Saltillo, Coah.- El
cardenal Juan Sandoval Íñiguez –quien participó el pasado mes en el cónclave
que eligió al Papa Francisco– guardó silencio acerca de las actividades de un
sacerdote acusado de cometer abusos sexuales contra menores y de las cuales tuvo
noticia.
Cuando aún era
Arzobispo de Guadalajara, el prelado se negó a colaborar en la investigación
sobre el sacerdote Nemorio Villa Gómez, como sale a la luz en documentos
desclasificados por la Arquidiócesis de Los Ángeles. Así consta en un memorando
del 24 de octubre de 2009 de Michael Myers, en ese momento vicario en esa
congregación, a Marge Graf, consejera general de la misma: “Se recibió otra
denuncia en 2008. En ese momento se creía que el padre Villa estaba viviendo en
Guadalajara y fue enviada una carta al Arzobispo de Guadalajara notificándole
del alegato. Nunca se recibió respuesta”, dice el religioso en la nota
consultada en línea por “Proceso”.
En una carta del 23
de mayo de 1994, con copia a Sandoval, el entonces vicario de esa congregación,
Timothy Dyer, le pide a Villa que se reúna con él cuando llegue a Los Ángeles.
El 29 de enero de
1996, el sucesor de Dyer, Richard A. Loomis, dirigió una nueva misiva
confidencial a Villa y a Sandoval, en la que le niega al primero la renovación
de sus facultades eclesiásticas.
Villa Gómez –cuyo
expediente consta de 50 documentos– nació el 7 de septiembre de 1924 en La
Manzanilla, Jalisco, y fue ordenado sacerdote el 16 de junio de 1957 en
Culiacán. Entre 1964 y 1990, año en el que quedó inactivo, ofició en varias
parroquias en Los Ángeles.
Los expedientes
–desclasificados por una orden judicial– ofrecen detalles de la política de
encubrimiento y connivencia de la jerarquía eclesiástica hacia clérigos
acusados de pederastia. Al menos cuatro sacerdotes están implicados en esos
hechos: Villa Gómez, Nicolás Aguilar, Fidencio Simón Silva Flores y Willebaldo
Castro.
En julio de 2007 la
Arquidiócesis de Los Ángeles, encabezada entonces por Roger Mahony, se disculpó
con 508 víctimas de abuso sexual y la Iglesia llegó a un acuerdo extrajudicial
por más de 660 millones de dólares a causa de una demanda en su contra por su
complicidad en esas agresiones.
El pasado enero, la
juez de Los Ángeles Emilie Elias dispuso que los expedientes –122 archivos (que
suman unas 12 mil páginas), 83 de los cuales contienen denuncias de abusos
sexuales contra menores– se hicieran públicos, así como los nombres de los
sacerdotes acusados de pederastia. Pese a ello, los documentos –que se pueden
consultar en Internet– están llenos de tachaduras encima de los nombres de los
párrocos implicados.
Lo que queda claro
al revisar los expedientes, es que la Arquidiócesis de Los Ángeles dio refugio
a clérigos de México, El Salvador, Colombia, España y Filipinas, entre otras
naciones, que estaban bajo sospecha de haber cometido abusos sexuales.
Mahony fue arzobispo
de Los Ángeles de 1985 a 2011, cuando fue reemplazado debido a los
señalamientos de encubrimiento de sacerdotes pederastas. El 1 de febrero de ese
año fue separado de todos sus cargos.
Nicolás Aguilar,
condenado en México por abuso de menores y quien obtuvo libertad bajo fianza en
1999, es acusado en Estados Unidos por agresiones sexuales contra al menos 26
menores. Una de sus víctimas, Joaquín Aguilar, los demandó a él, a Mahony y al
Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera, a quienes acusa de haber
protegido al pederasta en 1987.
PERFIL CONOCIDO
Una ficha de la
Arquidiócesis de Los Ángeles –fechada el 2 de julio de 1993– dice que había
rumores sobre Villa, mientras otra, del 12 de julio de ese año, señala: “Suele
llevar a niños en su auto para comprar hamburguesas. Me dijeron que los niños
lo estaban viendo en la rectoría. Les dije que no fueran a verlo allí. Cuando
dejé la parroquia, los seminaristas de San Antonio venían a decir que el padre
Villa estaba llevando niños de vacaciones, al cine, etc. Entonces hubo un
rumor: alguien pedía dinero al padre o esta persona iría a las autoridades”.
El 30 de abril de
1994, Dyer le envía a Mahony un memorando confidencial sobre esos rumores: “A
finales del año pasado recibí reportes de las Hermanas de San Antonio de Padua
de que había rumores fuertes sobre el involucramiento del padre Villa con niños
años antes de que dejara la Arquidiócesis. Lo verifiqué con el padre (tachado),
quien fue pastor en esos años, y confirmó que había habido rumores”.
Sobre el sacerdote
pesan al menos tres denuncias de abuso sobre hechos ocurridos a mediados de los
60 y entre 1978 y 1979.
Un correo
electrónico del 22 de abril de 2002 de un remitente cuyo nombre está tachado, y
enviado a Craig Cox, rector del seminario de San Juan en Camarillo, California,
da cuenta de un abuso cometido por Villa: “Me abrazó, me sopló en el oído, me
tocó los genitales”.
La ficha del
sacerdote relata que “la hermana de dos jóvenes notificaron a (tachado) que
cuando sus hermanos eran monaguillos” el padre “les mostraba revistas para
excitarlos sexualmente. Uno de los hermanos no dirá qué más pasó y no hablará”
con la Oficina de Asistencia a la Víctima de la Arquidiócesis de Los Ángeles.
El otro hermano ya murió.
En 1994 Villa
apareció en la parroquia de Jesús Niño, en Guadalajara. El 12 de abril de ese
año un sacerdote le escribe a un destinario, cuyo nombre está tachado, para
notificar que el sacerdote “me está haciendo el favor de ayudarme a celebrar la
santa misa en los domingos y algunas veces entre semana, sobre todo cuando su
salud se lo permite”.
DEPREDADOR PRÓFUGO
Más grave es el caso
del sacerdote Fidencio Silva, acusado en mayo de 2002 por ocho personas de
agresión, supervisión negligente y abuso sexual cometido entre 1979 y 1985.
Silva fue ordenado
sacerdote el 1 de enero de 1978 en la orden de los Misioneros del Espíritu
Santo, en Guadalajara. Entre 1978 y 1995, año en el que abandonó la Iglesia,
trabajó en varias capillas californianas.
En una carta del 12
de diciembre de ese año, con copia a Silva, Domenico di Raimondo, superior de
los Misioneros, le avisa a Dyer de tres documentos relacionados con las
denuncias entabladas. El primero es el “reporte sobre la entrevista con padre
Fidencio Simón Silva Flores sobre una acusación de acoso sexual” del 7 de abril
de 1995.
Los documentos
aluden a un memorando del 3 de abril de 1995, sobre (tachado), “alegatos de un
ex novicio, quien denunció que el padre Silva le pedía que se desnudaran,
acercamiento sexual. Le pidió que se desvistiera y se sentara frente a él, le
pidió tener una erección frente a él. En un momento dado, puso sus manos en sus
genitales, encontraron cintas porno en la habitación del padre Silva”.
En un borrador de
una carta a Silva del 29 de noviembre de 1995, Dyer declara que los alegatos
habían sido aceptados como verídicos y que será reconsiderada su solicitud para
futuros ministerios en la Arquidiócesis.
Un fax del 2 de
abril de 2002, de dos páginas, dirigido a Mahony y en el cual están tachados
los nombres del destinatario y del remitente, dice: “Estoy escribiendo esta
carta para presentarle información sobre acoso repetido de un joven por parte
del sacerdote Fidencio Silva Flores cuando ofició en la parroquia Nuestra
Señora de Guadalupe en Oxnard. No puedo localizar al padre Flores y le presento
esto para que pueda entregar cualquier información que tenga de él a las
autoridades. Avíseme del paradero del padre Flores y de cualquier medida que se
tome para prevenir que abuse de otros”.
Otro documento, del
10 de abril –aparentemente un correo electrónico con los nombres del remitente
y del destinatario tachados y con la leyenda “importancia alta”–, denota que
encontraron a Silva Flores: “Pudimos localizarlo en el número (tachado)”. El
documento está firmado con las iniciales L.M.
El 12 y el 16 de
abril de 2002 un hombre reportó a la Oficina de Asistencia a la Víctima de la
Arquidiócesis que Silva mantuvo una relación sexual con él entre 1992 y 1994,
cuando tenía 20 años. El 27 de marzo de 2003 el fiscal de distrito de Ventura,
California, lo acusó de 25 cargos por acoso contra ocho menores.
(ZOCALO/ Revista Visión Saltillo/11/04/2013 - 02:18
PM)
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