La empresa suiza, ligada a los hermanos Bribiesca,
contratada para realizar el peritaje de la Torre Pemex ha sido investigada por
corrupción en Pakistán, Bangladesh, Kenia, Nigeria, Uganda, Congo y Zimbabue
Peniley Ramírez/ Reporte Índigo
A pesar de los nexos
de SGS con los hermanos Bribiesca, con Zhenli Ye Gon y con Dragon Mart, su
avance en México parece imparable y su relación con el gobierno, cada vez más
estrecha
Al tiempo que la
Société Générale de Surveillance (SGS) ganaba en México la concesión para ser
el perito independiente que validaría las obras en la refinería de Cadereyta a
finales de los 90, se enfrentaba a un juicio por sobornos en Pakistán.
La compañía fue
sentenciada por haber pagado a la ex primera ministra de ese país, Benazir
Bhutto, asesinada en diciembre de 2007, para conseguir contratos.
El caso llevó a su
esposo, Alí Assif Zardari, a la cárcel y desempolvó una trama de corrupción con
bancos y abogados suizos.
SGS ha sido acusada
de efectuar controles laxos para mercancía de varias aduanas en África y de
haber validado erróneamente la operación de una fábrica en Bangladesh que luego
colapsó, dejando 64 trabajadores fallecidos.
Al mismo tiempo, la
empresa, que comenzó como una pequeña auditora suiza, ha comprado compañías
locales en todo el mundo y ha diversificado sus servicios hacia la minería, el
petróleo, el carbón o las aduanas, hasta contar con 50 mil trabajadores y más
de mil oficinas.
Lo que nunca había hecho
es revisar causas de siniestros ni determinar si una explosión fue causada por
un accidente o un atentado.
El gobierno de
Enrique Peña Nieto le permitió estrenarse en este empeño, justamente en los
días en que el director de SGS Internacional, Chris Kirk, venía de viaje en
México.
La visita era para
establecer una estrategia de crecimiento con la que SGS busca duplicar su valor
de mercado para 2015.
A pesar de los nexos
de la empresa con los hermanos Bribiesca, con el caso Zhenli Ye Gon, con el proyecto
Dragon Mart y con casos de sobornos, su avance en México parece imparable y su
relación con el gobierno resulta cada vez más estrecha.
Inspecciones en aduana
Las empresas
privadas comenzaron a verificar mercancías en México, a raíz de una concesión
otorgada en 2005 para SGS y la empresa mexicana Logistik.
El sistema, que se
conoce mundialmente como inspección pre-embarque (PSI, por sus siglas en
inglés) se presentó al gobierno mexicano en mayo de 2002, de acuerdo con un
documento de SGS del que Reporte Indigo obtuvo una copia.
Se trata de una
presentación realizada en el Comité de Comercio Exterior y Aduanas para ofrecer
los servicios de validación internacional de mercancías e inspección.
De acuerdo con el
ensayo “Criminales Transnacionales” publicado en 2003 por el periodista
estadounidense James S. Henry, este tipo de servicios permitió a SGS crecer
como una empresa global.
Henry es abogado,
economista y como periodista de investigación ha colaborado con medios como
Forbes, The Washington Post y The New York Times.
En el documento
afirmó que este tipo de inspecciones tienen su mayor mercado en países con
altos niveles de corrupción, como Bangladesh, Bolivia, Congo, Haití, Kenia,
Nigeria, Pakistán, Togo y Zimbabue.
La compañía suiza
SGS se inició con estas inspecciones durante la dictadura de Joseph Desire
Mobutu en el Congo durante la década de los 60.
El concepto original
de inspección pre-embarque que contrataron a SGS era para que revisaran las
importaciones al Congo, verificaran el contenido, clasificaran los aranceles y
los niveles de precios para asegurarse de que no existía sobrefacturación.
Estos datos debían
entregarse a las autoridades hacendarias, de la misma forma que estipulan las
concesiones actuales que SGS tiene en México.
Durante los 80, de
acuerdo con esta investigación de Henry, SGS amplió sus servicios de inspección
aduanera con apoyo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Los servicios de PSI
se convirtieron en su actividad más rentable y sus contratos estaban ubicados,
sobre todo, en Congo, Filipinas, Kenia e Indonesia, gobernados por dictaduras.
Ya en los 90, el consorcio
suizo tenía más de 39 mil trabajadores y oficinas en 140 países.
Sus influencias
llegaban a la política, ya que el ex director de la CIA, R. James Woolsey, fue
abogado de SGS a principios de los 90, antes de ocupar el cargo en inteligencia
y luego a partir de 1995, cuando dejó la administración pública.
Sobornos en Pakistán
En 1996 la compañía
fue nombrada por el Banco Mundial como una empresa líder en prácticas de
certificación y anticorrupción.
Al año siguiente, en
septiembre de 1997, dos meses antes de que se firmara en México la remodelación
de la refinería de Cadereyta, SGS aceptó haber estado “profundamente implicada”
en sobornos en Pakistán.
Los pagos
irregulares, que luego fueron corroborados por un juez suizo en 2003,
alcanzaron los 15 millones dólares abonados a la ex ministra paquistaní Benazir
Bhutto, a su esposo Asif Ali Zardari y a su cuñado Nasir Hussain.
La sentencia
determinó que habían sido pagados a través de empresas fantasmas en las Islas
Vírgenes Británicas, mediante abogados suizos y cuentas en las oficinas en
Ginebra de los bancos UBS, Barclays Bank y Banque Pasche.
Estos sobornos
habrían garantizado a SGS y su filial Cotecna la obtención de contratos para
servicios de inspección pre-embarque entre 1991 y 1994.
Bhutto fue
destituida y luego absuelta, por lo que volvió al cargo en 1993.
De acuerdo con el
informe final de la investigación presentado por un magistrado suizo en julio
de 2003, justo cuando Pemex comenzaba a dar más contratos a SGS en México, en
el segundo mandato de Bhutto también recibió sobornos de SGS.
Estos pagos se
habrían realizado entre marzo y junio de 1994 a la compañía fantasma Bomer
Finance Inc., cuyos verdaderos dueños eran la ministra paquistaní y su esposo,
actual presidente del país.
El 29 de septiembre
de ese año, según este informe judicial suizo, la filial de SGS, de nombre
Cotecna, obtuvo en Pakistán otro contrato por adjudicación directa de 137
millones de dólares para revisión de mercancías en aduana.
Los sobornos se
habrían realizado a través de una cuenta en Ginebra, Suiza, sobre la que tenían
derechos de propiedad tanto la política como su esposo.
Nuevamente, Bhutto
fue sacada de su cargo y su marido fue a la cárcel. SGS despidió a dos de sus
altos ejecutivos y los acusó de lavado de dinero.
En 2003 el abogado
suizo que intervino en los sobornos fue condenado a devolver dos millones de
dólares a Pakistán y fue condenado a tres años de libertad condicional.
Las consecuencias
para la SGS fueron solo la cancelación de sus contratos, pero no se les
inhabilitó para operar en ese país ni recibieron ninguna sanción.
Lo solucionaron
vendiendo la filial de Cotecna y haciendo renunciar al consejo directivo del
consorcio.
Luego escribieron un
catálogo de buenas prácticas, nombraron un Comité de Ética y escribieron un
código y obligaron a los directivos a tomar cursos sobre esta materia.
En años recientes,
estos cursos han sido contratados por Fonatur y el Instituto Mexicano del
Petróleo.
De acuerdo con el
texto de Henry, SGS perdió contratos en Filipinas, Angola, Costa de Marfil,
Etiopía, Indonesia y Paraguay a raíz del escándalo de Pakistán, pero en México
no sucedió.
Al contrario, en la
primera parte del escándalo de Bhutto, en 1999, fue nombrada como perito
independiente en la remodelación en Cadereyta.
Tras haber sido
condenada en Suiza por los pagos irregulares en Pakistán, las autoridades del
gobierno de Vicente Fox le dieron la concesión para operar el recinto
fiscalizado en San Luis Potosí, que ahora se relaciona con la empresa Logistik
y los empresarios detrás del Dragon Mart.
Entre julio y
diciembre de 1995, SGS fue también demandada en Uganda por mala calidad en los
servicios de inspección pre-embarque.
La demanda por 387
millones de dólares fue por negligencia en el manejo de un contrato con una
empresa de fabricación de ropa.
Malas prácticas ecológicas
De acuerdo con un
informe de 2008 de la organización no gubernamental británica Ethical Consumer,
la filial en Birmania de SGS estaría incluida en una lista de “empresas sucias”
que facilitan el comercio internacional de productos de procedencia dudosa.
El sistema de
verificación de bosques (FSC, por sus siglas en inglés), que certifica
productos de madera y papel producidos de forma sostenible, tuvo también quejas
contra la multinacional suiza.
En 2007 la filial
Qualifor de SGS obtuvo un contrato con FSC para certificar las prácticas de
tala en el parque nacional Monte Elgon en Uganda.
“Un equipo de cuatro
personas evaluó 112 mil 100 hectáreas en solo cuatro días y declararon que
estaba bien gestionado”, reclamó después FSC.
Descubrieron que la
validación de SGS se había basado en “mejoras futuras” que debían suceder en el
parque, no en prácticas actuales.
En 2006, otro
informe de esta organización ambiental consignó que SGS había certificado un
bosque en Polonia descalificando los incumplimientos y con un personal no
especializado.
También Greenpeace
en un informe de 2008 reprobó las verificaciones de SGS para varios bosques en
Rusia.
Confianza absoluta
Lejos de estos
antecedentes negativos, los gobiernos mexicanos, tanto del PRI como del PAN, ha
depositado en SGS toda su confianza. Incluso le han encomendado el peritaje del
edificio B2 de Pemex.
Los responsables del
mismo, que aparecieron explicando el asunto en una conferencia de prensa
organizada por Pemex, fueron Brian Dunagan y Mauricio Chequer.
Dunagan es maestro
en administración de empresas, tiene experiencia en petróleo, salud y seguridad
industrial y fue empleado de dos contratistas de Pemex, las petroleras texanas
Shell y Halliburton.
Tampoco Mauricio
Chequer parece el hombre ideal para el trabajo. Se trata de un ingeniero civil
con una maestría en administración de empresas.
Su experiencia
laboral ha sido también en compañías petroleras de Texas, las principales
interesadas en lo que suceda con la reforma energética planeada para este año.
Chequer fue gerente
de operaciones de la National Oilwell Varco (NOV, por sus siglas en inglés) y
de su filial Tuboscope, una transnacional texana con sede en Houston,
especializada en la construcción de plataformas petroleras y exploración de
ductos.
Su más reciente
trabajo antes de SGS fue para la empresa asentada en Puebla, Mexpipe
Ingeniería, la cual obtuvo un contrato por adjudicación directa con Pemex
Refinación por 10 millones 260 mil pesos en julio del año pasado para hacer
“conexiones de tubería”.
(REPORTE ÍNDIGO/Peniley Ramírez / Viernes 15 de
febrero de 2013)
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