Crónica Parlamentaria
Héctor Froylán Campos Macías / Dossier Politico
HERMOSILLO.-De
traiciones se nutre la historia nuestra de cada día. Como esa que a Víctor
Manuel lo marcó para siempre. A los pocos minutos de haber rendido protesta
como diputado de la LV Legislatura. Aquella que inauguraba en Sonora la era de
las minorías parlamentarias. Ahí debutó el ahora gobernador Guillermo Padrés.
Lo mismo que el perredista Carlos Navarro López. Era 15 de septiembre de 1997.
La felonía de ese panista, no tuvo nombre. Los apellidos de su hermana han
traído a la memoria el vago recuerdo de la vileza que mora entre los muros del
parlamento. ¿Qué oscuros apetitos moldean la estatura moral de algunos
políticos? Más allá del lazo consanguíneo, muchas cosas tienen en común los
hermanos Vázquez Romero: Víctor Manuel y Shirley Guadalupe.
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Ese pandemónium
parece haber petrificado a Javier Neblina Vega. Desde hace dos horas que no
mueve ni los párpados. Por instantes se esfuma virtualmente del pleno. Algo
escribe en la pantalla de su móvil. Y de nuevo, los dedos de sus manos se
entrelazan. Como quien reza. Serio. Mudo. Tan ido. Tan impenetrable a la
ensordecedora gritería. Una muchedumbre tiró la puerta de entrada al salón de
plenos y asaltó las gradas. Los “Malnacidos” de Rebeca Villanueva se apostaron
detrás del bronx opositor. Y se armó el bullyng porque la señora Marina Arce,
la activista del PAN, trae pueblo y quiere impuestos. Miradas de odio se posan,
fulminan a quienes imantaban optimismo. Había llegado la hora. Y con esta, una
inesperada visita: la comunidad gay que a troche y moche entabla un juicio
sumario contra el priista Humberto Jesús Robles Pompa. Más atrás, Oscar “El
Pollo” Medina, entrado en lo qué mejor sabe hacer: alboroto.
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En medio de esa
guasanga, el presidente del Congreso, José Serrato Castell, abre las hostilidades
de una plenaria que inició con el caos y concluyó en la anarquía. El panista
olvidó su perorata de fin de semana y concedió reanudar la sesión que
“clausuró” el jueves. El mismo día que el fantasma del desaparecido Eduardo
Castro Luque rondó por el desolado salón de plenos. “Admito que yo cometí el
error al citar su nombre”, reviró la diputada nogalense Mireya de Lourdes
Almada Beltrán. El priista Abraham Montijo Cervantes no desaprovechó la
oportunidad para exigir disculpas por tamaño gazapo. Ipso facta, la legisladora
del PAN reconoció el yerro. Ofreció enviar a la familia las excusas
pertinentes.
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El ambiente está que
arde. Lo prendió el joven José Everardo
López Córdova a la hora de poner sobre la mesa la sugerencia de cambiar la
agenda para discutir la eliminación del fondo legislativo, esa partida
presupuestal que nació cuando Padrés fue diputado. El mismo la aprobó. “Que no
vengan ahora con el petate del muerto”, objetó el pastor de la bancada priista,
Samuel Moreno. Robles Pompa terció con gritos: le entramos, pero revisemos
ingresos y egresos. Discutamos por qué razón no se ha constituido el
fideicomiso del COMUN si ya tienen 250 millones de pesos recaudados. Abel
Murrieta Gutiérrez subió al podio con la sangre caliente. “¡Qué calidad moral
puedes tener tú!”, vociferó al joven sanluisino. El ex procurador recordó que
el panista fue cómplice de aquella trama ilegal que entronizó en la presidencia
del Poder Judicial al magistrado Sebastián Sotomayor. “Se enojó”, balbuceó en
su curul Juan Manuel Armenta Montaño. No se enoje, tranquilo diputado, serenó
López Córdova sin poder sacudirse el sambenito de su accidentada gestión.
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Aturden los
“Malnacidos” con su “¡no más impuestos!”. Enfada el coro de los homosexuales
que pedían la cabeza de Robles por “homofóbico”. Y los de “escasos recursos” no
tienen ojos más que para los dirigentes del movimiento que parieron la rebelión
social más importante en Sonora. Rebeca se queja: la señora Arce le está
jalando los cabellos. Un coro sin concierto resuena entre las paredes del
recinto. Y es que, al jolgorio, llegaron provistos de altavoces. Serrato no
halla la puerta. Llama a la calma. Le pide al “Pollo” Medina deje proseguir la
sesión. “¡Porqué no callas a los que trajiste!”, recrimina Garavito, el caponero
de la revuelta, del desorden. “A mi no me trajo nadie”, rezonga esa mujer que
tiene “Lázara” a la lideresa de los “malnacidos”. Una, dos, tres veces Serrato
interrumpe al orador para rogar compostura. También vocifera. Se pitorrean de
sus clemencias. Y le suben decibeles al abucheo cuando recita el reglamento.
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Y entre barullo,
gritos y escándalo, la gente paró oreja porque Robles Pompa acaba de poner otra
raya más al tigre. Doña Shirley Vásquez Romero no vino al Congreso por treinta
monedas. ¡Qué va! La legisladora del PAN exhibe el heraldo de la prosperidad en
el estado cuyo crecimiento requiere de la austeridad parlamentaria para
apuntalarlo. E insinúa que los 132 millones de pesos del fondo legislativo, se
destinen a otros rubros. El diputado del PRI anda más filoso que de costumbre.
Enronquecido, replica a la maestra Vázquez Romero que es “increíble” lo que
acaba de escuchar. ¿Cómo hablas de ahorro; de austeridad? Si cuando recién
entramos a esta Legislatura se te aprobó un crédito; fue lo primero que
hiciste: pedir prestado 500 mil pesos para comprarte un carro. Escondida,
replanada en su curul, la de Huatabampo, se alisó el peinado y esbozó una
pícara sonrisa. No fue la única. En la feria de las “balconeadas” salió raspado
el Secretario de Gobierno, Roberto Romero López, el que mandó a “la bola de
putos” para ver qué cara ponía “el joto del Buitre”, según la confidencia
pública de Robles Pompa.
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Son las 13 horas más
dos minutos. La vejiga de Javier Neblina lo sacó del marasmo. “Voy al baño
¿eh?”, susurró a su homólogo priista Samuel Moreno. El bloque opositor había
colocado una valla humana en el umbral del recinto. Por seguridad. Por aquello
de no te entumas. Por si a los panistas no les volvían a salir las cuentas.
Pero no. La suerte estaba echada desde mucho antes de que Abel Murrieta
recomendara a José Lorenzo Villegas Vázquez –el único panista que dio la cara
para defender al COMUN— se subiera los pantalones para fajarse. Y cuando José
Abraham Mendívil López concluyó su vehemente ponencia en la que suplicó
“corregir el camino” porque la historia les regalaba esa oportunidad, Ismael
Valdéz López e Hilda Alcira Chang Valenzuela, del PANAL y el PRD, ya habían
sellado su destino. En palabras del ex alcalde de Navojoa, el veredicto contra
del dictamen suponía el “suicidio” político, social, personal y familiar de
ambos representantes populares. Con ese “No”, agonizó la esperanza de miles de
ciudadanos. Reza la conseja: quien traiciona una vez…
(DOSSIER POLITICO/ Héctor Froylán Campos Macías /
2013-04-24)
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