CÓMO
SE ORIGINA UN ASESINO EN SERIE
Agencias
Primeramente
es necesario considerar que no todos los psicópatas son asesinos en serie, pero
todos los asesinos en serie son psicópatas. Esto tomando indistintamente los
términos “trastorno antisocial de la personalidad”, “sociopatía” y
“psicopatía”; ya que, si bien las diversas fuentes a veces delimitan un término
de otro, en esencia los tres significan lo mismo y son, por lo general,
empleados indistintamente en la actualidad. Pero entonces y antes de intentar
responder si el psicópata nace o se hace: ¿cuáles son sus características
fundamentales? En palabras del Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales IV —donde no se distingue al psicópata del sociópata, y se
engloba a ambos en el trastorno antisocial de la personalidad—, estas son las
siguientes:
1. Fracaso para adaptarse a las normas
sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el
perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
2. Deshonestidad, indicada por mentir
repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio
personal o por placer
3. Impulsividad o incapacidad para
planificar el futuro
4. Irritabilidad y agresividad,
indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
5. Despreocupación imprudente por su
seguridad o la de los demás
6. Irresponsabilidad persistente,
indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse
cargo de obligaciones económicas
7. Falta de remordimientos, como lo
indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado
a otros
Ahora bien, ¿el asesino serial nace o se
hace? Veamos.
El
asesino serial es un resultado de la interacción entre las circunstancias (el
entorno) y las tendencias innatas; aunque podría señalarse que éste se
autoconstruye, se hace a sí mismo en la medida en que tiene la posibilidad de
elegir qué reacciones tomar ante lo que le sucede: así, cuando se habla de que
“el asesino se hace”, se habla tanto de que las circunstancias lo construyen
como de que él, en la medida en que tiene libertad de autoregulación y
reacción, se autoconstruye como respuesta a esas circunstancias.
Como
ya se dijo antes, no todo psicópata es un asesino serial. Cabe así la pregunta:
aquellos psicópatas que se transformaron en asesinos seriales, ¿estaban
indefectiblemente destinados a convertirse en asesinos seriales y en
consecuencia eran manifestaciones de que el asesino nace y simplemente
manifiesta esa esencia en el futuro? Para responder a eso hay que tener
presente que la psicopatía es una condición que siempre se manifiesta a nivel
de anomalías neurológicas[1], por lo que el cerebro del psicópata nunca es
igual al de la persona normal. No obstante eso no implica que todo psicópata
nace siendo psicópata, ya que una persona normal puede, como consecuencia de un
accidente u otra situación, desarrollar en cualquier etapa de su vida un
conjunto de anomalías cerebrales que lo transformen en psicópata. Lo anterior
se vio en el caso del británico Raymond Fernández, quien inicialmente fue un
espía británico más, después de un fuerte golpe en la cabeza, su conducta
cambió y él se transformó en un psicópata y asesino en serie… Pero las veces en
que el psicópata (condición para ser asesino serial) no nace son excepcionales,
por lo que la pregunta sigue vigente para la mayoría de casos. Así pues, la
realidad es que el asesino serial se hace; ya que, según los estudios, en
condiciones determinadas de desarrollo es posible lograr que, alguien que por
sus genes o por alguna otra causa (anomalías en el embarazo) nació siendo
psicópata, no se transforme en asesino serial o en tipo alguno de criminal. En
otras palabras, la psicopatía no basta para dar lugar a un asesino serial, ya
que éste es siempre el resultado de la interacción entre las circunstancias (el
entorno) y las tendencias innatas; aunque, desde un punto de vista filosófico
admitido por muchos psiquiatras y psicólogos, el asesino serial se
autoconstruye, se hace a sí mismo en la medida en que tiene la posibilidad de
elegir qué reacciones tomar ante lo que le sucede, pero esta aclaración no debe
tener peso en el asunto, ya que, cuando se habla de que “el asesino se hace”,
se habla tanto de que las circunstancias lo construyen como de que él se
autoconstruye como respuesta a esas circunstancias.
Al
respecto, la neuróloga Debra Niehof afirma lo siguiente: ‹‹La violencia es el
resultado de un proceso de desarrollo, una interacción permanente entre el
cerebro y el medio ambiente […]. Si una persona ha llegado a creer que el mundo
está en contra de ella, y ella está reaccionando de forma exagerada a cada
pequeña provocación, estas reacciones violentas irán más allá de su capacidad
de control, porque está en un modo de supervivencia […]. Es importante entender
que la violencia no tiene una causa única. Puede venir de cualquier parte de la
estructura psicológica. Todo lo que nos encontramos o experimentamos en
nuestras vidas tiene el potencial de afectarnos, y no hay un factor único al
que echar la culpa. La violencia es el resultado de un bucle de realimentación
compleja, pero ese bucle puede romperse. La biología no es destino.››
PERSPECTIVA GENERAL
Hemos
visto que el asesino serial es el producto de una interacción entre el entorno
y ciertas características del sujeto. Entonces: ¿qué circunstancias tienden a
hacer que un psicópata se transforme en asesino serial? Principalmente estas:
Un
entorno familiar inapropiado, con patrones como: violencia entre los padres;
maltrato, indiferencia-abandono o demasiada permisividad por parte de uno o
ambos progenitores; ausencia de uno o ambos progenitores; incestos, abuso
sexual o algún tipo de situación sexualmente insana originada en el marco
familiar; comportamientos desequilibrados y destructivos-autodestructivos en
los padres, tales como alcoholismo, drogadicción, prostitución; etc.
El
asesino es en gran parte un síntoma de los trastornos socio-culturales, ya que,
si bien el entorno familiar es el factor externo de primer orden en su
encaminamiento hacia el crimen, éste constituye una micro estructura grupal
(por algo se le dice “la célula” de la sociedad) que, en sus desequilibrios y
problemas, refleja en gran medida los males generales del entramado
socio-cultural. Así, consciente de ello, el asesino Charles Manson afirmó: “Mi
padre es una prisión, mi madre un sistema, soy lo que ustedes me hicieron. Los
miro y me digo: ustedes quieren matarme y yo ya estoy muerto. Toda mi vida
estuve muerto”
Una
experiencia social nociva, con patrones como: pobreza, usualmente asociada a un
sistema lleno desigualdad que, en ciertos casos, acaba generando resentimiento
social; aislamiento o maltrato físico y/o psicológico por parte de los pares,
sean estos de la institución educativa, del reformatorio o de otro tipo de
ambiente; abuso sexual por parte de un desconocido o conocido fuera del círculo
familiar; presencia de drogas y/o alcohol en el círculo social; vandalismo y
delincuencia; etc.
Vivencia
de un marco cultural en el que se exhiben cosas como: mucha rigidez en los
roles de género; aceptación de la violencia como forma idónea de control y
parte de la cotidianidad; desequilibrios a nivel de la mentalidad imperante,
manifestados en casos como el de una sociedad moralista demasiado represiva,
una sociedad con tendencia al libertinaje y los vicios, o una sociedad muy
materialista, pragmática y consumista; etc
EXPOSICIÓN A EVENTOS TRAUMÁTICOS
El
ser testigo de uno o varios sucesos traumáticos es algo que muchas veces juega
un rol crucial en la creación del asesino en serie. Según estudios científicos,
presenciar un acto violento puede desencadenar agresión y desórdenes de
ansiedad tales como estrés agudo o trastorno por estrés post-traumático, o
inclusive puede ocasionar problemas relacionales y una disrupción en el
desarrollo de la capacidad empática.
Presenciar
un acto violento puede desencadenar agresión y desórdenes de ansiedad, tales
como estrés agudo o trastorno por estrés post-traumático, o inclusive puede
ocasionar problemas relacionales y una disrupción en el desarrollo de la
capacidad empática. Un ejemplo terrible fue el del legendario asesino Gilles de
Raise, quien destripaba a sus víctimas como un reflejo de que, durante su
niñez, vio a su padre con las tripas afuera, agonizando en el lecho antes de
morir tras un ataque de jabalí.
Así
y refiriéndose sobre todo a la violencia animal que muchos chicos presencian,
Kellert y Felthous afirman que: ‹‹Un niño que crece rodeado de agresión contra
cualquier ser vivo, tiene más probabilidad de violar, abusar o matar a humanos
cuando sea adulto››. Esto es importante ya que muchas veces el presenciar
violencia animal constituye aquellos eventos traumáticos y lastimosamente, esta
potencial fuente de eventos traumáticos a presenciar, viene como complemento a
experiencias de maltrato pues, según un estudio de la New Jersey Public Child
Protection Agency, en el 88% de las familias donde hay maltrato infantil, hay
también maltrato a animales, y éste está usualmente ligado a una experiencia de
humillación e impotencia, tal y como lo refleja el hecho de que, según el
estudio antes dicho, en el 66% de los casos es el progenitor quien, para
castigar o controlar al hijo, maltrata a la mascota.
Ejemplos
de asesinos que presenciaron eventos traumáticos son:
Ed Gein: Ed presenció el sacrificio de animales de granja y
esto, según confesó, le inspiró ideas pervertidas que más adelante
influenciaron en su conducta criminal.
Guilles de Rais: A sus nueve años, Guilles presenció la muerte de su
padre en una sesión de caza. Fue algo realmente espantoso pues un jabalí había
clavado sus colmillos en el vientre de su padre, y el pequeño Guilles contempló
“cómo sus vísceras se esparcían por el lecho”, lo cual lo marcó tan
profundamente que, en el futuro, repitió la escena destripando niños y viendo
como las entrañas y la sangre se derramaban sobre el suelo de su castillo…
John George Haigh: Conocido como “El Vampiro de Londres”, este asesino,
durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial acontecido en su niñez,
corrió aterrado solo para llevarse un susto aún mayor al ver una cabeza que,
producto del bombardeo, había terminado rodando y yendo a parar ante sus pies…
MALTRATO INFANTIL Y ADOLESCENTE
El
maltrato infantil casi nunca será suficiente en la creación de un asesino en
serie, pero siempre será importante. En su libro Serial Killers, Joe Norris nos
dice que el maltrato infantil genera reacciones violentas, trastorna el
desarrollo psicológico y hasta puede producir lesiones cerebrales… Al respecto
escribe: ‹‹Los padres que abusan de sus hijos, tanto física como
psicológicamente, inculcan en ellos una confianza casi instintiva en la
violencia como primer recurso ante cualquier desafío.››.
Según
criminólogos del F.B.I., cuando un niño sufre maltrato infantil, ve menoscabada
su capacidad de empatía, no desarrolla su capacidad de confianza, seguridad y
autonomía, experimenta un daño en su facultad para vincularse a otras personas,
y se llena de fantasías de dominación, violencia y control.
Los
psicólogos dicen que, cuando hay maltrato infantil por parte de uno o ambos
progenitores, el maltratado sufre un menoscabo en su capacidad para confiar en
el otro en general, pudiendo así refugiarse en el aislamiento y en fantasías
violentas. Por ello en el libro Homicidio sexual: patrones y motivos, Robert
Ressler y dos autores más afirman que, cuando un niño sufre maltrato infantil,
ve menoscabada su capacidad de empatía, no desarrolla su capacidad de
confianza, seguridad y autonomía, experimenta un daño en su facultad para
vincularse a otras personas, y se llena de fantasías de dominación, violencia y
control.
Naturalmente
el hogar es la fuente más usual de maltrato infantil y adolescente, pero no la
única. Están también las instituciones educativas, los orfanatos y los
reformatorios, entre otras.
Ejemplos de asesinos que han sufrido
maltrato infantil y/o adolescente son:
Carl Panzram: A Carl lo golpeaban sus hermanos mayores cuando era
niño, y ya más grande, recibió numerosas palizas estando en el reformatorio.
Albert Fish: Este anciano torturó a varios niños y niñas, era un
verdadero sádico, y también un gran masoquista (se clavaba agujas, se quemaba
algodones en el ano, etc…). Ahora y si uno se pregunta de dónde le nacieron
esas oscuras tendencias, Albert responde que de sus experiencias en un orfanato
de Washington D.C., en el cual vio abusos y maltratos tan terribles que
terminaron haciéndolo amar su propio sufrimiento, y el ajeno, particularmente
el de seres inocentes como eran los niños del orfanato…
RELACIÓN CON LOS PADRES
Generalmente
es la madre la figura que más peso tiene en la construcción del asesino serial,
en parte porque, en las biografías de los asesinos, es muy frecuente la figura
del padre que se ausentó tempranamente (cuando el asesino era niño) o que nunca
estuvo. Esta madre suele ser dominante, estricta, cruel, maltratadora; distante
e indiferente; incestuosa, promiscua o sexualmente perturbadora y provocadora;
de moral religiosa y represiva, o de un libertinaje amoral; alcohólica y
drogadicta; etc. Mientras tanto, cuando el padre está presente y es fuente de
daño y trastorno, lo es casi siempre bajo la figura del padre autoritario,
violento, sádicamente disciplinario, y usualmente machista y alcohólico.
Los
padres son claves en la construcción moral, social y emocional del sujeto, en
su encaminamiento a la legalidad o la ilegalidad. Es así que las biografías de
asesinos están llenas de madres y padres ausentes o perniciosamente
deficientes: padres ausentes, o machistas, bebedores, y violentos, madres
prostitutas, descarriadas, distantes o maltratadoras…
Según
los psiquiatras, las siguientes situaciones son de gran riesgo en tanto
potenciales generadoras de un futuro antisocial:
Padre
o madre ausente (esto sucede en aproximadamente un 60% de los casos)
PADRE Y MADRE AUSENTES
Desequilibrio
disciplinario: un padre muy severo y una madre muy permisiva, o un padre muy
permisivo y una madre muy severa. Casi siempre ocurre lo primero, y entonces el
niño aprende a manipular (por culpa de la madre) y desarrolla odio hacia la
autoridad en general (por culpa de la autoridad particular del padre).
Falta
de vinculación con el bebé durante los primeros nueve meses, sobre todo de
madre a hijo. Esto es enormemente perjudicial, ya que deja secuelas a nivel
neurológico…
Padres
hipócritas que en público manifiestan una imagen de unión y armonía familiar,
pero en privado humillan y menosprecian al hijo.
LA MADRE
Generalmente,
en las biografías de los asesinos seriales, la figura materna (sea madre
biológica o madre adoptiva) tiene un mayor peso en la construcción de la
motivación criminal. Puede aparecer así bajo distintas formas, pudiendo a veces
manifestarse varias de estas formas en una sola madre:
MADRE PROSTITUTA: Pedro Alonso López, Henry Lee Lucas.
MADRE QUE ENGENDRA DESEO SEXUAL EN EL
HIJO: José Antonio Rodríguez Vega,
Gary Ridgway.
MADRE SOBREPROTECTORA: Harold Shipman, Jesse Pomeroy, Ed Gein, Marta Beck.
MADRE DOMINANTE Y MALTRATADORA (puede ser maltrato físico o psicológico): Daniel
Camargo Barbosa, Pedro Alonso López, Edmund Kemper, Gary Ridgway, Richard
Kuklinski, Ed Gein, Marta Beck, Albert DeSalvo, Jerome Henry Brudos, Ted Bundy.
MADRE QUE ABANDONA AL HIJO O ESTÁ
AUSENTE (pudiendo ser esto por muerte
temprana): David Berkowitz, Gerald Eugene Stano, Ángel Maturino Reséndiz,
Marcel Petiot, Manuel Delgado Villegas, Bob Berdella.
Madre con respecto a la cual el hijo
sostiene un vínculo afectivamente dependiente que, al romperse con la muerte de
ésta, impulsa hacia el asesinato al hijo, de alguna u otra forma: Harold Shipman, Peter Sutcliffe.
Los asesinos seriales suelen tener pésimos
modelos maternos, pero a veces eso llega al extremo y entonces la relación
madre-hijo puede volverse escalofriantemente patológica, tal y como en el caso
de Edmund Kemper, quien, tras irrumpir en la habitación de su madre y
decapitarla, tomó la cabeza de ésta, le lanzó dardos mientras la insultaba, y
finalmente la agarró para hacerse sexo oral…
Hecho
ya un panorama general con los ejemplos referidos arriba, cabe señalar que, si
bien tanto la madre como el padre pueden inducir agresividad y trastornos en el
futuro criminal, la madre está más asociada a trastornos en la conducta sexual.
Son por ello enormemente impactantes algunos casos en que la conducta de la
madre ha originado en el hijo una mezcla de ira y deseo sexual: en Ed Kemper,
esto desembocó en el hecho de que Ed decapitara a su madre y, después de
lanzarle flechas e insultos a su cabeza inerte, tomase esa misma cabeza para
hacerse sexo oral; en José Antonio Rodríguez Vega, esto se plasmó en su
búsqueda por mujeres mayores a las que mataba y violaba, siendo que, a través
de esas violaciones, violaba simbólicamente a su propia madre (esto se
desprende de confesiones suyas); por último y no menos sorprendente, en el caso
de Henry Lee Lucas vemos a un chico que era vestido de niña y maltratado psicológicamente
por una madre que se prostituía delante de él, lo cual posteriormente desembocó
en que Henry, tras salir del reformatorio y discutir con su madre, terminase no
solo matándola sino violando su cadáver, expresando así el deseo incestuoso que
le causó el ver prostituirse a su madre años atrás…
EL PADRE
Generalmente,
en las vidas de los asesinos seriales ocurre una de estas dos cosas: o bien la
figura paterna está marcada por la ausencia, o bien por una presencia opresiva,
autoritaria, rígida, violenta y desprovista de afecto.
En
las biografías de los asesinos seriales son dos los modelos paternos que más se
repiten: el primero es el de la figura paterna marcada por la ausencia (sea por
abandono temprano del hogar, porque nunca estuvo, o porque fue distante), y el
segundo el del padre con presencia opresiva, autoritaria, rígida, violenta y
desprovista de afecto. Del primero tienden a surgir hijos con falta de límites;
y, del segundo, hijos que han aprendido el uso de la violencia como un recurso
efectivo para ejercer control sobre los demás…
EN EL PRIMER CASO, EL DEL PADRE AUSENTE, nos encontramos con asesinos que nunca conocieron a
su padre (Pedro Alonso López, por ej.), que su padre abandonó el hogar cuando
eran niños o adolescentes, o que su padre se caracterizó por ser una figura
distante y de poca presencia (Yoo Young-Chul). Para Ronald y Jacqueline Angel,
investigadores de la Universidad de Texas, “El niño que crece sin padre
presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para
controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de
tener problemas con la ley.” Complementariamente, las interpretaciones de
diversos estudios estadísticos muestran (en cifras aproximadas) que, cuando un
chico ha crecido sin padre: es 5 veces más propenso a cometer suicidio, 32
veces más propenso a huir de casa, 20 veces más propenso a tener desordenes
conductuales, 14 veces más propenso a realizar actos de precocidad y abuso
sexual, 9 veces más propenso a dejar los estudios, 10 veces más propenso a
abusar de drogas y otras sustancias, y 20 veces más propenso a terminar en
prisión…
EN EL SEGUNDO CASO, EL DEL PADRE
VIOLENTO Y CONTROLADOR, las
consecuencias son terriblemente nefastas. Así, el desarrollo social y emocional
se alteran, y el sujeto usualmente se aísla y prácticamente siempre se vuelve
más agresivo, desconfiado y manipulador. De ese modo, el padre autoritario y
violento enseña que la violencia es un recurso idóneo para conseguir lo que se
desea; y, paralelamente, puede engendrar en el hijo un sentimiento de
impotencia que, en los asesinos seriales, ha sido la raíz de esas fantasías de
control-poder que culminan en atroces actos de asesinato y tortura. Además de
eso, a nivel del desarrollo moral la figura del padre autoritario y violento es
contraproducente; ya que, en lugar de conducir a una interiorización de los
códigos morales, conduce a un respeto del mismo en función de la conveniencia,
de modo que el sujeto tiende a frenar sus malas acciones solo para evitar las
consecuencias. Pero lo peor viene cuando el sujeto desarrolla un odio hacia la
autoridad y un rechazo tajante de los códigos sociales-morales que ésta
representa, pues es entonces cuando el comportamiento antisocial puede surgir,
sobre todo si se trata de un psicópata, ya que éste carece de los niveles de
miedo que una persona normal tiene con respecto a las posibles consecuencias
negativas de sus actos. Parte de lo anterior deja entrever el hecho de que, un
padre violento y controlador, casi siempre origina un hijo manipulador y
mentiroso; puesto que, además de aprender a controlar mediante la violencia, el
hijo aprende a evitarse problemas mintiendo, ya que la mentira le fue útil para
evitar ser castigado y así, en un futuro, podrá usarla no solo para evitarse
males sino para conseguir la confianza y la aprobación de los demás fingiendo
ser algo que no es, tal y como hicieron John Wayne Gacy y el llamado “Candy
Man”… Finalmente, cabe mencionar que entre todas esas secuelas nocivas la peor
es el odio, ya que éste refuerza la tendencia del individuo a justificar las
malas acciones que comete inspirado en su odio; y es que, como escribió el
psicólogo Alejandro Londoño Valencia: ‹‹Quien odia, se considera a sí mismo
como una víctima de otro sujeto que es considerado como la encarnación misma
del demonio y, por ende, encuentra la justificación perfecta para mantener el
odio y para emplear la agresión como mecanismo para defenderse de quien origina
sus desgracias.››. Visto a la luz de esa cita el problema parecería no ser tan
grave, pero el odio suele desplazarse hacia otros individuos que, de un modo
abstracto o imaginario, se asocian a quien originalmente lo motivó o, peor aún,
simplemente ofrecen la posibilidad de desahogarlo…
MUCHOS ASESINOS TUVIERON PADRES BRUTALES. Por ejemplo, DeSalvo tenía un padre que traía
prostitutas a casa y que golpeaba brutalmente a él y a su madre, llegándole a
romper dedo por dedo a ella, y llegándole a causar a él un daño permanente tras
darle con un tubo metálico en la espalda…
Los
ejemplos de asesinos seriales con padres violentos y controladores son muchos,
y entre esos están John Gacy (John Wayne Gacy) y Albert DeSalvo. El primero
tenía un padre que, entre otras cosas, le decía frecuentemente “marica” y
“fracasado”, que golpeaba a su madre, bebía en exceso y hasta llegó a matarle
de un tiro a su perrito solo para castigarlo. Por su parte, DeSalvo tenía un
padre que traía prostitutas a casa y que golpeaba brutalmente a él y a su
madre, llegándole a romper dedo por dedo a ella, y llegándole a causar a él un
daño permanente tras darle con un tubo metálico en la espalda…
LA ADOPCIÓN
LA ADOPCIÓN REPRESENTA NECESARIAMENTE LA
AUSENCIA DE LOS PADRES BIOLÓGICOS, pero
no la ausencia de una figura materna y de una figura paterna en tanto
personajes del desarrollo psicológico caracterizados no por un vínculo genético
sino por un tipo de vínculo relacional asociado a un rol particular. Pese a
eso, la adopción puede generar crisis de identidad que, si bien casi nunca
desempeñan un papel crucial en la motivación del asesino, en ciertos casos sí
lo pueden hacer, tal y como pasó con David Berkowitz y Ted Bundy. En el caso
del primero, Berkowitz era un individuo que había sufrido el rechazo social,
sobre todo el de las mujeres… Así, cuando a sus 14 años perdió (porque murió) a
su madre adoptiva, el resentimiento que tenía hacia su madre biológica creció,
ya que ésta lo había rechazado y dado en adopción; y esto, como es de
esperarse, se tradujo en un aumento de aquella misoginia que latía en el
interior de sus crímenes (él mataba a parejas que estaban juntas en sus autos,
como si envidiase al hombre y odiase a la mujer). En cuanto a Ted Bundy, vemos
que éste, tras enterarse a los 13 años de que era adoptado, comenzó a sufrir un
trastorno en su desarrollo emocional; y esto, desde luego, fue fundamental en
su encaminamiento hacia el crimen.
EL RECHAZO
El
rechazo ha jugado un rol importante en la vida de casi todo asesino serial;
venga éste de los padres, de los pares de la institución educativa, del sexo
contrario, etc.
La
experiencia de ser rechazado (por los padres, los compañeros de escuela, las
chicas, etc) ha jugado un rol importante en la vida de casi todo asesino
serial. Estudios científicos señalan que los chicos que sufren rechazo social
tienden a ser más agresivos, menos sociables, más impulsivos y ansiosos. Pero
lo peor viene cuando surge el odio, tal y como le sucedió a Henry Lee Lucas, a
Edmund Kemper y a otros.
En
el imaginario social tiene bastante presencia la imagen del rechazado como un
individuo de baja autoestima y poca predisposición a la violencia: pero la
realidad, en lo que respecta al segundo punto, puede ser totalmente diferente.
Así, la psicóloga Karen Bierman de la Universidad de Pensilvania, señala que
los chicos que sufren rechazo muestran uno o más de estos patrones de conducta:
Bajos
niveles de comportamientos prosociales, como turnarse o compartir.
Elevados
niveles de comportamientos agresivos o disruptivos.
Elevados
niveles de comportamientos desatentos, inmaduros, o impulsivos.
Elevados
niveles de ansiedad social.
Y
es que el rechazo no solo puede ser interiorizado y manifestado en forma de
auto-rechazo, sino que puede volverse contra su fuente, intensificado y
amenazador en su nuevo ropaje: el odio. Lo dicho se vio en el asesino serial
Henry Lee Lucas, a quien rechazaban y ridiculizaban por su ojo de cristal, pero
eso, según confesó el propio Henry, acabó por hacerlo odiar a todo el mundo…
Otro caso, relacionado con el rechazo sufrido por parte del sexo opuesto, es el
de Ed Kemper, asesino que mataba a chicas de la clase media y media-alta. Según
Ed Kemper, con esto pretendía “golpear a la burguesía”, pero además la ira
contra las chicas de la alta sociedad (y hasta cierto punto contra las mujeres
en general) estaba detrás de eso, puesto que, en sus visitas a la universidad,
Kemper era ignorado e incluso una vez le dijeron que esas chicas eran
“demasiado” para él, lo cual naturalmente lastimó su orgullo y, años después,
le hizo confesar lo siguiente con respecto a la importancia que tenía en sus
crímenes el rechazo que él sentía por parte de las mujeres: “Cuando estaban
vivas, las sabía distantes, sin ninguna comunicación conmigo, y yo intentaba
establecer una relación” Y es que, y esto hay que recordarlo, Kemper sentía
placer sexual al decapitar a sus víctimas femeninas y mirar sus cabezas como
“trofeos”.
LA TRÍADA FATÍDICA
Por
último, tenemos que los siguientes son tres signos de alarma que, de darse en
un individuo determinado, manifiestan una elevada probabilidad de que se
transforme en asesino serial.
Hay
tres conductas que, de darse en un individuo determinado, manifiestan una
considerable probabilidad de que se transforme en asesino serial: la piromania,
la incontinencia urinaria y la crueldad con los animales. La primera se asocia
a la búsqueda de una sensación de poder derivada del deseo de destrucción, la
segunda a la tensión emocional, y la tercera es realmente siniestra; pues,
según dicen los científicos, el torturar a cualquier ser vivo atrofia las redes
neuronales asociadas a la capacidad de sentir empatía, cosa esta que, en último
término, equivale a un proceso de deshumanización…
CRUELDAD CON LOS ANIMALES
“La
crueldad hacia los animales no es una válvula de escape inofensiva en un
individuo sano…es una señal de alarma”, dijo una vez Allen Brantley, agente
especial del FBI. Y es que el torturar animales no es solo un medio para
desfogar la agresividad sino una escuela de crueldad e incluso, tal y como lo
mostró Yoo Young Chul matando perros como preparación psicológica a los
asesinatos que luego cometería, es una actividad ideal para acostumbrarse a la
muerte y el dolor ajenos.
Según
estudios, casi todos los chicos que maltratan animales han sido víctimas de
maltrato físico y/o psicológico, generalmente por parte de uno o ambos
progenitores, y frecuentemente también por parte de sus pares, ya sea a través
del bullying o la simple marginación y rechazo social. Esto es importante
porque permite entender el carácter éticamente escalofriante que subyace al fin
último de la tortura ejercida sobre animales. Pero para comprender eso hay que
tener presente lo que se ha hallado en estudios científicos: así, en su libro
The science of evil, Simon Baron Cohen escribe que: ‹‹Cuando tratamos de
explicar los actos de la crueldad humana, no hay ningún valor científico en el
término “malo” pero sí hay valor científico en el uso del término “erosión de
la empatía”. La afirmación clave en mi libro es que, cuando la gente comete
actos de crueldad, un circuito específico en el cerebro (“el circuito de
empatía”) disminuye. Esto podría ser temporal (por ejemplo, cuando estamos
estresados) o de una forma más duradera.›› Entonces tenemos que el chico,
torturando animales, busca disminuir su capacidad de empatía —lógicamente, esto
puede ser inconsciente y, si es consciente, no se lo ha de plantear en los
términos expuestos—; pero acaso: ¿no es esa capacidad de empatía lo que lo
frena de hacer daño a los demás y de exteriorizar su agresividad más allá de
cierto punto? Lógicamente sí, y evidentemente esta capacidad empática ya está
mermada en el psicópata, pero hay grados y grados, y la crueldad animal es un
mecanismo para menoscabarla aún más. Ahora: ¿por qué alguien querría disminuir
aquello que frena su violencia?, ¿qué conseguiría con no conmoverse ante el
dolor ajeno? Conseguiría poder emplear más a la violencia para controlar a los
demás y, en última instancia, conseguiría una capacidad mucho mayor de
conseguir sus fines y deseos a expensas de un sufrimiento ajeno que, en virtud
de la crueldad, ya no solamente dejará de ser fuente de malestar (como ocurre
con la empatía) sino que hasta podrá constituir una fuente de placer… Llegamos
así al lamentable proceso ético que casi siempre ocurre en el asesino serial
que maltrata animales: primero es una víctima de la maldad y la crueldad de los
otros, del mundo; y luego, fundamentalmente como forma de protección, busca
extinguir su propia bondad para así adoptar una crueldad y una maldad superior
a la de sus victimarios, y suficiente para dejar el sufrimiento propio de la
víctima, y pasar a la complacencia perversa del victimario incapacitado para la
“debilidad” de la compasión, e hiper capacitado para la supervivencia egoísta y
destructiva en un mundo que se percibe como hostil y enemigo.
Lejos
de pertenecer a la especulación, la explicación anterior es ilustrada en los
resultados compendiados de varias investigaciones criminológicas efectuadas en
U.S.A. En efecto, los datos muestran que la tortura de animales tiene elevados
porcentajes de presencia en diversas categorías criminales, aumentándose a
medida que se aumenta la crueldad inherente al tipo de crimen: acosadores
sexuales (36%), acosadores sexuales encarcelados (46%), violadores convictos (48%)
y asesinos adultos (58%).
PIROMANÍA
En
los asesinos seriales, la práctica de la piromanía aparece generalmente en la
niñez y muestra esencialmente la búsqueda de un sentimiento de poder originado
en la satisfacción del afán de destruir. Pero la realidad psicológica de la
piromanía es aún más profunda y guarda concordancia con la realidad que suelen
vivir quienes se transforman en asesinos seriales. Así, el pirómano es
generalmente un joven lleno de frustraciones, problemas y desajustes
emocionales, rabia acumulada, y usualmente tedio, vacío existencial,
sentimientos de impotencia y deseos de protagonismo. Aunque también hay casos
en que la piromanía comporta un aspecto sexual, y en ese caso evidenciaría una
sexualidad sádica, y quizá algo de pirofilia. Ejemplo de esto último lo vemos
en el asesino norteamericano Ottis Toole, quien incendiaba casas abandonadas y
luego se masturbaba contemplándolas arder…
INCONTINENCIA URINARIA
Estudios
criminológicos muestran que aproximadamente el 60% de los asesinos seriales se
orinan en la cama siendo ya adolescentes. Esto suele estar asociado al estrés
emocional que origina un entorno familiar y social inadecuado y lleno de
conflictividad, tal y como el que les toca vivir a los asesinos seriales
durante su infancia y adolescencia.
(ZOCALO/ Agencias/ 30/03/2013 - 03:04
PM)
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