El Papachín era un buen hijo,
trabajador, sin vicios, y sin… novia, cuando desapareció, una noche al salir de
su trabajo como despachador de una gasolinera. El día anterior había conocido a
una joven.
La noche de baile y alegría
se convirtió en luto, y reveló la existencia de una casa utilizada como
“picadero” por drogadictos y que finalmente fue la fachada para una tumba
urbana.
Allí, en el patio, tras el
muro de una recámara de la casa marcada con el número 2103 de la calle
Tepezcohuite entre Pasadena y Santa Mónica, en el fraccionamiento Canteras, de
Los Mochis, fue exhumado el Papachín. El cuerpo estaba enterrado en una fosa de
casi un metro de profundidad. Nada la ocultaba, y a juzgar por la lavadora de
ropa y envases de cerveza, los habitantes convivían con el muerto.
La familia de Miguel Ángel
Aguirre Mora, de 20 años, residente de la colonia Nuevo Siglo, lo buscaba desde
el domingo 21 de enero, cuando la noche se lo tragó después de salir de su
trabajo como despachador de una gasolinera.
Según un segmento de la
carpeta de investigación, la noche anterior había conocido a una joven en el
bar “El Tabachín” y después de la convivencia intercambiaron números
telefónicos. Al día siguiente, él recibió un telefonazo. Y lo último que se
supo fue que se montó en una camioneta de color blanco.
Diez días después, su cadáver
fue exhumado del patio del “picadero”. Tenía un tiro en la cabeza.
A unos cinco pasos de su
tumba clandestina, y en el mismo patio, los investigadores desenterraron un
segundo cuerpo. Era el de Miguel Enrique Reyes Moreno, un joven avecindado en
la colonia Tabachines Uno. Él había desaparecido casi en las mismas fechas que
Papachín, y era también buscado por sus familiares. Era un muchacho de vida
agitada y pasado turbulento, y terminó casi a flor de tierra.
En la que sería su penúltima
morada, los investigadores dejaron una gorra y una prenda de vestir, ambas de
color azul.
De acuerdo con vecinos del
sector y peatones cotidianos, la casa tenía mala “vibra” por los moradores
ocasionales: jóvenes con tatuajes, desaliñados, viajando en motocicletas o
vehículos un tanto sospechosos. Cotidianamente llegaban mujeres, con las
características propias de ingobernables y de vida en las calles. Los excesos,
música, cerveza, vinos baratos, y un intenso aroma a petate quemado los
delataba como adictos a enervantes, contaron. Eso era lo que los transformaba
en violentos y amenazantes.
Las visitas de la caterva
habían comenzado semanas antes, y terminaron cuando se dejaron escuchar
lamentos, pero nadie lo reportó a la policía. “Ni siquiera al agente que vive
cerca del lugar”, afirmaron.
Repentinamente, el morador
habitual dejó de aparecerse. Y dos días después, la policía “reventó” el lugar
por la delación de una mujer que según el informe oficial, era la novia de uno
de los dos muchachos. Ella fue la que desenterró el primer cuerpo y llamó a la
policía. Extrañamente, los peritos trabajaron toda la madrugada del lunes 31 de
febrero hasta que desenterraron los dos cuerpos, que este fin de semana fueron entregados
a los deudos para la cremación y sepultura correspondiente.
En tanto, el “picadero”
continúa abierto, de par en par, mientras el tránsito despreocupado de peatones
cotidianos pasa simulando no ver la casa y su patio macabro, aunque el rabillo
de sus ojos los delata.
Mirna Nereida Medina
Quiñónez, fundadora del grupo “Las Rastreadoras” (Desaparecidos de El Fuerte)
aseguró que ambos casos de desapariciones les fueron reportados.
El regidor del Partido Acción
Nacional (PAN) Yoshio Estevic Vargas Estrada, se refirió al caso de las
“Canteras” como una alarma y un “foco rojo” de la inseguridad que priva en el
municipio y que el gabinete municipal pretende minimizar con afirmaciones de
que “Ahome está mejor que otros años”.
“Levantones aquí y allá, y
tumbas clandestinas y masivas a las afueras de la ciudad, y ahora en plena zona
urbana. Estamos muertos, de miedo”, dijo.
El edil expuso que se requiere de un mejor y mayor
esfuerzo o que la autoridad se “ponga las pilas” y comience a trabajar de
verdad, no solo en recrear números.
En tanto que el alcalde en
funciones, Manuel Urquijo Beltrán, anunció que se reforzarán las operaciones y
que la tranquilidad urbana se retomará pues ya lo habló con el jefe de policía.
De acuerdo con un informe de
la Vicefiscalía Regional de Justicia Zona Norte, la desaparición de personas
registra un incremento a cierre de enero del 2018 con 23 carpetas de
investigación para 24 personas ausentes, mientras que en el 2017 se inició con
11 carpetas de investigación y 12 personas no localizadas.
Artículo publicado el 4 de febrero de 2018 en la edición
784 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ LUIS FERNANDO NÁJERA/LOS MOCHIS EN 7
FEBRERO, 2018)
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