La noticia circuló llena de
confusiones desde el amanecer del miércoles. Un enfrentamiento en La Limita de
Itaje había dejado cuatro muertos. Se especulaba en la redes y en los
noticieros de radio. Los impresos del miércoles no alcanzaron a registrar nada.
Pero había mucho hermetismo, dudas y un cerco sobre el lugar de los hechos que
no permitía que nadie ajeno a la Marina, a la policía municipal y a personal
adscrito al departamento de servicios periciales de la fiscalía estatal, se
acercara.
Horas después trascendió que,
en un enfrentamiento con elementos de la Armada de México, cuatro presuntos
delincuentes habían muerto.
Y más tarde la versión
oficial brindada por el subsecretario de Seguridad Pública del Estado,
Cristóbal Castañeda Camarillo: cuatro civiles murieron en un enfrentamiento y
dos más fueron detenidos. Se aseguraron seis armas largas y cuatro cortas,
además de dos vehículos.
Comentó ante la prensa que
“alrededor de las 4:55 horas de hoy (miércoles) recibieron una llamada en el
número 911 que reportaba disparos de arma de fuego en una hacienda en La
Limita”.
Dijo que elementos de la
Secretaría de Marina que realizaban patrullajes acudieron al sitio y fueron
recibidos a balazos. Explicó que los marinos repelieron la agresión y se inició
un tiroteo.
De acuerdo a lo que medios
pudieron registrar a distancia, los servicios periciales iniciaron cuando el
sol ya se empezaba a levantar y terminaron alrededor del mediodía.
Imágenes no proporcionadas
por las autoridades pero que circularon de mano en mano en dispositivos
celulares, daban cuenta de cuatro jóvenes acribillados, todos pegados a la
barda del salón de fiestas Mariángeles, con armas largas y cortas pegadas a sus
cuerpos.
Por la noche se conocieron
los nombres de dos de los muertos. Uno era Manuel Filiberto Tapia Arellano y el
otro José Saúl Félix. Al día siguiente
se conoció el nombre de Daniel Armando Serrano, quien tenía orden de
aprehensión por doble homicidio en 2015; el cuarto se llamaba José Alonso
Angulo Castañeda, sin antecedentes penales.
El caso fue atraído por la
PGR.
PERO EL LEÓN NO ES COMO LO PINTAN
En realidad los hechos
ocurrieron poco antes de las diez y media de la noche del martes. Contado por diversos testimonios
recogidos por Ríodoce, alrededor de 15 elementos de la Armada de México
llegaron al salón de fiestas por el monte y desarmaron a los cuatro jóvenes que
luego “murieron en un enfrentamiento”. Eran escoltas de un hombre al que solo
se identifica como el “Ponchín”, uno de los invitados a la fiesta.
No llegaron en vehículos
oficiales, sino en camionetas civiles “que parecían robadas; una de éstas era
una Grand Cherokee color café sin placas”.
La fiesta era de cumpleaños.
De los vasos que quedaron en la basura se rescata la evidencia de que al
festejado se le conoce como el “Jr”. También estaban estas iniciales en la
decoración. Pero nadie quiso decir cómo se llama ni cuántos años cumplió.
Todos los testimonios
coinciden en que cuando los marinos entraron al salón ya habían detenido a los
cuatro hombres que se encontraban afuera. Y esto porque durante buen rato se
escuchaban voces que les gritaban, golpes y gritos de piedad. “Rogaban por sus
vidas”, comentaron algunos testimonios.
LOS VIDEOS Y LA RAPIÑA
Varios videos circularon en
redes sociales. Y en ellos se refleja algo de lo que ocurrió. Elementos de la
Marina con indumentaria y armas oficiales dan órdenes a hombres y mujeres de
que se tiren al piso, les preguntan si traen armas y hasta se aprecia cuando
golpean a uno en la cabeza, lo levantan y se lo llevan.
En las imágenes captadas en
dos videos que circulan en redes sociales, se observa a elementos castrenses en
el interior del inmueble, donde separan a hombres de mujeres y niños.
En la grabación de un minuto
y 35 segundos, un marino recorre el lugar, y pregunta a gritos en varias
ocasiones: “¿Quién trae armas?”.
Otro video, de un minuto y 37
segundos, muestra a los hombres acostados, boca abajo en el piso. Un marino se
acerca hacia donde están las mujeres y los niños replegados en un extremo del
salón, y le pregunta a un joven: “¿Qué haces acá?, ¿qué haces acá?, órale,
órale cabrón, órale”.
El joven se dirige hacia
donde está el resto de los hombres y se acuesta en el piso, también boca abajo.
Un marino se dirige hacia él,
y le pregunta “¿Con quién hablabas?”, y lo golpea en el rostro y lo separa del
grupo a jalones. Ambos se alejan y desaparecen de la grabación, mientras se
escuchan dos disparos que provienen del exterior del salón y en ese momento la
persona deja de grabar.
Las fuentes de Ríodoce
aseguran que en momentos distintos se escucharon disparos. “No sabemos cuándo
mataron a los muchachos, pero fue en una de esas ocasiones en que se escucharon
las detonaciones”.
Las mujeres y los niños
fueron arrinconados en una esquina del local; a los hombres los llevaron uno a
uno a los baños y los golpearon preguntándoles por “el M”, “¡Dónde está el M!”.
A todos, hombres y mujeres
los despojaron de carteras, cadenas relojes y aretes; también las llaves de los
vehículos; echaron todo a una bolsa y no regresaron nada. A los meseros los
despojaron de su paga del día que ya habían recibido.
Policías municipales se
acercaron al local de fiestas para ver qué ocurría y no los dejaron acercarse.
Pasaron más de seis horas desde que llegaron los elementos de la Armada hasta
que agentes estatales pudieron acercarse.
—¿Es posible que hayan
llegado en camionetas civiles?— se le cuestionó a un testigo.
—Sí señor. En un principio no
se miró ninguna camioneta oficial de la Marina. Traían pecheras y decía
“Marina”. Otros estaban vestidos de civil pero con las mismas pecheras.
—La versión oficial dice que
les reportaron balazos y que al llegar los atacaron…
—Eso no es cierto, oiga,
nadie estaba tirando balazos; yo estuve ahí desde que empezó la fiesta; los
marinos llegaron a matar y a robar, ya tenían esposadas a las víctimas, los
pusieron contra la pared, estaban de espaldas a la pared y gritaban por su
vida, lloraban; hasta adentro del salón se escuchaban los llantos.
—La pregunta es por qué, qué
querían en realidad…
—Llegaron porque se enteraron
de la fiesta; esos marinos son mercenarios, matan y roban, a las víctimas las
mataron ya desarmadas. A los invitados les quitaron sus carteras, anillos,
cadenas; los tiraron al piso y al que levantara la cabeza le pegaban un
madrazo; a algunos les pegaron con el rifle; se los iban llevando uno por uno al baño y les
preguntaban si traían armas; si decías que no, te pegaban. A las mujeres las
arrinconaron. Y a los niños. Duraron tres horas tirados…
—¿Cuánta gente había en el
salón?
—En la fiesta había como 150,
pero cuando llegaron muchos corrieron por
atrás o se escaparon por la barda, entre ellos el Jr.
—¿Qué hora era cuándo
llegaron?
—Serían como las diez de la
noche o antecito. Los muchachos estaban afuera, ahí donde murieron los
sorprendieron y los desarmaron. Los morros estaban vigilando pero les llegaron
por el monte.
—¿Se alcanzaban a escuchar
preguntas? ¿Preguntaban por alguien?
—Preguntaban por el “M”, no
sé quién sea.
—En uno de los videos que se
conocieron se escuchan disparos al final ¿Fue cuando mataron a los muchachos?
—Es posible, pero es difícil
saber porque estuvieron disparando en varias ocasiones como para amedrentar, no
lo sé. Los disparos fueron afuera de la hacienda.
—¿Había camionetas
artilladas?
—No, solo había tres
camionetas civiles, entre ellas la Cherokee. De repente llegó la policía
municipal y dijimos “a ver qué pasa”… pero los regresaron del camino.
—¿Entonces no llegaron en
camionetas oficiales?
—No, ninguna camioneta era
oficial, todas eran como robadas; ellos no iban a ningún operativo, iban a robar,
a sorprender. Ya después llegaron las camionetas oficiales a custodiar, pero
los marinos originales ya se habían ido con el botín. Los marinos que ves en
las camionetas oficiales nada que ver con estos. Los marinos normales son hasta
cierto punto amables; estos eran sicarios, mal hablados, sin razonamiento.
—¿Cuánto tiempo duraron los
que llegaron primero?
—Adentro duraron unas cuatro
horas y se fueron; afuera había marinos normales ya después.
—¿Se fueron cuando llegaron
los otros?
—Coincidieron un tiempo
juntos pero los marinos normales no se metieron adentro, solo cuidaban el
perímetro.
—¿Y la gente a qué hora se
empezó a retirar?
—Cuando llegaron los otros se
van los marinos malos y dejaron a los otros, por eso la gente se pudo retirar.
—¿Y les regresaron las llaves
de los vehículos, las carteras vacías, supongo que los celulares no…
—No les regresaron nada, se
llevaron todo.
EL FUSILAMIENTO
Varias personas vieron a los
muchachos hincados de espaldas a la barda. Los tenían esposados. Y los vieron
llorando. Luego se escucharon disparos y dejaron de llorar. Eso fue alrededor
de las 11 de la noche.
“Los balazos que tiene la
camioneta en la puerta son pura faramalla…”
—¿Cuál camioneta?
—La Frontier gris tiene
impactos en los vidrios de las puertas. Lo hicieron para simular un
enfrentamiento.
—La Secretaría de Seguridad
Pública dijo que había sido un enfrentamiento…
—La procuraduría (Sic) lava el
cochinero de los marinos, acomoda las pruebas para que parezca enfrentamiento;
es la historia de todos los días, nunca hay ningún marino muerto.
—¿Alguien presentó denuncia?
—Sí, en derechos humanos…
pero nadie hace nada.
De acuerdo a los testimonios,
la fiesta fue amenizada por la banda sinaloense La Ilusión. También comentaron
que el representante de los músicos fue trasladado a la PGR. Ríodoce intentó
hablar con alguno de ellos pero el número telefónico que se tiene de la banda
manda a buzón.
Artículo publicado el 4 de febrero de
2018 en la edición 784 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ INVESTIGACIONES/RÍODOCE EN 6 FEBRERO, 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario