Noé Zavaleta/Proceso
XALAPA, VER.
(Proceso).- Mientras la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno
encabezado por Javier Duarte sigue a marchas forzadas con la depuración de las
policías municipales, la ola de violencia, secuestros y extorsiones –y los
abusos de las fuerzas del orden– no cesa en el estado de Veracruz, que opta por
maquillar la realidad.
El jueves 21,
mientras Duarte daba el banderazo de salida al Mando Único Unificado –programa
de patrullaje de las fuerzas armadas y la Policía Estatal en los municipios de
Córdoba y Fortín de las Flores– un grupo de ex policías protestaba por su
“despido injustificado” y por presuntas violaciones a sus derechos humanos.
Acusaban a las fuerzas federales y estatales de haberlos sacado a rastras,
arrancándoles el uniforme.
En la ceremonia
Duarte confirmó la desintegración de la Policía Municipal de Fortín de las
Flores y la canalización de más de 200 uniformados de Córdoba a la Academia de
Policía de El Lencero para someterlos a exámenes de confianza.
En la misma semana
las quejas de empresarios, políticos y de la sociedad por la violencia e
inseguridad que azotan a gran parte de Veracruz dieron pie a que las fuerzas
federales y la Policía Estatal tomaran el control de la seguridad municipal. Lo
que aceleró la decisión fue el intento de secuestro del regidor cuarto de
Fortín de las Flores, Antonio Ramírez Hernández, y la liberación –tras el pago
de un rescate de medio millón de pesos– del empresario orizabeño Jaime Figueroa
Sánchez. Ambos hechos ocurrieron en la zona centro de Veracruz el lunes 18.
MUERTOS QUE NO SE CONSIGNAN…
En la zona conurbada
Veracruz-Boca del Río hubo cuatro ejecutados el viernes 15; al otro día ningún
periódico dio cuenta de esto.
Las redes sociales
reportaron ejecutados en colonias populares de Veracruz y en la parte alta de
la zona centro, daban detalles de la llegada de comandos armados y del
estruendo de las balas. Usuarios de Twitter y de Facebook subieron imágenes de
los cercos de seguridad de la Policía Naval y de la SSP. Aun así la PGJE optó
por el silencio.
El miércoles 20 tres
presuntos delincuentes fueron abatidos por policías federales en Actopan. El
gobierno sólo dijo que soldados y policías estatales le marcaron el alto a un
vehículo en el que viajaban personas sospechosas que abrieron fuego. No se dijo
a qué grupo delincuencial pertenecían.
El jueves 14, tres
presuntos delincuentes murieron en el puerto de Veracruz a manos de efectivos
de la SSP y federales del operativo Veracruz Seguro. Al otro día, familiares de
los fallecidos se manifestaron en los juzgados del ex penal Ignacio Allende
para exigir justicia, pues aseguraban que sus hijos no eran delincuentes y que
incluso dos de los tres acribillados “ni siquiera iban armados”.
Una mujer, María del
Carmen Hernández, declaró a la prensa que su hijo venía del trabajo y se asustó
con el operativo, por lo que ignoró la orden de detenerse. “Eso es lo que dicen
los testigos”, afirmó.
Los hechos son
similares a los que relatan las cuatro viudas de Ixhuatlán del Café: Sus
esposos fueron asesinados por militares la noche del 28 de diciembre de 2012 en
Córdoba, (Proceso 1889). Según sus viudas estos hombres eran un taxista, un
mecánico, un “mil usos” y un jardinero que trabajaba en Estados Unidos y no
eran sicarios al servicio de Los Zetas.
En noviembre pasado
Proceso informó que la captura de tres presuntos integrantes de Los Zetas
exhibió a las autoridades de Veracruz, pues se detectó una red de complicidades
de ese grupo criminal para operar en el municipio de Córdoba con el apoyo de
empresarios, políticos y funcionarios de la PGJE.
Los excesos de los
militares, la colusión de las autoridades con el crimen organizado y la
incapacidad del gobierno de Duarte frente a la ola de inseguridad empezaron con
la entrada en vigor del operativo Veracruz Seguro, el patrullaje de la
Secretaría de Marina en el puerto de Veracruz y en Boca del Río al inicio de su
gobierno, en diciembre de 2010.
El operativo,
reforzado por la Secretaría de la Defensa y con la cooperación de la Agencia
Veracruzana de Investigación y de la SSP se extendió en 2012 a la capital del
estado, a Coatzacoalcos y ahora a Córdoba y Fortín de las Flores.
En Úrsulo Galván hay
ocho policías desaparecidos desde el pasado 20 de enero; a las manifestaciones
de las madres o las esposas de estos se han sumado ciudadanos que tienen
familiares desaparecidos.
En Soledad de
Doblado, además del asesinato del ex alcalde Martín Lara se han dado reportes
de extorsión e intentos de secuestro a ganaderos y pequeños empresarios.
En Alvarado 20
policías municipales fueron arraigados por marinos quienes después de
retenerlos tres días los regresaron al ayuntamiento. Según la alcaldesa Sara
Luz Herrera, los oficiales regresaron sanos y salvos, pero renunciaron a la
corporación.
En Tlalixcoyan un
grupo de vecinos de la congregación de Piedras Negras, hartos de la inseguridad
y la ola de robos, formaron un grupo de autodefensa. Pese a los reportes de la
prensa, el gobierno veracruzano sigue negando su existencia.
Incluso el titular
de la SSP, Arturo Bermúdez prefirió incriminar al fotógrafo de la agencia
Cuartoscuro Félix Márquez y sugerir que quien debería estar en la cárcel es él
por haber, dijo, “pagado” y “puesto a grafitear” a un grupo de vecinos de ese
municipio. En estos tres municipios la seguridad ya corre a cargo de las
fuerzas estatales y federales.
“UNA BOLA DE DELINCUENTES”
“Ha sido muy difícil
para nosotros en estos primeros dos años despedir a 2 mil 200 policías y
también extremadamente difícil encontrar 2 mil policías confiables”, expresó Bermúdez
en un desayuno de desagravio con fotógrafos, dos días después de sus ataques a
Félix Márquez.
En otra ocasión
Bermúdez señaló que las policías municipales de Veracruz son una “bola de
delincuentes”; así lo dijo el 18 de noviembre de 2011 durante su comparecencia
ante el Congreso local, cuando justificaba la extinción de la Policía
Intermunicipal Xalapa-Banderilla-Tlalnehuayocan (PIXBT).
“La extinta Policía
Intermunicipal de Xalapa-Banderilla-Tlalnehuayocan estaba integrada por puros
delincuentes. Ahora son los mismos, pero ya sin uniforme. Las pandillas se
alquilan y se rentan a una delincuencia más estructurada”, dijo Bermúdez a los
diputados.
(PROCESO/ Noé Zavaleta/ 28 de marzo de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario