirigidas a encontrar esta dinámica, sino que el
espacio y el acuerdo del TLC permitió construir esta realidad.
¿Qué potencia podríamos construir si nos avocáramos a mirar esto con
detalle, de una manera comprometida por parte de los dos gobiernos? Es
extraordinariamente potente, diría yo, e infinito lo que podemos lograr.
La migración
>AN: Ahora mismo la relación bilateral está basada en
hechos que benefician a México. ¿Cómo ligamos un fenómeno en el que
claramente hemos pasado de ser el primer elemento de la inmigración
ilegal a otra cosa? Es muy difícil su trabajo, ¿cómo se mueve uno en
estas condiciones, ley de migración, oportunidad económica, cambio
político?
EMM: EUA es un país muy complejo, México también. Lo único peor que la sobre simplificación es la sobre interpretación.
No somos monolíticos (ni) piramidales en la manera de construir actitudes (...) políticas.
(Respecto a) la población inmigrante, es curioso cómo las cifras
pueden ubicarnos en una realidad más comprensible. En el mundo solamente
hay poco más de 220-230 millones de personas que viven fuera del país
donde nacieron. De 7 mil millones, 40 millones viven en EUA. Hay 11
millones de personas que son extranjeros, que tiene una circunstancia
migratoria irregular, de los cuales 6.2 millones, más o menos, son
mexicanos.
Hay poco más de 11.4 millones de mexicanos aquí, de los cuales 6.2 tienen condición migratoria irregular.
Y a pesar de lo que se vive y se conversa y se siente y a veces se
transmite al otro lado de la frontera, este es el país que mejor integra
a la migración. La migración es parte constitutiva de su ser nacional,
su propia identidad se forja, precisamente, de esta capacidad de
incorporar identidades, elementos culturales, visiones, conductas (...).
Y obviamente en el proceso de ir acomodando esto a la realidad,
enfrentan una gran cantidad de contradicciones y actitudes, a veces
cortas o parroquiales o actitudes a veces generosas y solidarias, y
estas conviven.
>AN: ¿Y respecto a su peso político?
EMM: (La población) hispana o latina tiene un peso político muy
importante. En la elección de noviembre del año pasado votaron 12
millones de hispanos, 70% por el Partido Demócrata, (pero esto) no
siempre fue así y no necesariamente tiene que ser así.
(…) Es un fenómeno que no puede ignorarse (…). Y es lo que le da
sentido y capacidad de construcción política a un acuerdo que lleve a
este esquema de la reforma migratoria y en esa lógica es que es un
asunto de política interior de Estados Unidos y no una negociación
bilateral con México o con ningún otro país.
>AN: Hay un hecho que es fundamental: la relación
histórica, especialmente durante el siglo XX, ha establecido una
bipolaridad en el sentido de cómo nos sentimos y cómo se sienten y cómo
plasma la relación.
EMM: Tenemos una responsabilidad indeclinable por buscar al respeto
de la dignidad y los derechos de los nacionales mexicanos, que están en
este país o en cualquier otro. (…) (Por ello) expresamos lo que pensamos
y nuestra obligación es coadyuvar a que cualquier esquema de reforma de
impulso a un mejor nivel de dignidad para los ciudadanos mexicanos que
están en este país y como consecuencia a un mejor acceso a las
oportunidades a las que tienen derecho porque se las han ganado.
Este es el país en el que han decidido hacer sus vidas y nosotros
estamos obligados a apoyarles en ese esfuerzo, respetando absolutamente
su decisión personal y familiar, obviamente motivada por circunstancias
que quizás no fueron positivas de origen, pero que lo pueden ser hacia
adelante y esa es la posición que nosotros tomamos con respecto a la
autoridad de EUA en el gobierno, y con respecto al Congreso y a las
mismas organizaciones hispanas.
Hay una cosa que a mí me sorprende mucho: tengo casi cinco meses aquí
en Washington, conozco bien este país, pero he descubierto algo que me
deja verdaderamente edificado como ser humano y como mexicano, que es
entender, comprender y respetar a las comunidades mexicanas e hispanas
en este país.
(…) La verdad nosotros tenemos poco que enseñarle a los mexicanos que
están aquí y tenemos mucho que aprender de ellos. (Tienen) una
capacidad de adaptación, de sacar lo mejor de ese ser mexicano, de ese
ser latino, que han traído a esta geografía. Son emprendedores, tienen
una ética de trabajo extraordinaria, tienen una capacidad de respeto por
los demás, de solidaridad, de construcción de la ecuación social que
potencia extraordinariamente a sus familias y a las comunidades en las
cuales se integran.
Este fenómeno (debe) enseñarnos lecciones que podemos aplicar en
nuestro país. Es lo que he comentado con el señor presidente de la
República y él tiene la convicción de que necesitamos construir esta
nueva visión estratégica con respecto a EUA y lograr que ellos la
construyan con respeto de México.
La seguridad
>AN: Su servicio al Estado le hace tener una perspectiva
única frente a algo que se convierte en un factor definitivo en el
cambio cualitativo de la relación, y esa pasa por dos factores que usted
señala con clarísima evidencia: seguridad y estructura jurídica de la
Nación. Por ejemplo, ¿acabaremos teniendo una policía de fronteras?
EMM: Como tal no, pero ciertamente tenemos que tener una presencia
del Estado en todo el territorio y las fronteras. El sector rural y los
caminos federales son áreas críticas donde tiene que haber presencia.
La presencia del Estado, es decir, el despliegue del poder coercitivo
del Estado, expresado como policía, es una condición fundamental de la
seguridad, pero no es la seguridad.
La seguridad la construimos los ciudadanos con nuestra capacidad de
apropiarnos de nuestro espacio físico comunitario, pero eso requiere una
garantía mínima del Estado (…) que nos lo permita.
La frontera es una zona compleja, hay una interacción de 45 millones
de personas de ambos lados, que genera una realidad distinta (…). Y
obviamente la seguridad es una precondición para que todo lo demás
bueno, sano, deseable pueda pasar (…).
Sobre esta base, me parece, que hay un enorme campo de cooperación,
pero no debemos confundir lo que son las tareas internas de construcción
institucional, de construcción de un sistema de justicia transparente,
eficaz, confiable que realmente resuelva la impunidad y que las
conductas delictivas tengan consecuencias predecibles y además
transparentemente procesadas en los tribunales, bajo reglas
preestablecidas, y que esto no es renunciable. Esto no es una tarea que
sea culpa de Estados Unidos o culpa de la globalidad.
Es una tarea doméstica, interna, que nosotros tenemos que asumir y
que asumimos. El presidente Peña Nieto tiene esto muy claro, ha acordado
con los gobernadores no cambiar la fecha que quedó establecida
originalmente en la reforma constitucional para adoptar el sistema de
justicia acusatorio y oral.
La cooperación es fundamental, pero la cooperación no sustituye la tarea nacional.
Esta historia de la seguridad que ha, como tú dices, secuestrado un
tanto la relación bilateral, también ha secuestrado la historia
nacional.
Una de las grandes virtudes de la aproximación del presidente Peña
Nieto y su gobierno es la capacidad de hacer acuerdos políticos y del
mérito enorme que tienen los partidos políticos en México para convenir
una agenda compartida y de llevar adelante reformas que han sido dejadas
de lado durante muchísimo tiempo y que son fundamentales (…).
(Como el tema de la seguridad no ha secuestrado al país) seguimos
creciendo, ha seguido creando empleos, aún en las zonas más difíciles,
la industria ha seguido expandiéndose (…).
Ahora el reto hacia adelante es cómo facilitamos la toma de riesgos,
la formación de capital, la generación de empleos, cómo hacemos
políticas públicas que realmente bajen los costos de transacción
internos, y hacia afuera, cómo construimos un México, y junto con todo
eso, una región de Norte América más competitiva.
Ser embajador de EUA en el gobierno de Peña
>AN: Desde el TLC, México no había vivido una situación
internacional de expectativa positiva como la que hoy vive. Hemos sido
durante muchos años ejemplo de lo malo, empezamos a ser –lo dicen los
grandes medios mundiales– un ejemplo a seguir. ¿Representar y ser parte
del gabinete que acomete la mayor reforma estructural de México de los
últimos 30 años, facilita el trabajo de embajador en Estados Unidos?
EMM: Indudablemente. Ser el embajador designado por el presidente
Peña Nieto, de un presidente que cree en la política y la ejerce día con
día y que apuesta por la política y que encuentra eco en los otros
actores políticos de otros partidos políticos en México para construir
precisamente esta agenda compartida hacia adelante, facilita
extraordinariamente el trabajo de ser embajador.
(…) El embajador de México, aquí y en cualquier sitio, por definición
legal, es el representante del Estado mexicano y obviamente
representante personal del presidente (…).
Y sobre esta base este Estado mexicano que se expresa en esta nueva
capacidad de hacer política, de apostar por la política como el
mecanismo para construir un futuro mejor, para construir una lógica en
que los mexicanos podamos volver a creer en nosotros mismos, ser
orgullosos de lo que somos, de lo que podemos llegar a ser y de lo que
vamos a hacer juntos, es una extraordinaria oportunidad.
>AN: De todo lo que se puede hacer, ¿qué es lo que al
embajador Medina Mora le gustaría al final de su paso por este puesto?
EMM: (…) Yo creo que hay dos tareas fundamentales. Primero construir
la visión de espacio compartido con el propósito de elevar la
competitividad de la región, reduciendo los costos de transacción y
reduciendo los obstáculos para la toma de riesgos, la formación del
capital, la inversión, la generación de empleo y al final bienestar.
Esto es la expresión más pura de la soberanía.
El otro desafío, más complejo, porque tiene raíces, antiguas y
nuevas, pero más antiguas, es modificar la reputación de México en
Estados Unidos, ya que es el eco hacia el mundo. Esta reputación está
afectada no solo por la violencia que hemos vivido estos últimos años,
es más profunda, y se finca en estereotipos respecto del país donde no
se comprenden las enormes transformaciones que México ha tenido en los
últimos 70 ó 100 años y no se comprende lo que puede aportar a Estados
Unidos y al mundo.
Cómo se toca y se cambia la reputación de México me interesa muchísimo. Es un desafío gigantesco.
Los medios tienen un papel fundamental, pero no es en los medios ni
con los medios solamente como se cambia esto, es en la percepción del
ciudadano común (…) y también respecto de nosotros mismos. El presidente
(tiene) muy claro cómo (…) construimos expectativa, esperanza y sentido
de futuro juntos, cómo su enorme potencia como cultura, su posición en
el mundo, su economía y su competitividad, le puede dar a los mexicanos
bienestar pero también sentido de pertenencia y de orgullo nacional.
Profundo conocimiento
Eduardo Medina Mora conoció, desde dentro, el mundo de las empresas;
conoció, desde dentro, el mundo de la inteligencia; conoció, desde
dentro, el mundo de la seguridad; conoció, desde dentro, muy adentro, el
mundo de la restructuración de la justicia mexicana y ha representado
ante gobiernos tan importantes al Estado mexicano en tres sexenios
distintos, lo cual le da un récord que nadie má
s tiene respecto a los
intereses nacionales.
Martes 28 de mayo de 2013)
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